La
Glorieta es la tercera de las plazas de toros que ha tenido Salamanca. Fue
construida en el año 1893 y es una de
las más famosas de España.
En
la plaza de la Glorieta se celebran en su mayoría corridas de toros, aunque a
veces otros espectáculos. La Plaza está catalogada dentro de la arquitectura ecléctica, que destaca por
el uso del hierro que da gran esbeltez y ligereza a su galería superior.
La forma de esta plaza
es circular, formada por un polígono. El tendido lo forman 14 filas,
mientras que la grada consta de cuatro más la delantera. En la parte superior
se encuentran los palcos, que suman 27.
En
el exterior, frente a la puerta
principal, puede apreciarse uno de sus
monumentos más característicos, el dedicado al toro de lidia, obra
del escultor G. Sánchez Calzada.
La feria principal que se celebra en esta plaza es la de San Mateo, en el mes de Septiembre, y que coincide con las Ferias y Fiestas de la ciudad.
Origen e historia de
la plaza
La
Plaza de toros de la Glorieta fue construida en el siglo XIX, inaugurándose el 11 de septiembre de 1893.
Antes
de esta Glorieta, Salamanca dispuso para las corridas de toros de otras plazas; una situada por debajo
del Campo San Francisco fue una
construcción que se inició el 1 de octubre de 1839 y que es inaugurada en las
ferias de septiembre del año siguiente. La siguiente plaza fue construida en la
Puerta Zamora (Avenida Mirat).
Su
origen surge de la necesidad de
ampliar la plaza anterior, la cual resultaba insuficiente con 7.100 localidades.
Comerciantes, industriales y ganaderos se reúnen para crear una gestora que
pueda recaudar el dinero suficiente para construirla. Con el dinero aportado
por 213 familias salmantinas, de ahí que la plaza se llamara ‘Plaza de las doscientas familias’,
nace la plaza de toros de la Glorieta.
Fundadores de la plaza de la Glorieta
Quince
meses bastaron para erigir el edificio, inaugurado en medio de una gran
expectación.
Características de la
Glorieta de Salamanca
Posee
un diámetro exterior de 88 metros, su fachada se construyó en ladrillo con re-cercos
de piedra de villamayor, formando un polígono
de 70 lados con siete pabellones alternados con galerías de arcos con
columnas y arquerías de fundición.
Está catalogada dentro de la arquitectura ecléctica y solo en los palcos interiores muestra decoración arabesca. El ruedo tiene un diámetro de 54 metros. Inicialmente los espectadores que podía contener la plaza eran de 5.839 en el tendido, 2.722 en las gradas y 2.297 en los palcos y andanadas, considerando un asiento de 44 centímetros, un total de 10.858 personas sentadas. Hoy la empresa anuncia un aforo de 11.800, mil más pese a haber colocado asientos en 1993.
El
Carnaval de Cádiz es uno de los
carnavales más famosos de España y, sin duda la fiesta más emblemática de
cuantas se celebran al cabo del año en la ciudad de Cádiz (Andalucía).
La
fiesta del carnaval se hace realidad en Cádiz a través de su gente, que sale a
la calle a vivirlo con buen humor y a disfrutar de las agrupaciones carnavalescas que sacan sus repertorios de marcado carácter satírico y gaditano.
Declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional(conjuntamente con el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife y el Carnaval de Águilas en Murcia) el signo de identidad del carnaval gaditano radica en la ironía y la mordacidad de las chirigotas.
En
la actualidad el Carnaval de Cádiz se desarrolla «oficialmente»
durante diez días, que son los
comprendidos entre el jueves anterior al Miércoles
de Ceniza, y el domingo de la semana siguiente, el llamado Domingo de Piñata.
Pero incluso antes de
estas fechas, y aún
en el mes de enero, recién acabadas las fiestas de Navidad, comienza la fiesta
en la calle con los tradicionales eventos gastronómicos de la Erizada, la Ostionada y la Pestiñada, donde junto a las
degustaciones de Erizos, Ostiones y Pestiños pueden oírse en primicia a
distintas agrupaciones que estrenan su repertorio en puntos tan singulares de
la ciudad como son el Barrio de la Viña,
el del Mentidero y la plaza de San Francisco.
Hay
agrupacionesde todo tipo: coros, comparsas, chirigotas y cuartetos,
principalmente. Están las «oficiales»,
que actúan en el Gran Teatro Falla,
donde previamente se desarrolla el Concursode Agrupaciones de Carnaval y están
las llamadas «ilegales»,
ajenas al concurso del Falla, y que reúne a grupos de amigos que componen sus letrillas para divertir al
personal en plazas y calles. Unas y otras son el mayor aliciente de este
carnaval, lleno de grandes dosis de desenfado, ingenio y humor.
Existen
también otros eventos importantes en
la programación del Carnaval de Cádiz, entre los que destacan: el Pregón del Carnaval -primer viernes de
carnaval-, desde la plaza de san Antonio, y siempre a cargo de algún artista o
personaje importante de la ciudad o muy vinculado a ella; los Carruseles de Coros que se celebran
durante los dos domingos de carnaval alrededor del Mercado de Abastos; y las
dos grandes y multitudinarias Cabalgatas
que se celebran también durante los dos domingos, por la tarde, siendo la
infantil la del segundo domingo.
Tras
las actuaciones y los desfiles, tanto de las agrupaciones “oficiales” como de
las “ilegales”, la celebración de los carnavales de Cádiz se cierra el “Domingo de la Piñata”. Ese día se
procede a la quema de “La Bruja Piti”
en la playa de la Caleta. No obstante, la fiesta aún se extenderá durante
algunos días más. Y es que los carnavales de Cádiz son parte del legado andaluz
y gran espejo en el que se han mirado otras fiestas importantes de España y del
resto del mundo.
Origen e historia del
carnaval de Cádiz
Resulta
complicado hablar de la cultura andaluza
sin nombrar a los carnavales de Cádiz. Seis
siglos de historia de una fiesta que ha evolucionado con el tiempo.
Aunque
algunos estudiosos remontan su origen en fiestas paganas de Grecia y Roma, los
especialistas parecen coincidir en que este Carnaval es un hijo del cristianismo, y en concreto de la Cuaresma, pues sin su
concepto e implantación en la sociedad el carnaval no existiría en la forma en
que se dio desde fechas oscuras de la Edad Media.
Como
tal, no existen documentos que puedan denotar el origen de los carnavales de
Cádiz, aunque todo apunta a que fue durante los siglos XVI y XVII cuando la colonia italiana que se encontraba
afincada en la ciudad dejó en esta tierra su influencia, dando lugar al germen
de la fiesta que no conocemos hoy en día.
Los
rasgos identificativos de los carnavales
de Venecia y Génova comenzaron a plasmarse en la ciudad gaditana, dejando
una huella que podemos ver en el uso de los antifaces, las caretas, los
confetis y las serpentinas. Así mismo, personajes típicos del carnaval italiano
como Arlequín, Colombina y Pierrot también quisieron recalar en Cádiz. El
disfraz pasa a ser un elemento fundamental, capaz de romper con los órdenes
sociales y las represiones, así como de aportar un espíritu de libertad.
Pero,
¿solo es italiana su influencia? Los carnavales de Cádiz comenzaron a
experimentar un gran giro a partir del desarrollo
del comercio con las Américas (cuando el puerto de Cádiz era uno de los más
importantes del Imperio español), el cual trajo consigo la llegada de nuevos estilos folclóricos (tangos y colombianas) que
eran entonados por comparsas de negros que vivían en la ciudad. Durante el siglo XVI, algunos documentos prueban,
que ya en esta época, las mujeres gaditanas arrancaban las flores de sus
macetas y se las lanzaban unos a otros a modo de broma.
Ya
en el siglo XVII, existieron intentos
por acabar con esta fiesta, prohibiéndose por la Corona en 1716 los bailes
de máscaras, aunque el pueblo se negaba a renunciar a su celebración. Durante
dos siglos, los carnavales de Cádiz tuvieron que ir a caballo entre la libertad
y la censura, aunque no sería hasta la muerte
de Fernando VII cuando los gremios gaditanos comenzasen a reunirse más
frecuentemente para preparar sus cantos, bailes y parodias. No podemos olvidar
que Cádiz sería el último reducto que soportó las embestidas de Napoleón, el cual tampoco pudo acabar con sus
carnavales.
No
sería hasta 1830 cuando llegarían las
primeras agrupaciones carnavalescas, como la “Cuadrilla de gallegos”, que
actuaban en las casas de los adinerados de la época cambio de una limosna. El
gobernador de Cádiz por aquella época, Cayetano Valdés, autorizaría la
organización de seis bailes públicos de disfraces.
A
finales del siglo XIX, el alcalde de Cádiz Juan Valverde, reformaría los
carnavales de Cádiz, municipalizando esta gran fiesta y estableciendo una normativa que se mantiene hasta nuestros días.
No
se entendería la historia de los carnavales de Cádiz sin la incorporación de la
figura de Antonio Rodríguez Martínez
(“El Tío de la Tiza”) a finales del siglo XIX y principios del siglo XX,
cuando sus coros como “Los Claveles” o
“Los Anticuarios” marcaron un antes y un después.
Desde
sus orígenes, las comparsas mantienen su estilo en cada una de sus coplas,
desarrollando el clásico chascarrillo, la crítica política y la sátira social.
En 1937, el por entonces Jefe del Estado, Francisco
Franco, abolió la celebración de esta fiesta en gran parte de España,
aunque no fue posible eliminar de las tiendas de vinos y los colmados gaditanos
la esencia de los carnavales de Cádiz. Así fue como en 1948 el gobernador civil
Rodríguez de Valcárcel autorizó al coro
“La Piñata Gaditana” a que saliese a la calle, marcando un antes y un
después en la proliferación de coros y chirigotas en una época en la que la
palabra carnaval estaba mal vista por el poder.
Los carnavales de Cádiz pasaron a celebrarse en mayo y a recibir el
nombre de “Fiestas típicas gaditanas”,
manteniéndose la esencia del carnaval gaditano de febrero exclusivamente en la
localidad de Trebujena.
La democracia traería consigo la libertad, y por
consiguiente la recuperación desde
el 15 de febrero de1977 del tradicional carnaval de Cádiz. Doce años antes ya
fue declarado Fiesta de Interés Turístico. A finales de los años 80, los
carnavales de Cádiz lograron universalizarse más aún si cabe. En 2002, la
Fundación Gaditana del Carnaval fue reemplazada por el Patronato del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC).
Poco a poco, el concurso ha ido ganando tanto en repercusión como en número de
participantes, conllevando a que en 2008 se incluyesen nuevas fases previas.
Concurso de
Agrupaciones de Carnaval
En
este concurso participan las llamadas agrupaciones
«oficiales», que actúan en el Gran Teatro Falla, de las que unas llegan de la provincia de Cádiz
y otras, cada vez más, de otras provincias españolas.
Este
concurso se celebra durante un mes, y tras diferentes fases clasificatorias,
finaliza el viernes anterior al Miércoles de Ceniza. La Fiesta del Carnaval comienza con la final del Concurso en el Teatro
Falla.
Las
agrupaciones carnavalescas que
participan en el Concurso Oficial comienzan a prepararse ya a partir de Septiembre,
tiempo que podríamos llamar de “pre-carnaval”.
Este periodo preparatorio lleva a muchas personas a tres lugares emblemáticos,
como ya hemos dicho anteriormente: el Barrio de la Viña, el Barrio del
Mentidero y la Plaza de San Francisco donde al mismo tiempo que se saborean
erizos, ostiones y pestiños, se puede escuchar en primicia algunas agrupaciones que participarán en el Concurso.
El
alto nivel alcanzado por algunas de estas agrupaciones hace que estén activas prácticamente durante todo el año,
con contratos para actuar en distintas fechas por distintas poblaciones de la
provincia, e incluso por varias de las más importantes ciudades españolas como
son Madrid, Barcelona o Sevilla.
Las
menorquinas son un clásico del calzado
español, y da igual cómo las llames, nunca pasan de moda: avarcas, abarcas,
menorquinas, mallorquinas, ibicencas…
Las menorquinas, inicialmente, se fabricaban a mano y únicamente con piel e hilo encerado. Aunque los materiales y el estilo han ido cambiando con los siglos, lo que sí se conserva todavía es su carácter artesanal.
En
España existen numerosas variantes
de este tipo de calzado de cuero. Se puede decir que la albarca de cuero es una de las más antiguas formas de calzado
en la península: avarca menorquina, la albarca vasca, la albarca castellana
o la más primitiva y tosca de todas, la
calzaera.
Origen e historia de
las Menorquinas
Como
suele suceder en estos casos, no se sabe a ciencia cierta cuándo comenzaron a
utilizarse las menorquinas pero sí que hay algunos indicios. En primer lugar,
parece que en Menorca sí que está el
origen de este calzado.
Todo
parece indicar que los primeros en utilizar este tipo de calzado, fueron los honderos de las islas Baleares (lanzadores
de piedras), que se encontraban al servicio del general cartaginés Aníbal, en
su lucha contra los romanos en torno al 200 a.C.
Más
tarde, y debido a la fortaleza y flexibilidad de las mismas, fueron utilizadas
por los campesinos y labriegos de la
zona, que vieron en este tipo de calzado una forma ideal de proteger sus
pies durante las largas jornadas de duras labores en el campo.
Desde
entonces, su primitivo aspecto y la utilización inicial de las abarcas
menorquinas, ha ido variando y
evolucionando.
La evolución de las
Menorquinas
En
un principio estaban totalmente realizadas
en piel y cosidas a mano con hilo encerado. Sin embargo, estrenando el
siglo XX, con el comienzo del uso generalizado del automóvil entre las altas
capas de la sociedad, llegó a la vida de las tradicionales avarcas, un nuevo componente.
¿Que
qué tiene que ver el automóvil con una abarca menorquina? Resulta que, a
alguien se le ocurrió reforzar la suela de las menorquinas, con el caucho de las ruedas viejas de los
automóviles. Sencillo, pero perfecto, ¿verdad?.
Ahora
las abarcas durarían más, el pie estaría más protegido de la humedad y de lo
abrupto del terreno, introduciéndose además el factor antideslizante y de
flexibilidad de este material. ¡Sencillamente genial!
Y
de ser un calzado práctico y cómodo para trabajar, entre los años 70 y 80 se convirtió en tendencia de la moda
menorquina para después extenderse por el resto de islas baleares y poco a poco
por el resto de nuestro país, de ahí que también se llamen zapatos mallorquinas
o sandalias ibicencas.
La
enorme demanda de este tipo de
calzado, también hizo que fuese necesario poner al servicio de su fabricación
los nuevos avances tecnológicos. Sin embargo, el factor artesanal sigue ocupando un lugar importante dentro de la
cadena de producción del mismo.
Las
menorquinas han ido evolucionando a lo largo de la historia para atender a las
necesidades que las circunstancias van marcando, pero sin perder la esencia y el sabor a tradición que las caracteriza.
En la actualidad, las abarcas menorquinas, además de ser un calzado cómodo, flexible, transpirable y natural, también son fiel reflejo de las tendencias que marca la moda, en cuanto a colores y diseños. No lo dudéis!, la abarca menorquina es siempre una buena opción para estar frescos, cómodos y a la moda este verano.
El mercado de los Encantes, conocido popularmente como los Encantes Viejos, es uno de los mercadillos más antiguos de Europa y el único que aún funciona con un sistema de subasta a primera hora de la mañana. Es uno de los recintos más emblemáticos de Barcelona, y su nombre real es Feria de Bellcaire.
Els Encants no te decepcionará si eres de los que disfrutan buscando gangas entre los artículos de segunda mano. Encontrarás ropa, curiosos muebles y telas, enseres del hogar y productos artesanales, adornos, chismes y curiosidades, baratijas, juguetes y textiles, antigüedades, accesorios y vinilos, todos buscan un comprador.
Situado en una plaza abierta cerca de la plaza de les Glòries, en 2014 el espacio fue renovado y se crearon diferentes niveles conformados por rampas ligeramente inclinadas que recorren todo el recinto y donde se encuentran los nuevos puestos. También se instaló una espectacular cubierta dorada que, para algunos, ya es motivo suficiente para deambular entre sus puestos, mirando al techo. Pero no se despisten, en el suelo también hay mucho que observar.
Un aire moderno y renovado combina el encanto de un mercadillo al aire libre con todas las comodidades de un centro comercial que se ha convertido en un icono. El típico mercado de pulgas cobra una nueva dimensión, con mucha personalidad y una amplia gama de servicios como un espacio de probadores, aparcamiento, una zona de restauración y una gran cantidad de tiendas y puestos con una amplia variedad de productos.
El recinto cuenta con cerca de 80 tiendas, unos 150 puestos, dos bares y un restaurante. En un espacio de 15.000 metros cuadrados, el mercadillo alberga cientos de puestos con unos 500 vendedores.
También se llevan a cabo subastas públicas los lunes, miércoles y viernes por la mañana, como dicta la tradición, en una sala situada en la plaza central. Este espacio también acoge otros eventos como exposiciones, presentaciones y otras actividades culturales y lúdicas.
También podrás encontrar una zona de “Street Food”, situada en el nivel superior donde podrás pedir comida para llevar o descansar tranquilamente en una zona con mesas y barras.
Origen e Historia del mercadillo Els Encants
Buscando información sobre lo antiguo que es y cuando comenzaron a verse los primeros puestos, encontramos escritos que los nombran en el siglo XIV como mercado medieval itinerante.
El mercadillo de Els Encants era antiguamente conocido por su ambiente bullicioso y desordenado dónde había que buscar minuciosamente para encontrar las pequeñas perlas escondidas entre los montones de ropa y muchos otros objetos.
Calendario y Horarios del mercadillo Els Encants
El mercadillo dels Encants está abierto los lunes, miércoles, viernes y sábados de 09:00 a 17:00 horas, aunque a partir de las 15:00 horas ya hay menos actividad. El sábado es el día preferido para muchos. Para llevarte el mejor botín, te aconsejamos ir temprano, preferiblemente antes de las 10:00.
Consulta el calendario oficial para informarte sobre días en los que el mercadillo permanece cerrado y las vacaciones. Ten en cuenta que durante el caluroso mes de agosto, el mercadillo no está tan animado.
Las subastas públicas son los lunes, miércoles y viernes entre las 07:15 y las 09:00 horas.
Como suelen haber empujones entre tanta gente, te aconsejamos cuidar de tus pertenencias. ¡Por lo demás disfrutan regateando y buscando gangas!
Se llama barquillero a una persona que vende barquillos. En particular, fueron muy populares en el siglo XIX y comienzos del XX los barquilleros que vendían su producto en la calle.
Los barquillos son unos dulces basados en una hoja delgada de pasta, hecha con harina (sin levadura), azúcar o miel, y por lo general canela. El barquillo era calentado en moldes cuya figura era convexa o en forma de barco (de donde procede su nombre) aunque en la actualidad cuenta con la forma de canuto que todos conocemos.
Historia y Origen del barquillo
El origen de los barquillos nos lleva hasta principios del cristianismo. En esta época los barquillos eran derivados del pan divino (pan de ángel) y eran repartidos a los fieles en las iglesias. Desde entonces su composición ha ido evolucionando ligeramente. En los monasterios copiaban las recetas, las realizaban y las modificaban para ser posteriormente vendidas al público. Y entre estas recetas se encuentra la de los barquillos.
Los primeros utensilios encontrados para fabricar barquillos datan de 1440 y llevan grabados los escudos heráldicos de la casa real de Aragón. Se cree que estos instrumentos pudieron pertenecer a Juan II de Navarra y Aragón. El objetivo de esta decoración heráldica no era otro que mostrar la supremacía y poder de la corona y del rey de Aragón.
Los barquillos han pasado a la historia como postres exquisitos que eran consumidos en la mayoría de las mesas de reyes, burgueses, y grandes señores, aunque posteriormente comenzaron a venderse por las calles. Originalmente fueron confeccionados por panaderos como dulces derivados del pan. Posteriormente la especialización de oficios dio origen a los llamados obleros o barquilleros, quienes se encargaban de hacer la pasta y dar forma a las obleas, llegando a figurar entre el personal de cocina de reyes y grandes señores. Según los escritos encontrados, los barquillos se servían acompañados de vino.
En Santillana del Mar (Cantabria) se encuentra el Museo del Barquillero, en el cual puedes conocer la historia de la tradición del barquillero y en donde toda la planta baja es una gran tienda de dulces y chucherías, todas preciosas y bien colocadas y exhalando un ólorcillo que te da ganas de comprar unos pocos kilos.
Hoy en día la figura del barquillero apenas existe, pero ha sido recuperada en algunas ciudades como Madrid. Se suelen situar en plazas y parques y son habituales en las ferias y verbenas.
Barquilleros de Madrid
En numerosas ciudades han aparecido historias y personajes ligados al barquillo. Una de las más destacadas surge en Madrid, donde es típica la figura del barquillero. Generación tras generación estos barquilleros mantienen viva la tradición y en la actualidad es posible verlos vestidos de chulapos, con la barquilla y cestas de mimbre llenas de barquillos en lugares tan señalados como la Plaza Mayor, el Retiro o la Plaza de Oriente en fechas destacadas como las fiestas de San Isídro o algunos domingos de primavera o verano.
Una de las principales figuras del Madrid castizo era o es el barquillero que llevaba la barquillera a cuestas llena de barquillos con una ruleta en la que los clientes podían probar suerte.
¡Barquillos de canela para el nene y la nena! ¡Barquillos de coco que valen poco! ¡Barquillos de canela y miel, que son buenos para la piel! ¡Barquillos de vainilla, que maravilla!
Los barquilleros de Madrid, ataviados con el traje tradicional de chulapo, llevan una cesta metálica con una ruleta donde, en su interior, se guardan los barquillos, y en su parte superior se puede jugar al juego de El Clavo. El Clavo consiste en tirar de la ruleta, si hay varios participantes, el que saca la cifra menor paga todos los barquillos. Si hay una sola persona, se paga una pequeña cantidad y se gana un barquillo en cada tirada, salvo que se caiga en la casilla del clavo, donde se pierde todo lo ganado. El clavo es uno de los cuatro tornillos que sujetan la ruleta. ¿Te animas a probar suerte?
A finales del siglo XIX y principios del XX, una de las formas de acercarse los mozos a las jovencítas era ofrecerle una tirada de ruleta del barquillero por si tenía suerte y así iniciar una conversación con un barquillo.
La figura del barquillero aparece en numerosas zarzuelas, sainetes… como figura típica de Madrid pero por desgracia, es un oficio a desaparecer. La profesión de barquillero artesanal se está perdiendo y en Madrid quedan muy pocos.
FAMILIA CAÑAS
La familia Cañas es la única barquillería que queda en Madrid, un recoleto obrador en Lavapiés, donde la quinta generación de una familia castiza fabrica este crujiente y sabroso dulce.
Ellos son los últimos barquilleros de Madrid, los únicos que se dedican a fabricar de manera artesanal y a vender esa crujiente golosina elaborada con ingredientes sencillos y naturales.
La receta original consiste en: harina, azúcar, un poco de aceite, un chorrito de agua, esencia de canela o de vainilla y coco rallado para dar consistencia. Otro dato a tener en cuenta es que el barquillo tiene que ser crujiente, no debe de quedar demasiado fino y que alcance un color de oro viejo. Tampoco se desea que tengan un sabor demasiado dulce y que, cuando se sujete en la mano, no se rompa.
Estos artesanos barquilleros no solo se han limitado a lo tradicional porque, también han querido pasar a los anales de la gastronomía con su innovación propia bañando con chocolate algunas de las galletas y canutos.
Ya saben. Si van a Madrid y pasan por el número 25 de la calle Amparo, no se olviden de llevarse de recuerdo alguno de sus suculentos barquillos a un precio irresistible.
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