La Basílica de Nuestra
Señora del Pilar es el edificio más representativo de Zaragoza, el templo barroco más grande de España y
uno de los centros de peregrinación más importantes del país.
Se considera el primer templo de culto mariano de la
Cristiandad y en él se conserva la columna (o pilar) que la Virgen María,
la noche del 2 de enero del año 40, entregó al apóstol Santiago cuando éste se
encontraba a orillas del río Ebro convirtiendo a los primeros cristianos. Según
la tradición, la Virgen en vida vino a Zaragoza a confortar y animar al apóstol
en su empresa y al entregarle la columna le pidió que sobre ella levantase una
capilla en la que se venerase su imagen.
Los aragoneses suelen llamar a la virgen “la Pilarica” ya que, a pesar de la importancia de la talla de la Virgen del Pilar, apenas mide unos 36 centímetros.
El edificio presenta planta rectangular de salón con tres naves
de igual altura, siendo más ancha la central, y capillas entre contrafuertes
rodeando todo el perímetro del templo. Se plantea de este modo como iglesia de peregrinación para circular
por ella sin molestar el culto. Cuenta con diferentes tipos de cubiertas (bóvedas, cúpulas) que se
alternan de forma dinámica sobre gruesos pilares de sección cuadrada, salvo los
que soportan la gran cúpula central que son poligonales. Los muros se articulan a base de pilastras
que enmarcan las embocaduras de las capillas. La decoración interior es obra de Ventura Rodríguez, quien siguiendo
tendencias clasicistas, sustituyó los elementos decorativos de estilo barroco
que se proyectaron en origen.
Origen e Historia de la Basílica del Pilar
Según la tradición hubo
una capilla primitiva que fue sustituida
por un templo románico, tras la conquista de Zaragoza por Alfonso I. En el
año 1434 quedó prácticamente destruido por un incendio por lo que inició la
construcción de un nuevo templo para
sustituirlo. De esta construcción románica tan solo se conserva un tímpano con
un crismón labrado en piedra, que está colocado en el muro sur de la plaza
junto a la puerta baja.
En 1515 finaliza la construcción de la nueva iglesia
gótico-mudéjar que sustituyó al dañado templo románico. La iglesia era
bastante amplia y constaba de una única nave y un pequeño claustro donde estaba
la capilla del Pilar. De esta época es el retablo de alabastro del altar mayor,
obra de Damián Forment en 1509.
En 1638 se plantea la ampliación y modernización del templo,
emulando el modelo y líneas de la Basílica de San Pedro de Roma. La
construcción fue encargada a Felipe Herrera el Mozo, quien inicia las obras en
el año 1681 y se prolongan hasta el año 1754.
En 1725 el arquitecto
Ventura Rodríguez recibe el encargo de terminar
la Capilla dedicada a la Virgen del Pilar y de rediseñar el proyecto
inicial del templo. En 1765 terminaban las obras de la Santa Capilla. Fue Ventura Rodríguez quien configuró el
templo hasta nuestros días.
En 1872 concluyeron las
obras de la gran cúpula central y la primera torre.
El
resto de la torres fueron levantadas en 1907 y 1961 y en los años 1940-1950 se decoró en
piedra la fachada que da a la plaza.
El interior de la Basílica del Pilar
Elemento a destacar en el
interior del edificio es la Santa
Capilla, un pequeño templo donde se encuentra colocada la imagen de la
Virgen dentro de un camarín de plata con fondo de mármol verde sobre la
columna. En este espacio se funden jaspes, mármoles y bronces con la decoración
escultórica y la pintura de su cúpula.
Del interior cabe
destacar de igual modo la bóveda del
coreto, frente a la Santa Capilla, decorada por un joven Goya y que plasma el tema «La
Gloria o Adoración del Nombre de Dios»; la cúpula que representa la
«Regina Martyrum», también pintada por Francisco de Goya; las cúpulas
decoradas por los hermanos Bayeu, el Retablo Mayor, obra de Damián Forment y el
coro de Nicolás de Lobato, Esteban de Obray y Juan de Moreto.
La Catedral-Basílica
cuenta con un tesoro que encierra un
gran número de objetos de orfebrería litúrgica, destacando sobre todo el
llamado Joyero de la Virgen, con
coronas, diademas, resplandores, etc. de piedras preciosas, y la colección de más de 350 mantos de la Virgen (el más
antiguo está confeccionado por las madres capuchinas de Zaragoza en 1762).
En el templo están
enterrados la mayoría de los arzobispos zaragozanos de la Edad Moderna, así
como los cuerpos de San Braulio y del general Palafox, entre otros.
Como curiosidad hay que citar las dos bombas de la guerra civil, expuestas en uno de los pilares, que cayeron sobre el edificio pero no llegaron a explotar. También cabe destacar la presencia de las banderas de España y de los diferentes países hispanoamericanos, por ser la Virgen del Pilar la patrona de la Hispanidad.
La
ermita de San Antonio de la Florida (conocida también como Real Ermita de San
Antonio de la Florida), se encuentra situada en la plaza del mismo nombre en el
distrito de Moncloa-Aravaca (Madrid),
y se considera como la única
superviviente de las tres ermitas dedicadas a san Antonio de Padua que hubo
a las afueras de Madrid (esta de la Florida, Alemanes y Retiro).
A
pesar de ser uno de los mejores ejemplos del neoclásico madrileño, la ermita de San Antonio de la Florida
sorprende por el grandioso conjunto
pictórico que Goya pintó a finales del siglo XVIII. En esta obra maestra
del arte español, el artista aragonés siempre tuvo presente que estaba
decorando uno de los templos más populares de Madrid, famoso por su romería del 13 de junio.
Debido
a la especial preocupación que ha existido siempre por garantizar su
conservación, en 1905 fue declarada
Monumento Nacional, y en 1928 se construyó a su lado un templo idéntico
para trasladar el culto y reservar el original como museo de Goya.
A
pocos metros de la ermita se encuentra el Cementerio
de San Antonio de la Florida, donde están enterradas 43 víctimas de los
fusilamientos del 3 de mayo de 1808.
El horario para visitar la ermita de San Antonio de la Florida es de martes a domingo de 9:30 a 20h. En verano entre semana se suele cerrar durante una hora hacia mediodía, entre las 13:45 y las 14:45, y se cierra a las 19:15. La entrada es gratuita y está prohibido hacer fotografías en su interior. Es posible realizar visitas guiadas de lunes a viernes en horario de mañana.
Historia de la ermita
de San Antonio de la Florida
La
ermita de San Antonio de la Florida fue mandada construir durante el reinado de Carlos IV. El proyecto
corrió a cargo del arquitecto Francisco
de Fontana, que finalizó las obras en 1798.
El
aspecto exterior no es especialmente llamativo. Su estilo neoclásico dio como
resultado un edificio elegante sin grandes alardes. Si acaso ese frontispicio
triangular de la fachada, desprovisto de adornos. Es precisamente su interior lo que sorprende a los visitantes.
Su
planta es de cruz griega con brazos
muy cortos y ábside semicircular en la cabecera, el cual origina un espacio
central dominado por una gran cúpula
iluminada mediante linterna. Circunscriben la ermita estancias adosadas al
exterior formando un rectángulo. Resaltan los pies que marcan la fachada
principal construida según el canon barroco.
Goya en San Antonio
de la Florida
El
mismo año que concluyó la construcción de la ermita, Francisco de Goya se puso
a pintar las paredes por encima de la cornisa. Una de las obras representadas
es la Adoración de la Trinidad.
Pero
quizá más admirado es el Milagro de San
Antonio, pintado en la cúpula dentro de una barandilla ficticia. Sobre un
paisaje de fondo, el Santo resucita a un hombre asesinado para que testifique a
favor de su padre, acusado del crimen.
Pero
Goya también está presente en la ermita de otro modo. En 1919 se trasladó su cadáver al templo y hoy podemos ver la tumba con
su nombre a los pies del presbiterio. Del cadáver falta la calavera,
perdida supuestamente en su primer enterramiento en Burdeos.
Enfrente de la ermita, en medio de la glorieta de San Antonio de la Florida, podemos ver la estatua de Goya, uno de los varios homenajes al artista que hay en Madrid. En esta ocasión el pintor, moldeado en bronce, está sentado en una silla estilo imperio con una paleta y unos pinceles en su mano izquierda.
El
Real Monasterio de Santa María de Veruela (este es el nombre completo) fue la primera fundación de la Orden
Cisterciense en el Reino de Aragón(s.
XII).
Situado
en las cercanías de Vera de Moncayo (Zaragoza), este monasterio puede presumir
de haber sido uno de los más importantes
de la orden del Císter en España, y con un grado de conservación muy bueno
(mantiene una gran parte de sus estructuras iniciales de los siglos XII y XIII).
El monasterio de Veruela se encuentra junto a Vera de Moncayo, justo a las puertas del Parque Natural de la Dehesa del Moncayo. Un punto de Aragón muy próximo a Castilla (provincia de Soria) y Navarra.
Además
de albergar el Museo del Vino de la D.O.
Campo de Borja, el monasterio desarrolla una intensa actividad cultural a lo largo del año, con conciertos,
exposiciones, teatro o eventos concretos.
La visita del monasterio transcurre por diferentes estancias, y va desde el claustro (s. XIV) hasta la iglesia abacial (s. XII-XIII), pasando por diferentes salas y dependencias, tales como la sala capitular, abacial, de los monjes, el refectorio, la cocina, la cilla, el lavabo o el armarium o despensa.
Origen e Historia del
monasterio de Veruela
La
orden del Cister fue fundada en la
Francia de 1098 por Roberto de Molesmes que levantó una abadía cerca de Dijon,
en un lugar donde se encontraba la antigua villa romana de Cistercium
(Citeaux). La característica de los cistercienses, conocidos como monjes
roturadores, es una observancia estricta de la regla benedictina y organizan
sus monasterios como centros económicos
y agrícolas autosuficientes. Son conocidos como los monjes blancos en
contraposición a los benedictinos que son conocidos como los monjes negros, en
razón del color de los hábitos que usaban. Buscaban la soledad y el aislamiento
y erigían sus monasterios en zonas de abundancia de aguas.
La
fundación cisterciense del Monasterio de Veruela data del año de 1145. El lugar era
adecuado para una fundación del Císter gracias a lo retirado del lugar y a
la abundancia de agua que provee el río Huecha.
No
hay que pensar que el deseo cisterciense de regresar a la vida austera y
recogida elegida por San Benito varios siglos antes, llevara a estas
comunidades a la pobreza. Todo lo contrario, los monasterios medievales fueron auténticos poderes feudales -y el
Císter no fue una excepción- por lo que el Monasterio llegó a ostentar la
posesión de numerosas poblaciones en los alrededores de Tarazona y Borja:
Ainzón, Alcalá de Moncayo, Vera de Moncayo, Bulbuente, Litago, etc.
Todos
los monasterios del Císter eran idénticos, daba igual que estuvieran en el
Reino de Aragón, en Castilla o en Inglaterra. Sus edificios seguían el mismo
patrón y disposición, vestían igual, se organizaban por la regla de san Benito
y se comportaban de la misma manera. Podemos
decir, que estos monasterios fueron la primera multinacional de la historia.
Durante
la contienda entre Aragón y Castilla
(La Guerra conocida como «de los Dos Pedros») las tropas castellanas
ocuparon el monasterio y destruyeron el claustro románico, que debió ser
reconstruido tras la finalización de las hostilidades (último tercio del siglo
XIV) mediante los donativos de la familia Luna.
La
primera mitad del siglo XVI es un
momento de gran auge del monasterio
y se acometieron importantes reformas,
como la reconstrucción del recinto amurallado que daba protección a la
comunidad, aunque se mantuvo la torre del homenaje medieval. También se
modificaron las bóvedas del dormitorio y del refectorio de los monjes y se
añadió el segundo piso de galerías por encima de del claustro gótico. Otra
importante obra fruto de esta época fue la edificación del palacio abacial fuera de la estructura claustral, en concreto,
junto al acceso del monasterio.
Foto de www.romanicoaragones.com
En
el siglo XVII se acomete la
construcción de un nuevo espacio de
reposos para los monjes, construyéndose un total de 65 celdas individuales
alrededor de un nuevo claustro barroco. También se lleva a cabo la espectacular
sacristía nueva.
La
ruina del monasterio comenzó con la invasión francesa de 1808 cuando los monjes
fueron expulsados de sus conventos por las nuevas autoridades francesas. En
1814 tras ser derrotados los franceses, los monjes de Veruela regresan al
monasterio para volver a ser expulsados en 1820, esta vez por el rey Fernando
VII. Regresan en 1824, pero esta vez de manera efímera ya que con el decreto de
Desamortización de Mendizábal de 1835
los monjes tienen que abandonar definitivamente el monasterio para no volver
jamás.
Con
la desaparición de los cistercienses del monasterio por la desamortización de
Mendizábal, el monasterio entra en una fase de abandono y ruina. Por fortuna, a diferencia de otros cenobios
medievales españoles que quedaron abandonados a la ruina y el expolio a partir
de ese momento, el de Veruela se mantuvo
en buen estado gracias a la formación de una junta de conservación formada
por algunas personas de Tarazona y Borja que impidieron su ruina total y merced
a la creación de una importante hospedería frecuentada por la alta sociedad
aragonesa y otros ilustres hombres de la segunda mitad del siglo XIX.
El
monasterio tuvo como habitante ocasional
en diversas ocasiones, entre finales de 1863 y mediados de 1864 al poeta
romántico sevillano Gustavo Adolfo
Bécquer; se conserva la celda donde estuvo hospedado y en la cual escribió
una de sus novelas más recordadas «Cartas desde mi celda». También le
acompaño su hermano Valeriano que era pintor de profesión.
En
abril de 1877 el monasterio pasa a manos de los jesuitas que ocuparon el monasterio hasta 1973 en que pasó a
propiedad de la Diputación de Zaragoza.
Durante la II República Española y hasta la finalización de la guerra civil, el
monasterio fue abandonado por los jesuitas al ser expulsados de España. Después
de la contienda volverían a ocupar el convento.
En
la actualidad, pertenece a la citada
diputación que lo mantiene abierto al público, complementándolo con actividades
culturales como conciertos y exposiciones.
Características del
monasterio de Veruela
Una
de las fascinantes particularidades del monasterio de Veruela es que nos
permite recorrer, en un solo edificio, la evolución
de los principales estilos artísticos cristianos de la Edad Media.
Antes
de entrar vale la pena pararse a contemplar la conocida como Cruz Negra, llamada así por ser este el
color de la piedra con la que está construida. También recibe el nombre de Cruz
de Becquer. Levantada en 1561 por el abad Carlos Cerdán Gurrea (1561-1586) cuyas
armas o escudo podemos contemplar en dos de las caras de la pilastra acanalada
sobre la que se levanta la cruz y bajo un soporte de reminiscencias góticas.
Era el símbolo del poder temporal del monasterio ya que los abades imponían la
justicia civil y criminal sobre su señorío que era muy extenso.
Como
ejemplo de edificación cisterciense, se halla totalmente rodeado por una alta muralla jaleada por torreones.
Para construirla se utilizó piedra de calidad y bien trabajada, se contó con
buenos artífices que llevaran a cabo un plan monástico donde estaba estudiado
hasta el último detalle: funcional, armónico y cuya desnudez formal no impide
que se creen espacios de una belleza sin igual, impactante en su propia
sobriedad.
La entrada se realiza por un arco abierto en el
muro rematado por almenas piramidales. Este arco lleva a la verdadera entrada
del monasterio. Esta barbacana se levantó para dar mayor protección a la puerta
en 1546 y aún se puede observar el hueco
donde se sujetaba la puerta que cerraba esta barbacana.
La verdadera entrada al monasterio o más propiamente al
recinto cercado se realiza a través de una torre
puerta. Esta es de planta cuadrangular construida en el siglo XIII. En este
ingreso podemos ver los escudos de Hernando de Aragón (Zaragoza 1498 – Zaragoza
1575), abad de Veruela entre 1535 y 1539 y las del abad Lope Marco entre 1539 y
1560, durante cuyo abaciato se construyó el segundo cuerpo y muchas de las
estancias del monasterio.
En
esta torre puerta tenía su celda el portero
del convento y en su interior se conserva una pequeña capilla dedicada a
San Bartolomé con unas interesantes
pinturas del gótico temprano.
Traspasada
la puerta y a lo largo de un paseo podemos ver a nuestra derecha una gran
construcción, es el palacio abacial
construido en la segunda mitad del siglo XVI.
Al
final del paseo nos encontramos con la iglesia
y más concretamente con su portada
románica de finales del siglo XII.
La
iglesia, de proporciones
catedralicias, consta de tres naves de gran altura, con una mágica combinación
de elementos arquitectónicos como arcos y columnas que sostienen las bóvedas
para dar forma a uno de los espacios más bellos que se construyeron en la Edad
Media.
A
los pies de la iglesia se alza la torre
campanario, llamada de Santiago, formada por cuatro cuerpos, los dos
inferiores de origen románico, mientras que los dos superiores siguen las
pautas mudéjares con el uso del ladrillo tan propio de la zona de Aragón.
Fechada en los siglos XVI y XVII.
Una de sus joyas es su
impresionante claustro,
llamado el “jardín de piedra”. Los vanos abiertos en el claustro se decoraron
con bellos capiteles tallados, la mayoría con motivos vegetales pero también
algunos figurados; y se colocaron gárgolas de desagüe de las lluvias con formas
fantásticas. Alrededor del claustro se distribuyen todas las dependencias.
El
acceso al claustro desde la iglesia se realiza a través de un vano (siglo XIII)
formada por un arco de medio punto situado en el muro sur cerca del transepto.
Esta era conocida como puerta de los
monjes.
El
claustro está dispuesto en dos alturas: el claustro bajo y el alto. El claustro bajo fue realizado en el siglo
XIV, después del año 1366, pues se sabe que durante la Guerra de los dos
Pedros, entre Castilla y Aragón, el monasterio y el claustro fue asaltado por
las tropas castellanas.
Junto
a la portada de comunicación entre el claustro y la iglesia, adosados al muro
encontramos tres sarcófagos de
piedra correspondientes de los fundadores del monasterio.
La
construcción de la sala capitular, de
planta cuadrada, esta datada de comienzos del siglo XIII. En la sala capitular
están enterrados en el suelo los primeros quince abades del monasterio. Junto a
la sala capitular encontramos el locutorio,
una larga y estrecha habitación donde del abad se encargaba de distribuir las
tareas diarias.
El
Sriptorium o Sala de monjes está formada
por una amplia habitación de planta rectangular. Este lugar era donde los
monjes copiaban manuscritos o estudiaban. Comunicado con esta sala, hay una
pequeña sala destinada a letrinas
(siglo XIII).
El refectorio, de planta rectangular, se construyó en dos fases entre el s XIII y XVI. Como es habitual en los monasterios cistercienses adosado al muro encontramos el púlpito (realizado en 1546) para las lecturas sacras que se realizaban durante las comidas.
La
Iglesia Catedral-Basílica Metropolitana de la Asunción de Nuestra Señora de
Valencia, llamada popularmente la Seu
en valenciano, se encuentra en pleno casco
histórico de Valencia.
La
Catedral es sede del Arzobispado de
Valencia y está dedicada a Jaume I el Conquistador. La Catedral se eleva
encima de la antigua Mezquita de
Balansiya ya que se construyó para marcar el territorio de los cristianos
frente a los musulmanes.
Es
interesante saber que además de la
construcción actual realizada encima de la antigua mezquita de la ciudad, ésta
se edificó encima de otra antigua
iglesia visigoda y ésta, a su vez, utilizó un templo romano como base.
La
catedral de Valencia fue consagrada en el
año 1238 por el primer obispo de Valencia posterior a la Reconquista, Fray
Andrés de Albalat.
El
gótico valenciano es el estilo
constructivo predominante de esta catedral, aunque también contiene elementos
del románico, del gótico francés, del renacimiento, del barroco y neoclásico.
En
su interior se venera el Santo Cáliz,
fechado del siglo I, y dado a la catedral por el rey Alfonso el Magnánimo en
1436. Aunque parezca una leyenda,
parece que hay muchos datos que aseguran que esta copa fuera la elegida por
Jesús en su última cena. Se basan en la datación del cáliz, que es anterior al
nacimiento de Cristo y de proveniencia oriental. Lo único que sería verdadero
sería la parte superior de la copa, ya que las asas y los adornos son de época
medieval.
Contiene
algunas de las primeras y mejores
pinturas del Quattrocento de toda la Península Ibérica, que llegaron de
Roma a través de artistas contratados por Alejandro VI. Este último Papa
valenciano, cuando aún era el cardenal Rodrigo de Borja, hizo la petición para
elevar la sede valentina al rango de
Metropolitana, categoría que le fue otorgada por el papa Inocencio VIII en
1492. Unos frescos sin duda que no deberías perderte, ya que puede tratarse de una de las primeras obras
del primer Renacimiento.
Recomendamos saber los horarios y tarifas antes de realizar las visitas.
Origen e Historia de
la catedral de Valencia
Dicen
las crónicas que el sábado 9 de octubre del año 1238 hacia su entrada en la
recién conquistada ciudad de Valencia, el rey
Jaime I el Conquistador. Inmediatamente se dirigió a la Mezquita Mayor, y
previa purificación puso la nueva Catedral bajo la advocación de «Nostra
Dona Santa María». Jaime I había hecho promesa pública en Lérida el 28 de
Octubre de 1236 de restituir la Iglesia Catedral de Valencia.
La
Catedral desde la plaza de la Reina La Catedral de Valencia desde su inicial consagración en 1238, se encuentra bajo
la advocación de la Santísima Virgen María, ante cuya imagen (un icono de la Virgen pintada sobre madera) celebró la
primera misa el obispo Pere de Albalat. Según la tradición, dicha imagen era
propiedad del mismo Jaime I que la llevó consigo en toda la campaña de la
conquista del reino musulmán de Valencia. Sobre el destino de esta imagen que
se encontraba en la Catedral desde los tiempos de la Reconquista, se sabe que
fue quemada durante la Guerra Civil en 1936.
Sobre
la consagración de la mezquita mayor
existen muchas leyendas. Una de ellas narra como el rey, armado con un martillo
de plata, destrozó las paredes del templo donde todavía quedaba decoración
musulmana. A esta tarea se sumarían sus hombres, dejando la mezquita convertida
en ruinas en pocas horas (recogido por Josef Teixidor en su libro Antigüedades
de Valencia). Pero esto es solo leyenda, ya que la Mezquita Mayor fue usada
como Catedral hasta la construcción del actual templo.
La
sede catedralicia valentina fue constituida desde el mismo momento de la
reconquista en 1238, pero no será hasta el año 1262 cuando den comienzo las obras de construcción de una
Catedral de nueva planta.
El 1931 fue declarada
monumento historicoartístico,
pero durante la Guerra Civil Española fue incendiada, razón por la que se
perdieron parte de sus elementos artísticos. El coro, situado en la parte
central, fue desmontado en 1940 y trasladado al fondo del altar mayor. Los
órganos, que habían sufrido importantes daños durante el conflicto bélico, no
fueron reconstruidos.
En
1972 se emprendió la tarea de
recuperación del gótico de la catedral, que significó la retirada de casi
todos los elementos clásicos. Solo quedó como decoración clásica la mayor parte
de las capillas laterales y de la girola, y algunos elementos puntuales, como
las esculturas sobre las pechinas del cimborrio.
Arquitectura de la
catedral de Valencia
La
iglesia es de planta medieval de tres naves con crucero cubierto con cimborrio,
girola y ábside poligonal.
El estilo dominante es
el gótico, ya que la
estructura principal se construyó durante los siglos XIII y XV, aunque también
podemos encontrar elementos del barroco, románico, renacimiento e incluso
neoclasicismo, ya que su construcción se alargó en el tiempo y ocupó varios
siglos.
Es
curioso saber que a la derecha de la Puerta de los Apóstoles se encuentra un reloj de sol. Si te fijas bien, podrás
ver la aguja vertical, llamada nomón y si tienes una vista de lince, puede que
hasta vislumbres las rayas y los números que marcaban las horas.
La
Catedral, en su exterior, está
compuesta por la Puerta de l’Almoina o del Palau (románico) , la Capilla de
Sant Jordi; la primera donde se celebró misa, l’ Obra Nova de estilo
renacentista italiano, el Micalet – Miguelete de estilo gótico valenciano, la
Puerta de los Apóstoles, del gótico francés y la Puerta de los Hierros, de
estilo barroco italiano.
La
Puerta de l’Almoina o del Palau fue
realizada entre los años 1260 y 1270, en estilo románico con influencias
orientalizantes y mudéjares. Se encuentra en la zona más antigua. Su origen
está todavía por determinar lo cierto es que se haya emplazada en el lugar que
ocupaba antiguamente la quibla de la antigua mezquita árabe. Se conoce con el
nombre de Puerta del Palau porque su frente se abre a la plaza en la que se
encuentra el Palacio Arzobispal. La portada es abocinada, con seis arquivoltas de medio punto que apoyan
sobre finas columnas (es de destacar la decoración de las arquivoltas).
Conviene admirar los ventanales góticos
que la coronan cuya utilidad primordial era la de servir de tribunas desde
donde contemplar los actos públicos que se realizaban en la plaza de la Virgen.
De
todos es sabido que la torre del campanario de la Catedral de Valencia es el Miguelete pero, ¿por qué se llama como
una persona? ¿El nombre del arquitecto era Miguel? ¿Su padre? Pues en realidad
viene de la campana mayor, la encargada de marcar las horas, que fue bautizada
el día de San Miguel.
Por
lo que respecta al interior,
destacar la Capilla del Santo Cáliz, la girola y la nave principal y laterales
del gótico y el altar mayor, con unas pinturas muy bellas y recién restauradas
de estilo renacentista, con algún añadido procedente del barroco.
La
capilla del santo Cáliz, fue
construida alejada del cuerpo principal, a mediados del siglo XIV,
concretamente entre los años 1356 y 1369, justo en el momento en el que
constaba como maestro mayor de la Catedral, Andrés Juliá. En ella se encontraba
la antigua sala capitular. Se dispone como un espacio único, de proporciones
casi cúbicas y en origen, exento de la catedral. Es de planta cuadrada con
trece metros de lado. Resalta su extraordinaria bóveda estrellada, de crucería y planta octogonal con pequeñas
bóvedas triangulares esquinales. Fueron Pere Compte y Asensi Fos los que
hicieron posible su unión definitiva a la Catedral mediante un pasadizo.
La girola cuenta con
ocho capillas. En el
año 1771 se proyectó una reforma de corte neoclásico auspiciada por Antonio
Gilabert que recubrió por completo ésta y el resto de la iglesia. En la última
restauración efectuada se limpiaron algunos de sus ornamentos, quedando al
descubierto parte de los arcos y muros
góticos originales. El ábside es de planta poligonal y está cubierto por
una bóveda gallonada de seis nervios. Muestra cinco ventanales y se comunica
con la girola por dos puertas laterales Algunos especialistas señalan que la nave principal fue terminada antes de
finalizar el siglo XIII.
Las Ruinas de Santa Mariña de Dozo, en Cambados (Pontevedra), se encuentran en una falda del Monte de la Pastora muy próxima a la ubicación de un antiguo emplazamiento castreño.
Las ruinas, de lo que fue en su día una importante iglesia, evocan épocas pasadas que unidas al cementerio que rodea a la Iglesia le confieren una imagen espectacular e imponente. Es más que probable que se iniciaran las obras de la iglesia durante los siglos XV o XVI, con remates posteriores en el siglo XVII.
Con anterioridad a la iglesia debió existir un viejo templo románico de quizás el siglo XII. No se sabe con exactitud si su fundación fue debida a doña María de Ulloa, madre del arzobispo Alonso de Fonseca o a doña Juana de Hungría, esposa de Paio Gómez, quienes habitaron la cercana Torre de San Sadurniño.
Foto de Jordi Carrió
La iglesia fue abandonada por razones políticas y religiosas en el siglo XIX, trasladándose la iglesia parroquial a la iglesia del antiguo convento de San Francisco.
Finalmente se utilizó como cementerio parroquial y sigue así actualmente. Sus restos fueron declarados Monumento Nacional en 1943 y hoy en día el lugar es considerado “el cementerio más melancólico del mundo“, en palabras del escritor gallego Alvaro Cunqueiro, gran admirador de la ciudad.
En 2014, las Ruinas de Santa Mariña de Dozo fueron elegidas como el tercer monumento funerario más importante de España, además de estar incluido en la prestigiosa Asociación de Cementerios Significativos de Europa (ASCE). En la actualidad se realiza una sola misa al año en el Día de los Difuntos.
En una visita a este mágico lugar no puede faltar una subida al Mirador Monte da Pastora para disfrutar la hermosa vista de la señorial ciudad de Cambados, sus campos de vides y, por supuesto, el maravilloso paisaje del mar de la ría de Arousa.
La iglesia de Santa Mariña de Dozo
Además del románico original, la iglesia también presenta un estilo marinero gótico y elementos renacentistas.
Comprende una sola nave dividida por cuatro arcos románicos transversales, cinco capillas laterales, sacristía y capilla.
En el interior, hay que señalar la decoración con bolas en los arcos y las capillas. En uno de estos arcos se representa uno de los siete pecados capitales, “la pereza”.
Entre los aspectos más destacados de la capilla se observan escenas bíblicas, tales como la Encarnación, Cristo y los apóstoles, la expulsión del paraíso y los pecados capitales en relieve.
Municipio de Cambados
Cambados es conocida por ser un verdadero museo al aire libre, tallado en granito. Es una de las zonas históricas mejor conservadas de Galicia debido a las innumerables mansiones señoriales, calles nobles, monumentos y esculturas.
Lo que más llama la atención de Cambados es la calidad de su arquitectura y el apabullante número de pazos y casas señoriales que han sobrevivido el paso del tiempo. Un buen ejemplo es el Pazo Torrado, paradigma de la mejor arquitectura civil del siglo XVIII que ahora es un museo, o el Pazo de Bazán, que perteneció a los antepasados de la escritora Emilia Pardo Bazán y que desde 1966 es el flamante Parador de Cambados.
De Cambados no se pueden obviar tampoco sus extraordinarias virtudes gastronómicas. No sólo es la capital del Albariño -hay muchas bodegas visitables en sus alrededores – sino que también podría considerarse uno de los lugares en los que mejor se come de la comunidad gallega.
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