YSIOS: bodegas de España que merece la pena visitar

15 noviembre, 2019 at 13:46

En el corazón de Rioja Alavesa, exactamente en Laguardia (Álava), emerge la silueta sorprendente de Ysios como bodega boutique de vanguardia, en armonía con la Sierra de Cantabria y la singularidad del paisaje que la rodea.

La bodega Ysios forma parte del grupo Domecq, uno de los mayores elaboradores y exportadores de vinos de calidad de España. Una compañía que además lidera la D.O. La Rioja, con bodegas como Campoviejo e Ysios.

La bodega Ysios es obra del arquitecto Santiago Calatrava, que la concibió como una catedral en maderas de cedro y techos de aluminio que simulan las olas del mar sobre el campo de vid. El logotipo de Ysios es el perfil del edificio, visto desde el frente.

Ysios es un homenaje a los dioses egipcios Isis y Osiris. Isis era la diosa madre y protectora de la Naturaleza por lo que supervisaba la transformación de las uvas en vino y Osiris era el dios egipcio de la resurrección y símbolo de la fertilidad, dios de la vegetación y la agricultura que enseñó a su pueblo a cultivar los campos.

Arquitectura de Ysios

Sobre una parcela de 72.000 m2, Santiago Calatrava desarrolla este proyecto para Ysios, creando un referente en La Rioja Alavesa.

El edificio de la bodega Ysios está diseñado para recordar al mundo del vino se mire por donde se mire, aunque si no te lo explican puede pasar desapercibido. Calatrava lo diseñó de tal manera que, si se ve desde el aire, el edificio junto con el acceso, recuerda a una copa de vino.

Otra de las vistas que diseñó Calatrava es la vista de la fachada, con sus curvas, que al reflejarse sobre el estanque, representa o recuerda a las barricas de roble. Esta vista también es difícil de ver porque el agua del estanque debe estar muy quieta y no siempre el viento acompaña.

Te recomendamos ver la bodega Ysios con un vídeo donde se ve el edificio de la bodega desde todos sus puntos de vista.

Los vinos y viñedos de Ysios

La bodega elabora unas 200.000 botellas de vino al año, con las uvas de sus viñedos, desde 2001, año en que se creó la marca Ysios y se construyó el edificio.

Ysios comercializa vino tinto con denominación de origen Rioja. Está especializado en vinos reserva y de ediciones limitadas.

Estos vinos conservan las características de los auténticos «Riojas» y su identidad, pero sabiamente adaptados a los nuevos consumidores. Por eso son en su mayoría intensos en su vestido, de afrutados y potentes aromas y a la vez tiernos y fáciles.

Sus enólogos (auténticos creadores) han conseguido aunar notas primarias afrutadas (frutas negras) con notas especiadas frescas y notas a nobles maderas de su crianza, nobles y personales.

Tecnología puntera y sofisticada, dominio de la barrica y la crianza y un gran conocimiento de los nuevos y jóvenes mercados y de los nuevos consumidores. Sentido y orgullo de La Rioja y culto a su variedad, «el tempranillo», por eso lo utilizan al 100%.

Sus 75 hectáreas de viñedo dan origen a vinos jóvenes muy coloreados y aromáticos, a crianzas y reservas, y su edición limitada, carnosos, amplios y a la vez frescos y fáciles de beber, de buena y amplia estructura, prolongado y halagador recuerdo.

Si quieres ver el interior del edificio hay que hacer la visita guiada. Lo primero, se ven un poco los viñedos y te explican el origen y la idea de hacer este edificio tan especial. Ya en el interior, se ve el proceso de la elaboración del vino y se comprueba como el edificio es muy funcional y va acorde a las necesidades de la bodega. También hay un poco de explicación arquitectónica y se pueden ver diferentes bocetos del edificio de Calatrava. Como algo diferente, hay una exposición de vasos cuyo diseño está basado en los 7 pecados capitales del artista Kacper Hamilton.

Para finalizar, subes a la parte superior del edificio que es donde se realiza la cata de los vinos Ysios, acompañados con un poco de queso y embutido. Desde aquí, y a través de su cristalera, hay unas bonitas vistas del pueblo de Laguardia, situado justo enfrente.


LAS PRESILLAS: piscinas naturales de ensueño

7 mayo, 2019 at 6:53
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Las Presillas, nombre que adquieren las piscinas naturales de Rascafría, en el Valle de El Paular (Madrid), cuentan con praderas verdes y una zona de baño dividida en tres piscinas naturales en el cauce del río Lozoya.

Un lugar ideal para el picnic familiar o con amigos durante los meses de verano en la Comunidad de Madrid y un paisaje con bonitos y relajados paseos para el resto del año.

El agua está bastante fría, pues baja desde las montañas de la Cuerda Larga, en parte de su deshielo; el fondo de las presillas tiene muchas piedras, por lo que, es mejor llevar zapatillas de río. Hay una zona de césped (en la que se prohíbe poner sillas) y otra de pinar. También hay aseos y un chiringuito.

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La entrada a las personas es libre y gratuita y el precio del parking es cinco euros por automóvil y día. Los dos únicos inconvenientes es que no podrás jugar a ningún juego de pelota ni llevarte a tu perro, pero por lo demás, vale mucho la pena.

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Podrás ir cuando lo desees, ya que está abierto todos los días de 10 a 21 horas, desde junio hasta mediados o finales de septiembre. Para más información, puedes contactar con:

  • Ayuntamiento de Rascafría: 918691117
  • Oficina de Turismo de Rascafría: 918691804

Pueblo de Rascafría

Rascafría destaca por ser un pueblo de arquitectura alegre entre montañas. La piedra (en su mayoría granito) reina entre fachadas coloridas.

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Dirigiéndonos hacia el pueblo, nos detendremos en la Plaza de los Trastámaras, levantada en conjunto con la Casona. ¿Sabías que este antiguo edificio fue en un principio un Hospital o «Lazareto»? Pues esta construcción de dos plantas con huerta y jardín, más tarde se convertiría en la casa señorial que es hoy en día.

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No te puedes perder el Ayuntamiento, de estilo neomudéjar, que fue construido a principios del siglo pasado y rehabilitado en 1984.

Muy cerca del ayuntamiento nos encontramos con la monumental Parroquia de San Andrés Apóstol. Este edificio del siglo XV se encuentra ubicado en el extremo norte del casco y conserva algunas bóvedas góticas y artesonado del siglo XVI en su nave central. Su púlpito es plateresco y conserva varias esculturas procedentes del Paular, como un San Miguel Arcángel del siglo XVIII, obra de Luis Salvador Carmona.

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Foto de Juan F. Morillo

Durante la guerra civil, su chapitel fue alcanzado por un obús y las campanas también desaparecieron durante la contienda. Y quizás el dato más curioso es que las nuevas campanas se construyeron con el metal de dos aviones que se estrellaron a mediados del siglo XX.

Siguiendo el curso del río se encuentra en Monasterio del Paular, uno de esos lugares a los que les sienta bien cualquier época del año, con su estilo gótico y barroco que atrae a miles de turistas.

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A su alrededor se levantan otros monumentos que rematan una visita como es el puente del perdón, el de la Reina o el Antiguo Molino de papel de los Batanes.

¿Qué más podemos hacer enl los alrededores de Las Presillas?

Además de visitar Rascafría que es uno de los pueblos más bonitos de Madrid, también os recomendaría que aprovechaseis la tarde para hacer una ruta a caballo por el Valle del Lozoya. En Oteruelo del Valle podéis encontrar al menos una empresa que lo hace por 15 euros la hora. Hay varias rutas disponibles y cualquiera de ellas tiene unas vistas que merece la pena disfrutar, aunque si tenéis la posibilidad os recomendaría que pidieseis hacer la ruta que atraviesa el río. Esta ruta depende del caudal que haya en el momento, pero en verano no suele haber problemas para realizarla.

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FINCA DE LOS ARANDINOS: bodegas de España que merece la pena visitar

20 marzo, 2019 at 8:11
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Las pequeñas bodegas brindan deliciosas experiencias enoturísticas. Algunas ofrecen además la opción de quedarse a dormir. En plena sierra de Moncalvillo, a escasos diez kilómetros de Logroño (Entrena), esta vanguardista bodega con hotel, restaurante y spa cuenta con 14 habitaciones con terraza.

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La Finca de los Arandinos acaba de ser reconocido como ‘Mejor hotel enoturístico de España’. Este galardón reconoce el esfuerzo y la oferta de este pequeño complejo enoturístico, que fue la gran apuesta del empresario Roberto Guillén al localizar en un precioso cerro sobre sus propios viñedos familiares un hotel de lujo con una arquitectura de vanguardia, obra de Javier Arizcuren, y un diseño innovador y rompedor del ya fallecido David Delfín.

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La bodega trabaja con la singularidad de los terruños de la comarca, Moncalvillo y su entorno, con 24 hectáreas de viñedos, en algunos casos muy viejos, con los que elabora vinos diferentes, frescos, muy marcados por la identidad de zona y que vienen avalados por el reconocimiento de los principales críticos nacionales e internacionales.

Malacapa (semicrianza), Finca de los Arandinos (crianza y reserva), El Conjuro, certificado en cultivo ecológico desde el 2015, y El Tejar, un vino de cinco parcelas concretas que no saldrá en el 2017 ni 2018 por el hielo y la piedra, son sus referencias en tinto, a las que añade su blanco Viore: «El vino y la bodega es el elemento principal para nosotros», explica Roberto. «Tenemos aquí los viñedos familiares y teníamos claro que la ubicación sería ésta».

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Finca de los Arandinos ofrece una amplio catálogo de ‘Experiencias’, con vinoterapia y spa, cena, paseos a caballo o en bici por los viñedos, visitas a antiguos e históricos calados de Rioja o incluso visitas a otras bodegas de arquitectura destacada.

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La Bodega

Integrada en el mismo edificio,  de líneas sencillas, se caracteriza por una cuidada y moderna arquitectura. Es una bodega  funcional, adecuada a la capacidad de producción, y en la que se ha empleado una tecnología que permite elaborar unos vinos de gran calidad, con el máximo respeto por la uva. Encontramos la virtud y la singularidad en la adaptación a nuestro pueblo.

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Los viñedos están localizados en el pueblo y repartidos en 30 parcelas en distintas zonas en torno a la bodega.

La bodega cuenta con diferentes tipos de suelos, aunque con predominio de suelos de cantos rodados sobre glacis del terciario. La exposiciones son variadas, aunque al encontrarse al sur del río Ebro, todas están mayoritariamente orientadas al Norte.

Se cultivan las variedades Tempranillo, Mazuelo y Garnacha para elaborar los vinos tintos, y Viura para el blanco; con producciones que no superan los 6500kg/ Ha por término medio. La vendimia es manual, en cajones de 200kg y normalmente comienza a finales de Septiembre con la variedad Viura, continuando con la Garnacha, el Tempranillo, y por último el Mazuelo.

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El viñedo tiene una edad comprendida entre los 4 y los 60 años, y se sitúa a una altitud que va de los  500 a los 600 m sobre el nivel del mar.

Los vinos de esta bodega son singulares, diferentes. Con notas de honestidad y reflejando el valor de la tierra que les ve nacer, crece y respirar. El objetivo es mantener el carácter de cada variedad. Somos selectivos, vendimiamos seleccionando primero los racimos en campo y después al entrar en la bodega en la mesa de selección, realizando elaboraciones que mantengan la fruta, y dando al vino el tiempo necesario para que se afine de forma natural durante el invierno.

VIDEO FINCA DE LOS ARANDINOS

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MONASTERIO DE VERUELA: monasterios y conventos con encanto

13 febrero, 2019 at 20:48
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El Real Monasterio de Santa María de Veruela (este es el nombre completo) fue la primera fundación de la Orden Cisterciense en el Reino de Aragón (s. XII).

Situado en las cercanías de Vera de Moncayo (Zaragoza), este monasterio puede presumir de haber sido uno de los más importantes de la orden del Císter en España, y con un grado de conservación muy bueno (mantiene una gran parte de sus estructuras iniciales de los siglos XII y XIII).

El monasterio de Veruela se encuentra junto a Vera de Moncayo, justo a las puertas del Parque Natural de la Dehesa del Moncayo. Un punto de Aragón muy próximo a Castilla (provincia de Soria) y Navarra.

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Además de albergar el Museo del Vino de la D.O. Campo de Borja, el monasterio desarrolla una intensa actividad cultural a lo largo del año, con conciertos, exposiciones, teatro o eventos concretos.

La visita del monasterio transcurre por diferentes estancias, y va desde el claustro (s. XIV) hasta la iglesia abacial (s. XII-XIII), pasando por diferentes salas y dependencias, tales como la sala capitular, abacial, de los monjes, el refectorio, la cocina, la cilla, el lavabo o el armarium o despensa.

Origen e Historia del monasterio de Veruela

La orden del Cister fue fundada en la Francia de 1098 por Roberto de Molesmes que levantó una abadía cerca de Dijon, en un lugar donde se encontraba la antigua villa romana de Cistercium (Citeaux). La característica de los cistercienses, conocidos como monjes roturadores, es una observancia estricta de la regla benedictina y organizan sus monasterios como centros económicos y agrícolas autosuficientes. Son conocidos como los monjes blancos en contraposición a los benedictinos que son conocidos como los monjes negros, en razón del color de los hábitos que usaban. Buscaban la soledad y el aislamiento y erigían sus monasterios en zonas de abundancia de aguas.

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La fundación cisterciense del Monasterio de Veruela data del año de 1145. El lugar era adecuado para una fundación del Císter gracias a lo retirado del lugar y a la abundancia de agua que provee el río Huecha.

No hay que pensar que el deseo cisterciense de regresar a la vida austera y recogida elegida por San Benito varios siglos antes, llevara a estas comunidades a la pobreza. Todo lo contrario, los monasterios medievales fueron auténticos poderes feudales -y el Císter no fue una excepción- por lo que el Monasterio llegó a ostentar la posesión de numerosas poblaciones en los alrededores de Tarazona y Borja: Ainzón, Alcalá de Moncayo, Vera de Moncayo, Bulbuente, Litago, etc.

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Todos los monasterios del Císter eran idénticos, daba igual que estuvieran en el Reino de Aragón, en Castilla o en Inglaterra. Sus edificios seguían el mismo patrón y disposición, vestían igual, se organizaban por la regla de san Benito y se comportaban de la misma manera. Podemos decir, que estos monasterios fueron la primera multinacional de la historia.

Durante la contienda entre Aragón y Castilla (La Guerra conocida como «de los Dos Pedros») las tropas castellanas ocuparon el monasterio y destruyeron el claustro románico, que debió ser reconstruido tras la finalización de las hostilidades (último tercio del siglo XIV) mediante los donativos de la familia Luna.

La primera mitad del siglo XVI es un momento de gran auge del monasterio y se acometieron importantes reformas, como la reconstrucción del recinto amurallado que daba protección a la comunidad, aunque se mantuvo la torre del homenaje medieval. También se modificaron las bóvedas del dormitorio y del refectorio de los monjes y se añadió el segundo piso de galerías por encima de del claustro gótico. Otra importante obra fruto de esta época fue la edificación del palacio abacial fuera de la estructura claustral, en concreto, junto al acceso del monasterio.

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Foto de www.romanicoaragones.com

En el siglo XVII se acomete la construcción de un nuevo espacio de reposos para los monjes, construyéndose un total de 65 celdas individuales alrededor de un nuevo claustro barroco. También se lleva a cabo la espectacular sacristía nueva.

La ruina del monasterio comenzó con la invasión francesa de 1808 cuando los monjes fueron expulsados de sus conventos por las nuevas autoridades francesas. En 1814 tras ser derrotados los franceses, los monjes de Veruela regresan al monasterio para volver a ser expulsados en 1820, esta vez por el rey Fernando VII. Regresan en 1824, pero esta vez de manera efímera ya que con el decreto de Desamortización de Mendizábal de 1835 los monjes tienen que abandonar definitivamente el monasterio para no volver jamás.

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Con la desaparición de los cistercienses del monasterio por la desamortización de Mendizábal, el monasterio entra en una fase de abandono y ruina. Por fortuna, a diferencia de otros cenobios medievales españoles que quedaron abandonados a la ruina y el expolio a partir de ese momento, el de Veruela se mantuvo en buen estado gracias a la formación de una junta de conservación formada por algunas personas de Tarazona y Borja que impidieron su ruina total y merced a la creación de una importante hospedería frecuentada por la alta sociedad aragonesa y otros ilustres hombres de la segunda mitad del siglo XIX.

El monasterio tuvo como habitante ocasional en diversas ocasiones, entre finales de 1863 y mediados de 1864 al poeta romántico sevillano Gustavo Adolfo Bécquer; se conserva la celda donde estuvo hospedado y en la cual escribió una de sus novelas más recordadas «Cartas desde mi celda». También le acompaño su hermano Valeriano que era pintor de profesión.

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En abril de 1877 el monasterio pasa a manos de los jesuitas que ocuparon el monasterio hasta 1973 en que pasó a propiedad de la Diputación de Zaragoza. Durante la II República Española y hasta la finalización de la guerra civil, el monasterio fue abandonado por los jesuitas al ser expulsados de España. Después de la contienda volverían a ocupar el convento.

En la actualidad, pertenece a la citada diputación que lo mantiene abierto al público, complementándolo con actividades culturales como conciertos y exposiciones.

Características del monasterio de Veruela

Una de las fascinantes particularidades del monasterio de Veruela es que nos permite recorrer, en un solo edificio, la evolución de los principales estilos artísticos cristianos de la Edad Media.

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Antes de entrar vale la pena pararse a contemplar la conocida como Cruz Negra, llamada así por ser este el color de la piedra con la que está construida. También recibe el nombre de Cruz de Becquer. Levantada en 1561 por el abad Carlos Cerdán Gurrea (1561-1586) cuyas armas o escudo podemos contemplar en dos de las caras de la pilastra acanalada sobre la que se levanta la cruz y bajo un soporte de reminiscencias góticas. Era el símbolo del poder temporal del monasterio ya que los abades imponían la justicia civil y criminal sobre su señorío que era muy extenso.

Como ejemplo de edificación cisterciense, se halla totalmente rodeado por una alta muralla jaleada por torreones. Para construirla se utilizó piedra de calidad y bien trabajada, se contó con buenos artífices que llevaran a cabo un plan monástico donde estaba estudiado hasta el último detalle: funcional, armónico y cuya desnudez formal no impide que se creen espacios de una belleza sin igual, impactante en su propia sobriedad.

La entrada se realiza por un arco abierto en el muro rematado por almenas piramidales. Este arco lleva a la verdadera entrada del monasterio. Esta barbacana se levantó para dar mayor protección a la puerta en 1546 y aún se puede observar el hueco donde se sujetaba la puerta que cerraba esta barbacana.

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La verdadera entrada al monasterio o más propiamente al recinto cercado se realiza a través de una torre puerta. Esta es de planta cuadrangular construida en el siglo XIII. En este ingreso podemos ver los escudos de Hernando de Aragón (Zaragoza 1498 – Zaragoza 1575), abad de Veruela entre 1535 y 1539 y las del abad Lope Marco entre 1539 y 1560, durante cuyo abaciato se construyó el segundo cuerpo y muchas de las estancias del monasterio.

En esta torre puerta tenía su celda el portero del convento y en su interior se conserva una pequeña capilla dedicada a San Bartolomé con unas interesantes pinturas del gótico temprano.

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Traspasada la puerta y a lo largo de un paseo podemos ver a nuestra derecha una gran construcción, es el palacio abacial construido en la segunda mitad del siglo XVI.

Al final del paseo nos encontramos con la iglesia y más concretamente con su portada románica de finales del siglo XII.

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La iglesia, de proporciones catedralicias, consta de tres naves de gran altura, con una mágica combinación de elementos arquitectónicos como arcos y columnas que sostienen las bóvedas para dar forma a uno de los espacios más bellos que se construyeron en la Edad Media.

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A los pies de la iglesia se alza la torre campanario, llamada de Santiago, formada por cuatro cuerpos, los dos inferiores de origen románico, mientras que los dos superiores siguen las pautas mudéjares con el uso del ladrillo tan propio de la zona de Aragón. Fechada en los siglos XVI y XVII.

Una de sus joyas es su impresionante claustro, llamado el “jardín de piedra”. Los vanos abiertos en el claustro se decoraron con bellos capiteles tallados, la mayoría con motivos vegetales pero también algunos figurados; y se colocaron gárgolas de desagüe de las lluvias con formas fantásticas. Alrededor del claustro se distribuyen todas las dependencias.

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El acceso al claustro desde la iglesia se realiza a través de un vano (siglo XIII) formada por un arco de medio punto situado en el muro sur cerca del transepto. Esta era conocida como puerta de los monjes.

El claustro está dispuesto en dos alturas: el claustro bajo y el alto. El claustro bajo fue realizado en el siglo XIV, después del año 1366, pues se sabe que durante la Guerra de los dos Pedros, entre Castilla y Aragón, el monasterio y el claustro fue asaltado por las tropas castellanas.

Junto a la portada de comunicación entre el claustro y la iglesia, adosados al muro encontramos tres sarcófagos de piedra correspondientes de los fundadores del monasterio.

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La construcción de la sala capitular, de planta cuadrada, esta datada de comienzos del siglo XIII. En la sala capitular están enterrados en el suelo los primeros quince abades del monasterio. Junto a la sala capitular encontramos el locutorio, una larga y estrecha habitación donde del abad se encargaba de distribuir las tareas diarias.

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El Sriptorium o Sala de monjes está formada por una amplia habitación de planta rectangular. Este lugar era donde los monjes copiaban manuscritos o estudiaban. Comunicado con esta sala, hay una pequeña sala destinada a letrinas (siglo XIII).

El refectorio, de planta rectangular, se construyó en dos fases entre el s XIII y XVI. Como es habitual en los monasterios cistercienses adosado al muro encontramos el púlpito (realizado en 1546) para las lecturas sacras que se realizaban durante las comidas.

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BARAYO: parques y reservas naturales

31 enero, 2019 at 8:21

Barayo es una reserva natural parcial que se ubica desde la Punta de Arnao hasta la Punta de los Aguiones, incluyendo la playa, el estuario, las imponentes dunas, la playa de Sabugo, los acantilados y los islotes de Romanellos y Pedroña.

Se encuentra situada en el occidente de Asturias, a unos 9km al Oeste de Luarca, entre los concejos de Navia y Valdés. En la desembocadura del río Barayo, esta espectacular reserva natural cuenta con 2500ha de extensión y una gran biodiversidad.

Foto de J. Salas Cid

Este espacio protegido se ubica en el límite entre dos unidades tectónicas y estratigráficas diferentes, situación geológica que ha influido muy directamente en la formación de esta ensenada caracterizada por su enorme bio y geodiversidad dentro del ámbito litoral cantábrico.

La playa de Sabugo, el sistema playa-dunas de Barayo, un completo sistema fluvio-marino y el conjunto constituido por las rasas y los acantilados comprendidos entre la ensenada de Canares y al punta de los Aguiones (oeste de Playa de Sabugo) integran las unidades geomorfológicas que componen la Reserva Natural Parcial de Barayo y que constituyen una magnífica representación de los ambientes litorales cantábricos.

Este sistema dunar poblado de pinos protege a las marismas y al estuario de la erosión del mar.

Las llanuras de Barayo están tapizadas por juncos característicos de marismas ligeramente salinas, mientras que la rasa costera, profundamente humanizada, aparece ocupada por una sucesión de prados y tierras de labor entre las que persisten pequeñas manchas de arbolado.

Acantilados y pendientes de ladera completan este fascinante entorno, donde están, representados de forma excelente, los complejos de vegetación de acantilados típicos de la costa occidental asturiana.

Una muestra de que aún esta zona no sufre la misma degradación del resto del litoral es la presencia de nutrias en el estuario, aunque no son nada fáciles de observar y siguen bajo especial protección debido al fuerte impacto humano en zonas adyacentes.

En cuanto al resto de fauna, son las aves las que son más representativas y fáciles de observar, entre ellas destacan el Ostrero (Haematopus ostralegus) y el Cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis), la garza real (Ardea cinerea).

Ruta por la reserva de Barayo

El recorrido por la Reserva se inicia en el aparcamiento de Vigo para descender por una cómoda rampa que desciende hasta la llanura aluvial para atravesar el río Barayo mediante un cómodo puente de madera.

La senda trascurre entre juncos y vegetación de ribera hasta llegar a la pista que da acceso al aparcamiento que se ha habilitado en las cercanías de Villar de Sabugo. Siguiendo esta pista hacia el norte nos conducirá hasta la parte oeste de la playa, donde atravesaremos el campo dunar y visitaremos los acantilados cuarcíticos del cierre oriental de la ensenada.

El itinerario prosigue a lo largo de la playa para terminar en la desembocadura del río Barayo, donde unas empinadas escaleras nos conducirán de nuevo al aparcamiento donde nos esperan nuestros vehículos.

Se deben extremar las precauciones si se quiere cruzar el río hacia el acceso por las escaleras. Cuando el estrecho cauce del río Barayo se llena y se vacía con las mareas se canaliza toda la fuerza mareal generando un flujo de gran violencia.

Duración: 2 h / 4 h

Longitud: circuito Barayo: 2,5 Km; acercamiento ida y vuelta a Sabugo: +5km

Playa y dunas de Barayo

Se trata de un arenal de más de 600 m de extensión y que, debido a la presencia de cauce del río Barayo, por el que ascienden las mareas, se llega a extender tierra adentro hasta casi 400 m.

Los materiales más finos son transportados por los vientos de Nordeste acumulándose en la parte trasera de la playa y generando un sistema dunar de gran importancia (se trata del cuarto en extensión de Asturias). En este campo dunar se diferencia el cordón dunar principal, totalmente fijado por la vegetación y degradado por la presencia de una plantación pinos. Este campo está afectado por un importante escarpe de más hasta 4 m de altura que manifiesta la erosión a la que se ha visto sometida este sistema. A los pies de este escarpe existe otro cordón dunar en el que se están asentando especies como la Euphorbia o comunidades de gramíneas como la grama de mar.

El río Barayo

El río Barayo es el eje en torno al que se articula toda la Reserva, y es el encargado de aportar a la playa y a las dunas parte de los materiales de este sistema. Se trata de un río costero con apenas 12 km de longitud, que sigue la dirección de la estructura general de la geología en este sector, salvo en el tramo medio, donde el río adquiere un trazado perpendicular a las capas posiblemente condicionado por la existencia de las frecuentes fallas o diaclasas que normalmente se abren sobre las cuarcitas. A lo largo de su cauce se encuentra vegetación de ribera como son los alisos y sauces que forman un frondoso bosque en galería. La existencia de zonas cenagosas permite la aparición de alisedas pantanosas y amplios carrizales y juncales. A su llegada al mar el imponente sistema dunar ha formado una efectiva barrera a la salida del río por lo que el cauce se ha visto obligado a desviarse dando un apretado quiebro hacia el oeste hasta que es frenado por las areniscas y pizarras que forman los acantilados occidentales que le obligan a terminar su recorrido hasta el mar adosado al acantilado. La entrada de las mareas, durante la pleamar, por el mismo cauce del río Barayo ha generado un variado sistema fluvio-marino.

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