EL BARQUILLERO: cultura y tradiciones

4 septiembre, 2018 at 21:19

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Se llama barquillero a una persona que vende barquillos. En particular, fueron muy populares en el siglo XIX y comienzos del XX los barquilleros que vendían su producto en la calle.

Los barquillos son unos dulces basados en una hoja delgada de pasta, hecha con harina (sin levadura), azúcar o miel, y por lo general canela. El barquillo era calentado en moldes cuya figura era convexa o en forma de barco (de donde procede su nombre) aunque en la actualidad cuenta con la forma de canuto que todos conocemos.

Historia y Origen del barquillo

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El origen de los barquillos nos lleva hasta principios del cristianismo. En esta época los barquillos eran derivados del pan divino (pan de ángel) y eran repartidos a los fieles en las iglesias. Desde entonces su composición ha ido evolucionando ligeramente. En los monasterios copiaban las recetas, las realizaban y las modificaban para ser posteriormente vendidas al público. Y entre estas recetas se encuentra la de los barquillos.

Los primeros utensilios encontrados para fabricar barquillos datan de 1440 y llevan grabados los escudos heráldicos de la casa real de Aragón. Se cree que estos instrumentos pudieron pertenecer a Juan II de Navarra y Aragón. El objetivo de esta decoración heráldica no era otro que mostrar la supremacía y poder de la corona y del rey de Aragón.

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Los barquillos han pasado a la historia como postres exquisitos que eran consumidos en la mayoría de las mesas de reyes, burgueses, y grandes señores, aunque posteriormente comenzaron a venderse por las calles. Originalmente fueron confeccionados por panaderos como dulces derivados del pan. Posteriormente la especialización de oficios dio origen a los llamados obleros o barquilleros, quienes se encargaban de hacer la pasta y dar forma a las obleas, llegando a figurar entre el personal de cocina de reyes y grandes señores. Según los escritos encontrados, los barquillos se servían acompañados de vino.

En Santillana del Mar (Cantabria) se encuentra el Museo del Barquillero, en el cual puedes conocer la historia de la tradición del barquillero y en donde toda la planta baja es una gran tienda de dulces y chucherías, todas preciosas y bien colocadas y exhalando un ólorcillo que te da ganas de comprar unos pocos kilos.

Hoy en día la figura del barquillero apenas existe, pero ha sido recuperada en algunas ciudades como Madrid. Se suelen situar en plazas y parques y son habituales en las ferias y verbenas.

Barquilleros de Madrid

En numerosas ciudades han aparecido historias y personajes ligados al barquillo. Una de las más destacadas surge en Madrid, donde es típica la figura del barquillero. Generación tras generación estos barquilleros mantienen viva la tradición y en la actualidad es posible verlos vestidos de chulapos, con la barquilla y cestas de mimbre llenas de barquillos en lugares tan señalados como la Plaza Mayor, el Retiro o la Plaza de Oriente en fechas destacadas como las fiestas de San Isídro o algunos domingos de primavera o verano.

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Una de las principales figuras del Madrid castizo era o es el barquillero que llevaba la barquillera a cuestas llena de  barquillos con una ruleta en la que los clientes podían probar suerte.

¡Barquillos de canela para el nene y la nena! ¡Barquillos de coco que valen poco! ¡Barquillos de canela y miel, que son buenos para la piel! ¡Barquillos de vainilla, que maravilla!

Los barquilleros de Madrid, ataviados con el traje tradicional de chulapo, llevan una cesta metálica con una ruleta donde, en su interior, se guardan los barquillos, y en su parte superior se puede jugar al juego de El Clavo. El Clavo consiste en tirar de la ruleta, si hay varios participantes, el que saca la cifra menor paga todos los barquillos. Si hay una sola persona, se paga una pequeña cantidad y se gana un barquillo en cada tirada, salvo que se caiga en la casilla del clavo, donde se pierde todo lo ganado. El clavo es uno de los cuatro tornillos que sujetan la ruleta. ¿Te animas a probar suerte?

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A finales del siglo XIX y principios del XX, una de las formas de acercarse los mozos a las jovencítas era ofrecerle una tirada de ruleta del barquillero por si tenía suerte y así iniciar una conversación con un barquillo.

La figura del barquillero aparece en numerosas zarzuelas, sainetes… como figura típica de Madrid pero por desgracia, es un oficio a desaparecer. La profesión de barquillero artesanal se está perdiendo y en Madrid quedan muy pocos.

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La familia Cañas es la única barquillería que queda en Madrid, un recoleto obrador en Lavapiés, donde la quinta generación de una familia castiza fabrica este crujiente y sabroso dulce.

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Ellos son los últimos barquilleros de Madrid, los únicos que se dedican a fabricar de manera artesanal y a vender esa crujiente golosina elaborada con ingredientes sencillos y naturales.

La receta original consiste en: harina, azúcar, un poco de aceite, un chorrito de agua, esencia de canela o de vainilla y coco rallado para dar consistencia. Otro dato a tener en cuenta es que el barquillo tiene que ser crujiente, no debe de quedar demasiado fino y que alcance un color de oro viejo. Tampoco se desea que tengan un sabor demasiado dulce y que, cuando se sujete en la mano, no se rompa.

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Estos artesanos barquilleros no solo se han limitado a lo tradicional porque, también han querido pasar a los anales de la gastronomía con su innovación propia bañando con chocolate algunas de las galletas y canutos.

Ya saben. Si van a Madrid y pasan por el número 25 de la calle Amparo, no se olviden de llevarse de recuerdo alguno de sus suculentos barquillos a un precio irresistible.

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ERMITA DE SAN PANTALEÓN DE LOSA: ermitas que merece la pena visitar

2 julio, 2018 at 19:48

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Coronando la Peña Colorada, un extraordinario espolón rocoso con forma de quilla de barco asoma esta misteriosa ermita de la comarca de Las Merindades, en el municipio burgalés de Valle de Losa.

La ermita de San Pantaleón de Losa es una ermita románica que está considerada como una de las obras más hermosas y originales del arte románico en Burgos.

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Sobre los restos de un castro de la Edad del Hierro al amparo de una desaparecida fortaleza, fue levantada la ermita románica de San Pantaleón de Losa en el siglo XIII. En el siglo XVI, aprovechando el espacio de la arrasada y anexa casa del priorazgo, se realizó la ampliación gótica de la ermita que hoy conocemos y que, además de una nave, incorporó un baldaquino que encierra un sepulcro románico que, supuestamente, debió de guardar las veneradas reliquias de San Pantaleón.

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En 1820 el templo perdió su función parroquial, cuando se edificó la iglesia actual del pueblo. Pero San Pantaleón ha conseguido salvar el paso del tiempo y, además de la declaración de Monumento Histórico en 1941, ha vivido diversas restauraciones que han consolidado la inmortal ermita y han sacado a la luz vestigios tan interesantes como pinturas murales o restos arqueológicos.

La ermita conserva restos de un fresco románico y una curiosa portada con detalles llamativos como los capiteles con los castigos infligidos a San Pantaleón durante su martirio. También se encontraba en la ermita una imagen del siglo XIII representando a Nuestra Señora de Sociruelos (en algunos sitios aún se llama así a esta ermita). Hoy la talla se guarda en el museo del Retablo de Burgos.

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La Ampolla de San Pantaleón

Parece que durante siglos se guardó en esta apartada ermita una ampolla con parte de la supuesta sangre del mártir Pantaleón. San Pantaleón fue un mártir nacido en Nicomedia que sufrió de grandes tormentos antes de su muerte y a todos ellos sobrevivió para indignación de sus verdugos. En el último ardid, fue decapitado, brotando leche en lugar de sangre de su cuello; la cabeza hizo reverdecer un árbol y así otros muchos elementos simbólicos que sin duda están asociados al mito de la muerte y la resurrección, pieza básica para entender el mito del Grial.

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Cada 27 de julio se repite, en el convento de la Encarnación de Madrid, el extraño fenómeno de la licuefacción de la sangre de san Pantaleón. Este hecho se viene produciendo desde el el siglo XVI, llevándose a efecto el milagro es la misma fecha también en la ciudad italiana de Ravella, cerca de Nápoles, en donde se conserva otra ampolla con la sangre del santo. Sin embargo, muchas veces se olvida que la sangre que se venera en el convento madrileño procede de la iglesia de San Pantaleón de Losa.

Características de la Ermita de San Pantaleón de Losa

El pronunciado declive en que se levanta el edificio hace que el interior esté articulado en dos planos. El primero corresponde al tramo que se encuentra bajo la cúpula. De aquí, y mediante una serie de escalones, se accede al segundo piso, el tramo recto de la cabecera. La nave lateral es posterior y responde a una ampliación de la época gótica, como nos indica la bóveda de crucería de aristas en la cubierta.

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La portada se configura como el elemento más característico de esta construcción. En el lado izquierdo, aparece una gran figura, con aspecto babilónico, muy enigmática. Algunos estudios defienden que se trata de un atlante, o de Hércules, mientras otras investigaciones reconocen a Noé. En el lado derecho, un cuerpo alargado dibuja un zig zag que pudiera representar un rayo, o el bastón del mencionado Hércules. Las arquivoltas presentan decoración lisa; en ellas aparecen recuadros tallados con pies y cabezas humanos, y una barcaza llena de gente. Resulta indudable que representa escenas del diluvio.

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Sobre la portada destaca una ventana con decoración típica románica, con seis grandes capiteles labrados. El ábside es de gran sencillez, con un contrafuerte como elemento de separación entre el tramo recto y el tambor curvo. Destacan especialmente tres ventanas con decoración de máscaras y carátulas.

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Su interior es de una nave cubierta con cúpula sobre pechinas, de media naranja con forma bastante irregular. Sobre el escalón de acceso a la cabecera se levanta el arco triunfal que tiene su expresión al exterior en la espadaña. La escultura del interior en capiteles y ventanas repite la decoración de carátulas y otros temas de la portada.

Esta ermita, perdida entre montañas y alejada de cualquier influencia exterior, ofrece un conjunto de valores innegables. La falta de hieratismo y simetría en su decoración apuntan hacia un artista que trabajó lejos de las «normas oficiales», configurando una obra de características excepcionales y únicas en la comarca.

Pese a su extraña localización, debieron ser miles los peregrinos que atraídos por el milagro de las reliquias de San Pantaleón, acudían cada año a la iglesia como nos demuestran las ampliaciones efectuadas para dar cabida a una multitud de devotos visitantes.

Curiosidades de la Ermita de San Pantaleón de Losa

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Los hallazgos científicos más recientes recogidos por estudiosos del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han revelado cuatro hechos inesperados y un tanto revolucionarios:

  1. La iconografía de la escultura de la portada, de parte del ábside exterior y de algún capitel del interior representa la vida y martirio de San Pantaleón.
  2. La datación de la fábrica es más tardía, esto es, más moderna de lo que inicialmente se pensaba ya que se fecharía en la segunda mitad del siglo XIII.
  3. Reutilización de material escultórico procedente de otro templo construido, casi un siglo antes, en el propio solar o muy próximo.
  4. El hombre ya había hollado y, probablemente, sacralizado este lugar casi un milenio antes, en época romana tardía o paleocristiana. Antes, parece que hubo un castro celta, de los autrigones. El hecho de que la ermita se encuentre enclavada dentro del recinto de un castro de la Edad del Hierro (cultura de origen céltico) otorga a esta leyenda culta un cierto halo mágico y la entronca con las primitivas sagas bretonas.

Por otra parte, la toponimia del lugar y de su entorno nutre la leyenda del Santo Grial, lo que otorga un aura de misterio y de esoterismo a tan privilegiado paraje.

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EL COSO DE SAN ROQUE: las plazas de toros con más encanto

27 junio, 2018 at 7:26

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La plaza de toros de Pontevedra (Galicia), también llamada coso de San Roque, se construyó en el Campo de San Roque, lugar que era utilizado por los pescadores de aquel barrio para tender sus redes. Ofrece un aforo para 7.800 localidades.

Como materiales empleados en su construcción original, destaca el muro de mampostería en piedra y ladrillo artesanal, siendo utilizado el hormigón en los añadidos de su última reforma, para pilares y vigas, así como para el tendido alto.

La Plaza de Toros de Pontevedra es la única que se conserva a día de hoy en toda Galicia, a pesar de que la Plaza de Toros de A Coruña, sigue funcionando como tal, rehabilitada como coso multiusos, asegurando una amplia variedad funcional a lo largo del año.

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La Feria Taurina se celebra en las fiestas de la Virgen de la Peregrina en el mes de Agosto, patrona de toda la provincia y del Camino Portugués a Santiago.

Origen e historia del coso de San Roque

La fecha de la corrida más antigua en la ciudad de Pontevedra se remonta al 4 de mayo de 1559, con motivo del fin de la guerra entre Francia y la Monarquía Hispana, aunque hay datos, según José Manuel Pereira Fernández, de que ya había corridas de toros en la plaza de la Herrería en fechas anteriores.

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La primera plaza de toros de Pontevedra la promueve, en 1892, Benito Calderón Ozores asociado con dos amigos de Córdoba, era de madera y se conocía como El Circo del Campo de San Roque.

En 1895 fue derribada la plaza de madera, inaugurándose la actual plaza de piedra en el año 1900. Durante muchos años la temporada empezaba con la festividad del Corpus y seguía con las fiestas de la Divina Virgen Peregrina.

El 25 de julio de 1996 se inauguró la cubierta, que es de lona blanca, utilizada para la fabricación de material marítimo, especialmente diseñada para la vela deportiva, soportada por una estructura metálica.

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La Capilla de San Roque

La capilla de San Roque se encuentra situada delante de la Plaza de Toros.

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A lo largo de los siglos sufrió varios cambios de situación, hasta que en 1861, la capilla fue trasladada hasta su emplazamiento actual, conservando algunos elementos de su construcción primitiva.

Se trata de una pequeña construcción, de planta cuadrada, nave única, cuyos rasgos más destacables son su pequeña torre campanario, situada en la fachada principal, y una imagen del Santo en metal coloreado, situado en uno de los laterales.

Se puede visitar durante todo el año en horario de culto.

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LA FERIA DE SEVILLA: fiestas y tradiciones

21 junio, 2018 at 11:24

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La Feria de Abril o Feria de Sevilla es una fiesta de primavera que se celebra anualmente en la ciudad de Sevilla (Andalucía), en la que el público se reúne en un gran recinto denominado Real de la Feria, y en el que destacan los trajes de flamenca, las casetas, la manzanilla, los farolillos y los coches de caballo.

La Feria de Abril es una de las fiestas más internacionales y populares de España.

Se celebra una o dos semanas después​ de la Semana Santa y coincide con los toros en la plaza de la Maestranza. La feria comienza el sábado a las doce de la noche con la popular prueba del alumbrado, con el encendido de su portada de miles de bombillas y farolillos que la convierten  en un ascua de luz, y tras unos interminables días de contento, lujo y señorío, caballistas, amazonas, paseos de caballo y deslumbrantes carruajes, finaliza oficialmente el sábado siguiente a las doce de la noche con un espectáculo de fuegos artificiales a la orilla del Río Guadalquivir.

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La Feria es como una pequeña y engalanada ciudad. Un mundo efímero donde las casas son casetas, la iluminación se consigue con farolillos y todas las calles tienen nombres de legendarios toreros.

El suelo de las calles está recubierto de albero, tierra de color amarillento, procedente de la localidad vecina de Alcalá de Guadaira. Ésta es la arena utilizada tradicionalmente en los jardines de Sevilla y en las plazas de toros.

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La Feria se ilumina a lo largo de sus calles con millares de bombillas cubiertas de “farolillos” (especie de mamparas esféricas de papel plegado).

Tiene un gran impacto económico y social en la ciudad y está declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Origen e Historia de la Feria de Abril

La Feria, tal como la entendemos hoy, fue creada por iniciativa de dos concejales que solicitaron al Pleno la recuperación de las ferias de Sevilla, una en abril y otra en septiembre. Lo de recuperar tenía todo el sentido ya que el permiso para celebrar ambas lo otorgó Alfonso X el Sabio en 1254, seis años después de que su padre conquistara Sevilla. Los concejales fueron dos sevillanos de adopción: José María Ybarra (vasco) y Narciso Bonaplata (catalán).

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Don José María Ibarra nació en Bilbao y Don Narciso Bonaplata en Barcelona, pero ambos pasaron en Sevilla sus últimos días, y, a mediados del siglo XIX, celebraron por primera vez la famosa feria de la ciudad, que hoy acoge a miles de turistas y que sabe a jamón, a tortilla de patatas, a “pescaíto frito” y gambas y a esa Manzanilla de Jerez, a menudo mezclado con gaseosa que da lugar al afamado ‘rebujito’.

Corría el año 1846 e Ibarra y Bonaplata, durante su concejalía, decidieron organizar una feria que duraría tres días, cuyo objetivo era la exposición y compra venta de ganado. Y un año después, con el beneplácito de la Reina Isabel II, esta reunión de naturaleza mercantil tuvo lugar en el Prado de San Sebastián el 18 de abril de 1847.

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Así nació la primera Feria de los tiempos modernos con 19 casetas y con un éxito tal de público y de negocio que, ya al año siguiente, los encargados de organizar la venta de ganado se dirigían al Municipio para pedirle una mayor presencia de agentes de la autoridad porque “los sevillanos y sevillanas, con sus cantes y bailes, dificultaban la realización de los tratos”.

Lo que comenzó como un evento puramente comercial, con el paso de los años el pueblo de Sevilla ha ido haciéndolo suyo hasta llegar en el presente a considerarse como una de las más singulares expresiones de color y alegría donde el sevillano y aquellos que nos visitan disfrutan de la fiesta durante 6 días cada año.

Noche del “alumbrao”

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La Feria de Abril de Sevilla comienza la noche del “alumbrao”, momento inaugural en el que se encienden las luces del recinto ferial. Hay personas en Sevilla que viven la «noche del alumbrao» como si se tratase de la «noche de fin de año».

También esta noche se degusta el tradicional “pescaíto frito” en las casetas.

Otro de los grandes elementos distintivos de la Feria de Abril es el arco que hace de entrada al recinto, la portada, que cada año presenta un diseño diferente para conmemorar algún evento vinculado con la ciudad. El encendido de la portada supone en cierto modo un año más, un nuevo año cargado de ilusiones y emociones que se desarrollan de forma fulgurante en esa semana. Algo así como si la vida estuviera concentrada en una semana.

Las casetas de la Feria de Sevilla

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Las casetas son el lugar donde se vive la feria. Formadas por varios socios, son entendidas como un espacio familiar en el que agasajar a amigos, parientes e invitados con los productos típicos de la tierra.

En las casetas, sencilla y bellamente engalanadas, no falta el Fino de Jerez o la Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, el jamón, las gambas, el baile, las sevillanas, las palmas, la guitarra y también, por qué no, la gaita y el tamboril rociero,… y  nunca, nunca  debe faltar «ese caldo del puchero» con un chorreón de fino, capaz de hacernos sentir como nuevos…

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Este ambiente cálido y festivo se traslada también al exterior: la gente suele bailar en la calle y el carácter abierto de los sevillanos invita a unirse a la celebración a todo el que pasa.

Conviene que tenga en cuenta que la mayoría de las casetas son privadas y que se accede por invitación de algún socio o conocido. Aunque también las hay públicas y de acceso libre. En la oficina de información situada en la entrada de la feria le indicarán cuáles son.

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DOLMEN DE SAN MARTÍN: cultura megalítica en España

22 mayo, 2018 at 6:54

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La cultura megalítica, es decir, las civilizaciones cuyos restos conservados consisten en “grandes piedras” (dolmen) dispuestas de manera estudiada son una forma magnífica para poder ver cómo vivían nuestros antepasados de la Prehistoria hace más de 6.000 años.

Desde el Neolítico y hasta la Edad del Bronce, periodos de la Edad de Piedra, la cultura megalítica se desarrolló en todo el mundo, aunque el término localiza la etapa entre el Mediterráneo y la zona Atlántica de Europa.

Lo primero que suele aparecerse en la mente del viajero al ver estos enormes monumentos prehistóricos es, ¿pero cómo pudieron construirse sin los avances técnicos modernos? La cuestión en sí misma ya otorga cierto acercamiento a una cultura tan alejada de la nuestra, porque nos ofrece una nueva dimensión de los seres humanos: pensaban, planeaban, estructuraban, se comunicaban, todo ello para conseguir erigir estos monumentos.

Ahora bien, ¿por qué razón se construían, con el esfuerzo y la dedicación que debía conllevar? Tampoco está claro que fueran grupos estables en un territorio, por lo que todavía da más misterio a la cuestión.

Algunos estudiosos coinciden en la función sepulcral del monumento, una costumbre que revela la conciencia religiosa del grupo y la creencia en el más allá, además del recuerdo sentimental de la persona que los deja, no muy diferente de las formas actuales. Por otro lado, otros investigadores apuntan a una función de tipo amenazante, en la que estas construcciones pondrían de manifiesto la pertenencia del territorio a un determinado grupo, reforzando la identidad (otro factor inesperado) frente a los demás.

Sea como sea, en España han quedado muchos de estos testimonios de arquitectura prehistórica y muchos de ellos se encuentran en un estado de conservación muy buena.

Hoy te invitamos a conocer el dolmen de San Martín, en Laguardia (La Rioja), una de las construcciones más antiguas del mundo.  En el entorno de Laguardia pueden encontrarse numerosos dólmenes, habiendo de hecho una ruta de dólmenes.

Se reconoce fácilmente porque presenta un chozo (refugio de piedra) construido sobre su túmulo, el cual aprovecha como muro trasero las losas de la cámara dolménica. Su construcción es de la piedra extraída del propio dolmen.

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Es un dolmen de corredor, cubierto con losas planas (de las que todavía se mantiene una in situ) y túmulo más o menor circular rodeando la cámara funeraria. La capacidad de este dolmen es de 21 enterramientos.

La cámara presenta planta poligonal y está constituida por 10 losas de arenisca de extraordinarias dimensiones (5,75 m x 3,10 m y altura máxima de 1,90 m).

El corredor, se configura en base a cinco losas, presentando una anchura de 1,20 metros y una altura de 1,30 metros. Esta losa del lado W del pasillo, sobre la que descansa la de cubierta, presenta abundantes agujeros o cazoletas que parecen responder a manifestaciones de arte propias del megalitismo. En torno a este se dispone el túmulo de piedras y tierra, el cual ha sido seriamente afectado por los cultivos de viñas que han rodeado el monumento.

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Durante la excavación pudieron encontrarse los primeros enterramientos de época neolítica (3500 a. C) y posteriores (2200 a. C). También se encontraron junto a los enterrados varias herramientas como puntas de flecha de sílex de pedúnculo y aletas, hachas, cinceles de piedra, botones de hueso, cerámica de tipo campaniforme y  un puñal de cobre.

Además de este maravilloso monumento megalítico, no te puedes perder visitar el pueblo de Laguardia, sus cuevas subterráneas y el fantástico entorno que lo rodea lleno de bodegas y rutas con mucho encanto. Un plan genial para pasar un fin de semana con la familia.

RUTA DE LOS DOLMENES DE LAGUARDIA
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