El mercadillo de «El Jueves» es el más antiguo de Sevilla. Su origen se sitúa en el siglo XIII, después de la conquista de Sevilla por el rey Fernando III.
Donde
entonces había artesanos y puestos de oficios, hoy campan las antigüedades y
todo lo que se pueda vender de segunda mano –pulseras para relojes, tornillos,
CD’s, trajes de flamenca, sifones, coches de juguete–, repartido en 124 puestos.
Es
un mercado de antigüedades y objetos de
segunda mano, aunque en sus orígenes se ofrecían todo tipo de artículos;
muchos objetos son reciclados y proceden de los contenedores. Los precios
económicos de las mercancías las hacen muy asequibles, siendo frecuente en el
rastrillo el regateo.
Una
especie de zoco medieval que
mantiene su pulso con la modernidad. El caos controlado en una calle a la que
pudo darle nombre esta suma -con poco orden y concierto- de vendedores que,
desde bien temprano, levantan a vecinos con el arrastre y montaje de sus
mercancías.
Abren todos los jueves
del año, de 7.00 a 15.00,
menos el Jueves Santo (que se adelanta al miércoles).
Origen
e Historia del mercadillo de “El Jueves”
La primera referencia escrita que existe es de 1292, cuando el Rey
Sancho lo reguló, por lo que se entiende que llevaba bastante tiempo
celebrándose. Al menos, desde la Reconquista de la ciudad por San Fernando, o
incluso antes. Si se atiende a esta última teoría, podría considerarse que es
una herencia de los bazares árabes
que aún conservan importantes ciudades donde impera la religión musulmana.
Su primer enclave estuvo en la Plaza de Calderón de la Barca (donde se
encuentra el Palacio de los Marqueses de La Algaba, en la trasera del mercado
de abastos). No fue hasta el siglo XIX cuando se traslada a su actual
emplazamiento.
Tal ha sido su fama durante estos ocho siglos que hasta el propio Miguel de Cervantes lo mencionó en su novela picaresca Rinconete y Cortadillo. El ambiente que se vive en él le viene como anillo al dedo a este género literario. Un escenario perfecto donde cada semana se recrea la Sevilla del siglo XVI, cuando el oro de América entraba por unas calles repletas de pedigüeños. Gloria y miseria juntas compartiendo suelo.
Este ambiente tan pintoresco llevó al
viajero inglés Richard Ford a
compararlo con el zoco de El Cairo,
un símil propio de ese exotismo con el que los románticos retrataron la vieja
Híspalis. Germen del turismo que vino después y que se palpa en esta calle
donde abundan los apartamentos para visitantes. Y hasta nuevos hoteles. Tal fue
la fama que había adquirido por aquel entonces el mercadillo, que en 1905 se
convirtió en una de las primeras
postales de la ciudad. Y con la fama surgieron las leyendas, como aquélla que asegura que en sus puestos se llegó a
vender un Murillo.
El
Mercado Central de Atarazanas es un mercado municipal de la ciudad de Málaga (Andalucía).
Aunque se encuentre en pleno corazón de
Málaga, la gente suele pasarlo por alto, por lo que muchas veces pasa
desapercibido. Pero, si estás buscando productos frescos y locales a precios
fantásticos, no puedes perdértelo.
El
edificio actual, obra del arquitecto Joaquín de Rucoba, se construyó entre 1876
y 1879 en el solar donde estuvo un taller
naval de origen nazarí, del que sólo se conserva una puerta de mármol y de
donde proviene su nombre; atarazana.
En
la parte trasera del Mercado Central de Atarazanas nos encontramos con una gran vidriera, conformada por 108
paños, realizada por los hermanos Atienza en 1973 y que representa distintos
monumentos de la ciudad.
Tras
la gran reforma llevada a cabo entre
los años 2008 y 2010, el Mercado Central de Atarazanas presenta una planta
estructurada en tres naves, separadas por un esqueleto metálico.
En
cada una de sus calles se concentran más
de 250 puestos. Fruterías, pescaderías, congelados, comestibles,
carnicerías, panaderías e incluso bares.
El
Mercado Central de Atarazanas fue declarado Bien de Interés Cultural, convirtiéndose así en Patrimonio Histórico de España.
El Mercado de Atarazanas abre sus puertas de lunes a sábado de 8:00 a 14:00 horas. Aunque bien es cierto que se puede visitar los lunes, debes saber que algunos puestos de venta de pescado permanecerán cerrados.
Origen e Historia del
Mercado de Atarazanas
El
nombre «Atarazanas» proviene de la época morisca y, si lo traducimos literalmente del árabe, significa
«lugar donde se reparan barcos».
Aunque
resulte difícil de imaginar en la actualidad, la mayor parte de la ciudad de la
actual Málaga se encontraba bajo el mar durante el dominio morisco, por lo que las Atarazanas se situaban justo al borde
del mar. Además, existen registros
de personas que todavía en el siglo XVIII seguían pescando desde las murallas
de los mercados.
Las
Atarazanas fueron construidas durante el reinado
de Mohammed V (1354-1391). El astillero del siglo XIV fue uno de los
edificios más grandes e impresionantes de su época y las Atarazanas se
caracterizaban por los siete arcos de
herradura que formaban su fachada.
Hoy
en día, sólo queda uno, que fue declarado monumento
de influencia histórico-artística en 1978, aunque no cuenta con ninguna
señal que indique la importancia histórica del arco.
Con
todo, los más curiosos podrán observar dos pequeños
escudos inscritos en árabe, cerca de la parte superior del arco, en los que
se puede leer «Sólo Dios es el
vencedor, gloria para él».
El
viejo edificio histórico se deterioró rápidamente. Tras la conquista de Málaga
por los Reyes Católicos en 1487, las
Atarazanas se convirtieron en un convento. Posteriormente, pasaron a ser un
cuartel militar, un hospital y, finalmente, una escuela.
Hacia
el siglo XIX, la estructura original se había derrumbado. Gracias al esfuerzo
del arquitecto Joaquín Rucoba, se salvó
el arco original y se reconstruyó completamente el mercado entre 1876 y
1879, utilizando una gran cantidad de hierro.
Ruta por los puestos
más especiales del Mercado Central de Atarazanas
Embutidos,
quesos y patés. Armando Cuberos.
Tiene infinita variedad de jamones, embutidos, quesos, patés, empanadas y otros
platos preparados. Es el lugar donde encontrar un auténtico pecorino o un
Comté, porque tiene un respetable surtido de quesos italianos, franceses y
holandeses.
Frutas,
verduras y setas. Frutería Ernesto.
Sólo tiene productos de primera calidad. Si eres de los que se quejan de que
hoy día los tomates no saben a nada, deberías probar los de este puesto. En
otoño es espectacular la variedad de setas, procedentes de todas las variedades
y regiones de España.
Pescado.
Roberto y Javier Belman.
Están especializados en grandes pescados azules: atún rojo, salmón salvaje de
Noruega, pez espada de Alborán, cazón de Cádiz y rosada salvaje. Todo fresco,
de gran calidad y cortado con maestría. Verles manejar el cuchillo es todo un
espectáculo. Lugar perfecto para comprar una ventresca de atún rojo recién
traído de Barbate.
Carne.
Carnicería Marcos. Está
especializado en ternera, cordero lechal de Burgos, cerdo ibérico y
precocinados caseros de primerísima calidad.
De
Tapas por el Mercado Atarazanas
El bar del mercado de Atarazanas se ha
convertido en un lugar de peregrinación, sobre todo los viernes y los sábados a
mediodía, cuando es misión imposible encontrar un hueco en su barra. Tapear rodeado del bullicio del mercado de
Atarazanas tiene un encanto especial.
Deliciosos sus pinchitos de gambas o de pulpo: son una experiencia religiosa.
Muy cerca del mercado, en una
callejuela estrecha que conecta la calle Martínez con la Alameda Principal
encontramos una pequeña marisquería: Casa
Vicente. Es el lugar perfecto para, después del ajetreo característico de
las mañana de mercado, tomar un par de tapas acompañadas con una cerveza o vino
antes de ir a casa a cocinar las compras del día. El plato de gamba de Huelva es la especialidad de
Casa Vicente.
Prácticamente
cualquiera de nosotros hemos pasado grandes ratos jugando a las cartas, un invento que, al igual que
muchos otros juegos, fue inventado en
China e importado por los europeos hacia 1375.
La
baraja española consiste en un mazo o conjunto
de cuarenta y ocho naipes o cartas de la baraja. Antiguamente era muy
frecuente la baraja de cuarenta naipes. Existen versiones más modernas de cincuenta y cinco naipes para poder jugar
a otros juegos.
El
aspecto actual de la baraja española
se lo debemos a un impresor burgalés de origen francés y afincado en Vitoria, Heraclio Fournier, quien en 1868
presentó una baraja litografiada, que fue premiada
en la Exposición Universal de París. Sin embargo, el diseño que ha llegado
hasta nuestros días es el que realizó Augusto Ríus para el propio Fournier.
La rica historia de la baraja española ha llevado a que, desde 1986, posea su propio museo, en la ciudad de Vitoria. Consta de más de tres mil juegos de naipes coleccionados por los herederos del fabricante Heraclio Fournier. En el Museo Fournier se encuentra una baraja europea, considerada como la más antigua que se conoce, datada de finales del siglo XIV.
Origen e Historia de
la Baraja Española
Se
relata que los naipes empezaron a utilizarse como elemento de adivinación, para convertirse después
en un mero entretenimiento popular. Se
ha mencionado a los gitanos y sus
barajas adivinatorias, pero cuando las grandes migraciones gitanas llegaron a
Occidente hacía tiempo ya que las cartas eran sobradamente conocidas en Europa.
No obstante, podemos asegurar con toda seguridad que esta invención, al igual
que los dados y el ajedrez, viene de Oriente.
La
creación de los naipes parece derivarse de la combinación de dos juegos: Ajedrez y Dados. El Ajedrez era
privilegio de la inteligencia y los Dados, de la suerte. De la fusión de estos
dos factores nacieron los naipes.
Si
buscamos precedentes, se cree que los naipes ya existían en China allá por el año 1120, cuando
empleaban el grabado sobre madera para el estampado de las cartas.
Luego
llegaron a Oriente Medio durante el
siglo XIII, donde se encontraron las primeras barajas de 52 naipes, coloreados
a mano y divididos en 4 palos: oros, copas, espadas y palos de polo.
Tras
su llegada al Viejo Continente, en plena Edad
Media, cada pueblo sustituyó los palos y figuras orientales por otros más
cercanos a su tradición cultural,
creando símbolos como los bastones, bastos, cetros, corazones o cascabeles.
Una
de esas evoluciones de los naipes orientales tuvo como resultado la baraja
española, que destaca entre todos los
juegos de cartas del mundo por la riqueza de sus diseños. Ello se debe a
que las figuras son de inspiración
medieval y sus palos representan los distintos estamentos de la época: los comerciantes (Oros), el clero (Copas),
la nobleza (espadas) y los siervos (Bastos). Pueden ser de 40, 48 o de 50
naipes dependiendo del juego.
Las
cartas de juego se extendieron hacia el norte hasta Francia y Alemania, dando
origen a las barajas nacionales de ambos países. Desde Francia los naipes
pasaron a Inglaterra, donde el modelo francés adoptaría la forma de la que
actualmente se conoce como baraja
inglesa.
La
baraja española fue adoptada en Nápoles,
entonces perteneciente a la corona aragonesa. Posteriormente, su diseño
evolucionó más en España que en Italia, por lo que la baraja napolitana es más parecida a la antigua baraja española.
Baraja de estilo Napolitana
En España se utilizan 3
estilos diferentes,
el de Cádiz, el catalán y el castellano. Principalmente se ven los dos últimos
ya que el estilo de Cádiz es más antiguo y es el que se utilizaba para las
cartas destinadas a la exportación.
Baraja de estilo de CádizBaraja de estilo CatalanaBaraja de estilo Castellana
Curiosidades de la
Baraja Española
Los
naipes o figuras de la baraja española poseen una serie de curiosidades que
suelen pasar desapercibidas entre los jugadores. Así, aunque los reyes se suelen representar como
hombres mayores y barbados, los de copas y de oros suelen parecer más jóvenes.
Además, desde el siglo XVIII, los
caballos de copas y oros suelen mirar hacia la izquierda, mientras que los
de bastos y espadas lo hacen hacia la derecha.
Con
diseños de 40, 48, o 50 naipes, en función del juego en el que se emplee, la baraja española es la única en el mundo
que no posee una figura femenina. Consta de reyes, caballeros a lomos de
corceles y unos pajes ligeramente afeminados —conocidos como sotas—, pero no de
reinas.
En
cuanto a la curiosa Sota, pese a su
apariencia afeminada, en realidad se trata de un paje de pie y simboliza al criado o mensajero. Los colores de las
calzas, inicialmente todas rojas, y de los sayos, así como la posición de sus
piernas y la colocación del motivo del palo, varían según los palos y la
inventiva de los autores del diseño.
Junto
a ello, hacia el siglo XVI la baraja española introdujo una innovación que la hizo única. Se trata
de las pequeñas discontinuidades que
aparecen en los lados inferior y superior del rectángulo que enmarca los
motivos de cada naipe. Según se cree, estas discontinuidades se crearon para dificultar la visión de las cartas a los
mirones, objetivo que posteriormente sería perfeccionado con la utilización
de los índices. Efectivamente, ambos recursos hacen que el jugador no necesite
extender las cartas que tiene en la mano para saber cuáles son, ya que con sólo
separarlas un poco conoce a qué palo pertenecen y qué figura o carta numeral es
cada una. El palo de oros no tiene pintas; el de copas tiene una; dos, el de
espadas y tres, el de bastos.
Nuestra
vida y dichos cotidianos hacen
mención constantemente a todo lo relacionado a la baraja, son muy normales los
dichos; Sota, Caballo, Rey. Cantar las cuarenta. Lanzar un órdago. Barajar
(varias posibilidades).Tener un As en la manga. Un As del volante. Se desmoronó
como un castillo de naipes.
Juegos de la Baraja
Española
Se
puede jugar a muchas clases de juegos
con la baraja española como: la escoba, el cinquillo, el burro, la brisca, las
siete y media, el tute, el chichón, el mus, el pokarin, el tute, el conquian,
el guiñote, la perejila, la pocha…infinidad de ellos.
El
70% de los trofeos que se fabrican en España son para Torneos de cartas.
El Mus, debido a sus cualidades estratégicas
y por la posibilidad de relaciones interpersonales, se ha erigido como
asignatura optativa en varias Universidades españolas, entre ellas está la de
Barcelona.
También
se suelen usar las cartas para hacer juegos y trucos de magia, desde tiempos inmemoriales. Así como también se
utilizan para leer el futuro o el pasado con el Tarot, pero también con la baraja española.
En
el extenso listado de monumentos incluidos como Patrimonio de la Humanidad no podía faltar la Universidad de
Salamanca, no en vano es la universidad,
aún en funcionamiento, más antigua de España y del mundo hispánico y la tercera
más antigua de Europa.
La
Universidad de Salamanca se fundó en
1218, cobrando un gran prestigio docente y cultural en el exterior de
España.
El
edificio universitario es de planta
cuadrada con patio central y galerías circundantes. Su interés artístico
reside en su fachada plateresca. Las Escuelas Menores, que están junto a la
universidad, presentan en sus portadas similares analogías artísticas,
conservando en una de sus aulas el techo
pintado por Fernando Gállego.
El
edificio histórico principal está en
uno de los laterales del Patio de
Escuelas. Su construcción comenzó en 1415.
En
este patio se encuentra también el Hospital
del Estudio, que hoy en día es la sede del Rectorado y cuya fachada está
coronada por una fantástica crestería
renacentista.
En
el centro del Patio de Escuelas se puede ver una señorial estatua de Fray Luis de León, que fue uno de los más destacados
profesores que ha tenido la Universidad.
Antes de visitar la universidad, te recomendamos ver los horarios y tarifasdisponibles.
Origen e historia de
la Universidad de Salamanca
Fue
Alfonso IX de León quien instituyó el Studium
Generale en Salamanca, en 1218. Era este un título otorgado por monarcas o
papas a los estudios, más o menos reglados, que impartían ciertas instituciones
educativas que cumplían distintas condiciones de excelencia. Los monarcas
solían tomar bajo su amparo, en forma de mecenazgo y donaciones, las
instituciones que recibían esta distinción.
Sin
embargo, hay que saber que la de Salamanca no fue la primera institución de la
Península Ibérica en recibir esta distinción, pues en 1215 a Palencia ya le había sido otorgado este
honor.
Los
Studium Generale fueron el germen de lo que acabaría por convertirse en la Universidad de Salamanca a partir de 1252,
cuando Alfonso X el Sabio otorga el título de Universidad a la institución,
mediante una cédula real. Fuela primera institución educativa europea en
obtener el título propiamente de Universidad.
Derecho, Lógica o
Medicina fueron
algunos de los estudios ofertados desde los primeros siglos de existencia de la
Universidad. Curiosamente, no fue hasta 1381 cuando se empezaron a impartir
estudios de teología en la
Universidad de Salamanca. Y digo curiosamente, pues la implantación y
desarrollo de la Universidad estuvo ligada, desde un primer momento, al
mecenazgo real, pero también al eclesiástico. Uno de los modos de financiación en estos primeros siglos fue por ejemplo,
mediante las tercias reales del diezmo eclesiástico. Es decir, la parte del
impuesto agrario que la iglesia recaudaba y que era transferido a la Corona de
Castilla.
La
Universidad fue creciendo paulatinamente, de manera que pasaría de unos 400 alumnos durante el siglo XIV a
más de 6000 a finales del XVI. Y con el crecimiento del alumnado llegaron
las necesidades de contar con edificios propios donde impartir las clases, que
hasta la fecha habían venido siendo ofrecidas en distintas dependencias,
sobretodo de carácter eclesiástico. Diego
de Anaya, una de las figuras más importantes del siglo XV, fue quien fundó
el primer Colegio Mayor de Salamanca,
el de San Bartolomé, germen del actual Colegio de Anaya (por desgracia el
primitivo edificio fue sustituido por el actual). Pero enseguida se empezaron
los trabajos de construcción del verdadero buque insigne de la Universidad de
Salamanca, las Escuelas Mayores. Aun
ahora, el edificio histórico de la
Universidad de Salamanca es el gran estandarte de la institución.
Con
épocas de menor y mayor esplendor, la Universidad de Salamanca ha estado
siempre presente entre las mejores
instituciones docentes del país. Muchos de los más importantes y altos
funcionarios del Estado salieron de la Universidad que formó, además, a muchos
otros destacados personajes del mundo de la literatura o la ciencia.
Solo
tras la invasión francesa de principios del XIX la Universidad de Salamanca
entró en franco declive. Incluso, en
1852, la Universidad pierde la facultad para expedir el título de Doctor. Los
estudios ofertados se reducen, en aquella época, a los de Derecho y Filosofía y
Letras. Salamanca había perdido, incluso, la posibilidad de impartir estudios
de Medicina, algo impensable solo un siglo antes, en plena Ilustración.
A
partir del siglo XX empieza una progresiva
recuperación de la Universidad de Salamanca. A mediados de siglo, tras el
ofrecimiento del doctorado Honoris Causa al dictador Francisco Franco, la
Universidad recobra la potestad para otorgar títulos de doctorado.
Paulatinamente, la Universidad de Salamanca va recuperando su espacio entre las
universidades de más prestigio internacional.
Exterior del edificio
histórico de la Universidad de Salamanca
La
fachada plateresca, que fue tallada
en piedra como si de orfebrería se tratase, es de una gran espectacularidad por
la variedad y belleza de la decoración y la abundancia e interés de los
simbolismos que contiene, principalmente el de la rana sobre la calavera.
Se
divide en tres cuerpos, que están a
su vez divididos en calles. Cinco en los dos primeros cuerpos y tres en el
tercero.
En
el centro del primer cuerpo, dentro de un medallón, está representada la imagen de los Reyes Católicos
acompañada del texto en griego «Los Reyes a la Universidad y la
Universidad a los Reyes».
En
el segundo cuerpo aparecen tres escudos:
el águila bicéfala del emperador Carlos V, la representación de todos los
reinos de la España de la época y el águila de San Juan, símbolo de la Reina
Isabel la Católica.
En
el tercer cuerpo puede verse un papa,
junto al que están representados los dioses Hércules y Venus.
La rana de la fachada de
la Universidad
La figura más famosa de entre todas las que tiene la
fachada es la de una pequeña rana o sapo que reposa sobre una calavera.
Cuenta
la leyenda que el estudiante que
vaya a estudiar a Salamanca y encuentre la rana en la fachada de la
Universidad, tendrá suerte y aprobará los exámenes.
Sea
cierto o no, en la actualidad, cientos de turistas la buscan cada día. Tarea,
dicho sea de paso, bastante difícil si no se cuenta con ayuda.
Interior del edificio
histórico de la Universidad de Salamanca
El
interior se organiza alrededor de un patio
de estructura monástica.
Originalmente
el edificio sólo tenía una planta, aunque en el siglo XIX se añadió un segundo
piso.
Primera planta
En
la primera planta están las antiguas
aulas, en cuyas puertas se pueden ver unas lápidas que señalan las
disciplinas que se enseñaban en cada una. Alguna de las aulas de más renombre,
y que se pueden visitar, son la Aula Miguel de Unamuno o lade Fray Luís de León,
donde el fraile agustino impartió sus clases de Teología y que conserva su
configuración del siglo XVI con una sencillísima bancada original incluida.
En
esta planta se sitúan también el Paraninfo,
que es el lugar donde se celebran los actos académicos de mayor importancia, y
la Capilla, del siglo XVIII, que
cuenta con un sencillo pero elegante retablo y un órgano del siglo XVII.
Escalera
La
escalera de acceso al piso alto es una joya
del renacimiento español y tiene una particular simbología. Sus tres tramos
representan las tres etapas de la vida
del hombre: juventud, madurez y senectud y el ascenso de éste hacia a la
perfección moral y espiritual, atravesando los peligros de cada una de las
etapas.
Planta superior
En
la planta superior destacan el
artesonado mudéjar, la puerta gótica y una interesante reja gótica que da
acceso a la Biblioteca.
No
se puede entrar dentro de la biblioteca, de manera que nos tenemos que
conformar en observarla desde el cristal. La actual es una estructura de mediados del siglo XVIII. Las estanterías, de aire
barroco, dan lugar a uno de los momentos más gloriosos entre las bibliotecas
europeas. Las mesas, las esculturas, las estanterías, los globos terráqueos.
Todo ello supone un fascinante decorado para este templo de la cultura y el
saber, que custodia piezas de enorme
valor, incluidos 785 incunables del siglo XV.
La
ermita de San Antonio de la Florida (conocida también como Real Ermita de San
Antonio de la Florida), se encuentra situada en la plaza del mismo nombre en el
distrito de Moncloa-Aravaca (Madrid),
y se considera como la única
superviviente de las tres ermitas dedicadas a san Antonio de Padua que hubo
a las afueras de Madrid (esta de la Florida, Alemanes y Retiro).
A
pesar de ser uno de los mejores ejemplos del neoclásico madrileño, la ermita de San Antonio de la Florida
sorprende por el grandioso conjunto
pictórico que Goya pintó a finales del siglo XVIII. En esta obra maestra
del arte español, el artista aragonés siempre tuvo presente que estaba
decorando uno de los templos más populares de Madrid, famoso por su romería del 13 de junio.
Debido
a la especial preocupación que ha existido siempre por garantizar su
conservación, en 1905 fue declarada
Monumento Nacional, y en 1928 se construyó a su lado un templo idéntico
para trasladar el culto y reservar el original como museo de Goya.
A
pocos metros de la ermita se encuentra el Cementerio
de San Antonio de la Florida, donde están enterradas 43 víctimas de los
fusilamientos del 3 de mayo de 1808.
El horario para visitar la ermita de San Antonio de la Florida es de martes a domingo de 9:30 a 20h. En verano entre semana se suele cerrar durante una hora hacia mediodía, entre las 13:45 y las 14:45, y se cierra a las 19:15. La entrada es gratuita y está prohibido hacer fotografías en su interior. Es posible realizar visitas guiadas de lunes a viernes en horario de mañana.
Historia de la ermita
de San Antonio de la Florida
La
ermita de San Antonio de la Florida fue mandada construir durante el reinado de Carlos IV. El proyecto
corrió a cargo del arquitecto Francisco
de Fontana, que finalizó las obras en 1798.
El
aspecto exterior no es especialmente llamativo. Su estilo neoclásico dio como
resultado un edificio elegante sin grandes alardes. Si acaso ese frontispicio
triangular de la fachada, desprovisto de adornos. Es precisamente su interior lo que sorprende a los visitantes.
Su
planta es de cruz griega con brazos
muy cortos y ábside semicircular en la cabecera, el cual origina un espacio
central dominado por una gran cúpula
iluminada mediante linterna. Circunscriben la ermita estancias adosadas al
exterior formando un rectángulo. Resaltan los pies que marcan la fachada
principal construida según el canon barroco.
Goya en San Antonio
de la Florida
El
mismo año que concluyó la construcción de la ermita, Francisco de Goya se puso
a pintar las paredes por encima de la cornisa. Una de las obras representadas
es la Adoración de la Trinidad.
Pero
quizá más admirado es el Milagro de San
Antonio, pintado en la cúpula dentro de una barandilla ficticia. Sobre un
paisaje de fondo, el Santo resucita a un hombre asesinado para que testifique a
favor de su padre, acusado del crimen.
Pero
Goya también está presente en la ermita de otro modo. En 1919 se trasladó su cadáver al templo y hoy podemos ver la tumba con
su nombre a los pies del presbiterio. Del cadáver falta la calavera,
perdida supuestamente en su primer enterramiento en Burdeos.
Enfrente de la ermita, en medio de la glorieta de San Antonio de la Florida, podemos ver la estatua de Goya, uno de los varios homenajes al artista que hay en Madrid. En esta ocasión el pintor, moldeado en bronce, está sentado en una silla estilo imperio con una paleta y unos pinceles en su mano izquierda.
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