LA BOTA DE VINO; artesanía con historia

5 septiembre, 2013 at 17:05

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La bota es un recipiente que se utiliza para contener cualquier clase de líquido, aunque principalmente se suele utilizar para conservar en su interior vino. España es el país con más tradición ‘botera’ del mundo. En cualquier festividad tradicional este instrumento emerge como una de las estrellas pasando entre los amigos.

La bota ha sido muy importante en la historia española, siendo uno de los recipientes más usados por el pueblo.

La historia de la bota se pierde en los tiempos más remotos. Encontramos testimonios escritos de su existencia ya en la antigua Grecia (Homero en la Odisea cuando su héroe Ulises emborracha al cíclope Polifemo dándole vino en odres), en la Biblia (Noé emborrachado por sus hijos), en el inmortal Quijote de Cervantes (cuando el viejo hidalgo destroza a mandobles y estocadas los pellejos del ventero) y a lo largo de todo el Siglo de Oro de la literatura española las referencias se multiplican.

Ligera, flexible, resistente, respetuosa con el medio ambiente, de fácil trasiego, impermeable, práctica, higiénica, atractiva, de simple pero perfecto diseño, la bota de vino es, a la vez, legado de nuestro pasado y un producto libre de los imperativos de la moda que encandila a quien sabe disfrutar de los placeres básicos de la vida.

Los modelos tradicionales tienen forma de gota o de lágrima y suelen tener la boca curvada para facilitar el traspaso del líquido desde el recipiente hasta la boca del usuario.

Hay dos tipos de bota de vino, las de interior de pez (derivado de la resina del pino o enebro para impermeabilizar el interior de la bota) y las de interior de látex. Las botas de látex en vez de disponer de pez como aislante interior, tienen una funda de material látex, con la forma de la bota, la cual contendrá el líquido que se le añada a la bota.

La bota de vino de interior de pez, es la bota original, tradicional de toda la vida, de nuestros ancestros. Nuestra recomendación es que si la quieres principalmente para su uso con vino elijas la de interior de pez. Si la quieres para agua, bebidas dulces o carbonatadas, tu elección debería de ser el látex.

La bota de vino es un producto típico de España, cualquier ocasión es una buena excusa para disfrutar de su uso junto a los compañeros de romería, excursión o trabajo. Es una tradición que no se perderá a pesar de los nuevos recipientes que las grandes empresas lanzan al mercado constantemente.

Proceso de fabricación artesanal de la bota de vino tradicional

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LA PIEL, MATERIA PRIMA

La piel empleada para la bota tradicional es la piel natural de cabra, procedente de las ganaderías de la zona cuidadosamente seleccionada de los pieleros.

Una vez secada se curte con extractos vegetales o taninos, corteza molida obtenida de los árboles (mimosa, pino y encina).

La piel se recibe entera. Con la ayuda de un patrón se realiza el corte.

Una vez cortada la piel se dobla por el centro, haciendo coincidir los bordes, dando forma a la bota. Para la fabricación de la bota, la piel se coloca de manera inversa a su forma natural, quedando luego recubierta con la capa de pez.

COSIDO

Una vez realizado el corte se procede a coser la bota. Primero se la somete a un hilvanado o embastado, como se designa a esta acción dentro del gremio. El cosido exterior, la costura propiamente dicha, se realiza con máquina de coser desde hace muchas décadas en forma de trenzado lo que permite el hermetizado.

Una vez cosida hay que darle la vuelta quedando la costura por la parte interior. Este proceso requiere una alta experiencia del artesano con el palo. Primero se sopla con fuerza para hincharla y con un movimiento rápido de muñeca se da la vuelta sobre la vara.

EMPEGADO

Llegados a este punto, la bota de vino estaría lista para colocar el impermeable en el interior. La pez, que tras ser cocida en ese momento es liquida, se jalea para que impregne todo el interior. Una vez que se enfría la pez, queda ya la bota impermeabilizada.

La pez es un producto resinoso vegetal extraído del pino o enebro, elaborada y degustada por el botero a muy altas temperaturas, para dar el impermeable interior de la bota.

En las botas de látex, el proceso de empegado es totalmente sustituido introduciendo en su lugar una vejiga de látex que realiza la misma función de impermeabilizante.

Posteriormente se introduce el brocal o boquilla, lugar por donde se llenará la misma.

ACABADOS

Por último se realiza el proceso de ajustado de costuras, comprobación y curado de la bota de vino.

Para finalizar se colocan el cordón y cordoncillo y la bota ya estaría lista para su uso.

Preparación para el uso de las botas y mantenimiento

  1. Quitar el papel que obtura el cierre.
  2. Calentar la bota, al sol o cerca de un radiador de calefacción.
  3. Frotar enérgicamente la costura.
  4. Hinchar la bota soplando suavemente por el brocal, no debe forzarse. En caso de que ofrezca alguna dificultad, caliéntela de nuevo.
  5. Llenarla con un vaso de agua para humedecer la costura. No se preocupe si al principio deja pasar alguna gota de agua. Esto ocurre hasta que la costura toma tensión y se cierra totalmente.
  6. Introducir el vino y mantenerla tumbada durante 5 ó 6 días haciendo que el vino pase por todo el interior.
  7. Tirar este primer vino y la bota ya está dispuesta para su utilización.
  8. Los primeros días es conveniente cambiar el vino con frecuencia. Procurar que las paredes de la bota no se peguen durante estos primeros días.

Cuando se prevea que la bota no va a ser utilizada durante algún tiempo, conviene deshincharla y obturar el brocal con un trapito o papel para evitar que la pez manche la rosca del brocal. Es preferible guardarla echada para evitar que la pez se escurra.

Cuando vaya a ser nuevamente utilizada, proceda a hincharla con el mismo cuidado que la primera vez. MUY IMPORTANTE: no engrase la bota.

El vino puede durar dentro de una bota 2 o 3 días. Si el vino se avinagra, vacía la bota, lava su interior con agua, vuelve a echar agua en su interior con 5 gotas de lejía y déjala así tumbada y sin aire 24h, luego vuelve a lavar el interior de la bota con agua hasta quitar el olor a lejía..


YEMAS DE SANTA TERESA: productos auténticos de la tierra

30 agosto, 2013 at 10:48

 

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Las Yemas de Santa Teresa son uno de los dulces más representativos de la provincia de Ávila (Castilla y León). Un dulce tradicional hecho a partir de yemas de huevo, azúcar y limón, en ocasiones lo vemos con zumo de limón y otras veces sencillamente infusionando la piel del cítrico. El resultado son unas bolitas anaranjadas cubiertas con azúcar glas, con una fina capa crujiente, provocada por el endurecimiento del azúcar, y muy suaves en el interior, un bocado que se funde en el paladar.

Las Yemas poseen un origen árabe. Existen varias teorías acerca del comienzo de la fabricación de las Yemas de la ciudad de Ávila. Algunos dicen que es un producto de origen monacal elaborado por monjas antes de la Reforma Carmelitana, que adquiere popularidad durante la vida de Santa Teresa de Jesús. Posteriormente la fórmula se consolidó en las pastelerías de la ciudad de Ávila y de forma tradicional, artesana y secreta, se fue transmitiendo de padres a hijos.

Por el contrario, otra teoría dice que este origen es incorrecto, pues las Yemas comienzan a fabricarse en las pastelerías. Según algunas fuentes comenzaron a fabricarse, hace 130 años por Don Isabelo Sánchez, dueño de una de las pastelerías de Ávila que aún existe (La Flor de Castilla), y que corresponden a las hoy denominadas Yemas de Santa Teresa. El nombre de Yemas de Santa Teresa que adquieren es debido a que Ávila es una ciudad convento donde se respira un aire teresiano en todas las esquinas.

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Esta tradición artesanal, ha sido un secreto transmitido boca a boca, de padres a hijos, y ha permitido la elaboración de forma idéntica a lo largo de los años. Antiguamente se fabricaban y vendían 100 cajas diariamente, y no llegaba a todos los que querían adquirirlas. Por esta razón, según cuentan, hace unos 20 años surgieron las Yemas de Ávila con el fin de abastecer esta escasez.

La popularidad de este dulce lo ha convertido en la actualidad en una especie de souvenir ligado a la ciudad de Ávila.

Las Yemas de Santa Teresa están registradas bajo una Marca Comercial, que se distinguen por un sencillo jeroglífico que lleva en el interior de la caja. Aunque se pueden encontrar a lo largo de toda la provincia, no se asegura que posean las características típicas de las Yemas que se adquieren en la ciudad, ya que aunque su composición básica y aspecto sean idénticos, su sabor difiere ligeramente dependiendo del establecimiento productor.

Una de las pastelerías tradicionales más populares de Ávila y donde son fabricadas las Yemas de Santa Teresa es La Flor de Castilla, ubicada en el casco histórico de la ciudad de Ávila. Fundada en la segunda mitad del siglo XIX la pastelería comenzó a elaborar en su obrador, en 1860, las Yemas de Santa Teresa o conocidas también, como las Yemas de Ávila.

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RECETA CASERA DE LAS YEMAS DE SANTA TERESA

Ingredientes para 4 personas:

12 yemas de huevos

100 g de azúcar glasé

150 g de azúcar

1 ramita de canela

la corteza de un limón

Preparación:

Pon en una olla 10 cucharadas de agua, el azúcar y la canela. Con estos ingredientes, haz un almíbar a punto de bola.

Ahora bate en un bol grande 11 yemas junto con un huevo entero y la ralladura de limón.

Cuando el almíbar esté en su punto, añádele el batido anterior y sigue cociendo, sin cesar de batir, hasta que las yemas se cuajen. Para saber si el almíbar ha alcanzado el “punto de bola”, toma un poco entre los dedos. Si eres capaz de formar una bolita con ellos, entonces el almíbar estará en su punto.

Retira la olla del fuego y vierte la masa sobre una superficie lisa y espolvoreada con azúcar glass.

Trabaja bien la masa y forma un rollo alargado. Espolvoréalo y córtalo en 24 porciones de igual tamaño.

Forma las yemas con las manos, rebózalas con más azúcar glass y colócalas en moldes de papel para magdalenas pequeñas, también llamados “pirotines”.
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