CATEDRAL DE ALMERÍA: catedrales de España que merece la pena visitar

27 junio, 2023 at 8:14

La Catedral de Almería, dedicada a Nuestra Señora de la Encarnación y sede episcopal de la diócesis de Almería, se encuentra en la denominada Plaza de la Catedral, en pleno casco antiguo de la ciudad.

Es una de las manifestaciones artísticas y culturales más destacadas de Andalucía y de España, ya que es la única Catedral-fortaleza del siglo XVI. Está declarada Bien de Interés Cultural, y Monumento histórico-artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional.

Te recomendamos que mires bien los horarios y tarifas para visitar la catedral así como la posibilidad de poder comprar tu entrada con anterioridad y no hacer colas.

Origen e Historia de la catedral

Fue construida tanto para el culto como para la defensa ante los ataques de piratas berberiscos en la ciudad. Tras una primera construcción sobre la antigua Mezquita Mayor, se comenzó en 1524 después del terremoto que hubo dos años antes. Se proyectó su primer trazado por Diego de Siloé y se continuó por Juan de Orea.

Decoración de la catedral

En la catedral la decoración exterior se concentra en sus dos fachadas renacentistas, realizadas por Juan de Orea: la portada principal, en la que podemos ver el escudo de Carlos I de España y V de Alemania, y la portada de Los Perdones, en la que aparece el escudo de Felipe II.

En el siglo XVI se proyectan también el Altar Mayor, el Coro y la Sacristía, de carácter renacentistas, siendo de finales del gótico la capilla del Cristo de la Escucha, donde se halla el sepulcro de Fray Diego Fernández de VillaIán.

Renacentistas son también las capillas de San Indalecio y la de la Virgen de la Piedad.

En el muro exterior de la catedral, en un lateral, nos encontraremos uno de los símbolos de la ciudad de Almería, el Sol de Puertocarrero. Se trata de una escultura en bajorrelieve donde hay representado un sol con cara humana y adornado con guirnaldas.

Su interior es de planta de salón de tres naves con cuatro tramos. Su estructura es de estilo gótico tardío al igual que sus cubiertas de bóveda estrellada. Tiene dos crujías en su lado sur. En una se aloja la sacristía, rematándose con un cubo adaptado para la Sala Capitular. En la otra crujía se abre el claustro.

No te lo puedes perder

Destacan la Sacristía y la Sillería del Coro, ambas fueron obra de Juan de Orea en estilo renacentista.

También sobresale el trascoro y el Claustro, que se realizaron a finales del siglo XVIII en estilo neoclásico. El encargado de construir el claustro fue J. Antonio Munar después de morir Ventura Rodríguez (autor del trascoro y del tabernáculo). Está considerado el mejor en estilo neoclásico de todas las catedrales de España.

El Altar Mayor se remodeló en el siglo XVIII. Lo preside el tabernáculo o templete. En su frontal destacan a modo de retablo pinturas de la vida de la Virgen, y dos relieves del siglo XVI en el centro: La Anunciación y El Calvario de Cristo.

Detrás del Altar Mayor se encuentra la girola, a través de la cual se puede acceder a tres capillas, que se corresponden exteriormente con tres torres o baluartes.

Las capillas más destacadas se encuentran en la girola de la Catedral, concretamente detrás del Altar Mayor: la de San Indalecio, El Cristo de la Escucha y la Virgen de la Piedad.

La torre campanario está en el lado noroeste del templo. Es una torre sencilla y robusta de planta cuadrada, que alberga en su interior una escalera de caracol. Se comenzó a construir en el siglo XVI y se finalizó en 1622 por el cantero Mancio Infante. El cuerpo de campanas mantiene la misma sencillez decorativa y se corona por una espadaña de 1780.


CASTILLO DE GIBRALFARO: atardeceres de ensueño

20 febrero, 2023 at 11:12

El castillo de Gibralfaro es uno de los principales lugares de interés de la ciudad de Málaga, pero también ha ganado mucha popularidad ya que desde aquí se puede ver uno de los mejores atardeceres de España.

Edificado por los árabes en el siglo XIV para albergar a las tropas y proteger a la Alcazaba, llegó a convertirse en la fortaleza más inexpugnable de todo Al-Ándalus

La fortaleza de Gibralfaro domina toda la ciudad, encontrándose enclavada en la cresta de un alargado monte situado a 132 m. sobre el nivel del mar, cuyas escarpadas laderas descienden hacia el mar y hacia la ciudad.

Desde tiempo inmemorial esta fortaleza fue la gran atalaya no solo para observar la población asentada al pie de su falda occidental, sino los accesos a ella por tierra y mar.

La historia y el origen del castillo

Recibe su nombre por un faro que había en su cúspide (Yabal, en árabe, monte y Faruh, ayamí del griego Faros, faro). Aunque fue utilizado por fenicios y romanos, sería el rey nazarita Yusuf I en 1340 el que convertiría en fortaleza este asentamiento.

El tipo de fortificación corresponde a un modelo bastante tardío del siglo XIII, aceptándose como fecha de su ejecución el reinado de Yusuf I, entre los años 1344-1354. Gibralfaro era el último y principal bastión o reducto defensivo, comunicado con la Alcazaba por un camino amurallado, la Coracha, que era su único punto de acceso.

En la reconquista sufrió el asedio de los Reyes Católicos durante el verano de 1487 y Fernando del Católico lo convirtió en su residencia temporal tras la victoria. Además, designó el castillo como elemento del escudo de armas de la ciudad. Su mezquita fue consagrada como iglesia bajo la advocación de San Luis obispo. Desde aquel momento la fortaleza se utilizó como acuartelamiento y prisión, hasta que en el año 1925 fue cedida al Ayuntamiento y pasó a tener uso público.

La arquitectura y características de la fortaleza

Considerada durante un tiempo la fortaleza más inexpugnable de la península ibérica. Dispone de dos líneas de murallas y ocho torreones.

La muralla exterior se une con la coracha, que consiste en muros dispuestos en formas zigzagueantes que unen el Castillo con la Alcazaba. Por su parte, la interior permite hacer el camino de ronda por todo el perímetro de la fortaleza.

El Castillo se puede dividir en dos partes. La superior recibe el nombre de patio principal y en ella encontramos el Centro de Interpretación dónde puede conocer la historia del Castillo a través de sus habitantes. En esta zona se encuentra la torre Mayor, con 17 metros de altura, el pozo fenicio y los baños. El pozo de Airón está excavado en roca viva y tiene una profundidad de 40 metros.

La parte inferior, o patio de armas, concentraba los barracones de la tropa y las caballerizas. La torre albarrana o torre Blanca, orientada hacia el noreste, es una de las más visibles y en su interior conserva un aljibe, dependencias y almacenes.

El mirador de Gibralfaro

Este mirador se compone de dos pequeños miradores que se encuentran a diferente altura, desde donde podrás ver la ciudad de la Costa del Sol en todo su esplendor.

El primero de ellos, es el que se encuentra en la zona más baja del Monte de Gibralfaro. Nos proporciona las mejores vistas de toda la ciudad: la Plaza de Toros, la Catedral de La Encarnación, el Puerto de Málaga y a la Farola de Málaga. A nuestras espaldas, la muralla nazarí que nos separa de La Alcazaba de Málaga.

El segundo mirador se encuentra unos metros más arriba del Monte de Gibralfaro, y nos proporciona unas preciosas vistas del barrio de La Malagueta, la Plaza de Toros y la parte este de Málaga. Ambos están situados junto al Parador de Gibralfaro y al Castillo del mismo nombre.


TORRES MUDÉJARES DE LA AXARQUIA: lugares mágicos de Andalucía

13 julio, 2022 at 12:46

Foto de Carmen Ocaña

Las torres mudéjares de la Axarquía (Málaga) son como unos pequeños pero singulares campanarios que se alzan en aldeas perdidas, como antenas de adobe que conectan con un pasado muy lejano. Son los minaretes de antiguas mezquitas que los conquistadores cristianos incorporaron a los templos cristianos sin modificaciones ni añadidos.

Los dos mejores ejemplos de las torres mudéjares de la Axarquía son los minaretes-campanario de Árchez y Salares. El primero tiene 15 metros de altura y fue levantado en el siglo XII.

El de Salares es más humilde y modesto, pero conserva tal autenticidad que nos transporta al siglo XIII. Doce metros de altura total en mampostería de ladrillo, con decoración de azulejos, arquerías y ventanas. Una pequeña joya que el tiempo y la suerte nos legó intacta. La máxima expresión del mudéjar andaluz, un arte nacido del maridaje de influencias islámicas y cristianas.

Historia de las Torres Mudéjares de la Axarquía

En La Axarquía, durante el siglo XII se había producido un despoblamiento generalizado de las poblaciones mozárabes autóctonas, debido a que fueron expulsados o trasladados. Tal situación fue aprovechada para introducirse grupos beréberes norteafricanos, como fueron los Masmudas y los Gomeres que tuvieron una cierta implantación en la ciudad de Vélez.

La influencia de estos grupos durante los siglos XIII y XV fue importante en esta zona cuya huella se puede rastrear en los singulares alminares, hoy día torres-campanarios, de las localidades de Vélez-Málaga, Daimalos, Corumbela, Árchez y Salares, lo mismo que Arenas que fue destruido. Estos alminares son típicos minaretes de los siglos XIII-XIV, de inspiración meriní, únicos en toda La Axarquía y Andalucía. La mezquita ocupa el lugar central en la arquitectura islámica y representa el símbolo de la fe a la que se sirve. Este elemento simbólico fue comprendido por los musulmanes en una etapa temprana, y desempeñó un papel importante en la creación de adecuados signos visibles para el edificio: el alminar, la quibla y el Mihrab.

Con la conquista de estos pueblos por los Reyes Católicos, las mezquitas son transformadas en iglesias, quedando hoy día los Alminares como campanarios de estas.

La conquista cristiana de la Axarquía no se produjo hasta 1487. El término “mudéjar”, que proviene de la voz “mudayya”, se aplica a los hispanomusulmanes que, tras la conquista cristiana, permanecieron bajo el nuevo estado castellano conservando su religión, lengua y organización jurídica.

Se considera como rasgos mudéjares el uso del ladrillo, de la cerámica vidriada y las yeserías como revestimiento y ornamentación exteriores. Los materiales que se empleaban en su construcción eran pobres, pero bastante útiles pues permitían levantar los edificios con rapidez y economía. Pero el influjo musulmán en el arte mudéjar no solo está en la ornamentación, sino también en las estructuras arquitectónicas, como son las torres campanarios y las armaduras de las cubiertas y techumbres de madera que van a cubrir los techos de las iglesias.

Ruta mudéjar de los alminares de la Axarquía

Los viajeros que recorren los escasos 40 Km. que componen esta ruta se encontrarán con cinco pequeñas poblaciones que aún conservan los ejemplos de arquitectura mudéjar más destacados de la zona. Arenas, Árchez, Salares, Sedella y Canillas de Aceituno son pueblos de auténtico trazado mudéjar que dejan en quien los visita la sensación de haber traspasado la frontera del tiempo.

Situados en las faldas del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, estos pueblos atesoran las mejores muestras de la arquitectura andalusí de la zona. Y si pasear entre alminares, adarves, arcadas y algorfas parece un buen plan, espera a conocer lo que te depara este itinerario.


CASTILLO DE SALOBREÑA: ruta de castillos medievales

22 octubre, 2021 at 12:05

El castillo de Salobreña es el monumento más importante de esta localidad de Granada. Aunque la distribución corresponde a la construcción que se levantó en época nazarí, el castillo árabe es el resultado del aporte de la arquitectura musulmana y cristiana.

El cerro en el que se asienta el castillo ha sido testigo de diversas transformaciones a lo largo de la historia. Hay vestigios desde época prehistórica. Púnicos y romanos también dejaron su huella, pero los restos del periodo andalusí y de la Edad Moderna son los que perduran actualmente en la fortaleza.

El castillo alcanza una altitud de 73 metros sobre el nivel del mar y se halla separado de la línea del mar unos 500 metros, lo que no siempre fue así. En la Edad Media, el mar llegaba hasta la base del promontorio sobre el que se asienta la ciudad y el castillo.

Desde sus murallas descubriremos unas hermosas vistas de todo el casco urbano de Salobreña, la iglesia del Rosario, las imponentes sierras, la fértil vega a sus pies, la costa mediterránea y el peñón que se adentra en el mar.

El castillo está protegido por la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Sin lugar a duda la subida al Castillo de Salobreña es una de las visitas obligadas. Es uno de los monumentos más visitados de la costa granadina, en él se ha habilitado un auditorio veraniego donde se representan obras de teatro, además aquí se celebran cenas medievales. No dudes en consular sus tarifas y horarios de visitas.

Origen e Historia del Castillo de Salobreña

El castillo domina el pueblo de Salobreña y la Costa de Poniente que en época nazarí se convirtió en una de las más importantes ciudades del litoral, tanto por su situación estratégica como por sus posibilidades económicas, sobresaliendo el cultivo en sus territorios de la caña de azúcar, el arroz, los plátanos, así como una importante industria pesquera y en menor medida ganadera.

La importancia de la Salobreña andalusí se inicia en el siglo X. Siendo frecuentes las noticias y hechos en los que aparece referida hasta el siglo XII. Pero será durante el sultanato nazarí (siglos XIII-XV), cuando adquiere relevancia a nivel político y militar, sirviendo su alcazaba, desde finales del siglo XIV, como lugar de descanso del sultán y prisión para los miembros de su familia, caídos en desgracia. Según las crónicas, varios fueron los monarcas que padecieron prisión entre sus muros: Yusuf III, Muhammad VIII el Pequeño, Muhammad IX el Zurdo, Abu Nasr Sad y Muley Hacén.

Con la toma de Salobreña por los Reyes Católicos en 1489, la alcazaba de Salobreña perdió su carácter de residencia y prisión real y se iniciaron grandes reformas para la adaptación de la fortaleza a las nuevas exigencias militares, surgidas por el uso de la artillería. El comendador maestre Ramiro López, artillero mayor e ingeniero, fue el encargado de realizar las obras de fortificación, creando una barrera de artillería orientada hacia la ciudad. Dichas obras se realizaron esporádicamente hasta el siglo XVIII para adaptarla a los avances de la artillería.

A fines del siglo XVIII la línea de costa estaba ya tan separada del promontorio de Salobreña, debido a los aluviones del delta del río Guadalfeo, que el castillo perdió eficacia defensiva respecto al mar, iniciándose un periodo de deterioro y abandono.

Estructura del Castillo de Salobreña

El Castillo es de planta trapezoidal y está formado por tres recintos:

  • uno interior de planta triangular, que se corresponde con la alcazaba o alcázar nazarí, jalonada por cuatro torres (la Torre del Homenaje, la Torre Nueva, la Torre del Polvorín y la Torre Vieja)

  • otros dos estrictamente defensivos construidos por los cristianos a finales del siglo XV. De ellos, uno defiende el frente este y sudeste, y otro el frente norte. Encontramos aquí la torre de acceso y la barrera exterior, flanqueada por dos torres más, El Cubo (de planta elíptica) y La Batería (de planta pentagonal). Finalmente, la Coracha, que hace alusión a un sistema defensivo que protege una toma de agua y que presenta en sus extremos la Torre del Agua y la Torre de la Coracha o el Baluarte.

La leyenda del Castillo de Salobreña

La leyenda del Castillo de Salobreña cuenta que existió un rey llamado Muhammed IX, conocido como el zurdo. Unos aseguran que le llamaban así porque tenía mucha destreza para manejar la cimitarra con la mano izquierda. Otros, en cambio, porque todo le salía al revés ya que fue destituido hasta tres veces. ¡Y no solamente eso! Sino que estuvo varias veces preso en el castillo, pero siempre lograba recuperar ese trono.

La cuestión es que Muhammed IX tuvo tres hijas, trillizas. Aunque siempre prefirió tener varones, estaba encantado con ellas. Tanto es así que pidió a sus astrólogos que les hicieran nada más y nada menos que su horóscopo, algo que era costumbre. En ese momento le avisaron de que las escondiera bien ya que, cuando tuvieran edad núbil, se las podrían robar.

Poco tiempo después, el rey quedó viudo por lo que mandó criar a las niñas, Zaida, Zoraida y Zorahaida, en el Castillo de Salobreña donde crecieron felices. Un día vieron cómo, a la playa, llegaba una embarcación llena de esclavos cristianos. Allí se encontraban tres caballeros jóvenes, con relucientes armaduras. Las tres, que solo habían visto siervos y esclavos durante toda su vida, se enamoraron de ellos.

El rey fue avisado de ese hecho, por lo que hizo que sus hijas regresaran a Granada. Por casualidades de la vida, se reencontraron con esos tres caballeros presos que habían ido a trabajar a la Alhambra. En momentos de desconexión, las princesas se acercaban a ellos sin que nadie lo supiera. Se enamoraron y decidieron huir. Ellos cogieron unos caballos para llegar hasta la torre donde estaban las princesas.

Las dos mayores lograron bajar con facilidad, pero la pequeña se quedó en la torre, realmente asustada. De esta manera, perdía la oportunidad de escapar con su amado. Zaida y Zoraida llegaron, sanas y salvas, al territorio cristiano donde se casaron con sus caballeros. La pequeña se quedó en esa torre, murió muy joven de pena. Según la leyenda, en la Torre de la Cautiva, en las noches de luna llena, se escucha una triste canción y un sonido de un laúd.


CASTILLO DE LA CALAHORRA: ruta de castillos medievales

14 mayo, 2021 at 10:03

El castillo de La Calahorra (Granada), levantado sobre la única colina que al pie de Sierra Nevada domina el extenso llano del Marquesado del Zenete, es uno de los monumentos más simbólicos del turismo andaluz.

El castillo de La Calahorra constituyó una revolución en la arquitectura española de su época, al ser la primera obra edificada en la Península Ibérica en estilo renacentista.

Su imponente presencia encima de la propia localidad de La Calahorra hace justicia con su importancia en la historia, no sólo a nivel local y regional, sino a nivel nacional, siendo testigo de alguno de los episodios históricos más relevantes y memorables desde su construcción en 1512.

El castillo fue mandado construir por don Rodrigo de Vivar y Mendoza, conde del Cid. Vivar recibió este marquesado del Zenete (como los árabes llamaban a la comarca) y sus ocho pueblos de los Reyes Católicos en agradecimiento por su ayuda en la toma de Granada en 1492. Esta fortaleza-palacio sirvió como ubicación clave para su que, aprovechando La Calahorra como localización estratégica para la conexión entre Almería y Granada, y como puerta que inicia la ascensión hacia el puerto de La Ragua que comunica con La Alpujarra.

En la actualidad el castillo de La Calahorra está en desuso, pero en buen estado de conservación.

Declarado Monumento Nacional, pertenece actualmente a la Casa del duque del Infantado y se encuentra en un incomprensible estado de abandono, pero en buen estado de conservación. Aunque es de propiedad privada, su interior se puede visitar, no sin dificultad. Para consultar sus horarios de visita se aconseja contactar directamente con el ayuntamiento de La Calahorra o con el teléfono de nuestra oficina de turismo.

Origen e historia del castillo de La Calahorra

En 1490, conceden el título de señorío de estas tierras al Cardenal Mendoza, que más tarde sería el Marquesado del Zenete. Este presente la fue otorgado como premio a los servicios que el Cardenal prestó a los Reyes Católicos.

El Cardenal Mendoza, en su búsqueda de prestigio y reconocimiento, trató de establecer una línea de sucesión entre Rodrigo Díaz de Vivar, “El Cid Campeador”, héroe de leyenda conocido por todos, y su vástago. En este intento de manipulación heráldica, el cardenal llamó a su hijo Rodrigo Díaz de Vivar, además de heredar éste el condado del Cid, situado en Jadraque, Guadalajara.

Tal era el poder del Cardenal y la gallardía demostrada por él en tiempos de guerra, que incluso la Reina Isabel, fiel creyente de la ortodoxia matrimonial cristiana, perdonó sus constantes devaneos amorosos, además de pasar por alto que tenía un hijo.

Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, primogénito del Cardenal, heredó el título del Marquesado, siendo el primer señor de estas tierras.

El Castillo-Palacio de La Calahorra es fruto del peculiar carácter del Marqués. Éste, además de tener fama de violento, era un tanto mujeriego. Al enviudar de su mujer, quedó prendado de una joven de quince años, a quién raptó y forzó para que se casase con él. Con la vehemencia habitual del Marqués, mandó construir el Castillo, como regalo a su joven esposa. Su hija fue Mencía de Mendoza, sucedió a su padre a la edad de 14 años como Marquesa del Zenete.

El Castillo fue construido entre los años 1509 y 1512 sobre las ruinas de una fortaleza árabe como prueba de la conquista del imperio Nazarí.

Desconociéndose en la actualidad la traza original del edificio, la dirección de obras se encarga en un principio al arquitecto segoviano Lorenzo Vázquez que, por desavenencias con el marqués del Zenete, se traslada al genovés Michele Carlone. Este trabajaría primero en su taller de Génova, desde donde enviaría los mármoles de Carrara ya labrados al puerto de Almería, para posteriormente ejercer la dirección en el propio castillo para inspeccionar el montaje y el trabajo con materiales locales. La Calahorra es considerada la primera obra de envergadura en la que se documenta el trabajo de artistas italianos en España, si bien el diferente origen de los autores que labran sus piezas (lombardos, genoveses y carraresis), explica las diferencias estilísticas en la decoración del inmueble, que no obstante exhibe una sorprendente unidad a diferencia del paralelo ejemplo en el castillo de Vélez-Blanco.

Características del castillo de la Calahorra

Como ya hemos dicho anteriormente, el castillo-palacio de La Calahorra constituyó una revolución en la arquitectura española de su época, al ser la primera obra edificada en la Península Ibérica en estilo renacentista.

Este estilo por entonces ya se imponía en Italia y marcó el abandono de la estética gótica imperante en casi toda Europa. Fue construido en tan solo tres años, entre 1509 y 1512.

Su exterior muestra un edificio de planta rectangular, flanqueado en cada uno de sus ángulos por cuatro torres cilíndricas rematadas por cúpulas. Torres con base circular, y no cuadradas como era típico en la edad media. Para acceder al Castillo, tan solo se puede entrar por el muro Este, por una puerta de pequeñas dimensiones, que desemboca en la Sala de Guardias.

El macizo y austero exterior contrasta, sin embargo, con su magnífico y elegante patio interior renacentista de dos pisos, don doble galería de delicados arcos, bellas balaustradas de mármol de Carrara y una escalera claustral de gran valor artístico. Las espaciosas dependencias interiores están cubiertas con diversos artesonados.