La Cascada de Colores es
una de las grandes atracciones del Parque
Nacional de la Caldera de Taburiente (isla de La Palma, Canarias), un salto
de agua seminatural casi escondido en una desviación del sendero del barranco de las Angustias.
El Parque Nacional de la
Caldera de Taburiente es un inmenso
cráter erosivo, con unos 8 km de diámetro y casi 20 km de circunferencia.
Situado en el centro de
la isla de La Palma, es la mayor atracción turística de la llamada Isla Bonita,
una Reserva de la Biosfera de la Unesco.
Aquí, la naturaleza guarda un valioso tesoro de diversidad geológica y biológica.
Los tonos amarillos y
naranjas de la cascada provienen del hierro disuelto en las aguas del barranco y
los verdes los aportan las algas y musgos. El resultado es una paleta de tonos que cambia con la época del
año y el caudal del barranco. Para disfrutar de este regalo para los ojos
solo hace falta recorrer el sendero
de acceso a este escondido rincón del parque.
Por el interior del Parque Nacional solo se puede transitar a pie. De ahí que disponga de una red de senderos realmente envidiable, de óptima señalización y excelente mantenimiento. Los principales accesos al parque son dos: el mirador de La Cumbrecita, a 15 minutos en coche del centro de visitantes de El Paso, y Los Brecitos, a una hora de la población de Los Llanos de Aridane. No debemos olvidar reservar aparcamiento si queremos acceder antes de las 16.00 horas.
El parque también
dispone de una zona de acampada,
situada en el centro mismo del Parque Nacional. Es la única opción de
alojamiento en el interior de este espacio natural y la mejor manera de sentir
su esencia agreste. La estancia es gratuita, pero es necesario reservar plaza
con anterioridad.
Playa de Taburiente
En el interior del
Parque Nacional, lejos de la costa de la isla de La Palma, encontramos un tipo
especial de playa: el arroyo de
Taburiente. Aquí, podremos deleitarnos con el murmullo del agua mientras
contemplamos de fondo las espectaculares vistas de la caldera.
Foto de Jfcolopez
Para acceder a la playa de Taburiente se debe descender por el sendero de Los Brecitos a la zona de acampada. La ruta discurre durante dos horas por laderas cubiertas de pinos canarios, algunos de ellos monumentales.
Pensar en Andalucía es
llenarse de los colores de las buganvillas y gitanillas, del blanco de sus
paredes encaladas, del azul profundo de sus mares bajo el sol. Así, la conocida
como Ruta de los Pueblos Blancos nos
lleva a recoger un sinfín de imágenes populares salidas del corazón mismo de
Andalucía.
Esta ruta es una de las
más conocidas y cada año, miles de viajeros se dispersan por los caminos
andaluces haciendo su recorrido. Es una red de caminos que nos llevan a unos 20 municipios de las provincias de Cádiz y
Málaga. Pueblos y ciudades que comparten esas casas con fachadas de blanca
cal tan características en gran parte de la comunidad andaluza.
Nuestro siguiente punto
a visitar es Setenil de las Bodegas (Cádiz), a 15 km de Ronda (Málaga) y cuyo
centro está incrustado en la roca del tajo
formado por el río Guadalporcún a su paso por la ciudad.
Disfrutando de una
situación privilegiada, en la serranía
de Ronda, Setenil de las Bodegas es a primera vista, un bonito pueblo
encalado, muy similar al resto de pueblos blancos de la zona, con sus bonitas
calles y rincones para perderse. Pero, a medida que nos vamos acercando, su
orografía comienza a desvelarnos que Setenil encierra algo que lo hace especial, diferente… y la curiosidad
nos incita pronto a adentrarnos a descubrir qué es: ¡el pueblo parece haberse
fusionado con las rocas!
Las
casas, unas bajo la
roca y otras sobre ella crean diferentes niveles de altura, creando rincones
singulares y de gran encanto. A diferencia de otras edificaciones semi-troglodíticas desarrolladas en Andalucía, este
tipo de vivienda, denominada «abrigo
bajo rocas», no excava la piedra, sino que se limita a cerrar la pared
rocosa y desarrolla el habitáculo de forma longitudinal dentro de ella. Hasta
hace poco, ahí vivían familias de clase social humilde, hoy son mesones,
comercios, bares con sus terrazas o incluso casas rurales.
Setenil de las Bodegas ha sido nombrado como 2ª Maravilla Rural 2016 por Top Rural y pertenece a la Asociación de los Pueblos más bonitos de
España. Su entramado urbano está declarado
Conjunto Histórico.
Destacan dos zonas, las ‘cuevas de la sombra’, donde como su
nombre indica, nunca da el sol y las ‘cuevas
del sol’. En las cuevas del sol hay más bares y restaurantes, todos ellos
de dos plantas y terracita. Es, sin duda, la zona más concurrida y animada de
Setenil.
En la parte más alta, en el centro neurálgico
de la antigua fortaleza nazarí, nos
encontramos la Torre del Homenaje, único
ejemplo conservado del antiguo Alcázar y testigo silencioso de la unión de
culturas. Impresionantes las vistas que
se obtienen desde lo alto de Torre del Homenaje. ¡De alucinar!
Respecto con el Castillo de Setenil, decir que se trata de una fortaleza de origen medieval de los Siglos XIV y XV, que se construyó aprovechando las paredes verticales de la roca y ha resistido impasible al paso de los siglos, sobresaliendo en medio de la Serranía.
En la calle Villa están la antigua Casa Consistorial, inmueble construido
a principios del s. XVI de rico artesonado mudéjar, único en la provincia, y la
Casa de la Damita de Setenil. Ésta
es un interesante museo que hace un
recorrido por la historia de la villa a través de elementos arqueológicos
hallados durante las excavaciones llevadas a cabo en la localidad en 1997.
La pieza más significativa es La
Damita de Setenil, una venus paleolítica
que acredita la vida en las mencionadas cuevas desde la Prehistoria.
La imponente Iglesia parroquial de la Encarnación, detrás del castillo, es de estilo gótico tardío y su construcción comenzó en el s. XV sobre la mezquita mayor. Símbolo del triunfo sobre el pueblo musulmán, en su interior destaca el Retablo de la Anunciación, con escenas de la infancia de Cristo pintadas a finales del siglo XV.
La
mejor época para visitar Setenil de las Bodegas es en primavera, con el verde intenso de la
naturaleza que la rodea y el caudal que lleva el río Trejo, que la atraviesa
formando un impresionante tajo a su paso. Además, evitaremos el calor agobiante
que sufre la ciudad en verano y de que se llene de gente durante las
vacaciones.
Las Presillas, nombre que adquieren las piscinas naturales de Rascafría, en el Valle de El Paular (Madrid), cuentan con praderas verdes y una zona de baño dividida en tres piscinas naturales en el cauce del río Lozoya.
Un
lugar ideal para el picnic familiar o con amigos durante los meses de verano en la Comunidad de
Madrid y un paisaje con bonitos y relajados paseos para el resto del año.
El
agua está bastante fría, pues baja desde las montañas de la Cuerda Larga, en parte de su deshielo; el fondo de
las presillas tiene muchas piedras, por lo que, es mejor llevar zapatillas de
río. Hay una zona de césped (en la que se prohíbe poner sillas) y otra de
pinar. También hay aseos y un chiringuito.
La
entrada a las personas es libre y
gratuita y el precio del parking es cinco euros por automóvil y día. Los
dos únicos inconvenientes es que no podrás jugar a ningún juego de pelota ni
llevarte a tu perro, pero por lo demás, vale mucho la pena.
Podrás
ir cuando lo desees, ya que está abierto todos los días de 10 a 21 horas, desde junio hasta mediados o finales de
septiembre. Para más información, puedes contactar con:
Ayuntamiento de Rascafría: 918691117
Oficina de Turismo de Rascafría:
918691804
Pueblo de Rascafría
Rascafría
destaca por ser un pueblo de arquitectura
alegre entre montañas. La piedra (en su mayoría granito) reina entre
fachadas coloridas.
Dirigiéndonos
hacia el pueblo, nos detendremos en la Plaza
de los Trastámaras, levantada en conjunto con la Casona. ¿Sabías que este antiguo edificio fue en un principio un
Hospital o «Lazareto»? Pues esta construcción de dos plantas con
huerta y jardín, más tarde se convertiría en la casa señorial que es hoy en
día.
No
te puedes perder el Ayuntamiento, de
estilo neomudéjar, que fue construido a principios del siglo pasado y
rehabilitado en 1984.
Muy
cerca del ayuntamiento nos encontramos con la monumental Parroquia de San Andrés Apóstol. Este edificio del siglo XV se
encuentra ubicado en el extremo norte del casco y conserva algunas bóvedas
góticas y artesonado del siglo XVI en su nave central. Su púlpito es plateresco
y conserva varias esculturas procedentes del Paular, como un San Miguel
Arcángel del siglo XVIII, obra de Luis Salvador Carmona.
Foto de Juan F. Morillo
Durante
la guerra civil, su chapitel fue alcanzado por un obús y las campanas también
desaparecieron durante la contienda. Y quizás el dato más curioso es que las
nuevas campanas se construyeron con el metal de dos aviones que se estrellaron
a mediados del siglo XX.
Siguiendo
el curso del río se encuentra en Monasterio
del Paular, uno de esos lugares a los que les sienta bien cualquier época
del año, con su estilo gótico y barroco que atrae a miles de turistas.
A
su alrededor se levantan otros
monumentos que rematan una visita como es el puente del perdón, el de la
Reina o el Antiguo Molino de papel de los Batanes.
¿Qué más podemos
hacer enl los alrededores de Las Presillas?
Además de visitar Rascafría que es uno de los pueblos más bonitos de Madrid, también os recomendaría que aprovechaseis la tarde para hacer una ruta a caballo por el Valle del Lozoya. En Oteruelo del Valle podéis encontrar al menos una empresa que lo hace por 15 euros la hora. Hay varias rutas disponibles y cualquiera de ellas tiene unas vistas que merece la pena disfrutar, aunque si tenéis la posibilidad os recomendaría que pidieseis hacer la ruta que atraviesa el río. Esta ruta depende del caudal que haya en el momento, pero en verano no suele haber problemas para realizarla.
La braña de La Pornacal, situada en sitúa en el Valle del Pigüeña (Asturias), es la mayor y mejor conservada de las brañas del Parque Natural de Somiedo (reserva de la Biosfera), donde perviven las antiguas tradiciones de los vaqueiros de alzada (nómadas cantábricos) en un marco de incomparable belleza.
Una Braña es el nombre que, en la cordillera Cantábrica, recibe la zona de montaña donde el ganado aprovecha los pastos tardíos en época estival. En estos pastizales de altura cantábricos frescos y húmedos, situados entre los 1.000 y 1.300 metros de altitud, solía haber en algunos casos pequeñas cabañas (teitos), donde los pastores se refugiaban de las tormentas o pasaban las noches. Estos prados, que acostumbran a ser comunales, juegan un papel predominante en la práctica de la trasterminancia del ganado vacuno (tipo de trashumancia).
La braña de La Pornacal está formada por 32 teitos o cabañas y se encuentra en la orilla derecha del nacimiento del río Pigüeña, en una pequeña cumbre a 1170 m de altitud, dominando los prados de la Requexada. Cada una de estas cabañas sigue aun conservando la división original. Los teitos son construcciones de piedra con cubierta de escoba, un arbusto silvestre conocido científicamente con el nombre de Cytisus scoparius, y que en Somiedo se denomina “xiniesta”. Estas cubiertas es preciso cambiarlas cada 15 años.
Los teitos tienen añadido una cuadra de piedra de planta rectangular, cubierta a dos aguas con tejas curvas y muros de piedra vista. Su interior está dividido entre el habitáculo para el hombre y los animales, en un pequeño llaru hogar para el hombre y un establo y tenada para los animales. Es de destacar que en esta braña el llar se ha cambiado por un cobertizo de piedra, el casetu; en otros hay adosados pequeños porches, el sombray, donde pastor y ganado se guarecían del mal tiempo. En la jamba de una de las cabañas existen dos rostros, buscando la protección de los antepasados.
Las brañas de Pornacal y Mumián constituyen los conjuntos etnográficos más importantes en este sentido.
Fotografía de Antonio Joaquin Ruiz de Bucesta Alvarez
En el Parque Natural de Somiedo también debemos de destacar los lagos del Valle, Cerveriz, La cueva, La mina y Lago Negro o Calabazosa. Junto a éstos de más importancia, existen numerosas lagunas de pequeño tamaño, como el lago Bueno, lagunas Cabera, Redonda, Llamazo, Fontarente, lago de la Mesa, Camayor, Fuentes, etc. algunas de las cuales son temporales y se secan durante el verano.
Ruta a Braña de la Pornacal
No existe carretera para acceder a la braña, sino que sólo se puede llegar a pie.
La ruta a pie tiene gran encanto e increíbles paisajes en el entorno de Somiedo. El recorrido comunica 2 de las principales brañas de la zona: la Pomarcal, la mejor conservada del Parque con 32 teiros, y la de los Cuartos o Braña Vieja.
La ruta se realiza por una pista forestal (transitable por vehículos autorizados). El recorrido es sencillo y está bien señalizado, sin embargo, debido al gran número de repechos repartidos a lo largo de los 6 km de la misma, es aconsejable no realizarla en horas con mucho calor y llevando siempre abundante agua. El recorrido parte del pueblo Villar de Vildas (Pueblo Ejemplar de Asturias 2004). Es importante señalar que la ruta es lineal, por lo que debemos realizar el mismo recorrido de vuelta.
En aproximadamente una hora desde Villar de Vildas llegamos a la braña La Pornacal, ubicada a casi 1200 m de altura, en las praderas de la Requexada.
El
Real Monasterio de Santa María de Veruela (este es el nombre completo) fue la primera fundación de la Orden
Cisterciense en el Reino de Aragón(s.
XII).
Situado
en las cercanías de Vera de Moncayo (Zaragoza), este monasterio puede presumir
de haber sido uno de los más importantes
de la orden del Císter en España, y con un grado de conservación muy bueno
(mantiene una gran parte de sus estructuras iniciales de los siglos XII y XIII).
El monasterio de Veruela se encuentra junto a Vera de Moncayo, justo a las puertas del Parque Natural de la Dehesa del Moncayo. Un punto de Aragón muy próximo a Castilla (provincia de Soria) y Navarra.
Además
de albergar el Museo del Vino de la D.O.
Campo de Borja, el monasterio desarrolla una intensa actividad cultural a lo largo del año, con conciertos,
exposiciones, teatro o eventos concretos.
La visita del monasterio transcurre por diferentes estancias, y va desde el claustro (s. XIV) hasta la iglesia abacial (s. XII-XIII), pasando por diferentes salas y dependencias, tales como la sala capitular, abacial, de los monjes, el refectorio, la cocina, la cilla, el lavabo o el armarium o despensa.
Origen e Historia del
monasterio de Veruela
La
orden del Cister fue fundada en la
Francia de 1098 por Roberto de Molesmes que levantó una abadía cerca de Dijon,
en un lugar donde se encontraba la antigua villa romana de Cistercium
(Citeaux). La característica de los cistercienses, conocidos como monjes
roturadores, es una observancia estricta de la regla benedictina y organizan
sus monasterios como centros económicos
y agrícolas autosuficientes. Son conocidos como los monjes blancos en
contraposición a los benedictinos que son conocidos como los monjes negros, en
razón del color de los hábitos que usaban. Buscaban la soledad y el aislamiento
y erigían sus monasterios en zonas de abundancia de aguas.
La
fundación cisterciense del Monasterio de Veruela data del año de 1145. El lugar era
adecuado para una fundación del Císter gracias a lo retirado del lugar y a
la abundancia de agua que provee el río Huecha.
No
hay que pensar que el deseo cisterciense de regresar a la vida austera y
recogida elegida por San Benito varios siglos antes, llevara a estas
comunidades a la pobreza. Todo lo contrario, los monasterios medievales fueron auténticos poderes feudales -y el
Císter no fue una excepción- por lo que el Monasterio llegó a ostentar la
posesión de numerosas poblaciones en los alrededores de Tarazona y Borja:
Ainzón, Alcalá de Moncayo, Vera de Moncayo, Bulbuente, Litago, etc.
Todos
los monasterios del Císter eran idénticos, daba igual que estuvieran en el
Reino de Aragón, en Castilla o en Inglaterra. Sus edificios seguían el mismo
patrón y disposición, vestían igual, se organizaban por la regla de san Benito
y se comportaban de la misma manera. Podemos
decir, que estos monasterios fueron la primera multinacional de la historia.
Durante
la contienda entre Aragón y Castilla
(La Guerra conocida como «de los Dos Pedros») las tropas castellanas
ocuparon el monasterio y destruyeron el claustro románico, que debió ser
reconstruido tras la finalización de las hostilidades (último tercio del siglo
XIV) mediante los donativos de la familia Luna.
La
primera mitad del siglo XVI es un
momento de gran auge del monasterio
y se acometieron importantes reformas,
como la reconstrucción del recinto amurallado que daba protección a la
comunidad, aunque se mantuvo la torre del homenaje medieval. También se
modificaron las bóvedas del dormitorio y del refectorio de los monjes y se
añadió el segundo piso de galerías por encima de del claustro gótico. Otra
importante obra fruto de esta época fue la edificación del palacio abacial fuera de la estructura claustral, en concreto,
junto al acceso del monasterio.
Foto de www.romanicoaragones.com
En
el siglo XVII se acomete la
construcción de un nuevo espacio de
reposos para los monjes, construyéndose un total de 65 celdas individuales
alrededor de un nuevo claustro barroco. También se lleva a cabo la espectacular
sacristía nueva.
La
ruina del monasterio comenzó con la invasión francesa de 1808 cuando los monjes
fueron expulsados de sus conventos por las nuevas autoridades francesas. En
1814 tras ser derrotados los franceses, los monjes de Veruela regresan al
monasterio para volver a ser expulsados en 1820, esta vez por el rey Fernando
VII. Regresan en 1824, pero esta vez de manera efímera ya que con el decreto de
Desamortización de Mendizábal de 1835
los monjes tienen que abandonar definitivamente el monasterio para no volver
jamás.
Con
la desaparición de los cistercienses del monasterio por la desamortización de
Mendizábal, el monasterio entra en una fase de abandono y ruina. Por fortuna, a diferencia de otros cenobios
medievales españoles que quedaron abandonados a la ruina y el expolio a partir
de ese momento, el de Veruela se mantuvo
en buen estado gracias a la formación de una junta de conservación formada
por algunas personas de Tarazona y Borja que impidieron su ruina total y merced
a la creación de una importante hospedería frecuentada por la alta sociedad
aragonesa y otros ilustres hombres de la segunda mitad del siglo XIX.
El
monasterio tuvo como habitante ocasional
en diversas ocasiones, entre finales de 1863 y mediados de 1864 al poeta
romántico sevillano Gustavo Adolfo
Bécquer; se conserva la celda donde estuvo hospedado y en la cual escribió
una de sus novelas más recordadas «Cartas desde mi celda». También le
acompaño su hermano Valeriano que era pintor de profesión.
En
abril de 1877 el monasterio pasa a manos de los jesuitas que ocuparon el monasterio hasta 1973 en que pasó a
propiedad de la Diputación de Zaragoza.
Durante la II República Española y hasta la finalización de la guerra civil, el
monasterio fue abandonado por los jesuitas al ser expulsados de España. Después
de la contienda volverían a ocupar el convento.
En
la actualidad, pertenece a la citada
diputación que lo mantiene abierto al público, complementándolo con actividades
culturales como conciertos y exposiciones.
Características del
monasterio de Veruela
Una
de las fascinantes particularidades del monasterio de Veruela es que nos
permite recorrer, en un solo edificio, la evolución
de los principales estilos artísticos cristianos de la Edad Media.
Antes
de entrar vale la pena pararse a contemplar la conocida como Cruz Negra, llamada así por ser este el
color de la piedra con la que está construida. También recibe el nombre de Cruz
de Becquer. Levantada en 1561 por el abad Carlos Cerdán Gurrea (1561-1586) cuyas
armas o escudo podemos contemplar en dos de las caras de la pilastra acanalada
sobre la que se levanta la cruz y bajo un soporte de reminiscencias góticas.
Era el símbolo del poder temporal del monasterio ya que los abades imponían la
justicia civil y criminal sobre su señorío que era muy extenso.
Como
ejemplo de edificación cisterciense, se halla totalmente rodeado por una alta muralla jaleada por torreones.
Para construirla se utilizó piedra de calidad y bien trabajada, se contó con
buenos artífices que llevaran a cabo un plan monástico donde estaba estudiado
hasta el último detalle: funcional, armónico y cuya desnudez formal no impide
que se creen espacios de una belleza sin igual, impactante en su propia
sobriedad.
La entrada se realiza por un arco abierto en el
muro rematado por almenas piramidales. Este arco lleva a la verdadera entrada
del monasterio. Esta barbacana se levantó para dar mayor protección a la puerta
en 1546 y aún se puede observar el hueco
donde se sujetaba la puerta que cerraba esta barbacana.
La verdadera entrada al monasterio o más propiamente al
recinto cercado se realiza a través de una torre
puerta. Esta es de planta cuadrangular construida en el siglo XIII. En este
ingreso podemos ver los escudos de Hernando de Aragón (Zaragoza 1498 – Zaragoza
1575), abad de Veruela entre 1535 y 1539 y las del abad Lope Marco entre 1539 y
1560, durante cuyo abaciato se construyó el segundo cuerpo y muchas de las
estancias del monasterio.
En
esta torre puerta tenía su celda el portero
del convento y en su interior se conserva una pequeña capilla dedicada a
San Bartolomé con unas interesantes
pinturas del gótico temprano.
Traspasada
la puerta y a lo largo de un paseo podemos ver a nuestra derecha una gran
construcción, es el palacio abacial
construido en la segunda mitad del siglo XVI.
Al
final del paseo nos encontramos con la iglesia
y más concretamente con su portada
románica de finales del siglo XII.
La
iglesia, de proporciones
catedralicias, consta de tres naves de gran altura, con una mágica combinación
de elementos arquitectónicos como arcos y columnas que sostienen las bóvedas
para dar forma a uno de los espacios más bellos que se construyeron en la Edad
Media.
A
los pies de la iglesia se alza la torre
campanario, llamada de Santiago, formada por cuatro cuerpos, los dos
inferiores de origen románico, mientras que los dos superiores siguen las
pautas mudéjares con el uso del ladrillo tan propio de la zona de Aragón.
Fechada en los siglos XVI y XVII.
Una de sus joyas es su
impresionante claustro,
llamado el “jardín de piedra”. Los vanos abiertos en el claustro se decoraron
con bellos capiteles tallados, la mayoría con motivos vegetales pero también
algunos figurados; y se colocaron gárgolas de desagüe de las lluvias con formas
fantásticas. Alrededor del claustro se distribuyen todas las dependencias.
El
acceso al claustro desde la iglesia se realiza a través de un vano (siglo XIII)
formada por un arco de medio punto situado en el muro sur cerca del transepto.
Esta era conocida como puerta de los
monjes.
El
claustro está dispuesto en dos alturas: el claustro bajo y el alto. El claustro bajo fue realizado en el siglo
XIV, después del año 1366, pues se sabe que durante la Guerra de los dos
Pedros, entre Castilla y Aragón, el monasterio y el claustro fue asaltado por
las tropas castellanas.
Junto
a la portada de comunicación entre el claustro y la iglesia, adosados al muro
encontramos tres sarcófagos de
piedra correspondientes de los fundadores del monasterio.
La
construcción de la sala capitular, de
planta cuadrada, esta datada de comienzos del siglo XIII. En la sala capitular
están enterrados en el suelo los primeros quince abades del monasterio. Junto a
la sala capitular encontramos el locutorio,
una larga y estrecha habitación donde del abad se encargaba de distribuir las
tareas diarias.
El
Sriptorium o Sala de monjes está formada
por una amplia habitación de planta rectangular. Este lugar era donde los
monjes copiaban manuscritos o estudiaban. Comunicado con esta sala, hay una
pequeña sala destinada a letrinas
(siglo XIII).
El refectorio, de planta rectangular, se construyó en dos fases entre el s XIII y XVI. Como es habitual en los monasterios cistercienses adosado al muro encontramos el púlpito (realizado en 1546) para las lecturas sacras que se realizaban durante las comidas.
Recent Comments