TEATRO DE MÉRIDA: restos romanos en España

20 noviembre, 2014 at 0:41

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El Teatro de Mérida es un teatro histórico levantado por la Antigua Roma en la colonia Augusta Emerita, actual Mérida (España). Su creación fue promovida por el cónsul Marco Vipsanio Agripa y, según fecha inscrita en el propio teatro, su inauguración se produjo hacia los años 16-15 a. C.

Una auténtica joya de la arquitectura romana. Con más de 2000 años de vida sigue cumpliendo la función para la que fue diseñado originalmente: actualmente, este teatro sirve de escenario para importantes acontecimientos culturales y en él se celebra el prestigioso Festival de Teatro Clásico de Mérida.

Aunque los romanos no eran muy aficionados al teatro, una ciudad de prestigio no podía dejar de contar con un edificio para los juegos escénicos. El de Augusta Emerita fue especialmente generoso en su cabida: unos seis mil espectadores. Éstos se distribuían de abajo a arriba según su rango social en tres sectores de gradas, caveas summa, media e ima, separados por pasillos y barreras. A todas las gradas se accedía con facilidad desde escalerillas distribuidas de manera radial por las caveas. A través de pasillos se llegaba a las puertas de acceso o vomitorios.

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La cavea ima, donde se acomodaban los caballeros de la ciudad, se modificó en época de Trajano, erigiendo en su centro un espacio sagrado rodeado de una baranda de mármol. Delante de la cavea ima vemos tres gradas más anchas y bajas, donde los magistrados y sacerdotes de la ciudad disfrutaban del espectáculo sentados en sillas móviles. Aquellos accedían a sus escaños desde las grandes puertas laterales ubicadas en ambos extremos. Sobre éstas puertas se hallaban las tribunas de los magistrados que costeaban el espectáculo.

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El espacio semicircular donde se ubicaba el coro, la orchestra, luce un suelo mármol fruto de una reforma tardía. Tras la orchestra se eleva el muro del proscenio, de exedras circulares y rectangulares. Sobre él se desplegaba la escena. Originalmente era un entarimado de madera bajo el que se distribuían todos los artilugios de la tramoya.

La escena se cierra con un muro de treinta metros de altura, el frons scaenae, estructurado en dos cuerpos de columnas entre la cuales podemos ver estatuas de emperadores divinizados y de dioses del mundo subterráneo. Todo se eleva sobre un podio decorado con ricos mármoles. En el frente escénico se encuentran tres vanos por los que accedían los actores al escenario. El central, la valva regia, remata en dintel sobre el que se asienta la estatua sedente de la diosa Ceres (o Livia, la mujer de Augusto, deificada). Desde la coronación del frente escénico pendería una marquesina de madera para mejorar la acústica del recinto, ya de por sí excelente.

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Tras el muro del frente escénico se desarrolla un amplio jardín porticado cerrado por muros con hornacinas que fueron decoradas con estatuas de miembros de la familia imperial. En el eje de este pórtico, en línea con la valva regia y el espacio sagrado de la ima cavea, se halla la aula sacra, un pequeño espacio sagrado con una mesa de altar donde se honraba a la figura del divino Augusto.

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La llegada del cristianismo supuso el fin de las representaciones teatrales y el abandono del edificio, que fue cubierto de tierra y aterrazado para permitir el cultivo.

Las excavaciones del Teatro comenzaron en 1910 y a lo largo de todo el siglo XX se ha llevado a cabo una importante labor de reconstrucción a partir de los elementos originales del edificio.

La deteriorada grada superior o summa cavea era lo único que emergía del edificio antes del inicio de su excavación. Al quedar arruinadas desde antiguo las bóvedas de los accesos, sólo quedaban en pié los siete cuerpos de sus gradas, lo que dio lugar a que los emeritenses bautizaran a esas ruinas como las Siete Sillas.

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La primera representación teatral de la época moderna tuvo lugar en 1933, con la puesta en escena de la Medea de Séneca, en versión de Miguel de Unamuno, con la actriz Margarita Xirgu como protagonista.

Este fue el comienzo del Festival de Teatro Clásico de Mérida, el más antiguo de los festivales de teatro que se celebran en España.

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Casa del Teatro

En el extremo oeste del pórtico del Teatro podemos ver esta vivienda cuyo excavador, José Ramón Mélida, creyó que las estancias dotadas de ábsides con ventanas en sus cabeceras, formaban parte de una iglesia donde se reunía una de las primeras comunidades cristianas, de ahí que la denominase “Casa-Basílica”.

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La entrada de la casa se encuentra al oeste y da a una calzada realizada con lastras de diorita, que discurre de este a oeste. Las fauces de la vivienda dan a una serie de estancias que se articulan en torno a un patio que estuvo porticado y en cuyo centro se aprecia aún los restos de un estanque. Algunas estancias conservan restos de mosaicos decorados con temas geométricos y de lazadas vegetales.

Al fondo del patio se encuentran las estancias absidadas, que invaden zonas que antes formaban parte del pórtico del Teatro. Las habitaciones debieron estar cubiertas con bóveda de cañón y, en los ábsides, rematarían en un casquete semiesférico. Las paredes, enlucidas con pinturas, en lo conservado están decoradas con imitaciones de incrustaciones de mármol en los zócalos y, en la zona del ábside, sobre pedestales, se conserva el tercio inferior de personajes, quizá unos sirvientes, vestidos con túnicas de colores y decoradas con brocados.

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Salvo el suelo de la zona del ábside, que posiblemente estuvo enlosado con mármol, el resto de la estancia estuvo decorada con un mosaico en el que destaca la presencia de una crátera inscrita en un cuadrado.

La casa, del siglo II d.C, tiene varias reformas, aunque la principal, a la que pertenecen las salas absidadas, es del siglo IV d.C.

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TERMAS DE ALANGE: restos romanos en España

7 mayo, 2014 at 8:22

TERMAS DE ALANGE

Las Termas de Alange se encuentran el municipio del mismo nombre en la provincia de Badajoz, situada a unos 18 Km. de Mérida.

Las termas constituyen el monumento más relevante y conocido de Alange. Los historiadores creen que ya en la antigüedad el manantial de Alange era conocido y apreciado por sus cualidades curativas.

El complejo termal tiene su origen en la época romana del siglo III d.c, denominado en esa época como Aquae, convirtiéndose desde el principio en un centro de salud y de recreo. No se conoce con exactitud la fecha de su construcción, pero los hallazgos nos documentan su existencia en el siglo III d.C. por lo tanto ya existía en la época de Trajano y Adriano.

Alange_termasromanas_grabado

La villa se sitúa sobre un pequeño cerro, cerca del embalse, en las cercanías de la Sierra de Peñas Blancas. Tres ríos lo componen y son los que donan sus aguas: el Matachel, el Palomillas y el Valdemedel.

sierra de las peñas blancas

Debido a las inscripciones halladas sabemos que a finales del siglo III aparecen llegados de la Capadocia la familia de los Serénanos, y se instala en Emérita. Con ellos viajaba su hija que padecía algún tipo de enfermedad que las aguas del manantial hicieron desaparecer.

inscripcion romana termas de alange

Como muestra de la sanación se encuentra en el patio del balneario un ara de mármol blanco romana dedicada a la diosa Juno Regina por Licinius Serenianus Clarissimus y su mujer en  la que se le agradece la curación de la hija Varinia Serenade. Esta ara es una muestra epigráfica de los cualidades curativas de las aguas del Balneario y es también una reseña histórica del uso medicinal de las aguas por los romanos. El ara está datada en el siglo III.

En agradecimiento por lo sucedido el cabeza de familia, Licinio Sereniano, construye un edificio termal.

Desde tiempos lejanos se ha acudido a Alange por las cualidades curativas de sus aguas medicinales, con elevado contenido en radón, que produce mejoras en afecciones nerviosas, artrosis, reumatismo y en algunas del aparato respiratorio, pero el origen del balneario como hemos dicho es romano.

De la construcción romana original han llegado hasta nuestros días dos termas circulares de origen romano declaradas Monumento Nacional y consideradas como una de las mejores conservadas de Europa, que se encuentran dentro de un edificio que mide unos 33 metros de largo por 16 metros de ancho, techadas en forma de cúpula. La construcción romana es de un edificio rectangular  en el que se encuentran dos cámaras idénticas circulares, de casi 11 metros de diámetro y 14 de altura, y en el centro dos piscinas circulares con gradas para facilitar el acceso de los bañistas, a las que se accede por una inclinada escalera de piedra.

TERMAS ROMANAS DE ALANGE

Algunos estudios sugieren que en el primitivo balneario romano las termas se completaban con piscinas calientes y baños de vapor configurando un importante establecimiento termal.

De la influencia árabe el pueblo y las termas conservan el nombre Al´Anghe que significa Agua de Ala.

La decadencia y posterior desaparición de Emérita como capital de la Lusitania romana y la llegada de la cultura visigoda a estas tierras, traerán consigo la decadencia de los baños termales. Estos baños fueron olvidados por los godos y árabes durante la ocupación de la península y trascurren siglos de deterioro hasta que, en 1860 el balneario sale a subasta pública y es comprado por Don Abdón Berbén, médico del pueblo. Realiza una reforma en las termas construyendo nuevas instalaciones que se integra en la edificación primitiva. En esta época comienza un resurgimiento económico de las termas y del pueblo, debido principalmente al número de personas que acuden a  recibir tratamientos.

En la actualidad, las termas están en funcionamiento como balneario, siendo la mayor fuente de ingresos turísticos del municipio. Si quieres obtener más información sobre el balneario puedes entrar en Balneario de Alange.

Las termas romanas del Balneario de Alange, junto con otros veintiocho monumentos históricos entre los que destacan el anfiteatro, el teatro y el circo romanos, además de otras grandes obras hidráulicas como las presas, acueductos, puentes y el sistema de alcantarillado, forman parte del Conjunto Arqueológico de Mérida, distinguido con el título de Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

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DOLMEN DEL MELLIZO; cultura megalítica en España

22 octubre, 2013 at 8:41

 

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La cultura megalítica, es decir, las civilizaciones cuyos restos conservados consisten en “grandes piedras” (dolmen) dispuestas de manera estudiada son una forma magnífica para poder ver cómo vivían nuestros antepasados de la Prehistoria hace más de 6.000 años.

Desde el Neolítico y hasta la Edad del Bronce, periodos de la Edad de Piedra, la cultura megalítica se desarrolló en todo el mundo, aunque el término localiza la etapa entre el Mediterráneo y la zona Atlántica de Europa.

Lo primero que suele aparecerse en la mente del viajero al ver estos enormes monumentos prehistóricos es, ¿pero cómo pudieron construirse sin los avances técnicos modernos? La cuestión en sí misma ya otorga cierto acercamiento a una cultura tan alejada de la nuestra, porque nos ofrece una nueva dimensión de los seres humanos: pensaban, planeaban, estructuraban, se comunicaban, todo ello para conseguir erigir estos monumentos.

Ahora bien, ¿por qué razón se construían, con el esfuerzo y la dedicación que debía conllevar? Tampoco está claro que fueran grupos estables en un territorio, por lo que todavía da más misterio a la cuestión. Varias teorías se han propuesto para intentar responder a esta y otras preguntas de los hombres de la Prehistoria.

Algunos estudiosos coinciden en la función sepulcral del monumento, una costumbre que revela la conciencia religiosa del grupo y la creencia en el más allá, además del recuerdo sentimental de la persona que los deja, no muy diferente de las formas actuales. Por otro lado, otros investigadores apuntan a una función de tipo amenazante, en la que estas construcciones pondrían de manifiesto la pertenencia del territorio a un determinado grupo, reforzando la identidad (otro factor inesperado) frente a los demás.

Sea como sea, en España han quedado muchos de estos testimonios de arquitectura prehistórica y muchos de ellos se encuentran en un estado de conservación muy buena.

En esta ocasión, te queremos hablar del Dolmen del Mellizo (Extremadura), situado en Valencia de Alcántara, municipio de Cáceres. Este es uno de los dólmenes más conocidos de la región extremeña. Existió otro dolmen cercando del mismo tipo que con el tiempo se fue perdiendo, de ahí el nombre de mellizo. La ruta está señalizada y todavía se pueden visitar, recorriendo unos 500 metros, otros monumentos megalíticos de este enclave de Aceña de la Borrega.

El dolmen Mellizo es uno de los dólmenes más antiguamente conocido de Valencia de Alcántara. Recibe distintos nombres: Aceña Borrega, Anta de la Marquesa, Data III o Mellizo.

Como curiosidad, cabría destacar que es uno de los pocos dólmenes de Extremadura que conserva no sólo la cubierta de la cámara sepulcral, sino la puerta que salvaba la diferencia de altura entre cámara y corredor. Aunque ya había sido expoliado, se excavó en 1985 por Primitiva Bueno Ramírez y pudieron recuperarse algunos restos del ajuar funerario: puntas de flecha, fragmentos de cerámica, etc.

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La relación de este dolmen con el paisaje natural del entorno, de enormes berrocales y bolos graníticos, hacen de este enclave unos de los más singulares y hermosos del conjunto dolménico de Valencia de Alcántara y, probablemente, de toda Extremadura.

Cómo llegar: A la salida de la Aceña de la Borrega, se pasa por el regato de los Mellizos, se toma el camino de la Data y pasando un repecho, se visualiza el dolmen que se encuentra a unos 60 metros al la derecha de la pared en un promontorio natural.

Ruta de los Mellizos

Además del dolmen del Mellizo, la zona de Valencia de Alcántara posee un espectacular conjunto megalítico de dólmenes.

Está formado por más de una treintena de dólmenes graníticos y ocho de pizarra. Catorce más se han perdido con el tiempo y la mano del hombre. Es ésta una invalorable colección de sepulcros del período calcolítico que se elevan a un total de 55 dólmenes. Un conjunto que busca su inclusión por La Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Uno de los mejores ejemplos por su buen estado de conservación es el de la Huerta de las Monjas que conservan 6 ortostatos de granito con losa de cobertura. Otros ejemplos: Zafra III con siete ortostatos y una calzada romana en su ruta; Las Tapias, formada por 7 ortostatos y Cajirón con una cámara circular que forman 7 ortostatos apoyados entre sí, con cubierta circular, y 2 ortostatos longitudinales que conforman el corredor.

Dolmen-Huerta-de-las-Monjas

Existen rutas adecuadas para su visita turística y conviene conseguir las guías que proporciona la Oficina Comarcal de Turismo.

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EL AJOBLANCO: platos típicos con tradición

27 septiembre, 2013 at 10:48

AJO BLANCO

El ajoblanco (escrito también a veces como ajo blanco) es una sopa fría muy popular de la cocina andaluza  y extremeña. Se compone de pan, almendras molidas (en tiempos de escasez, como en la posguerra, se ha venido usando en ciertas zonas harina de habas secas), ajo, agua, aceite de oliva, sal y a veces vinagre. Se suele tomar acompañado de uvas o trocitos de melón.

Esta receta podía haber tenido su origen en la gastronomía romana. Sus ingredientes son muy comunes a los que abastecían a la sociedad en la Antigüedad. Lo que explicaría también por qué se ha popularizado en estas zonas de la Península Ibérica, ya que los romanos construyeron sus posiciones más importantes en Extremadura y Andalucía.

Existen referencias de este alimento en los antiguos romances del siglo XII, en los estudios sobre Al-Ándalus y por supuesto en El Quijote.

Receta muy sencilla de elaborar y además muy nutritiva en verano, ya que se usaba en épocas de mucho calor, cuando el hombre y la mujer trabajaban en el campo mano a mano, con pocas ayudas tecnológicas y lo único que tenían eran sus manos y algunas aperos de labranza.

Esta comida siempre se ha considerado un plato humilde sirviendo de abastecimiento a las familias durante la Guerra Civil y posterior Pos-Guerra Española. Algo que no quita que sea un plato rico y muy nutritivo.

En ciertas zonas de la vega granadina es costumbre tomarlo como acompañamiento de una buena «papa asá» (patata asada). Al tomarlo de esta forma se hace más líquido para poderlo beber directamente de un vaso.

En Málaga se sirve con uvas de moscatel y a veces trozos de manzana o de melón. Hoy en día el ajoblanco también se sirve con otras combinaciones dentro de lo que se denomina cocina creativa.

El día del ajoblanco, Almáchar (Málaga)

En los años sesenta, llegar por carretera desde la capital malagueña hasta Almáchar era una auténtica odisea, con más de sesenta kilómetros de recorrido, a través de Vélez-Málaga. Por este motivo, en 1968, al corresponsal de TVE y vecino del municipio axárquico, Manuel España Lobo, se le ocurrió organizar una fiesta, dando a degustar el plato más típico del pueblo, el ajoblanco, a la que invitó a las principales autoridades de aquella época, para convencerlas así de la necesidad de conectar por carretera Almáchar con el vecino Moclinejo.

De ahí surgió el Día del Ajoblanco, la más veterana de las fiestas gastronómicas de la comarca más oriental de la provincia y hoy en día se sigue celebrando todos los primeros de Septiembre. Esta festividad es un gran reclamo turístico para este pequeño municipio del interior de la Axarquía, cuyos apenas 1.900 vecinos viven fundamentalmente del cultivo de las vides de uva moscatel. Como cada primer sábado del mes de septiembre, las escarpadas y estrechas calles de Almáchar se convierten en un hervidero de gente, con más de diez mil personas que, a lo largo de toda la jornada  pueden disfrutar de la degustación gratuita de dos mil litros de la típica sopa fría elaborada a base de almendras.

Esta festividad está declarada como de interés turístico nacional de Andalucía y de singularidad turística provincial.

RECETA CASERA DEL AJOBLANCO

Los ingredientes para 1 litro:

100 gr. de almendra sin tostar

2 dientes de ajo

1 litro de agua fresca

150 gr. de miga de pan

100 ml. de aceite de oliva virgen extra (AOVE)

30 ml. de vinagre de vino blanco

Una pizca de sal

Preparación:

Primero debemos poner a remojo el pan si es que lo tenemos duro. Ponemos un par de rebanadas de pan de payés en agua fría para que la miga se ablande. Cuando esté maleable, la apartamos de la costra y la reservamos.

Mientras, habremos puesto a hervir una olla con agua. Cuando hierva, ponemos las almendras en un colador y les damos un par de escaldadas con un cucharón, es decir, les tiramos por encima dos o tres cucharones de agua hirviendo. Dejamos enfriar unos minutos y las pelamos.

La forma tradicional de elaboración del ajoblanco manda majar en un mortero los ajos y las almendras con un poco de sal. Luego añadir el pan remojado y hacer una pasta a la que le vamos añadiendo el aceite para que ligue. Se le añade entonces el vinagre y finalmente el agua bien fresca.

Otra opción, igualmente eficaz a mi modo de ver, es poner en un vaso de batidora las almendras bien peladas y batirlas con los dos dientes de ajo y un poco de agua fría que tengamos en la nevera. Batimos bien, le añadimos la miga de pan, el aceite y el vinagre y seguimos batiendo. Finalmente acabamos de poner el agua necesaria, rectificamos de sal y dejamos enfriar en la nevera.

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