La ermita de Santa María de Eunate, rodeada de misterio, es una ermita del siglo XII atribuida a los templarios, y que se alza solitaria en la llanura navarra, en la confluencia de los Caminos a Santiago aragonés y navarro.
El misterio no aclarado sobre su origen y su inquietante interior
avivan el interés de este templo que fue hospital de peregrinos, dormitorio de
difuntos, faro-guía para caminantes, lugar de culto cristiano y santuario
telúrico para quienes buscan fuerzas esotéricas.
En Mururzábal (Valle de Valdizarbe), en la ruta tolosarra del Camino de Santiago, poco antes de que ésta confluya en Puente la Reina con la procedente de Orreaga/Roncesvalles, se alza solitaria pero imponente la iglesia de Santa María de Eunate, un raro, bello y sugerente ejemplo de arquitectura románicadeclarado monumento nacional.
Su planta octogonal sigue el modelo de la basílica del Santo Sepulcro
y de la Cúpula de la Roca de Jerusalén. Esta estructura y el claustro que la circunda la hacen diferente a cualquier otro templo románico.
No dudes en consultar sus horarios y tarifas cuando vayas a realizar la visita a esta magnífica ermita medieval.
Origen e Historia de la ermita Santa María de Eunate
Construida en 1170, su origen no está claro. Algunos historiadores han barajado la posibilidad de que fuese obra de los templarios y hospital de la orden de San Juan, mientras que la tradición popular atribuye su construcción a una reina o señora, cuya sepultura yace bajo las piedras, para que fuese capilla funeraria (iglesia cementerial de peregrinos).
Más allá de aspectos de carácter
legendario, la gran mayoría de especialistas coinciden hoy en día en
contextualizar la construcción del templo durante la segunda mitad del siglo
XII, coincidiendo pues con el fecundo reinado
de Sancho el Sabio de Navarra.
Otra de las funciones que tanto a
Santa María de Eunate como al Santo Sepulcro de Torres del Río se atribuyen es
la de faro de orientación para al
peregrino, contando ambas en lugar de torre, con una especie de linterna
arquitectónica coronando el edificio dentro de la cual se mantenía un fuego que
servía de punto de referencia al caminante durante la noche.
Arquitectura de la ermita Santa María de Eunate
El conjunto de planta
octogonal, como el Santo Sepulcro de Jerusalén y otras dos construcciones del
Camino de Santiago, está circundado por una hermosa galería porticada de 33 arcos, con capiteles decorados. La armonía
de la planta octogonal queda rota por el ábside pentagonal y una torrecilla de
planta cuadrada adosada en el lado de la epístola. En los muros exteriores se alternan ventanas caladas y ciegas y dos
puertas de acceso, la del norte frente al Camino, muy decorada, y otra más
sencilla hacia poniente.
El interior del templo es sencillo y con algunos elementos de
influencia musulmana. En los muros de sillería se aprecian dos alturas y en
cada ángulo se superponen dos columnas. La sobriedad del interior es sólo
aparente, ya que las columnas poseen
hasta 26 capiteles decorados.
La bóveda octogonal está sustentada por 8 nervios con ángulos diferentes, lo que evidencia que los ocho lados del templo son diferentes. Y en el ábside, de gran riqueza arquitectónica y con forma semicircular, se encuentran los elementos esculturales más antiguos de la iglesia.
La Basílica de Nuestra
Señora del Pilar es el edificio más representativo de Zaragoza, el templo barroco más grande de España y
uno de los centros de peregrinación más importantes del país.
Se considera el primer templo de culto mariano de la
Cristiandad y en él se conserva la columna (o pilar) que la Virgen María,
la noche del 2 de enero del año 40, entregó al apóstol Santiago cuando éste se
encontraba a orillas del río Ebro convirtiendo a los primeros cristianos. Según
la tradición, la Virgen en vida vino a Zaragoza a confortar y animar al apóstol
en su empresa y al entregarle la columna le pidió que sobre ella levantase una
capilla en la que se venerase su imagen.
Los aragoneses suelen llamar a la virgen “la Pilarica” ya que, a pesar de la importancia de la talla de la Virgen del Pilar, apenas mide unos 36 centímetros.
El edificio presenta planta rectangular de salón con tres naves
de igual altura, siendo más ancha la central, y capillas entre contrafuertes
rodeando todo el perímetro del templo. Se plantea de este modo como iglesia de peregrinación para circular
por ella sin molestar el culto. Cuenta con diferentes tipos de cubiertas (bóvedas, cúpulas) que se
alternan de forma dinámica sobre gruesos pilares de sección cuadrada, salvo los
que soportan la gran cúpula central que son poligonales. Los muros se articulan a base de pilastras
que enmarcan las embocaduras de las capillas. La decoración interior es obra de Ventura Rodríguez, quien siguiendo
tendencias clasicistas, sustituyó los elementos decorativos de estilo barroco
que se proyectaron en origen.
Origen e Historia de la Basílica del Pilar
Según la tradición hubo
una capilla primitiva que fue sustituida
por un templo románico, tras la conquista de Zaragoza por Alfonso I. En el
año 1434 quedó prácticamente destruido por un incendio por lo que inició la
construcción de un nuevo templo para
sustituirlo. De esta construcción románica tan solo se conserva un tímpano con
un crismón labrado en piedra, que está colocado en el muro sur de la plaza
junto a la puerta baja.
En 1515 finaliza la construcción de la nueva iglesia
gótico-mudéjar que sustituyó al dañado templo románico. La iglesia era
bastante amplia y constaba de una única nave y un pequeño claustro donde estaba
la capilla del Pilar. De esta época es el retablo de alabastro del altar mayor,
obra de Damián Forment en 1509.
En 1638 se plantea la ampliación y modernización del templo,
emulando el modelo y líneas de la Basílica de San Pedro de Roma. La
construcción fue encargada a Felipe Herrera el Mozo, quien inicia las obras en
el año 1681 y se prolongan hasta el año 1754.
En 1725 el arquitecto
Ventura Rodríguez recibe el encargo de terminar
la Capilla dedicada a la Virgen del Pilar y de rediseñar el proyecto
inicial del templo. En 1765 terminaban las obras de la Santa Capilla. Fue Ventura Rodríguez quien configuró el
templo hasta nuestros días.
En 1872 concluyeron las
obras de la gran cúpula central y la primera torre.
El
resto de la torres fueron levantadas en 1907 y 1961 y en los años 1940-1950 se decoró en
piedra la fachada que da a la plaza.
El interior de la Basílica del Pilar
Elemento a destacar en el
interior del edificio es la Santa
Capilla, un pequeño templo donde se encuentra colocada la imagen de la
Virgen dentro de un camarín de plata con fondo de mármol verde sobre la
columna. En este espacio se funden jaspes, mármoles y bronces con la decoración
escultórica y la pintura de su cúpula.
Del interior cabe
destacar de igual modo la bóveda del
coreto, frente a la Santa Capilla, decorada por un joven Goya y que plasma el tema «La
Gloria o Adoración del Nombre de Dios»; la cúpula que representa la
«Regina Martyrum», también pintada por Francisco de Goya; las cúpulas
decoradas por los hermanos Bayeu, el Retablo Mayor, obra de Damián Forment y el
coro de Nicolás de Lobato, Esteban de Obray y Juan de Moreto.
La Catedral-Basílica
cuenta con un tesoro que encierra un
gran número de objetos de orfebrería litúrgica, destacando sobre todo el
llamado Joyero de la Virgen, con
coronas, diademas, resplandores, etc. de piedras preciosas, y la colección de más de 350 mantos de la Virgen (el más
antiguo está confeccionado por las madres capuchinas de Zaragoza en 1762).
En el templo están
enterrados la mayoría de los arzobispos zaragozanos de la Edad Moderna, así
como los cuerpos de San Braulio y del general Palafox, entre otros.
Como curiosidad hay que citar las dos bombas de la guerra civil, expuestas en uno de los pilares, que cayeron sobre el edificio pero no llegaron a explotar. También cabe destacar la presencia de las banderas de España y de los diferentes países hispanoamericanos, por ser la Virgen del Pilar la patrona de la Hispanidad.
El castillo de Loarre o
castillo abadía de Loarre es un majestuoso recinto fortificado considerado como
el castillo románico mejor conservado de
Europa. Se encuentra en las
cercanías del pueblo de Loarre, a 1071 metros de altura y a sólo 30 km de
Huesca.
Levantado sobre un
espolón rocoso está formado por diversas
edificaciones, la mayoría en buen estado de conservación, entre las que
podemos ver las murallas y torreones, la fortaleza, la torre del homenaje o el
mirador de la reina (con espléndidas vistas sobre la sierra y los llanos que se
abren a sus pies), además de otras dependencias de origen monástico, como la
iglesia o la cripta.
Desde su posición se
tiene un control sobre toda la llanura de la Hoya de Huesca y en particular sobre Bolea. Durante el periodo
altomedieval el castillo de Loarre, junto con el próximo de Marcuello,
ostentaban una importancia estratégica
fundamental dentro del sistema defensivo aragonés, frente a la férrea
posición musulmana de Bolea.
Construido en el siglo XI resultó ser pieza clave para
el rey Sancho III el Mayor en la reconquista cristiana de esta Tierra Llana o
Plana (de ahí el nombre de Plana de Uesca) a los musulmanes. Presenta un buen
estado de conservación, lo que hace que sea uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar y civil del
románico de España.
Fue denominado Monumento Nacional en el año 1906. En
la actualidad cuenta con el estatus de bien
de interés cultural. Las instituciones regionales y comarcales están
interesadas en promover su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco.
Su belleza,
singularidad, buena conservación y excelente ubicación han hecho que resultara elegido en numerosas ocasiones como
escenario de películas y documentales, algunas tan universales como “El
Reino de los Cielos” dirigida por Ridley Scott.
Origen e Historia del Castillo de Loarre
Durante
muchos años se ha defendido que en Loarre existió un núcleo urbano ya desde época romana, denominado Calagurris
Fibulariensis. Sin embargo, lo inaccesible del lugar ha hecho dudar de la
veracidad de esta afirmación, pues no hay ninguna certeza para relacionar
Loarre con esta ciudad. No obstante, parece razonable pensar en un posible asentamiento de época antigua, aunque
no se han localizado restos arquitectónicos anteriores al siglo XI.
Durante
el periodo musulmán tampoco hay
demasiadas noticias sobre Loarre, aunque todo parece indicar que esta zona no
se llegó a controlar de forma exhaustiva.
Algunos
historiadores sitúan el origen del castillo de Loarre en una fecha tan temprana
como es el siglo X, cuando se
construiría una torre como símbolo del terreno ganado a los musulmanes. Sin
embargo, la conquista definitiva de todas estas tierras tuvo lugar bajo el
reinado de Sancho III el Mayor (1004-1035). El 8 de enero de 1033 ya había un
teniente aquí, Lope Sánchez, con lo cual debía de existir, o quizás se estaba
construyendo, un castillo. Tras la muerte del rey, algunos autores piensan que
Loarre fue heredado por su hijo Gonzalo.
Durante
el periodo de 1035 a 1042 parece que estuvo abandonado, pero a partir de este
año, pasó al poder de Ramiro I (1035-1063) y adquirió una gran importancia. En
esta época se construyó la Torre del
Homenaje, y parece que se creó un núcleo de población en su entorno.
En
general, las partes del castillo de Loarre de esta etapa que comprende los dos
primeros tercios del siglo XI se reconocen (atención a las reformas y restauraciones recientes) por sus formas lombardas, en
especial a sus muros realizados con sillarejos.
Durante
el reinado de Sancho Ramírez (1069-1094) es cuando el castillo alcanzó el máximo esplendor, y fue en estos años
cuando se realizó la ampliación que
dio lugar a la configuración actual. En la década de los 70 el rey fundó en el castillo
un monasterio con una comunidad de
canónigos de la orden de San Agustín puesto bajo la autoridad directa del papa,
con lo que al carácter militar de la fortaleza se unió un aspecto religioso.
De
este monasterio se han conservado algunas estancias, adscritas a la estética
del románico pleno jaqués, como la espléndida iglesia de San Pedro y la cripta de Santa Quiteria.
A
lo largo del siglo XII el castillo se secularizó y se redujo a la categoría de parroquia. El carácter militar también
perdió importancia tras las conquistas de Huesca (1096) y Bolea (1101) y poco a
poco quedó abandonado. Desde 1263 hasta 1285 estuvo bajo la protección de la Orden de San Juan. En el siglo XVI el
núcleo de población se trasladó a su emplazamiento actual, en una zona más baja
y accesible, y para ello se construyó una iglesia y nuevas casas, cuyas piedras
salieron de los muros del castillo, quedando éste completamente abandonado y
semiderruido.
Las murallas del
Castillo de Loarre
La
interpretación de las diferentes fases
constructivas del castillo de Loarre ha dado lugar a grandes debates entre
los historiadores de la arquitectura, y muchos de los frentes que se han
abierto continúan siendo objeto de estudio, sin que se hayan podido alcanzar
unas conclusiones definitivas.
La
fortaleza se encuentra rodeada por una gran muralla que recorre todo su
perímetro en los costados norte, este y sur, mientras que en el oeste el
castillo se protege por la propia montaña. El
muro se refuerza con un torreón cuadrangular y otros nueve semicirculares.
La
entrada principal al recinto se
encuentra en el flanco este, y está compuesta por un sencillo arco de medio
punto, flanqueado por dos torreones semicirculares. El castillo tiene una segunda puerta, más antigua, ubicada en
el único torreón cuadrangular de la muralla, compuesto también por un sencillo
arco de medio punto que se sitúa en un ángulo recto con respecto al lienzo de
la muralla, para proteger el acceso.
La torre albarrana
Frente
a la segunda puerta de entrada de las murallas hay una pequeña torre a la que
tradicionalmente se ha denominado albarrana, y que quizás se comunicase con la
muralla por medio de una estructura de madera, aunque en realidad su función
defensiva no está nada clara, ya que su construcción
es bastante anterior a la de la muralla.
El exterior del
Castillo de Loarre
Desde
esta zona se puede ver una magnífica perspectiva del ábside de la iglesia. Éste tiene forma semicircular, y se encuentra
dividido horizontalmente por medio de dos líneas de imposta con la característica
decoración del ajedrezado jaqués, que lo dividen en tres cuerpos de tamaño
desigual correspondientes, el inferior a la cripta y los dos superiores a la iglesia.
El interior del
Castillo de Loarre
La
cripta tiene una planta
semicircular, y se encuentra situada bajo el ábside de la iglesia. Se cubre por
medio de una bóveda de horno, que arrancan de una línea de imposta ajedrezada.
La
iglesia de San Pedro, levantada en
época de Sancho Ramírez, tiene una sola nave, dividida en dos tramos, y rematada
en un ábside semicircular. La iglesia cuenta con una maravillosa bóveda semiesférica realizada en sillería, con cuatro
pechinas en los ángulos que facilitan el paso del espacio cuadrangular al
circular.
La oscuridad
de la iglesia y su enorme volumen, incluyendo la cúpula del cimborrio, no suele
permitir contemplar demasiados detalles, pero es recomendable alzar la vista para contemplar los capiteles de los
ventanales, con numerosas representaciones zoomorfas.
Si
continuamos nos encontramos con las dependencias
militares y la torre del homenaje. Su altura hace que su perfil sobresalga
de la estructura del castillo. Esta torre se construyó en época de Ramiro I, y
originalmente era una albarrana, exenta, pero cuando en época de Sancho Ramírez
se edificó la iglesia, la construcción quedó dentro del recinto monástico,
perdiendo en gran parte su función defensiva. La torre tiene planta
rectangular.
Desde
la torre del homenaje se puede acceder a la torre de la Reina por medio de una pasarela metálica. Es una
elegante construcción, cuyo rasgo más distintivo es la galería de ventanas de la parte superior. Se estructura en tres
pisos, visibles desde fuera por las tres filas de ventanas.
El
patio de armas no tiene grandes
dimensiones, aunque seguramente fuese suficiente para acoger la guarnición que
habitó en el castillo construido por Sancho III. Seguramente en época de Sancho
Ramírez este espacio se modificó.
La
iglesia de Santa María de Valverde
fue la primera capilla de la fortaleza construida por Sancho III. El primitivo
ábside quedó oculto cuando se construyó la iglesia de San Pedro. Se accede
desde el patio de armas.
En
la zona norte del castillo de Loarre, entre la torre norte y la del homenaje
hay una serie de dependencias comunicadas por pasillos y escaleras que se
piensa serían las dependencias monacales.
La más amplia es la conocida como sala
de los arcos, que bien pudiera haber sido el dormitorio de los monjes.
El mirador o ventanal de la reina no es más que los restos de una gran sala construida por Sancho Ramírez, con dos pisos de altura, cuya función es desconocida. En la actualidad tan sólo ha sobrevivido el piso inferior.
Sos del Rey Católico
está considerado como uno de los pueblos más bonitos de España. Se encuentra en
la zona norte de la provincia de Zaragoza, en la comarca de las Cinco Villas, cercano a la Comunidad Foral de
Navarra.
Sos está construido sobre una gran peña y en su parte más alta se encuentra el Castillo de Peña Felizana. Una fortaleza que sirvió de defensa a la villa durante siglos. Actualmente lo más reseñable que se conserva es su Torre del Homenaje. Además, es uno de los mejores miradores desde los que observar el pueblo, sus alrededores y desde el que contemplar el atardecer.
El conjunto de Sos se
compone de bellas casas de piedra, aleros de madera, fachadas con sillares y
escudos, ventanas góticas y renacentistas, y calles empedradas. Sos del Rey
Católico, declarado Conjunto Histórico
Artístico y Bien de Interés Cultural en el año 1968, es uno de los pueblos
más bellos de Aragón.
Perderse
por las calles de
este pueblo te hará pensar que estás en la época medieval. Empedradas,
estrechas, retorcidas, medievales… así son las calles de Sos. Recorriendo sus
calles irás reconociendo los diferentes escenarios en los que se rodó la
película de La Vaquilla.
Origen e historia de Sos del Rey Católico
En el municipio se ha
encontrado algún vestigio prehistórico y restos de época romana, pero el emplazamiento actual de la villa arranca
en el siglo X, durante la reconquista al Islam.
Plaza fronteriza
cristiana y con el tiempo lugar
estratégico entre los reinos de Aragón y Navarra, la villa sigue siendo hoy
en día un espectacular recinto
amurallado. De los siete portales de acceso conservados el principal es el
de Zaragoza.
Sobre el origen del topónimo «Sos» se
han aventurado diversas hipótesis: Según algunos autores «Sos»
vendría a significar «Sobre un alto», mientras que otros encuentran
relación con los primeros habitantes de estas tierras; El pueblo de los Sussetanos. Otras teorías minoritarias apuntan a un
posible origen latino o vascón del nombre, no obstante la lengua vasca fue hablada en las zonas colindantes a Navarra de las
provincias de Huesca y Zaragoza hasta el siglo XVIII. El nombre completo del
pueblo «Sos del Rey Católico» fue solicitado por el ayuntamiento del
pueblo y concedido por el rey Alfonso XIII a principios del siglo XX, y se
fundamenta en que este pueblo fue la cuna del rey Fernando el Católico.
Rincones que merece la pena visitar de Sos del Rey
Católico
La Plaza de la Villa es una plaza pequeña, pero cerrada por altos
edificios que la dotan de una monumentalidad única. Sin ninguna duda, es una de las plazas medievales más bonitas de
España.
A medida que vayas visitando la villa irás encontrando diferentes miradores desde los que contemplar los bellos paisajes que rodean a Sos. Desde alguno de ellos podrás divisar las cumbres nevadas de los Pirineos. Incluso, si tienes buena vista, podrás llegar a ver el Monasterio de Leyre.
La iglesia del pueblo, la
de San Esteban alberga un gran tesoro
está en su cripta. En ella se conservan varias pinturas góticas de gran belleza. Te recomendamos realizar una
visita guiada por la ciudad en la que se incluye la entrada a este lugar.
Esta iglesia es en la
que fue bautizado el Fernando el
Católico que, como ya sabrás, nació en Sos. Así que, uno de las cosas que
no puedes perderte en su interior es la pila
bautismal en la que fue bautizado.
Por otro lado, no te puedes perder visitar el Palacio de Sada, la casa en la que nació Fernando el Católico (10 de marzo de 1452). En ella está situada hoy en día la oficina de turismo y es el punto de partida de sus visitas guiadas, las cuales son más que recomendables para conocer la historia de Sos.
Muy cerca de Sos se
encuentran las Bardenas Reales, uno
de los paisajes más bonitos y singulares de España. Una zona semidesértica con
caprichosas formas y declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Otro lugar muy cercano y que merece la pena visitar es el monasterio de Valentuñana, construido por los Carmelitas Descalzos, a finales del s. XVII.
Trasmoz es un municipio de la provincia de Zaragoza ubicado en las faldas del Moncayo, a escasos kilómetros del Monasterio Cisterciense de Veruela.
Este
pequeño pueblo siempre ha estado rodeado de un halo de misterio. Lo cierto es que actualmente es el único pueblo maldito y excomulgado de
España y solo el Papa podría poner fin a esta situación que vive el pueblo
desde hace cientos de años.
Y
maldito y excomulgado ha llegado Trasmoz hasta nuestros días, ya que hasta el momento
ningún Papa ha levantado la maldición ni
la excomunión. Aun así, poco o nada afecta esta situación al día a día del
municipio. Y es que se celebran actos religiosos con absoluta normalidad y se
han mantenido las tradiciones religiosas a lo largo de la historia.
Es
más, son estas historias las que cada año llevan a miles de turistas a visitar esta localidad zaragozana, que ha hecho
de sus brujas y sus leyendas todo un filón para el turismo. Cuenta con un museo dedicado a la brujería y cada
año, con la llegada del verano, se celebra una feria dedicada a las brujas, la magia y las plantas medicinales que
atrae a cientos de visitantes al pueblo. La feria ha alcanzado merecidamente el
rango de Fiesta de Interés Turístico en
Aragón.
El
último sábado de octubre, el pueblo
se ilumina con la única luz de las velas
de las calabazas que colocan sus vecinos y se llena de miles de curiosos en
‘La Luz de las Ánimas’ –fiesta mitad religiosa, mitad pagana– en la que
participa desde el más joven al más viejo del lugar.
Escobas
en los balcones, muérdago en las ventanas, gatos negros que cruzan delante de
tus pies y, lo más llamativo, placas en
cada portal con el nombre de la bruja que habita cada casa.
Frente
a una de las casas del pueblo existe una escultura de hierro forjado de una
mujer. La imagen es de La Tía Casca,
la última bruja asesinada en Trasmoz,
en 1860. Por lo visto, una epidemia
mortal había estallado y no se encontraron ni cura ni explicación. Así que
culparon a La Tía Casca, ya que se pensaba que era oscura y extraña. La
rodearon y la arrojaron a un pozo profundo, encima del cual se encuentra la
escultura. Si pasas por allí, se te erizan los pelos…
Si
visitas este fantástico pueblo no puedes irte sin probar las migas aragonesas, el ternasco y los quesos
de cabra artesanales (El acebo de Moncayo).
Gastronomía típica de esta comunidad del norte de España.
Leyenda sobre brujas
y aquelarres
La
localidad ha dado lugar a leyendas sobre
brujas y aquelarres, alguna de las cuales fue recreada por Gustavo Adolfo
Bécquer. Es el único pueblo español
oficialmente maldito y excomulgado por la iglesia católica, cuya excomunión
no ha sido revocada todavía.
Corría
el siglo XIII cuando la localidad
fue excomulgada. Por aquel entonces Trasmoz era como una isla laica rodeada de
todos los pueblos que pertenecían al Monasterio de Veruela. Según cuentan las
leyendas, la actividad de las brujas estaba en aquellos años en su máximo
apogeo y, entre los muros de su castillo,
los aquelarres y todo tipo de actos paganos eran una constante.
Lo
que sí está contrastado es que Trasmoz –actualmente con apenas 80 vecinos
empadronados– impedía que el Monasterio
de Veruela impusiese un control absoluto sobre el territorio como sí
ocurría con el resto de poblaciones de los alrededores. Era independiente, por ejemplo, en el uso
del agua, ya que la Corona le había otorgado una serie de derechos que le
situaban en una posición más ventajosa
que al resto de municipios. Además, hay quien señala que en su Castillo lo que
realmente se hacía era acuñar monedas falsas que minaban los ingresos de
Veruela. Y fue este compendio de razones las que llevaron a excomulgar al
municipio por orden papal.
Muchos
años después, ya en el siglo XVI, en concreto en 1511, el Abad del Monasterio
de Veruela decidió propagar por el municipio de Trasmoz una maldición convirtiéndolo en el único
pueblo maldito conocido de toda España. A la entrada del pueblo, una cruz con un velo negro, dejaba
constancia de la maldición, en la que participaron todos los monjes del Monasterio
con la lectura del salmo 108 del libro de los salmos.
«Danos
tu ayuda contra el adversario, porque es inútil el auxilio de los hombres; Con
Dios alcanzaremos la victoria, y él aplastará a nuestros enemigos». Un salmo
que se usaba para maldecir a los enemigos y con el que quedó maldecido el señor
de Trasmoz, sus descendientes y todo un pueblo. No hay otro lugar en España en el que se haya realizado un ritual de
estas características.
Castillo de Trasmoz
El
castillo, situado en lo alto de la
colina, no vive sus mejores momentos arquitectónicamente hablando pero se
está intentando que se rehabilite. Sin embargo puedes visitarlo.
Dentro se ha habilitado una zona para el museo, donde podrás ver muchísimos objetos relacionados con la brujería como: las hierbas y las plantas más utilizadas, los animales relacionados con las brujas y utensilios para crear pociones.
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