PIEL DE UBRIQUE: artesanía con historia

22 mayo, 2020 at 12:55

La piel constituye en el caso de Ubrique una verdadera cultura, importantísima, que comienza en la noche de los tiempos y llega a nuestros días. En la actualidad, la zona de Ubrique-Sierra de Cádiz constituye el sistema local de empresas más representativo del Sector de la Marroquinería en España, ubicado en el segmento medio –alto y lujo.

La artesanía en piel ha acompañado al hombre desde sus propios inicios como una manufactura de primera necesidad. Con esta materia fabricaron sus primeros vestidos, zapatos, envases, mantas, casas y hasta pequeñas embarcaciones.

A partir del siglo III a. C., y muy especialmente de la época del imperio romano, los mercados del cuero proliferan en todo el mundo romanizado. Quizá sea el sur de Francia y la práctica totalidad de la Península Ibérica la zona más abundante en este tipo de industrias.

Un vestigio de esta etapa lo podemos ver aún hoy día en los restos de la tenería (lugar donde se realiza el proceso que convierte las pieles de los animales en cuero), junto al río que atraviesa la localidad de Ubrique. Allí se curtía la piel empleando el agua y la cal como elementos fundamentales.

Bien entrado el siglo XIX, con la Revolución Industrial también llegaron nuevas técnicas de tratar la piel y el cuero, que hacían que el proceso fuese mucho más rápido y barato. Sin embargo, la piel en Ubrique continuó haciéndose de la manera más artesanal, aunque eso supusiera un mayor coste e inversión.

Ese especial cuidado en el trabajo de las pieles y la pasión que le ponen los artesanos en cada obra, ha hecho que Ubrique se haya convertido en el templo del cuero para gran parte de las empresas que comercializan productos de lujo a nivel internacional.

De esta manera, Ubrique cuenta con el Museo de la Piel, un museo que nos descubre la historia de un arte, el de la marroquinería, que ha convertido a esta población de la comarca de la Sierra de Cádiz en un lugar único en el mundo.

Origen e Historia de la Piel de Ubrique

La elaboración de cuero tiene una época de esplendor en el sur de España, en los reinos árabes del Al-Andalus. La ciudad de Córdoba se hace famosa por su producción de cueros de alta calidad, repujados, policromados y, en algunos casos, metalizados con aplicaciones de finas hojas de oro y plata. De esta época proviene el término guadamecil, que designa el cuero pintado o labrado artísticamente.

También fueron los árabes quienes introdujeron el alumbre y la sal como curtientes para dar así a la piel más consistencia y duración. Ubrique también adoptaría durante esta época nuevas técnicas.

Con la expulsión de judíos y moriscos (s. XV y XVI), reputados artesanos tienen que abandonar España para ir al exilio, estableciéndose en ciudades del norte de Marruecos. La artesanía del cuero, como otros muchos tipos de manufacturas, decaen por este motivo en la península.

El arte de elaborar el cuero para la consecución de productos manufacturados es denominado marroquinería, palabra que proviene del marroquí, un tipo de cuero lustroso y delgado.

La piel de Ubrique se exportaba a los principales mercados europeos de la época: Francia, Países Bajos y Alemania. La demanda de equipamiento militar para la guerra y de artículos sofisticados de lujo hizo que gentes de Ubrique y otros valles serranos demostraran  su capacidad. Según datos recogidos por la Corona de Castilla, durante la revuelta de los portugueses en 1640, Ubrique y su comarca abasteció de correas y talabartes para las armas, cinchas y pretales para las cabalgaduras, a las tropas relacionadas con la seguridad de los puertos indianos y atlánticos.

A mediados del S.XVIII, comienzan a abrirse   talleres de piel en Ubrique. Comienzan a fabricarse de manera casi industrial las “petacas“ (pequeños estuches de piel para llevar el  tabaco) en Ubrique. Apareciendo las primeras “ petaquerías“,  establecimientos donde se confeccionan dichos artículos. Es a partir de entonces cuando la fama de Ubrique comienza a crecer.

La Piel de Ubrique: Indicación Geográfica Protegida (IGP)

La U.E.  pone en marcha un Proyecto de Reglamento para el Registro de Indicaciones Geográficas de Productos no Agrícolas. Este registro abarca a Europa y Terceros Países. Al amparo de este proyecto la piel  de Ubrique muestra una gran  relevancia.

El sector marroquinero de Ubrique se codea con otros sectores y marcas de prestigio. Entre ellas, el cristal de Murano, el acero de Solingen o los relojes suizos. ¡Ahí es nada!

Los empresarios ubriqueño del sector trabajan en el proyecto de creación de la Indicación Geográfica Protegida (IGP). Algo similar a las Denominaciones de Origen del vino. Con la consideración de IGP, la piel de Ubrique tendrá una gran importancia a nivel europeo. En la actualidad la Piel de Ubrique ya figura en una relación provisional de productos, junto a otras 16 referencias. El Reglamento actualmente se encuentra en fase de redacción.

Escuela de marroquinería en Ubrique

Tal es la importancia de este sector, que el empresariado de Ubrique ha creado una escuela. Las pretensiones de la escuela son claras: salvaguardar y enseñar la marroquinería ubriqueña. Esta escuela fue creada por el circulo empresarial con el apoyo del Ayuntamiento en  el año 2014. La escuela está gestionada por la asociación, recientemente creada «La piel de Ubrique».

El Pueblo de Ubrique

En la entrada del Parque Natural de Grazalema y del Parque Natural Los Alcornocales abren las puertas a este maravilloso pueblo, que se encuentra dentro de la Ruta de los Pueblos Blancos de Andalucía.

La disposición de Ubrique, sus construcciones y la relación de los habitantes con su entorno a través de la cultura que le es propia, le ha valido al lugar para que fuese declarado como Bien de Interés Cultural y su casco antiguo como Conjunto Histórico. Si quieres leer más sobre este pueblo, pincha aquí.


LA BARAJA ESPAÑOLA: cultura y tradiciones

17 abril, 2019 at 7:47
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Prácticamente cualquiera de nosotros hemos pasado grandes ratos jugando a las cartas, un invento que, al igual que muchos otros juegos, fue inventado en China e importado por los europeos hacia 1375.

La baraja española consiste en un mazo o conjunto de cuarenta y ocho naipes o cartas de la baraja. Antiguamente era muy frecuente la baraja de cuarenta naipes. Existen versiones más modernas de cincuenta y cinco naipes para poder jugar a otros juegos.

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El aspecto actual de la baraja española se lo debemos a un impresor burgalés de origen francés y afincado en Vitoria, Heraclio Fournier, quien en 1868 presentó una baraja litografiada, que fue premiada en la Exposición Universal de París. Sin embargo, el diseño que ha llegado hasta nuestros días es el que realizó Augusto Ríus para el propio Fournier.

La rica historia de la baraja española ha llevado a que, desde 1986, posea su propio museo , en la ciudad de Vitoria. Consta de más de tres mil juegos de naipes coleccionados por los herederos del fabricante Heraclio Fournier. En el Museo Fournier se encuentra una baraja europea, considerada como la más antigua que se conoce, datada de finales del siglo XIV.

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Origen e Historia de la Baraja Española

Se relata que los naipes empezaron a utilizarse como elemento de adivinación, para convertirse después en un mero entretenimiento popular.  Se ha mencionado a los gitanos y sus barajas adivinatorias, pero cuando las grandes migraciones gitanas llegaron a Occidente hacía tiempo ya que las cartas eran sobradamente conocidas en Europa. No obstante, podemos asegurar con toda seguridad que esta invención, al igual que los dados y el ajedrez, viene de Oriente.

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La creación de los naipes parece derivarse de la combinación de dos juegos: Ajedrez y Dados. El Ajedrez era privilegio de la inteligencia y los Dados, de la suerte. De la fusión de estos dos factores nacieron los naipes.

Si buscamos precedentes, se cree que los naipes ya existían en China allá por el año 1120, cuando empleaban el grabado sobre madera para el estampado de las cartas.

Luego llegaron a Oriente Medio durante el siglo XIII, donde se encontraron las primeras barajas de 52 naipes, coloreados a mano y divididos en 4 palos: oros, copas, espadas y palos de polo.

Tras su llegada al Viejo Continente, en plena Edad Media, cada pueblo sustituyó los palos y figuras orientales por otros más cercanos a su tradición cultural, creando símbolos como los bastones, bastos, cetros, corazones o cascabeles.

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Una de esas evoluciones de los naipes orientales tuvo como resultado la baraja española, que destaca entre todos los juegos de cartas del mundo por la riqueza de sus diseños. Ello se debe a que las figuras son de inspiración medieval y sus palos representan los distintos estamentos de la época: los comerciantes (Oros), el clero (Copas), la nobleza (espadas) y los siervos (Bastos). Pueden ser de 40, 48 o de 50 naipes dependiendo del juego.

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Las cartas de juego se extendieron hacia el norte hasta Francia y Alemania, dando origen a las barajas nacionales de ambos países. Desde Francia los naipes pasaron a Inglaterra, donde el modelo francés adoptaría la forma de la que actualmente se conoce como baraja inglesa.

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La baraja española fue adoptada en Nápoles, entonces perteneciente a la corona aragonesa. Posteriormente, su diseño evolucionó más en España que en Italia, por lo que la baraja napolitana es más parecida a la antigua baraja española.

Baraja de estilo Napolitana

En España se utilizan 3 estilos diferentes, el de Cádiz, el catalán y el castellano. Principalmente se ven los dos últimos ya que el estilo de Cádiz es más antiguo y es el que se utilizaba para las cartas destinadas a la exportación.

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Baraja de estilo de Cádiz
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Baraja de estilo Catalana
Baraja de estilo Castellana

Curiosidades de la Baraja Española

Los naipes o figuras de la baraja española poseen una serie de curiosidades que suelen pasar desapercibidas entre los jugadores. Así, aunque los reyes se suelen representar como hombres mayores y barbados, los de copas y de oros suelen parecer más jóvenes. Además, desde el siglo XVIII, los caballos de copas y oros suelen mirar hacia la izquierda, mientras que los de bastos y espadas lo hacen hacia la derecha.

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Con diseños de 40, 48, o 50 naipes, en función del juego en el que se emplee, la baraja española es la única en el mundo que no posee una figura femenina. Consta de reyes, caballeros a lomos de corceles y unos pajes ligeramente afeminados —conocidos como sotas—, pero no de reinas.

En cuanto a la curiosa Sota, pese a su apariencia afeminada, en realidad se trata de un paje de pie y simboliza al criado o mensajero. Los colores de las calzas, inicialmente todas rojas, y de los sayos, así como la posición de sus piernas y la colocación del motivo del palo, varían según los palos y la inventiva de los autores del diseño.

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Junto a ello, hacia el siglo XVI la baraja española introdujo una innovación que la hizo única. Se trata de las pequeñas discontinuidades que aparecen en los lados inferior y superior del rectángulo que enmarca los motivos de cada naipe. Según se cree, estas discontinuidades se crearon para dificultar la visión de las cartas a los mirones, objetivo que posteriormente sería perfeccionado con la utilización de los índices. Efectivamente, ambos recursos hacen que el jugador no necesite extender las cartas que tiene en la mano para saber cuáles son, ya que con sólo separarlas un poco conoce a qué palo pertenecen y qué figura o carta numeral es cada una. El palo de oros no tiene pintas; el de copas tiene una; dos, el de espadas y tres, el de bastos.

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Nuestra vida y dichos cotidianos hacen mención constantemente a todo lo relacionado a la baraja, son muy normales los dichos; Sota, Caballo, Rey. Cantar las cuarenta. Lanzar un órdago. Barajar (varias posibilidades).Tener un As en la manga. Un As del volante. Se desmoronó como un castillo de naipes.

Juegos de la Baraja Española

Se puede jugar a muchas clases de juegos con la baraja española como: la escoba, el cinquillo, el burro, la brisca, las siete y media, el tute, el chichón, el mus, el pokarin, el tute, el conquian, el guiñote, la perejila, la pocha…infinidad de ellos.

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El 70% de los trofeos que se fabrican en España son para Torneos de cartas.

El Mus, debido a sus cualidades estratégicas y por la posibilidad de relaciones interpersonales, se ha erigido como asignatura optativa en varias Universidades españolas, entre ellas está la de Barcelona.

También se suelen usar las cartas para hacer juegos y trucos de magia, desde tiempos inmemoriales. Así como también se utilizan para leer el futuro o el pasado con el Tarot, pero también con la baraja española.

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EL ESPETO DE SARDINAS: platos típicos con tradición

4 octubre, 2018 at 19:17

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El espeto es un plato típico de la cocina malagueña, granadina y almeriense que consiste en espetar, es decir ensartar pescado, tradicionalmente sardinas, en finas y largas cañas, para asarlo con leña en la arena de la playa.

Esta tradición se remonta al siglo XIX y se ha conservado hasta hoy, convirtiendo el espeto de sardinas en uno de los símbolos de la gastronomía malagueña.

Colectivos y asociaciones quieren salvaguardar los conocimientos y saberes asociados a la elaboración del espeto de sardinas. Por ello han solicitado a la UNESCO que sea declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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¿Qué es el espeto?

“Espetar” es clavar una serie de pescados en una caña para asarlos a la parrilla, siendo el más popular el espeto de sardinas. Tradicionalmente, la caña se clava en la arena junto a las brasas o, en el caso de los chiringuitos, en una barca preparada con brasas.

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Esta forma de cocinar se transmite de generación en generación a los llamados “amoragadores”. Para comer el espeto de sardinas, los malagueños suelen decir que las mejores fechas coinciden con los meses que no llevan la letra “R”.

Podemos comer espetos de sardina y de otros pescados y moluscos en chiringuitos de casi todas las localidades costeras de Andalucía. Los espetos de sardinas son los más conocidos. Sin embargo, hay otros muchos pescados que se cocinan al espeto. Otros pescados y moluscos que obtienen ese sabor especial, al ser ensartados en una caña y asados en las brasas sobre la arena de la playa. Los espetos de jureles, doradas y lubinas están deliciosos. Así como los espetos de calamares o de pulpo.

Orígenes del espeto de sardinas

En el siglo XIX la provincia de Málaga vivía fundamentalmente de la pesca. Por aquel entonces las sardinas, debido a su bajo precio, eran un alimento de gente humilde, sobre todo de aquellos que vivían de la pesca, que se conformaban incluso con la “bastina”, que es como se llama a los restos del pescado.

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A finales de siglo, El Palo, que ahora es un barrio de Málaga capital, era un pueblo de pescadores en pleno desarrollo socioeconómico. Con la llegada del tranvía y el tren, los malagueños de otras zonas empiezan a trasladarse a este pueblo para disfrutar de agradables jornadas de playa. Es en esta época, concretamente en 1882, cuando Miguel Martínez Soler “Migué el de las sardinas” abre su famoso bar en la playa: “La gran parada”. Sería el inicio de los chiringuitos en la Costa del Sol y fue él quien empezó a pinchar las sardinas en un trozo de caña y ponerlo en la arena junto al fuego.

“La gran parada” pronto reclamó la atención no solo de los malagueños, sino también de personajes ilustres de la Historia de España, convirtiéndose en un punto de referencia para personas relacionadas con el mundo del espectáculo. Entre estos personajes ilustres, destaca el rey Alfonso XII, que visitó “La gran parada” el 21 de enero de 1885. Esta visita al chiringuito coincidió con un viaje oficial del rey con motivo de un terremoto que se produjo en la Axarquía. El historiador Fernando Rueda describe así el encuentro:

«Cuando Miguel le ofreció uno de sus famosos espetos, el rey ‘atacó’ el plato con cuchillo y tenedor. En aquel momento, Miguel se adelantó y dijo: “Maestá, asin no, con los deos” (habla malagueña que significaría en español “Majestad, así no, con los dedos”)».

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Miguel Martínez Soler es considerado el “padre de los espeteros”. Tras él aparecieron muchos otros que han conseguido que la figura del “espetero” se convierta en una profesión que pasa de generación en generación.

¿Cómo se cocina?

Aunque parezca sencillo a simple vista el arte de espetar sardinas tiene sus trucos.

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  1. Para hacerlo correctamente hay que ensartar el pescado por el estómago y por un lateral concreto de la espina con una caña previamente preparada.
  2. Tras este paso se clava en la arena junto a las brasas y se le echa sal gorda. En la Costa del Sol es usual hacerlo en un abarca llena de arena donde se hace el fuego para que el pez se ase con las brasas.

¿Cómo se come el espeto de sardinas?

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Normalmente en cada espeto vienen cuatro o cinco sardinas. La manera de consumirlo es con las manos. Un chorrito de limón es suficiente para aderezar este manjar que suma placer a tu paladar. Existe una expresión española para describir cuando alguna comida está muy buena: “está para chuparse los dedos”. Precisamente eso es lo que se hace literalmente tras consumir un espeto ya que el sabor es tan intenso y agradable que hasta el último resquicio de sustancia se aprovecha.

Para acompañar el espeto lo importante es que la bebida esté bien fría. Si estás disfrutando este verano de la Costa del Sol no olvides sentarte en un chiringuito y pedirte tus sardinas con una cerveza o con un tinto de verano. Aunque admite todo tipo de refresco, éstas son las mejores opciones: cerveza, vino con limón o sangría.

Camisetas «Espeto» de Por Soleá

La camiseta “Espeto: málaga delicatessen” es una camiseta exclusiva de Por Soleá, con un diseño diferente y atractivo que trata de contar la historia del “espeto” como parte fundamental de la cultura y tradición de Málaga.

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La camiseta se presenta dentro de un estuche que cuenta la historia de la marca Por Soleá; ¿qué mejor forma de recibir un regalo?…

Además del estuche, la propia camiseta cuenta también la historia y origen del “espeto” que se podrá ver en la etiqueta que va junto al artículo.

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EL ABANICO ESPAÑOL: artesanía con historia

4 junio, 2018 at 19:38

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El abanico ha tenido muchos usos a lo largo de la historia, desde el sencillo de mitigar con su empleo los calores personales a otros ceremoniales -tanto profanos y eclesiásticos- y hasta los más prácticos de espantar insectos, proteger del sol o atizar las brasas del hogar.

Cuando hicieron su aparición los primeros abanicos plegables, éstos se introdujeron en Europa a través de España. La innovación que aportó el nuevo diseño fue rápidamente copiada y se inició su fabricación primero en España, y luego en el resto de Europa. Con todo, los maestros abaniqueros italianos y franceses superaron paulatinamente la factura española debido a la perfección con que trabajaban y a las medidas protectoras de sus respectivos gobiernos. En la actualidad, sin embargo, estos países ya hace tiempo que dejaron de fabricar abanicos, mientras que en España aún perdura la artesanía abaniquera.

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En España el abanico fue acogido rápidamente, sobre todo en Andalucía debido al clima de la zona. Era considerado raro y caro, y en principio fue usado por damas de la alta sociedad, como signo de ostensión y demostración de la categoría social, y con el paso del tiempo se popularizó y llegó a tener un lenguaje de seducción. Este lenguaje consistía en la posición con la que colocaban el abanico, o el modo en cómo se le agarraba, para así transmitir un tipo de mensaje u otro. Las más jovencitas solían recurrir a este “lenguaje” con frecuencia para comunicarse con sus pretendientes en bailes y lugares públicos sin que lo notaran sus madres u otros acompañantes celosos de su correcto comportamiento. Pintores como Goya, Velázquez, Sorolla o Zuloaga, entre otros muchos, han plasmado en sus cuadros la conexión entre una mujer y su abanico.

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Origen e historia del abanico en España

Tras la aparición del abanico plegable en España en el siglo XVI, pronto comienzan a aparecer los primeros fabricantes cuyos nombres desafortunadamente se desconocen.

En el siglo XVII, tanto en Madrid como en Sevilla, encontramos nombres de artesanos de abanicos. En Madrid figuran Juan Sánchez Cabezas, Francisco Álvarez de Borja y Jerónimo García, destacando como pintor de abanicos Juan Cano de Arévalo, a caballo entre los siglos XVII y XVIII. De Sevilla son Carlos de Arocha, José Páez y Alonso de Ochoa.

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Del uso de materiales caros y transportes transoceánicos, caso de los metales preciosos y el marfil, se fue pasando a materiales económicos como el papel y la madera primero o, posteriormente, la tela de algodón y el varillaje de plástico.

En 1693, concretamente del 8 de junio, diversos maestros de Madrid solicitan sin éxito formar un gremio.

A pesar de la existencia de maestros abaniqueros, la importación de abanicos procedentes de Italia y Francia era importante, lo que obliga a Carlos II en 1679 a limitar la entrada de abanicos procedentes de estos países.

En el siglo XVIII hay constancia de varios artífices de abanicos en Madrid, pero sobresale el francés Eugenio Prost, que llega a España bajo la protección del Conde de Floridablanca. Pero en este período, Valencia se va a consolidar como centro productor, donde existía un gremio de artesanos abaniqueros.

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Bajo el reinado de Felipe V, aumentan de nuevo las importaciones de abanicos procedentes de Francia, Italia, Holanda e Inglaterra, quizás debido a la gran demanda de este utensilio.

En 1802 existe ya en Valencia una Real Fábrica de Abanicos, destacando esta comunidad a nivel europeo en la industria abaniquera. Probablemente debido a esta coyuntura, dos franceses van a establecerse en Valencia con objeto de hacerse con el mercado español, importando piezas que después se montan en España. Se trata de Simonet, que llega a Valencia en 1825, y Fernando Coustelier. A raíz de la llegada del primero, varios industriales valencianos de abanicos (Puchol, Mateu…) tienen que acudir a Fernando VII para que prohíba la importación de abanicos franceses.

Pero el gran artífice del siglo XIX va a ser José Colomina, industrial alicantino que revolucionará la producción de abanicos.

En el siglo XX, la producción de abanicos valencianos experimenta un gran auge hasta el paréntesis de la guerra civil, iniciándose después de la contienda un proceso de recuperación con centros en Valencia, Godella y Aldaya que, en 1983, sumaban ya cuarenta fábricas.

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Hoy en día, se encuentra en Cádiz la única escuela-taller de abanicos del mundo, pero todo el material, artesanos y artistas están situados en los alrededores de Aldaya, ciudad situada al lado de Valencia. Valencia presenta actualmente una floreciente industria abaniquera que exporta a todo el mundo.

EL ABANICO EN EL FLAMENCO

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Gracias al uso del abanico Flamenco, las bailaoras logran dar gran gracia y estilo al flamenco. Es por eso que su uso es muy común entre ellas. ¿Pero por qué este elemento coló un lugar en el flamenco? La respuesta tal vez sea ese lenguaje particular que se desarrolló por su uso y que antes hemos mencionado.

Sabemos que el flamenco es música y baile que transmiten un sinfín de emociones en un lenguaje propio, el abanico flamenco es un instrumento imprescindible para comunicar toda esa energía.

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Siendo el flamenco un baile tan sensual, grácil y hermoso, es lógica la inclusión de este artilugio para fortalecer ese hechizo de encanto que causan sus movimientos. Y es que como declaro un escritor inglés llamado Joseph Addison: “Los hombres tienen las espadas, las mujeres el abanico, y el abanico es, probablemente, un arma igual de eficaz”.

El proceso de fabricación

El abanico, por simple que parezca, pasa por varias manos especializadas para completar su proceso de fabricación.

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Dependiendo del material empleado, se sigue un proceso de fabricación distinto.

Para los abanicos de madera:

  1. En primer lugar se sierran las varillas y se les da la forma y el grosor que necesitaremos para completar el “paquete” que puede ser de 12, 14, 16… hasta 32 ó incluso 40 varillas.
  2. Después de manera opcional, se calan, adornan y maquean
  3. Posteriormente se telan
  4. Ahora se pasa a la fase de pintura de fondo donde le daremos al abanico el color deseado (en el caso de las maderas más comunes), las maderas nobles se pulen para lucir la malla natural).
  5. Pasa después a las manos del artista-pintor que decora la pieza, normalmente con flores, paisajes o figuras románticas.
  6. Posteriormente se barniza o laca la madera, para proteger la pintura y darle el brillo y terminación elegida.
  7. La última mano consiste en remachar los clavillos y añadirle anilla, si se desea. Después de repasar todo el proceso, nuestro abanico está terminado y listo para ser embalado y enviado a nuestros clientes.

En el abanico de plástico, el proceso es completamente distinto:

El varillaje de plástico inyectado sale con la forma del molde correspondiente y el color deseado. Se puede grabar o no con termo impresión, posteriormente procedemos al telado del abanico, y a coser la puntilla en los casos en que la lleve. Con remachar y repasar, el proceso de fabricación está terminado.

Partes del Abanico

El abanico tal y como lo conocemos hoy, se compone de dos partes: el varillaje y el país.

El varillaje está compuesto por un número variable de varillas (siempre par), según la amplitud que se quiera dar al abanico, y por dos guardas o caberas que protegen el abanico cuando éste permanece cerrado. Los materiales más utilizados son el nácar, el marfil, el hueso, distintos tipos de maderas, incluso los materiales plásticos. La fuente que es la parte visible del varillaje situada debajo del país, al igual que las caberas, se ornamenta con calados, grabados, incrustaciones, policromías, dorados, etc. La pajilla o guía, que es la parte de la varilla más estrecha y fina (en algunos casos de un material más pobre que el resto del varillaje), permanece oculta entre los dos países cuando éste es doble, y a la vista en la trasera del abanico cuando el país es simple. El clavillo es un alambre grueso que ensarta las varillas a través de los agujeros en ellas perforados, y se remacha en ambos extremos con la roseta y algunas veces anilla, para que las varillas no puedan salirse.

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El país es un sector de forma anular o semicircular, que sirve para dar coherencia al varillaje. Puede ser de tela, papel, seda, etc., y suele estar decorado con pinturas, grabados, bordados etc.

Cabe destacar por su peculiaridad el abanico de baraja, que no tiene país y está compuesto solamente de varillas unidas en la parte superior por una estrecha cinta. Los materiales más empleados son el marfil, la madera, el hueso, el nácar, etc., a veces con calados, grabados, pinturas, incrustaciones, etc., y la cinta suele ser de algodón o de seda, en algunos casos decorada con pintura.

Museo del Palmito de Aldaya

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Situado en un bonito edificio color crema cuajado de arcos en su parte superior (la casa Llotgeta, del siglo XVI), el Museo del Palmito es el primero en toda España y el único de titularidad pública en toda Europa. Los valencianos llaman palmito al abanico.

Aldaya es la cuna del abanico, y es por ello que es el mejor lugar para albergar un museo de estas características.

El museo consta actualmente de más de 150 abanicos cedidos por los artesanos y coleccionistas, y de instrumentos donados para entender todas las fases de fabricación de un palmito, como puede ser caladoras o telas.

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SALINAS DE FUENCALIENTE: lagos y lagunas naturales

23 enero, 2018 at 20:31

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En la parte más meridional de la isla de La Palma (Canarias) encontramos este Sitio de Interés Científico. Este Espacio Natural ubicado al sur de la Isla, tiene su origen en una explotación en activo de sal marina de muy alta calidad situada sobre lavas basálticas.

La tierra, el agua y el aire convierten las salinas en un paisaje de contrastes entre el negro volcánico, el azul oceánico y el blanco de la sal. Sin lugar a dudas, un espectáculo digno de ver, al menos, una vez en la vida.

Las salinas se encuentran dentro del Monumento Natural de los Volcanes de Teneguía, más concretamente están situados muy cerca del faro de Fuencaliente, en un lugar en el que confluyen todos los elementos necesarios para la producción salinera: vientos moderados, una pluviometría escasa y un gran número de horas de sol al día.

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Decenas de blancas montañas de sal van creciendo rodeadas de agua de mar que el sol se encarga de mermar, evaporándola hasta encontrar los cristales de sal. Esta industria no contamina ni precisa maquinaria, constituye una cadena ecológica de interés protegidas por la UNESCO.

Sus comienzos datan del año 1967 y desde entonces no ha parado su actividad, siendo en la actualidad la única salina en producción de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Todo un legado de esfuerzo y constancia para seguir produciendo sal de forma tradicional de la mano de la familia Hernández Villalba, quien comenzó su explotación y la sigue hoy en día.

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Aparte del valor paisajístico de estas salinas, no podemos olvidar que se trata de un lugar privilegiado para el avistamiento de aves, en especial limícolas. Así es posible observas el pequeño chorlitejo patinegro o incluso flamencos. En total son unas 15 las especies que se pueden ver en estos parajes, las cuales encuentran en este espacio la alimentación y el descanso necesario para hacer del paisaje su zona de nidificación.

En cuanto a la vegetación, se pueden encontrar ejemplos de lechuga de mar, el salado blanco, la niagrera, siempreviva del mar, el tomillo marino o incluso el cabezón y la cerraja. Una amplia variedad de vegetación asociada a la franja costera, que aumentan aún más el valor de la zona.

Caminar por las salinas a cualquier hora del día resulta un aprendizaje gratuito de un producto que consumimos todos los días, pero observar los atardeceres atlánticos desde la terraza de ‘El Jardín de la Sal’, el restaurante ubicado en el centro del complejo, es un regalo para los sentidos.

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Foto de Juan V. Blanco

Por todo ello, se trata de una zona interesante para visitar, pudiendo ver también el faro e incluso una pequeña playa, la Zamora, con un encanto desbordante.

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Tras la visita podrás comprar allí mismo productos salinos de gran calidad. La sal marina fina, la gruesa y la apreciada flor de sal son absolutamente naturales, sin lavados ni yodados posteriores. Unos productos cien por cien ecológicos que irán destinados casi en su totalidad al comercio local.

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El cultivo de la ‘flor de sal’

 

El proceso empieza en una gran charca, el cocedero madre, donde la salmuera capturada del pozo es bombeada para comenzar el calentamiento e incrementar la concentración de sal por la acción del sol y el aire seco. El agua marina es trasvasada hasta siete veces de un cocedero a otro, situados a diferentes niveles para facilitar el trasiego del líquido cada vez más salado. De quince a veinte días son necesarios para llegar a la concentración salina adecuada.

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El cultivo de la flor de sal, la reina de las sales, es un proceso natural y laborioso, ya que se cristaliza solo con la combinación óptima de mucho sol, poca humedad y una leve brisa. Así se logra conservar todos los valiosos minerales y oligoelementos que provienen de la naturaleza del mar. Las apreciadas flores salinas son finos cristales quebradizos de tonos blancos y rosas pálidos que se recogen de manera rápida, ya que una vez quebrada la sal empieza a descender.

La flor de sal tiene un sabor delicado a mar que se prolonga en el paladar. Utilizada principalmente para aliñar todo tipo de platos, esta delicatessen se utiliza siempre en último lugar del emplatado, ya que suele fundirse en poco tiempo con los jugos de los ingredientes.

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