CASTILLO DE LOARRE: ruta de castillos medievales

26 julio, 2019 at 13:02
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El castillo de Loarre o castillo abadía de Loarre es un majestuoso recinto fortificado considerado como el castillo románico mejor conservado de Europa. Se encuentra  en las cercanías del pueblo de Loarre, a 1071 metros de altura y a sólo 30 km de Huesca.

Levantado sobre un espolón rocoso está formado por diversas edificaciones, la mayoría en buen estado de conservación, entre las que podemos ver las murallas y torreones, la fortaleza, la torre del homenaje o el mirador de la reina (con espléndidas vistas sobre la sierra y los llanos que se abren a sus pies), además de otras dependencias de origen monástico, como la iglesia o la cripta.

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Desde su posición se tiene un control sobre toda la llanura de la Hoya de Huesca y en particular sobre Bolea. Durante el periodo altomedieval el castillo de Loarre, junto con el próximo de Marcuello, ostentaban una importancia estratégica fundamental dentro del sistema defensivo aragonés, frente a la férrea posición musulmana de Bolea.

Construido en el siglo XI resultó ser pieza clave para el rey Sancho III el Mayor en la reconquista cristiana de esta Tierra Llana o Plana (de ahí el nombre de Plana de Uesca) a los musulmanes. Presenta un buen estado de conservación, lo que hace que sea uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar y civil del románico de España.

Fue denominado Monumento Nacional en el año 1906. En la actualidad cuenta con el estatus de bien de interés cultural. Las instituciones regionales y comarcales están interesadas en promover su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

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Su belleza, singularidad, buena conservación y excelente ubicación han hecho que resultara elegido en numerosas ocasiones como escenario de películas y documentales, algunas tan universales como “El Reino de los Cielos” dirigida por Ridley Scott.

Origen e Historia del Castillo de Loarre

Durante muchos años se ha defendido que en Loarre existió un núcleo urbano ya desde época romana, denominado Calagurris Fibulariensis. Sin embargo, lo inaccesible del lugar ha hecho dudar de la veracidad de esta afirmación, pues no hay ninguna certeza para relacionar Loarre con esta ciudad. No obstante, parece razonable pensar en un posible asentamiento de época antigua, aunque no se han localizado restos arquitectónicos anteriores al siglo XI.

Durante el periodo musulmán tampoco hay demasiadas noticias sobre Loarre, aunque todo parece indicar que esta zona no se llegó a controlar de forma exhaustiva.

Algunos historiadores sitúan el origen del castillo de Loarre en una fecha tan temprana como es el siglo X, cuando se construiría una torre como símbolo del terreno ganado a los musulmanes. Sin embargo, la conquista definitiva de todas estas tierras tuvo lugar bajo el reinado de Sancho III el Mayor (1004-1035). El 8 de enero de 1033 ya había un teniente aquí, Lope Sánchez, con lo cual debía de existir, o quizás se estaba construyendo, un castillo. Tras la muerte del rey, algunos autores piensan que Loarre fue heredado por su hijo Gonzalo.

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Durante el periodo de 1035 a 1042 parece que estuvo abandonado, pero a partir de este año, pasó al poder de Ramiro I (1035-1063) y adquirió una gran importancia. En esta época se construyó la Torre del Homenaje, y parece que se creó un núcleo de población en su entorno.

En general, las partes del castillo de Loarre de esta etapa que comprende los dos primeros tercios del siglo XI se reconocen (atención a las reformas y restauraciones recientes) por sus formas lombardas, en especial a sus muros realizados con sillarejos.

Durante el reinado de Sancho Ramírez (1069-1094) es cuando el castillo alcanzó el máximo esplendor, y fue en estos años cuando se realizó la ampliación que dio lugar a la configuración actual. En la década de los 70 el rey fundó en el castillo un monasterio con una comunidad de canónigos de la orden de San Agustín puesto bajo la autoridad directa del papa, con lo que al carácter militar de la fortaleza se unió un aspecto religioso.

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De este monasterio se han conservado algunas estancias, adscritas a la estética del románico pleno jaqués, como la espléndida iglesia de San Pedro y la cripta de Santa Quiteria.

A lo largo del siglo XII el castillo se secularizó y se redujo a la categoría de parroquia. El carácter militar también perdió importancia tras las conquistas de Huesca (1096) y Bolea (1101) y poco a poco quedó abandonado. Desde 1263 hasta 1285 estuvo bajo la protección de la Orden de San Juan. En el siglo XVI el núcleo de población se trasladó a su emplazamiento actual, en una zona más baja y accesible, y para ello se construyó una iglesia y nuevas casas, cuyas piedras salieron de los muros del castillo, quedando éste completamente abandonado y semiderruido.

Las murallas del Castillo de Loarre

La interpretación de las diferentes fases constructivas del castillo de Loarre ha dado lugar a grandes debates entre los historiadores de la arquitectura, y muchos de los frentes que se han abierto continúan siendo objeto de estudio, sin que se hayan podido alcanzar unas conclusiones definitivas.

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La fortaleza se encuentra rodeada por una gran muralla que recorre todo su perímetro en los costados norte, este y sur, mientras que en el oeste el castillo se protege por la propia montaña. El muro se refuerza con un torreón cuadrangular y otros nueve semicirculares.

La entrada principal al recinto se encuentra en el flanco este, y está compuesta por un sencillo arco de medio punto, flanqueado por dos torreones semicirculares. El castillo tiene una segunda puerta, más antigua, ubicada en el único torreón cuadrangular de la muralla, compuesto también por un sencillo arco de medio punto que se sitúa en un ángulo recto con respecto al lienzo de la muralla, para proteger el acceso.

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La torre albarrana

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Frente a la segunda puerta de entrada de las murallas hay una pequeña torre a la que tradicionalmente se ha denominado albarrana, y que quizás se comunicase con la muralla por medio de una estructura de madera, aunque en realidad su función defensiva no está nada clara, ya que su construcción es bastante anterior a la de la muralla.

El exterior del Castillo de Loarre

Desde esta zona se puede ver una magnífica perspectiva del ábside de la iglesia. Éste tiene forma semicircular, y se encuentra dividido horizontalmente por medio de dos líneas de imposta con la característica decoración del ajedrezado jaqués, que lo dividen en tres cuerpos de tamaño desigual correspondientes, el inferior a la cripta y los dos superiores a la iglesia.

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El interior del Castillo de Loarre

La cripta tiene una planta semicircular, y se encuentra situada bajo el ábside de la iglesia. Se cubre por medio de una bóveda de horno, que arrancan de una línea de imposta ajedrezada.

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La iglesia de San Pedro, levantada en época de Sancho Ramírez, tiene una sola nave, dividida en dos tramos, y rematada en un ábside semicircular. La iglesia cuenta con una maravillosa bóveda semiesférica realizada en sillería, con cuatro pechinas en los ángulos que facilitan el paso del espacio cuadrangular al circular.

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La oscuridad de la iglesia y su enorme volumen, incluyendo la cúpula del cimborrio, no suele permitir contemplar demasiados detalles, pero es recomendable alzar la vista para contemplar los capiteles de los ventanales, con numerosas representaciones zoomorfas.

Si continuamos nos encontramos con las dependencias militares y la torre del homenaje. Su altura hace que su perfil sobresalga de la estructura del castillo. Esta torre se construyó en época de Ramiro I, y originalmente era una albarrana, exenta, pero cuando en época de Sancho Ramírez se edificó la iglesia, la construcción quedó dentro del recinto monástico, perdiendo en gran parte su función defensiva. La torre tiene planta rectangular.

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Desde la torre del homenaje se puede acceder a la torre de la Reina por medio de una pasarela metálica. Es una elegante construcción, cuyo rasgo más distintivo es la galería de ventanas de la parte superior. Se estructura en tres pisos, visibles desde fuera por las tres filas de ventanas.

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El patio de armas no tiene grandes dimensiones, aunque seguramente fuese suficiente para acoger la guarnición que habitó en el castillo construido por Sancho III. Seguramente en época de Sancho Ramírez este espacio se modificó.

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La iglesia de Santa María de Valverde fue la primera capilla de la fortaleza construida por Sancho III. El primitivo ábside quedó oculto cuando se construyó la iglesia de San Pedro. Se accede desde el patio de armas.

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En la zona norte del castillo de Loarre, entre la torre norte y la del homenaje hay una serie de dependencias comunicadas por pasillos y escaleras que se piensa serían las dependencias monacales. La más amplia es la conocida como sala de los arcos, que bien pudiera haber sido el dormitorio de los monjes.

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El mirador o ventanal de la reina no es más que los restos de una gran sala construida por Sancho Ramírez, con dos pisos de altura, cuya función es desconocida. En la actualidad tan sólo ha sobrevivido el piso inferior.

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CASTILLO DE OLITE: ruta de castillos medievales

29 noviembre, 2018 at 10:55

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El Palacio de los Reyes de Navarra de Olite, Palacio Real de Olite o Castillo de Olite es la prueba del esplendor cortesano que durante la Edad Media vivió la ciudad de Olite, histórica localidad situada en la Zona Media de Navarra, a 42 kilómetros al sur de Pamplona. Es el monumento más visitado de Navarra.

Declarado Monumento Nacional en el año 1925, ocupa un tercio del casco urbano medieval de todo el pueblo de Olite y está considerado como uno de los conjuntos civiles góticos más interesantes de Europa.

El Palacio Real de Olite, corte de los Reyes navarros hasta la conquista de Navarra y su incorporación a la Corona de Castilla (1512), fue uno de los castillos medievales más lujosos de Europa. Así, un viajero alemán del siglo XV escribió en su diario, que hoy se conserva en el British Museum de Londres: «Seguro estoy que no hay rey que tenga palacio ni castillo más hermoso y de tantas habitaciones doradas».

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Contemplando su majestuoso perfil y la elegancia de sus caprichosas torres, no resulta difícil trasladarse al medievo e imaginar cómo era la vida cortesana en un palacio que contaba con ricas decoraciones, exóticos jardines e incluso un zoológico. En él se celebraban justas y torneos, juegos de pelota e incluso corridas de toros. Olite rememora aquel pasado, en el que llegó a ser la sede de la Corte en tiempos de Carlos III el Noble, durante sus Fiestas Medievales.

Puedes realizar la visita al Palacio Real a través de una visita guiada o visitarlo por libre, con la ayuda del folleto que te entregan al comprar la entrada, y siguiendo la numeración que irás encontrando en las paredes del palacio.

Los horarios de apertura van variando a lo largo del año y las tarifas van desde los 2€ hasta los 4,90€, dependiendo de la edad del visitante y de si se realiza la visita por libre o guiada. Tienes toda la información sobre horarios y entradas en este enlace.

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Origen e historia del castillo de Olite

Aunque el origen de Olite se remonta a la época imperial romana (siglo I d.C.), con la función de proteger la calzada que comunicaba Cesaraugusta (Zaragoza) con Pompaelo (Pamplona), su fundación se atribuye al rey godo Suintila hacia el año 621.

El rey navarro García Ramírez dio a la ciudad su primer fuero y Teobaldo II le concedió el derecho a celebrar ferias anuales en 1276.

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Pero su época de esplendor le llegó a Olite en la Baja Edad Media, época en la que se convirtió en una de las sedes favoritas de los reyes de Navarra. En el siglo XV el rey Carlos III “el Noble” y su esposa Leonor de Trastámara decidieron construir su suntuoso Palacio Real de Navarra en Olite.

El castillo de Olite es una construcción de carácter cortesano y militar construido durante los siglos XIII y XIV (1387-1425). Es la obra cumbre del rey Carlos III “el Noble” y el emblema más representativo del viejo Reino de Navarra. Fue levantado para que fuera admirado y demostrar su poderío económico, ya que fue todo un derroche para la época.

Emplazado sobre restos de una antigua fortaleza romana, durante los siglos XIII-XIV sufrió diversas transformaciones. Esta parte es la que se conoce como Palacio Viejo y la que actualmente acoge el Parador Nacional de Turismo «Príncipe de Viana». De ese antiguo edificio se conservan los muros exteriores y las torres. En su fachada destacan los ventanales góticos, la puerta principal renacentista y la torre de la Atalaya.

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Pero su gran desarrollo fue impulsado desde principios del siglo XV por el rey Carlos III el Noble, que para tal fin atrajo a su corte a numerosos maestros peninsulares y europeos. El Palacio nuevo se edificó en estilo gótico civil francés. Y es que el Rey, nacido en Nantes, procedía de una importante dinastía de la nobleza francesa, cuya influencia le hizo desarrollar su imaginación y buen gusto en el Palacio de Olite, que convirtió en su palacio predilecto.

El palacio quedó parcialmente destruido en un pavoroso incendio provocado en 1813 por el general Espoz y Mina para evitar que los franceses, en su retirada, se hiciesen fuertes en el castillo. Su aspecto actual es fruto de una cuidadosa restauración acometida en 1937 que ha intentado devolverle el aspecto primitivo. Se caracteriza por grandes muros de piedra que describen un perímetro de entrantes y salientes, y torretas circulares con cubiertas de pizarra que se levantan en las esquinas.

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Arquitectura del castillo de Olite

Uno de los principales encantos del castillo de Olite es el aparente desorden de su diseño. Esto se debe a que su construcción nunca se afrontó como un proyecto de conjunto, debiéndose el resultado final a las continuas obras de ampliación y reformas que se sucedieron durante siglos.

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Un amplio patio da acceso al interior del recinto que puedes visitar acompañado de un guía. Junto a este patio, antiguo jardín de los toronjales, se hallan otros dos llamados de la «Pajarera» y de la «Morera». En este último existe una morera de varios siglos declarada Monumento Natural.

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Detrás encontrarás el núcleo central del Palacio Nuevo, en cuyo piso noble se conservan las cámaras del Rey, con amplios ventanales abocinados, y de la Reina. Desde la primera cámara se accede a la Galería del Rey, mientras que la cámara de la Reina comunica con un pequeño patio llamado del «Naranjo» o «jardín de la Reina».

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Sobre el núcleo central que alberga las cámaras se alza la silueta de las distintas torres almenadas. La más alta y espectacular es la torre del «Homenaje», mientras que la más caprichosa es la de las «Tres Coronas». Desde la torre de los «Cuatro Vientos» los reyes seguían los torneos. Ahora no podrás ver torneos, pero sí disfrutarás de una bella panorámica.

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Subiendo a la Torre del Homenaje tienes la oportunidad de ver las mejores vistas a 40 metros de altura, tras 133 peldaños de ascenso. Se divisa toda la región del sur de Navarra e incluso parte de La Rioja Baja.

En la zona más sombría del palacio encontrarás el pozo del hielo, cuya tapadera recuerda a una enorme cáscara de huevo. En él se guardaban capas de nieve para conservar los alimentos, de ahí que se conozca como «la nevera».

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Este castillo estuvo rodeado de un gran lujo. Contaba con exóticos jardines, algunos suspendidos a casi 20 metros de altura y un pequeño parque zoológico con leonera que se hallaba en los desaparecidos Jardines o Huertos del Rey, al este del actual Palacio. Además sus paredes estaban ricamente decoradas con azulejos, yeserías y techos de madera tallada. Tras el incendio, sólo permanece la decoración de la conocida como Cámara de los Yesos.

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Destaca el complejo hidráulico que dotaba de agua a los jardines. El agua venía por conducciones desde el Cidacos y era remontada a la torre del Aljibe por medio de un mecanismo con cangilones para ser distribuida por tuberías de plomo a las fuentes y jardines.

Fue escenario de juegos como la pelota y la raqueta y, en ocasiones especiales, se celebraban justas y torneos, como los organizados durante la boda de la princesa borgoñona Agnes de Clèves y el Príncipe de Viana, hijo de Carlos III, y cuyo título lo ostenta hoy la Princesa de Asturias. Otra diversión muy arraigada fueron las corridas de toros.

Otras cosas del castillo de Olite para tener en cuenta

En la plaza que sirve de antesala al castillo, a través de unas escaleras de caracol, accederemos a las galerías medievales en las que existe una exposición sobre la vida de la corte de Carlos III el Noble.

La visita al palacio puede completarse con la iglesia gótica de Santa María y la románica de San Pedro, dotada de claustro y airosa torre gótica rematada por aguja, que rivaliza con las que animan el perfil del Palacio. Asimismo podrás conocer el recinto amurallado romano más completo y mejor conservado de Navarra, si recorres sus murallas defensivas. Callejea sin prisa, recorre sus rúas y como colofón, disfruta en la mesa de las especialidades de la zona regadas por los afamados vinos de Olite, que ostentan la Denominación de Origen Navarra. No olvides visitar el Museo del Vino de Navarra, que tiene su sede en esta localidad.

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Y si deseas retroceder a la Edad Media en Olite, nada mejor que acercarte durante las Fiestas Medievales, que se celebran en el mes de agosto a lo largo de tres días. En la trasera del palacio tiene lugar también en el verano parte del programa del Festival de Teatro Clásico de Olite.

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CASTILLO DE AMPUDIA: ruta de castillos medievales

28 marzo, 2018 at 20:29

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El castillo de Ampudia es una fortaleza medieval y un claro ejemplo de típico castillo-palacio señorial castellano. Está considerado como el más importante y mejor conservado de la provincia de Palencia (Castilla y León).

El castillo fue construido entre los siglos XIII y XV, siendo declarado como Monumento Histórico-Artístico Nacional desde el año 1931.

De arquitectura gótica, presenta una planta trapezoidal que cuenta con tres torres cuadradas en las esquinas (la cuarta torre se derrumbó debido a que las bodegas que había al lado del castillo, horadaron sus cimientos), la mayor de las cuales se corresponde con la llamada torre del homenaje.

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Presenta una fachada de elegante aspecto, distribuida simétricamente y ornamentada con bellas escaraguaitas de traza flamenca y un escudo del Duque de Lerma.

Como nota curiosa, podemos decir que en este castillo, se firmó el documento por el cual se produjo el cambio de capitalidad de Valladolid a Madrid.

Entre los señores del castillo destaca  Don Pedro Ayala y Rojas, Conde de Salvatierra, que se enfrentó con su propia madre, Doña María Sarmiento, por la posesión del castillo, resultando él vencedor. En 1521 el Conde abrazó la causa comunera, dando lugar al hecho de armas conocido como la Batalla de Ampudia entre los partidarios del emperador Carlos I de España y las tropas acaudilladas por el obispo Antonio de Acuña. En 1522, tras la derrota comunera, el emperador confiscó el castillo, pero poco después lo devolvió a la familia.

A principios del siglo XVII se convierte en titular del señorío Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma y favorito del rey Felipe III, al que atrajo en distintas ocasiones a la Villa, convirtiéndose el castillo en sede ocasional de la corte y siendo éste su periodo de máximo esplendor.

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A partir de entonces el castillo entrará en un largo periodo de abandono hasta ser adquirido, en 1960, por D. Eugenio Fontaneda Pérez, el cual, desarrolló un arduo proceso de restauración que ha llevado a la recuperación de este histórico edificio.

Tras el fallecimiento en 1991 de Eugenio Fontaneda la familia ha creado una fundación para gestionar el castillo de Ampudia y la colección de antigüedades que atesoró durante muchos años, y que se distribuyen en las diferentes salas: arqueología, arte sacro, artes populares, juguetes, armas, etnografía, etc.

Te recomendamos consultar los horarios y tarifas para poder organizar tu visita al castillo.

Pueblo de Ampudia

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El pueblo de Ampudia es un bello ejemplo de arquitectura y trazado típicamente castellanos. El modelo de casas castellanas, de dos pisos, construidas en adobe y con soportales se aprecia claramente en las calles Ontiveros y Corredera.

Su casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural.

Además del castillo, Ampudia cuenta con otro monumento emblemático: la Colegiata de San Miguel, de estilo gótico-renacentista. Por su espectacular factura, a su torre de 63 metros se la conoce como la “Giralda de Campos”. Iniciada en el siglo XIII, sus obras no finalizaron hasta el siglo XVI. Sobresalen en su interior el retablo mayor, el órgano barroco y las capillas de San Ildefonso y Santa Ana.

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También merece la pena visitar el Museo de Arte Sacro, situado en el Convento de San Francisco, un bello edificio renacentista con decoración mudéjar.

Ya en las afueras de la localidad, a unos tres kilómetros, se sitúa el Santuario de Nuestra Señora de Alconada. Construido en piedra de sillería y mampostería, en su fachada norte permanecen los restos del templo románico sobre el que se edificó. En las cercanías se han encontrado restos cerámicos de la Edad del Bronce.

Entre las festividades que se celebran, hay que mencionar la muestra nacional de encaje de bolillos que se realiza en junio y el mercado castellano durante las fiestas patronales de septiembre.

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CASTILLO DE CHULILLA: ruta de castillos medievales

20 junio, 2017 at 20:38

 

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El Castillo de Chulilla, en Valencia, se encuentra situado en lo más alto de uno de los montes del pueblo, una fortaleza que fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1981.

El pueblo de Chulilla se encuentra ubicado en lo alto de un cerro, que permite al viajero poder tener unas vistas deslumbrantes cuando camina por sus calles y descubre los rincones del pueblo.

De construcción musulmana, el Castillo de Chulilla fue durante muchos años prisión eclesiástica bajo la propiedad del Obispado de Valencia.

Antiguamente, la entrada al castillo estaba situada en la zona de las casas que existen tras la iglesia, el camino que servía de acceso tenía una torre albarrana y varias murallas. En la segunda muralla se puede ver un talud que reforzaba la zona.  Finalmente la entrada del castillo se realizaba por un arco de medio punto y una puerta de madera sobre la que había un dintel con forma de almena que servía para defender el portal.

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Una vez dentro de la fortaleza se puede ver como la muralla continua hacia el norte y termina en una torre en forma de esquina. En la zona sur estaba situado el aljibe. El área noble del castillo contaba con una torre cuadrada, y por encima de ella, y directamente sobre el río una torre esquinera con un piso inferior abovedado. Se sabe que en esta zona también se encontraba un subterráneo que comunicaba con el exterior y que servía de salida en momentos de asedio.

El castillo sufre importantes reformas tras las guerras con Castilla en el siglo XIV y sirve para diferentes funciones desde residencia hasta cárcel de eclesiásticos. Un terremoto en el siglo XVIII, las prolongadas acciones bélicas y el posterior abandono lo han convertido actualmente en ruinas. Durante varios años se realizan trabajos de restauración y consolidación para recuperar algunas de las zonas más relevantes.

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Destacan su puerta con matacán almenado, la torre barbacana circular y su prolongada muralla. También se observan restos de salas y construcciones auxiliares.

Pueblo de Chulilla

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El pueblo de Chulilla fue habitado ya desde antiguo, la arqueología ha documentado la existencia de poblados de una cronología cercana al primer milenio antes de Cristo y tuvo su importancia durante la época medieval, como capital de una Baronía dependiente del obispo Valentino.

Aquellos tiempos han dejado una clara impronta en el pueblo actual, que ha conservado un núcleo definido por un castillo de origen islámico, la iglesia; antigua mezquita, de estilo barroco y una serie de capillas rurales que se encontraban escampadas por el territorio, pero de las que solamente dos permanecen, y sobre todo una estructura urbanística genuinamente medieval.

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La riqueza de su patrimonio natural, convierte a Chulilla en un marco ideal para la práctica del senderismo, itinerarios que discurren por las zonas más bellas de la comarca, y durante su recorrido se suceden una gran diversidad de paisajes fluviales, así como abruptas zonas montañosas y frondosas campiñas. Destacamos la Ruta de los puentes colgantes de Chulilla y la Ruta del Charco Azul de Chulilla.

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CASTILLO DE SIGUENZA: ruta de castillos medievales

2 octubre, 2016 at 18:59

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El castillo de los Obispos de Sigüenza es un palacio-fortaleza situado en el municipio español de Sigüenza (Guadalajara) España.

El castillo se ubica en un pequeño montículo cerca de la localidad que le proporciona su nombre, dominando el territorio que lo rodea. Además, su entorno natural es de los mejores de España, especialmente el Parque Natural del Río Dulce y las Hoces del Río Salado.

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Historia

El Castillo de Sigüenza se empezó a construir en el año 1.123 (s.XII) sobre una alcazaba árabe que dominaba la ciudad, bañada por el río Henares.

Comenzó sirviendo de palacio-fortaleza y residencia de los obispos, que fueron señores de la ciudad durante siete siglos. Como tal residencia, será testigo durante siglos de episodios importantes y visitas de personajes históricos.

La reconquista de Sigüenza tuvo lugar en el mismo año de la construcción del castillo, siendo su primer obispo,  Don Bernardo de Agen, quien al mando de un poderoso ejército conquistó la ciudad a los árabes que la ocupaban.

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La restauración de la sede episcopal en Sigüenza por parte de la monarquía castellana, hizo crecer a esta aldea, que tomó nuevas fuerzas cuando  en 1138, Alfonso VII concedió a los obispos el señorío civil sobre la ciudad y sus gentes quince años después, de ahí que se la conociera como “la de los cien obispos de armas tomar”.

Desde entonces la historia de Sigüenza y de su castillo ha ido paralela con la de sus obispos. Desde el s. XII, estos obispos y demás personas influyentes que pasaron por Sigüenza fueron levantando, ampliando y fortificando el castillo, hasta llegar a ser uno de los más grandes e importantes de la península. En sus salones pusieron capillas, salas de justicia, tribunales y cárceles. Un gran número de militares y servidores estuvieron al cuidado del Castillo, donde habitaron los obispos durante largas temporadas.

Un hecho histórico añadido al paso de los diversos episcopados, fue el ocurrido en el siglo XIV, en 1355, cuando fue alojada, como prisionera, doña Blanca de Borbón, rechazada por su marido, Pedro I de Castilla,  desde entonces cuenta la leyenda de que una de las torres del mediodía, está todavía dominada con el recuerdo de la joven dama francesa.castillo-de-siguenza-leyenda-doncel

Su declive vino a partir del s. XIX, con la Guerra de la Independencia y las carlistas, y con sucesos como el gran incendio del Castillo de Sigüenza, destinándose también a cuartel de las tropas francesas. También sufrió daños en el s. XX, durante la guerra civil (1936 y 1939).

Actualmente se ha sometido a un excelente proceso de restauración y ha llegado a albergar el impresionante Parador Nacional de Turismo “Castillo de Sigüenza”, por lo que es sin duda una visita que no nos podemos perder en un viaje por la provincia de Guadalajara (Castilla La Mancha).

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Arquitectura

El recinto tiene planta rectangular y son sus torres las que rompen la monotonía del edificio, estas son todas de la misma altura, rematadas por almenas de igual forma. Su estructura nos muestra su origen árabe. Se encontraba rodeado de una muralla con puente levadizo.

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La nota que distinguía a este edificio era su matiz religioso, siendo el único a nivel nacional que sirvió de residencia a altas jerarquías eclesiásticas, el único caso de fortificación residencial religiosa.

De sus puertas,  hoy en día queda el portalón del Hierro, en la Travesaña Alta, y el Portal Mayor, que fue el acceso principal durante la Edad Media. Y por el costado de levante la Puerta del Sol, que fue postigo simplemente, y la Puerta del Toril, utilizable para salir a la Cañadilla desde la plaza mayor.

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Pueblo de Sigüenza

Sigüenza es una de las ciudades con más historia de España. Sin duda, este municipio está marcado por su castillo, actual Parador Nacional. Pero también por la leyenda medieval del Doncel de Sigüenza y una artesanía única.

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La ciudad de Sigüenza fue el asentamiento de una importante ciudad celtíbera llamada Segontia, que estuvo situada en los altos cerros de la margen derecha del río Henares. En tiempos de los romanos, fue un sitio de mucho paso y  con bastantes habitantes, los cuales seguramente edificaron el torreón o puesto de vigilancia sobre el valle en lo que es hoy castillo-fortaleza. Esta ciudad también fue habitada por visigodos y árabes en un reducto fuerte y atalayado en lo más elevado de la orilla.

El castillo es el mejor punto de partida para conocer Sigüenza. Desde la plaza del castillo, la calle Mayor nos lleva a la plaza Mayor, que se empezó a construir en 1494, y a la catedral, de estilo gótico cisterciense.

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Foto de Blog Libertad Digital

El paseo continúa hacia la ermita del Humilladero (donde se encuentra la Oficina de Turismo), el Palacio Episcopal, la Antigua Universidad y las tres puertas (de Hierro, Mayor y del Toro) que franqueaban el paso de la muralla que protegía la ciudad.

Fuera del recinto histórico, el entorno de Sigüenza ofrece varias posibilidades de senderismo. Las dos principales llevan al Parque Natural Barranco del Río Dulce, con un paisaje salpicado de frondoso bosque mediterráneo (encinas, enebros, quejigos…). Otra opción es dirigirse a las Hoces del Río Salado, donde habita una escasísima colonia de buitres leonados, alguno de cuyos ejemplares podremos divisar si tenemos suerte.

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Para ampliar o complementar la información sobre este post recomendamos la lectura del post de nuestros compañeros ¿Tienes planes hoy?.

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