SALINAS DE FUENCALIENTE: lagos y lagunas naturales

23 enero, 2018 at 20:31

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En la parte más meridional de la isla de La Palma (Canarias) encontramos este Sitio de Interés Científico. Este Espacio Natural ubicado al sur de la Isla, tiene su origen en una explotación en activo de sal marina de muy alta calidad situada sobre lavas basálticas.

La tierra, el agua y el aire convierten las salinas en un paisaje de contrastes entre el negro volcánico, el azul oceánico y el blanco de la sal. Sin lugar a dudas, un espectáculo digno de ver, al menos, una vez en la vida.

Las salinas se encuentran dentro del Monumento Natural de los Volcanes de Teneguía, más concretamente están situados muy cerca del faro de Fuencaliente, en un lugar en el que confluyen todos los elementos necesarios para la producción salinera: vientos moderados, una pluviometría escasa y un gran número de horas de sol al día.

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Decenas de blancas montañas de sal van creciendo rodeadas de agua de mar que el sol se encarga de mermar, evaporándola hasta encontrar los cristales de sal. Esta industria no contamina ni precisa maquinaria, constituye una cadena ecológica de interés protegidas por la UNESCO.

Sus comienzos datan del año 1967 y desde entonces no ha parado su actividad, siendo en la actualidad la única salina en producción de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Todo un legado de esfuerzo y constancia para seguir produciendo sal de forma tradicional de la mano de la familia Hernández Villalba, quien comenzó su explotación y la sigue hoy en día.

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Aparte del valor paisajístico de estas salinas, no podemos olvidar que se trata de un lugar privilegiado para el avistamiento de aves, en especial limícolas. Así es posible observas el pequeño chorlitejo patinegro o incluso flamencos. En total son unas 15 las especies que se pueden ver en estos parajes, las cuales encuentran en este espacio la alimentación y el descanso necesario para hacer del paisaje su zona de nidificación.

En cuanto a la vegetación, se pueden encontrar ejemplos de lechuga de mar, el salado blanco, la niagrera, siempreviva del mar, el tomillo marino o incluso el cabezón y la cerraja. Una amplia variedad de vegetación asociada a la franja costera, que aumentan aún más el valor de la zona.

Caminar por las salinas a cualquier hora del día resulta un aprendizaje gratuito de un producto que consumimos todos los días, pero observar los atardeceres atlánticos desde la terraza de ‘El Jardín de la Sal’, el restaurante ubicado en el centro del complejo, es un regalo para los sentidos.

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Foto de Juan V. Blanco

Por todo ello, se trata de una zona interesante para visitar, pudiendo ver también el faro e incluso una pequeña playa, la Zamora, con un encanto desbordante.

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Tras la visita podrás comprar allí mismo productos salinos de gran calidad. La sal marina fina, la gruesa y la apreciada flor de sal son absolutamente naturales, sin lavados ni yodados posteriores. Unos productos cien por cien ecológicos que irán destinados casi en su totalidad al comercio local.

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El cultivo de la ‘flor de sal’

 

El proceso empieza en una gran charca, el cocedero madre, donde la salmuera capturada del pozo es bombeada para comenzar el calentamiento e incrementar la concentración de sal por la acción del sol y el aire seco. El agua marina es trasvasada hasta siete veces de un cocedero a otro, situados a diferentes niveles para facilitar el trasiego del líquido cada vez más salado. De quince a veinte días son necesarios para llegar a la concentración salina adecuada.

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El cultivo de la flor de sal, la reina de las sales, es un proceso natural y laborioso, ya que se cristaliza solo con la combinación óptima de mucho sol, poca humedad y una leve brisa. Así se logra conservar todos los valiosos minerales y oligoelementos que provienen de la naturaleza del mar. Las apreciadas flores salinas son finos cristales quebradizos de tonos blancos y rosas pálidos que se recogen de manera rápida, ya que una vez quebrada la sal empieza a descender.

La flor de sal tiene un sabor delicado a mar que se prolonga en el paladar. Utilizada principalmente para aliñar todo tipo de platos, esta delicatessen se utiliza siempre en último lugar del emplatado, ya que suele fundirse en poco tiempo con los jugos de los ingredientes.

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