La cascada grande de Maro, localizada en el municipio malagueño de Nerja, se origina de las Cuevas de Nerja a través del arroyo Sanguino. Las aguas cristalinas procedentes de la Sierra de Almijara forman esta increíble cascada a través de unos poderosos acantilados de perfecta verticalidad.
Este es uno de los lugares secretos que esconde el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. El mar y la sierra de la mano, creando paisajes que disparan nuestra imaginación. El área de Turismo y Promoción del Territorio de la Diputación de Málaga ha catalogado este espacio como un rincón singular de la provincia.
Con una altura de 15 metros, para disfrutar de esta cascada hay que verla desde abajo: pasar en kayak por entre los cortados, remar por estrechos pasadizos, sentir el poder de las olas bajo la embarcación, o nadar.
La Cascada de Maro tiene una importancia medioambiental y paisajística extraordinaria, al igual que histórica y cultural. Cada vez hay más visitantes que se desplazan para admirar desde el mar esta cascada situada entre las playas de Maro y de la Caleta.
La Cala de Maro
La cala de Maro es una de las mejores playas de Andalucía. En ella encontramos unas aguas cristalinas, un acceso fácil y un entorno incomparable. A solo pocos kilómetros de Nerja, ofrece una mezcla de piedras y de arena en más de 500 metros de largo y 20 metros de ancho.
Esta cala tan pintoresca está disimulada entre acantilados, tierras agrícolas y vestigios de una antigua torre de vigilancia árabe.
Ruta en Kayak por la Cascada grande de Maro
Remar en kayak junto a la impresionante cascada de la playa de Maro, es una experiencia inolvidable. La ruta en kayak entre Burriana y Maro es especialmente hermosa y no requiere que seas un experto. Hay varias agencias con las que puedes realizar esta ruta; pregúntanos y estaremos encantados de recomendarte alguna.
La roca caliza y porosa, es la misma roca que ha dado lugar a la creación de las Cuevas de Nerja, creando un paisaje natural impresionante. Afloramientos rocosos dentados, cuevas submarinas, y un montón de interesantes formaciones rocosas que hacen que cualquier viaje en kayak sea una experiencia inolvidable.
En primavera, cuando el flujo del agua es mucho más importante, es imposible pasar por debajo de la cascada por culpa de la potencia del torrente. El observador se siente maravillado al contemplar estas aguas ensordecedoras por el ruido que provocan al caer. Si se mira hacia arriba de la cascada desde abajo se obtiene una experiencia absolutamente impresionante y vertiginosa.
Garrucha es un precioso pueblo pesquero de la costa de Almería, situada en el litoral del Campo de Vera, entre Mojácar y Palomares. Muy próxima al Parque Natural del Cabo de Gata, posee uno de los puertos más activos del Mediterráneo.
Garrucha es muy conocida por su famosa gamba roja, uno de los pocos y mejores sitios de todo el litoral donde se pesca este manjar tan apreciado por los sibaritas del marisco. Pero, además de este crustáceo, a la lonja pesquera de Garrucha, llega cada día una variada y excelsa selección de mariscos, pescados y moluscos, como gallopedros, pargos, caballas o rapes. Con algunos de estos pescados, se hace el guiso marinero, que se elabora con ingredientes sencillos, como vino, almendra, ajo y pan frito.
Una buena forma de ver lo que cada día entra en el puerto pesquero es acercarse, previa cita, a la lonja, donde cada tarde tiene lugar la tradicional subasta. De esta forma, el visitante podrá comprobar la calidad y la frescura de estas delicias del mar Mediterráneo.
Si visitas Garrucha en octubre, podrás disfrutar de la fiesta de la gamba Roja, que se celebra en la explanada del puerto deportivo.
El puerto pesquero, que está unido al deportivo, es sólo uno de los enclaves relacionados con la tradición pesquera en Garrucha. A él se accede a través de su célebre malecón, un paseo centenario en el que se respira el ambiente marinero de esta apacible villa del levante almeriense.
Además, Garrucha cuenta con un monumento a los pescadores y uncentro de interpretación dedicado a esta actividad y al medio marino, en general. Conocido como Nautarum, está situado en el antiguo Castillo de Jesús Nazareno, en la zona conocida como Las Escobetas.
La playa de las Escobetas es la única playa que existe en Garrucha. De hecho, en Garrucha no existía apenas playa, pues la porción de arena que separaba las casas del mar era tan pequeña que solo cabían un puñado de personas. En la actualidad, cuenta con más de un kilómetro de playa artificial de arena finísima en la que poderse tirar a pierna suelta y disfrutar de un día de sol y calor.
El Castillo de Jesús de Nazareno, construido en 1769 por orden de Carlos III, es una batería semicircular de artillería que mira al mar y que tiene dos torreones circulares. Todo ello, servía para defender las costas de los ataques de la piratería hace que Garrucha forme parte de la ruta de Castillos por Tierras Andaluzas.
En el ámbito religioso, Garrucha cuenta con la Ermita del Carmen, dedicada a la Virgen del Carmen patrona de los pescadores y de la localidad la Iglesia de San Joaquín. Construida en el emplazamiento de una antigua Capilla que había en lo alto del pueblo, tiene una fachada muy peculiar, siendo muy poco habitual para este tipo de edificios, lo que la convierte en una iglesia única. Frente a ella, en la plaza, está situada la imagen de la Inmaculada mirando al mar, sobre un pilar de mármol.
Otro sitio de interés es el Ayuntamiento, construido sobre un antiguo depósito de sal. Preside una plaza de corte moderno cuyos bancos evocan pequeñas barcas pesqueras.
Tampoco te puedes perder la visita a la Torre de fundición de San Jacinto, una antigua chimenea conocida popularmente como el Calvario. Fue construida en lo más alto de Garrucha a finales del siglo XIX. Tiene forma piramidal y 72 pies de altura. A través de la misma, se evacuaban los humos de las antiguas fundiciones de mineral del municipio. Hoy en día se ha habilitado una zona peatonal y un mirador, pues las vistas que ofrece desde lo alto del pueblo son muy singulares, de ahí que sea el punto perfecto para despedirse de la visita de este encantador pueblo.
Origen e Historia de Garrucha
La historia de este pueblo pesquero, situado a unos 90 km de la capital, empieza como casi todos, en la prehistoria, pero es a partir del siglo XVIII, con el descubrimiento y explotación de las minas, donde empieza realmente la historia de Garrucha.
Antes de eso, ya era uno de los puertos pesqueros más importantes del Mediterráneo, presentando ya una actividad frenética en la Edad Media. Ahora, cuenta con un puerto deportivo, uno comercial, donde antaño dedicado al transporte de mineral y hoy día al yeso de Sorbas. También tenemos el puerto pesquero que nos abastece, entre otras delicias, con las gambas rojas de Garrucha.
El gran auge minero y económico del pueblo en el siglo XIX, llevó a que muchas familias ricas e influyentes se construyeran grandes mansiones. Las utilizaban como viviendas de verano, llegando a ser residencia de vicecónsules de diez países y conocerse el municipio como “la pequeña San Sebastián”.
Reflejo de esta riqueza también es el paseo marítimo, conocido como el paseo del Malecón. Durante este paseo podemos ver la deslumbrante y magnífica baranda de mármol blanco de Macael y un suelo de losas rojas y blancas.
La gamba roja de Garrucha
La gamba roja que se captura en Garrucha es uno de los mariscos más exquisitos de cuantos atesora el Mar Mediterráneo. Su zona de cría y reproducción está circunscrita al Levante Almeriense, más concretamente a la franja costera que queda frente a Garrucha.
La diferencia de esta gamba tiene mucho que ver con el caladero donde se pesca. Como gran parte del levante almeriense, el litoral garruchero se caracteriza por tener fondos profundos muy cerca de la costa. A menos de un kilómetro del puerto hay unos 200 metros de profundidad, que es el límite al que llega la luz bajo el agua. A 10 kilómetros de la costa la profundidad es de 1.000 metros y al final del trayecto del cañón, de más de 50 kilómetros, la profundidad alcanza los 2.400 metros.
Como explican los pescadores de la zona, este caladero acantilado supone un hábitat perfecto para la gamba roja debido a su relieve lleno de honduras. En Garrucha puedes capturar gamba roja a tres millas de la costa, mientras que en otros lugares del Mediterráneo español tienes que navegar hasta 14 millas.
Y si el relieve submarino es determinante, también lo son los fondos fangosos que permiten que la gamba roja se críe en Garrucha de manera espectacular. La temperatura del agua en Garrucha permite encontrarlas a unos 800 metros de profundidad en los meses cálidos y a unos 500 en los más fríos.
El resultado de todo este ecosistema es una gamba roja de calibre grande y con una carne dura y llena de sabor. Sus cabezas, para quienes disfrutamos de ese travieso chupeteo, son de una exquisitez e intensidad que condensa todo el mar en unos pocos centímetros.
La Caleta, playa de la ciudad de Cádiz ubicada en el centro histórico, cobra importancia cuando el sol comienza a deslizarse por debajo del horizonte. Nadie se puede cansar de admirar un espectáculo de este calibre, que se produce en cualquier época del año.
La Caleta tiene algo mágico. Aquí se respira la esencia gaditana más pura, pues que esté enclavada en el barrio de La Viña tiene mucho que ver. La Caleta es amor a primera vista; contemplar aquí un atardecer es un recuerdo que se queda grabado para toda la vida.
La Caleta es una pequeña playa de 400 metros de largo. Debido a que tiene una barrera natural de piedras, las olas chocan con ellas y por lo tanto, la marea siempre está muy tranquila.
La playa del casco antiguo de Cádiz no entiende de estaciones, y sus arenas siempre albergan a gaditanos y extranjeros. Refugiada entre dos castillos, el de San Sebastián y el de Santa Catalina, las barcas balanceadas por la mar, producen destellos que la hacen brillar. Disfrutar de un entorno familiar, descansar a la sombra de un antiguo balneario, pasear por un camino de rocas y disfrutar de la esencia de Cádiz, son algunas de las actividades que se puede hacer en la playa de La Caleta.
El balneario (1926), llamado el balneario de Nuestra Señora de la Palma y el Real, es un antiguo balneario declarado Bien de Interés Cultural donde los gaditanos se cambiaban antes de bajar a la playa. Un elegante edificio blanco, terminando en las alturas con unos bulbos blancos que recuerda al estilo árabe. Sin duda, es un gran símbolo de la Caleta. Este balneario es hoy en día el Centro de Arqueología Acuática.
El paseo que da acceso alcastillo de San Sebastián, divide la playa en dos tramos, quedando al sur una pequeña lengua de arena que también es aprovechada para tomar el sol y disfrutar del baño en piscinas naturales de piedra.
Origen e historia de la Caleta
La mayor concentración de yacimientos arqueológicos submarinos del litoral de Cádiz se encuentra en los alrededores de la playa de La Caleta, entre el Castillo de San Sebastián y el de Santa Catalina, en lo que fue la entrada natural desde mar abierto a la Bahía de Cádiz.
Este trayecto se realizaba a través del antiguo canal Bahía-Caleta (hoy en parte desaparecido), que discurría entre la actual playa y el Puerto de Cádiz. El canal servía de frontera natural entre las islas de Erytheia, dónde se encontraba el núcleo urbano de la colonia fenicia, y Kotinoussa.
Los restos expuestos en el Museo de Cádiz hallados en La Caleta, procedentes tanto de hallazgos casuales como de prospecciones arqueológicas, demuestran la utilización de todo el entorno de la actual Playa de La Caleta desde los primeros tiempos de funcionamiento de la colonia.
Así mismo, en los textos clásicos se hace referencia a la existencia en esta zona de la ciudad de dos templos de gran importancia: El primero de ellos dedicado a la Diosa Astarté en la Punta del Nao (hoy en día un arrecife sumergido frente al Castillo de Santa Catalina) y el segundo dedicado a Baal Hammon o Kronos, en el islote que ocupa actualmente el Castillo de San Sebastián.
La existencia de ambos templos se encuentra respaldada por el descubrimiento de algunas piezas de enorme importancia, como el Gran Thymiaterion (quemaperfumes fechado en los siglos VII-VI a.C), objetos votivos, estatuillas de terracota y el capitel protoeólico de volutas, entre otros objetos de gran valor histórico que pueden contemplarse todos ellos en la Sala Fenicia del Museo de Cádiz.
Toda la zona se constituía además como punto destacado de intercambio comercial de extraordinaria vitalidad e importancia debido a su fondeadero. Un puerto natural entre las islas de Erytheia y Kotinoussa dónde las naves fenicias arribaban trayendo hasta Gadir todo tipo de mercancías procedentes de la cuenca mediterránea, y desde dónde partían con las materias primas y productos elaborados de la colonia, en especial sus apreciadas salazones.
CASTILLO DE SAN SEBASTIÁN (s.XVIII)
El castillo de San Sebastián, declarado Bien de Interés Cultural, fue construido sobre una pequeña isla donde según la tradición estuvo el templo de Kronos, posteriormente una torre-atalaya musulmana y una ermita veneciana del siglo XV, que tras el saqueo inglés de finales del siglo XVI fueron reconstruidos dando lugar al castillo a partir de 1706.
De planta irregular con nueve lados, y dotada de parapetos, cañoneras, dos fosos de agua y puentes levadizos, protegía el frente norte de la ciudad desde su posición, controlando la entrada de la Caleta y el paso de buques por el canalizo Sur de la Bahía de Cádiz. Cabe señalar que a lo largo de su historia ha sufrido numerosas modificaciones y restauraciones, siendo utilizado como fortaleza, presidio y cuartel militar.
Destaca en la fortificación el Faro construido en 1908 sobre la base de la antigua torre-atalaya musulmana, que mide 41 m sobre el nivel del mar, siendo el segundo faro eléctrico de España.
CASTILLO DE SANTA CATALINA (s.XVI)
Utilizado como centro turístico multiusos (visitas, conciertos y exposiciones), fue declarado Bien de interés cultural.
El castillo fue ordenado construir por el rey Felipe II en 1598, tras el asalto inglés a la ciudad. Obra de ingeniería militar y planta pentagonal, presenta un frente amurallado marino de tres puntas, y un frente amurallado terrestre con dos semi-baluartes, puerta de acceso y foso con puente estable y levadizo.
A lo largo de su historia ha sufrido numerosas modificaciones y restauraciones, siendo utilizado como fortaleza, presidio y cuartel militar. Destaca en la fortificación la capilla y sacristía construida en 1693, en el reinado de Carlos II.
El parque de atracciones monte Igueldo es un parque vintage construido hace más de 100 años, y de los que ya no quedan. Está situado en lo alto del monte Igueldo de la ciudad de San Sebastián, justo en el extremo de la Bahía de la Concha, marcando el límite entre el mar y la ciudad.
Inaugurado en 1912, empezó como un casino-restaurante y, después de la prohibición del juego, se convirtió en un parque de atracciones inspirado en la belle époque. Es un parque de atracciones muy pintoresco donde parece que el tiempo se ha detenido.
El parque está declarado Conjunto Monumental desde el año 2014, y es el segundo recurso turístico más visitado del País Vasco.
Desde el parque de atracciones monte Igueldo podrás disfrutar de las vistas más emblemáticasde la ciudad, como de la costa guipuzcoana y el mar cantábrico. El monte Igueldo es uno de los mejores miradores de la costa donostiarra.
Es uno de los parques con más encanto del país, que reúne una veintena de atracciones históricas. El encanto de sus antiguas atracciones te sumergirá en un mundo mágico y de fantasía. No dudes en ver sus tarifas y horarios de apertura.
No esperes atracciones espectaculares, éste es un parque para disfrutar con tranquilidad y saborear cada minuto con atracciones como la Montaña Suiza, el Paseo de la Risa, el Laberinto Mágico o el Río Misterioso.
En el centro del parque se encuentra El Torreón, construido en el s. XVIII y que además de su espectacularidad, podrás disfrutar de uno de los miradores más increíbles para ver la ciudad de San Sebastián. Este Torreón es un faro marino situado a 184 metros de altura sobre el nivel del mar que fue destruido por los carlistas durante la Guerra Civil y reconstruido después, en 1855. Se puede subir hasta lo alto del Torreón, de 26 metros de altura.
Junto a este maravilloso parque se encuentra un magnífico hotel, así como un restaurante donde degustar la gastronomía donostiarra desde el mejor mirador posible.
Un funicular con más de 100 años
Aunque podemos subir o bajar del monte con autobús o taxi, es mucho más divertido y bonito elegir una opción mucho más “retro”: la de un funicular-cremallera con más de cien años de historia, con icónicos vagones de madera roja que recorren 300 metros de desnivel entre árboles frondosos.
Se trata del funicular más antiguo del País Vasco, inaugurado, como el parque, en 1912, y dispone de dos vagones que se cruzan en el punto medio del recorrido. El mejor transporte posible para poner punto y final a nuestra visita y despedirnos, poco a poco, de este encantador monte capaz de transportarnos a otras épocas.
Si quieres subir al parque en el funicular, éste te recoge en las faldas del monte Igueldo, en la estación. Esta estación del funicular es uno de los edificios más bonitos de la ciudad, situado muy cerca del Peine del Viento el cual te recomendamos visitar.
En el trayecto de este viejo funicular, revivirás tiempos pasados a través de una experiencia llena de magia y romanticismo entre los árboles y el verde de la montaña.
La Montaña Suiza
La más popular de todas las atracciones –y la primera que se construyó hacia el 1928– es la Montaña Suiza. En realidad, se trata de un tren escénico, o scenic railway, pensado para disfrutar del paisaje desde las alturas.
Este tren se construyó sobre una estructura fija de hormigón. Como dato curioso, solo queda otra atracción de estas características en el mundo, concretamente en el parque Los Jardines Tivoli, en la ciudad de Copenhague.
La Feria del Caballo o Feria de Jerez es una feria que se celebra a principios del mes de mayo, durante una semana, en Jerez de la Frontera (Cádiz).
La Feria es alegría, diversión y animales de pura raza. Un festejo que tiene como protagonista el caballo, se realza con el flamenco, y se embellece con sus preciosas y coquetas casetas y luces. Sin olvidarnos lógicamente de la alegría de su gente y la degustación exquisita del vino así como de comidas típicas de la tierra.
La actual Feria del Caballo de Jerez hace mención en su nombre a tan ilustre animal arraigado a esta región desde hace tiempo atrás. El enraizado vínculo con este animal no surge así por así. Antiguamente, era fácil e impresionante contemplar las grandes extensiones de bosque que se hallaban por estas tierras y ver pastar las numerosas manadas de toros bravos y de caballos, ambos en un estado casi salvaje, configurándose un binomio perfecto que ha perdurado a través de milenios y hasta nuestros días.
Declarada de Interés Turístico Internacional, se trata, junto con la Semana Santa una de las mayores y más importante fiesta de la ciudad.
Durante la Feria del Caballo se realizan todo tipo de actividades relacionadas con el caballo, como concursos internacionales de saltos, doma, rally hípico, exposiciones de ganado selecto o subastas.
Una de las actividades más destacada es el desfile de carruajes, también conocido como enganches.
Además, por el día, el parque González de Hontoria se llena con cientos de jinetes, amazonas y carruajes que pasean por las calles del recinto ferial en un majestuoso espectáculo digno de contemplar. En este espacio se colocan las casetas de las hermandades y peñas, cuya decoración gira alrededor de una temática diferente cada año, premiándose a las mejores. En su interior se toma vino fino, se degustan los productos de la tierra y se bailan sevillanas hasta altas horas de la madrugada, en un ambiente de alegría y diversión increíble que parece transformar el parque en un gran tablao flamenco. Hay también puestos de comida, bebidas y atracciones infantiles. Los espectáculos taurinos, los concursos de sevillanas o los fuegos artificiales son otros festejos que completan el programa de la Feria.
Además de la feria de día, también se encuentra la feria de noche, donde destacan el alumbrado y las atracciones mecánicas para los niños. Los mayores también podrán disfrutar de la música y gastronomía que ofrecen las casetas de feria y los puestos de comida rápida.
Origen e Historia de la Feria del Caballo de Jerez
Surgió a partir del comercio equino en la Edad Media (mediados del siglo XIII), en el que la corona otorgaba un periodo excepcional en el que los ganaderos se podían cerrar tratos sin pagar impuestos, lo que provocaba que acudirán tratantes de toda la comarca. Esta actividad es la que ha dado lugar a muchas de las ferias de España. Sin embargo, la Feria de Jerez es de las pocas que actualmente mantienen una feria de importante feria de ganado y caballo paralela a la actual Feria.
En el siglo XIII, durante el reinado de Alfonso X El Sabio, se otorgó a la ciudad de Jerez dos ferias, una en Abril y otra en Septiembre, siendo confirmada por su hijo Sancho (El Bravo) en Agosto de 1.282, además de un mercado semanal los lunes. Estas ferias alcanzaron gran importancia por su numerosa concurrencia.
Hoy, se han tornado algo las cosas. La ubicación, por ejemplo, ha cambiado. La Feria de Jerez en antaño, ocupó (según los escritos) distintos lugares; las primeras se celebraban entre la Puerta Real y la calle de Francos, pero con los años también se han celebrado en el Arco de Santiago, Calle Muro, Alameda Vieja, … En 1.868, por ejemplo, se celebra por primera vez una feria de ganados en el denominado Hato de la carne, donde se estableció el Real; en 1.872 pasó a las playas de San Telmo, y algo más tarde, en 1.876 a la Cañada de Caulina, donde lució por primera vez alumbrado eléctrico.
El Recinto del González Hontória se compró en el 1902 cuando ese terreno era campo celebrándose en él la primera Feria (como Feria de Septiembre). Un año más tarde (1903) se celebra la primera Feria de Abril (en origen se celebraba en abril pero la competencia con Sevilla la hizo retroceder un mes festejándose finalmente en el mes de mayo) en el mismo Recinto y será en los años 60 cuando estando Miguel Primo de Rivera y Urquijo en la alcaldía, se conocerá con el actual nombre «del Caballo» en referencia a tan nombrado e histórico animal.
Durante muchos años del siglo XX fue una de las dos ferias que se celebraban en Jerez junto a la Feria de la Vendimia en septiembre, que actualmente se celebran bajo otro formato. Fue el alcalde Miguel Primo de Rivera y Urquijo quien decidió potenciarla.
En el año 1985 el Ayuntamiento decidió derribar la mayoría de casetas fijas, excepto las del Círculo Lebrero, Domecq, González Byass, Casino Jerezano y Club Nazaret, permitiendo dar nuevos usos al Parque González Hontoria.
La feria actual ha perdido tradiciones que se mantuvieron muchos años, como la benéfica «Batalla de las Flores» o carreras de caballos.
Los jinetes andaluces
Los andaluces se sienten muy orgullosos por considerar, que su fauna es única en el mundo, gracias a que han sabido mantenerla y mejorarla. Es evidente que sus antepasados debieron ser grandes jinetes, pues por la enorme proliferación de estos animales, sin duda invitaba a ello, ya que sólo era necesario capturarlos y adiestrarlos (tarea nada fácil evidentemente).
Se ha podido constatar, que los jinetes andaluces siempre gozaron de enorme fama a lo largo de la historia, pues ella nos dice que los escuadrones de caballería que el general cartaginés Aníbal, después de las numerosas batallas libradas en la Iberia y a su paso por nuestros lares, en su numeroso ejército se enrolaron numerosos tartéssicos con sus correspondientes caballos, que precedidos de enorme fama caminaron hacia Italia.
Este noble equino era su animal preferido; puesto que incluso lo representaban en vasijas y otros objetos decorativos de la época. En los infinitos hallazgos arqueológicos, se puede observar como reflejan con una perfecta fidelidad y un enorme paralelismo en los arneses o arreos con los actuales, dando la sensación que el tiempo no ha pasado. Aun más, en el gran conjunto monástico de la Cartuja jerezana, fundado en 1475, por el noble caballero Álvaro Obertos de Valeto y Morla, ya eran famosos los caballos que se criaban en sus dehesas.
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