LA FABADA ASTURIANA: platos típicos con tradición

21 diciembre, 2015 at 20:43

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Fabada asturiana, o simplemente fabada, es el cocido tradicional de la cocina asturiana elaborado con faba asturiana (en asturiano, fabes), embutidos como chorizo y la morcilla asturiana, y con cerdo. La fabada es el plato por excelencia, tan de excelencia que a veces ni siquiera va acompañado de segundo plato, sino de un postre digestivo.

Es el plato típico de Asturias (el plato regional más conocido de la región asturiana), pero su difusión es tan grande en la península ibérica, que forma parte de la gastronomía de España más reconocida; se considera según ciertos autores una de las diez recetas típicas de la cocina española.

El consumo de «fabes» en Asturias se remonta al siglo XVI, en el que se sabe con certeza que se plantaba en el territorio y algunas de ellas se consumían. La variedad que se emplea en la fabada es la que se denomina «de la Granja», es una variedad suave y mantecosa apropiada para este plato. El cultivo de esta variedad ocupa en Asturias cerca de 2.500 hectáreas.

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Esta variedad de alubia (la de la Granja o la del Cura) de grano blanco, oblongo, recto, largo y aplanado, de tamaño grande, se come también con muchos otros ingredientes sabrosos y autóctonos. Así tenemos una carta extraordinariamente extensa: fabes con gallina, fabes con perdiz, fabes con conejo o fabes con liebre, fabes con bacalao, fabes con pata de jabalí, fabes con pitu de caleya, fabes con pixín o rape, fabes con almejas, fabes con centollu, etc…

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Aunque se cultiva en toda la región de Asturias (fabes de la de la Granja o la del Cura), han alcanzado estatus singular las de Luarca, Tineo, Cangas de Narcea, Siero, Colunga o Villaviciosa. El cultivo más extenso se localiza en las comarcas de Vegadeo, Oviedo y Gijón, y en menor medida en Grado o Llanes. Cuenta con denominación de origen bajo el nombre de Faba Asturiana, con un Consejo Regulador paralelo al que se adscriben más de 300 productores, y hay que decir que, al margen de que sea una faba escasa, es una de las más cotizadas en el mercado español.

La receta de la Fabada Asturiana revela un origen humilde pues los ingredientes así lo muestran. Los estudiosos mencionan que la Fabada Asturiana, como tal, pudo haber nacido ya en el siglo XVIII, aunque no hay evidencias que apoyen esta afirmación. Hay que considerar que a pesar de que las fabas son un ingrediente puramente rural, se tiene la creencia de que la fabada nace en las ciudades.

No existen referencias literarias escritas sobre las fabas, por ejemplo en La Regenta no las mencionas a pesar de hacer una descripción exhaustiva de las costumbres de la región. Otros autores mencionan su parecido con la cassoulet del Languedoc procedente de la cocina francesa que podría haber llegado a España gracias al camino de Santiago, a través de la ruta francesa en la época de la Edad Media.

La primera referencia escrita a la fabada aparece en un diario asturiano de Gijón denominado “El Comercio”, del año 1884, aunque a pesar de ello no menciona la receta. Las apariciones posteriores en la literatura culinaria asturiana relacionan el plato con el pote asturiano. Según la investigación de diferentes expertos la fabada nace en un periodo no determinado entre el siglo XIX y XX.

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Los inmigrantes asturianos por el mundo dieron cuenta de este plato allí por donde fueron, de esta forma hay en algunos sitios variantes de este plato, como por ejemplo en las áreas cercanas a la ciudad estadounidense de Tampa.

RECETA CASERA DE LA FABADA ASTURIANA

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Los ingredientes de la fabada asturiana tradicional son los siguientes:

  • ½ Kg. de fabes de “la Granxa” o “del Cura”
  • Un chorizo
  • Una morcilla asturiana curada
  • ¼ Kg. de lacón
  • ¼ Kg. de tocino de panceta
  • 2 ó 3 dientes de ajo
  • Una cebolla
  • Laurel
  • Azafrán
  • Perejil
  • Sal

Preparación de la fabada Asturiana tradicional

Antes de empezar la preparación es necesario haber tenido en remojo las fabes durante al menos 12 horas, después de lo cual se escurren y se reservan. A continuación, al fondo de la olla se coloca la carne y encima los dientes de ajo picado, el laurel, las fabes y la cebolla. Es importante dejar la cebolla pelada pero entera, ya que no es deseable que se deshaga.

Todo ello se cubre con agua fría y se pone a fuego fuerte hasta que rompa a hervir, momento en el que se retirará la espuma con ayuda de una espumadera y se bajará la intensidad del fuego para que vaya cociendo a fuego lento (lo que familiarmente se conoce como haciendo “chup-chup”)

Cosas que hacer durante la cocción de la Fabada Asturiana

Durante las dos horas o dos horas y media que dura la cocción de la fabada asturiana hay tiempo suficiente para hacer multitud de cosas, pero dos de ellas son indispensables. Y es que cada cierto tiempo es necesario romper la cocción de las fabes (lo que se conoce como “asustarlas”) añadiendo un poco de agua fría a la olla.

Además, es necesario añadir el azafrán, que previamente se habrá machacado. También es recomendable “tostar” levemente el azafrán, para lo cual se puede colocar en un fragmento de papel de aluminio y tostarlo desde abajo con ayuda de un mechero.

Una vez tostado, el azafrán se añade al cocido.

Precauciones durante la cocción de la Fabada Asturiana

Es importante que las fabes no se rompan ni pierdan esa piel fina que las recubre, por lo cual se desaconseja remover el cocido con cucharas de madera o similares. En su lugar, es más conveniente removerlo agitando directamente la olla.

Por otra parte, el caldo de la fabada tiene una textura gruesa, por lo que si quedara demasiado líquido será necesario retirar algunas fabes, machacarlas con un tenedor y devolverlas al cocido para así espesarlo.

Presentación y acompañamiento de la auténtica Fabada Asturiana

Por último, pasadas dos horas o dos horas y media y rectificada de sal, la fabada se deja reposar durante media hora y después se sirve.

Para servirlo de forma tradicional meteremos las fabes, con su caldo, en una sopera y el “compangu” (el chorizo, morcilla, lacón, etc) en una fuente aparte. Tampoco pasa nada si se sirve todo junto.

Para los preocupados por la dieta sana conviene alabar aquí las propiedades de un alimento muy nutritivo y energético que contiene un 20% de proteínas, 60% de hidratos de carbono, 14% de fibra alimentaria, 6% de grasas, además de minerales como el calcio y el hierro.

¿Qué es el “compangu”?

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El compangu es un término latino muy apropiado pues tiene el significado de compañero, complemento, entre otras acepciones. En el caso que nos ocupa se refiere el conjunto de carnes, embutidos y salazones que acompañan a les fabes. La composición del compangu es muy variable y depende del tipo de guiso que se elabore y del costumbrismo de la zona donde se elabora. Así, por ejemplo, en el centro-oriente asturiano el pote de berzas lleva un compango a base de morcilla (curada o fresca), chorizo, costilla (fresca o salada) y tocino entrevenado; en ocasiones huesos en salazón y algo de adobo (solomillo) de cerdo. En el occidente astur, además de los ingredientes cárnicos anteriores, resulta indispensable la presencia del butietsu (botelo o botillo) que en, oriente y en el centro es prácticamente desconocido.

Según la costumbre actual, el compangu más extendido, consta de chorizo, morcilla asturiana curada, lacón y tocino; si bien en algunas zonas se autoriza (o se tolera) la longaniza.

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LA MANZANILLA: productos auténticos de la tierra

5 noviembre, 2015 at 20:39
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Foto de sherry.org

Su color pálido, su fresca y penetrante fragancia, su olor punzante, su sabor ligero y lleno de matices, convierten a la Manzanilla en uno de los vinos más especiales del mundo.

La manzanilla es un vino que se cría en las bodegas de la ciudad española de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz, Andalucía), bajo el control del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda.

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La D. O. Manzanilla nació con la publicación oficial del Reglamento de la Manzanilla el 15 de diciembre de 1964. Una formalidad que suponía el reconocimiento a una tradición de siglos. Con posterioridad, la Unión Europea reconoció el carácter único de la manzanilla con un reglamento que hace que no sea necesario denominarla Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, sino simplemente manzanilla, pues sólo hay una, la de Sanlúcar. Curiosamente, esta denominación de origen es una de las pocas en el mundo que no recoge el nombre de la ciudad o de la zona donde se elabora el producto que ampara.

Las características especiales de este vino son el resultado del proceso de crianza bajo flor a que es sometido. Es un vino muy pálido, de aroma punzante característico, ligero al paladar, seco y poco ácido, con una graduación que hasta hace unos años oscilaba entre 15,5 y 17% de alcohol en volumen. Actualmente la manzanilla tiene 15 grados de alcohol. Es el más ligero de todos los vinos del Marco de Jerez, ideal para acompañar el aperitivo, con jamón ibérico o langostinos de Sanlúcar.

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Las variedades tradicionales de manzanilla son la manzanilla fina y la manzanilla pasada. Es, junto al vino fino, el caldo consumido por excelencia en las ferias andaluzas. En los últimos años, se ha extendido en dichas fiestas también el llamado rebujito, mezcla de manzanilla y Seven Up.

La manzanilla se puede beber en cualquier época del año. Su reducido precio (unos 6 euros una botella) a pesar de su larga crianza, invita a disfrutarla en toda ocasión. En cualquier caso su mejor momento es en primavera, coincidiendo con las ferias andaluzas.

Origen e historia

El nombre de Manzanilla, aplicada al vino de denominación de origen Jerez-Xeres-Sherry y Manzanilla Sanlúcar de Barrameda, viene de la ciudad o villa de Manzanilla. El nombre no tiene nada que ver con la planta o infusión homónima en castellano. Plinio ya cita la ciudad romana de Maxilua, conocida por su riqueza agrícola. El nombre romano malus significa ‘manzana’. El español manzana viene del latín vulgar mattiana, abreviación de mala mattiana, nombre de una especie famosa de manzanas, así llamadas, al parecer, en memoria de CaiusMatius, tratadista de agricultura que vivió en el siglo I a.C. El nombre Manzanilla, aplicado a la planta medicinal, aparece en castellano hacia 1490 y en el siglo X se llamaba massanella – según Corominas: “así llamada por la semejanza de su botón con una manzana”.

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A primeros del siglo XIX surgió la leyenda, debida a un biólogo español, de que el olor de la uva listán o palomino, de la que se saca el vino denominado manzanilla, se asemeja al olor de la planta, de ahí derivaría su nombre. Pero el nombre le viene de la villa de Manzanilla. En el siglo XIX se intentó crear la provincia de Sanlúcar de Barrameda, que incluyera los partidos judiciales de Sanlúcar, Manzanilla, Huelva y Ayamonte. Este intento no tuvo éxito y estas localidades quedaron absorbidas por Cádiz.

El vino de Jerez pasó a ser denominador común de los vinos de estas localidades.  El jerez (vino de Jerez), es conocido en inglés como sherry (Jerez pronunciado a la inglesa). La manzanilla pasó a ser una de las variedades del jerez, junto con el fino y el amontillado.

Elaboración

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La denominación Manzanilla Sanlúcar de Barrameda y Jerez-Xérès-Sherry, son denominaciones diferentes con los mismos viñedos. Comparten un sistema de elaboración basado en el sistema de soleras y criaderas, proceso particular de crianza dinámica, caracterizado por el envejecimiento en barriles de roble que permite a los vinos jóvenes adquirir características de los más viejos. Este proceso de elaboración es diferente a los que se utilizan para cualquier otro vino y sólo se emplean en el marco de Jerez para manzanillas y finos.

A pesar de elaborarse en varios términos municipales, sólo es posible la crianza de estos vinos en las bodegas situadas en la ciudad costera de Sanlúcar de Barrameda. Esto permite su crianza bajo velo de flor en el microclima de ésta ciudad.

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La elaboración de vinos de  Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda se realiza con uvas Palomino, Pedro Ximénez y Moscatel. El cultivo de la vid y la elaboración de vinos en la comarca de Sanlúcar de Barrameda se remonta al tiempo de los fenicios. La proximidad a los puertos de Cádiz o Sevilla propició que los vinos locales fueran carga frecuente en las naves que viajaban a las Américas y el norte de Europa.

El área de producción comprende a Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Trebujena, Chipiona, Rota, Puerto Real, Chiclana de la Frontera y Lebrija, en las provincias de Cádiz y Sevilla. La crianza del vino se realiza únicamente en bodegas enclavadas en el término municipal de Sanlúcar de Barrameda, con temperaturas suaves y humedad elevada, debido al río Guadalquivir, el océano atlántico y la marisma.

VELO DE FLOR

En el caso de la manzanilla, esta crianza dinámica se realiza bajo el denominado velo de flor, una capa de levaduras (microrganismos) que se forma sobre la superficie del vino dentro de la bota (barricas de vinos), protegiéndolo de la acción del aire; de ahí el tono pálido que caracteriza a finos y manzanillas. Además, los agentes biológicos de este velo de flor, que se nutren de alcohol, glicerina y ácido acético, interactúan con el vino, aportándole su exclusiva personalidad. La peculiar climatología de Sanlúcar de Barrameda propicia que el velo de flor que se desarrolla en sus bodegas tenga una composición muy especial.

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Este velo de flor aporta a la manzanilla matices únicos, diferentes a los de cualquier otro vino: es especialmente ligera, delicada, con sugerentes notas salinas y ligeramente amargas… Tres agentes condicionan el microclima sanluqueño: el río Guadalquivir, el Océano Atlántico y la marisma. En este contexto, las temperaturas son más suaves y la humedad relativa, más alta.

Entre las bodegas más destacadas están: Barbadillo, La Guita, Delgado Zuleta, Barón, Argüeso, Lustau, Antonio Barbadillo o Hidalgo-La Gitana.

Consejos para su consumo

Muy fría. La temperatura ideal de consumo de la manzanilla es muy fría, entre 5º y 7º C, o lo que es lo mismo, meter la botella en una cubitera con hielo.la-manzanilla-aperitivo

Copa de cristal fino. Donde mejor se puede disfrutar de una manzanilla es una buena copa o catavino de talle esbelto y cristal fino. Se coge el catavino por su base o por el tallo para que así el vino no se nos caliente y podamos disfrutarlo más tiempo a buena temperatura.

Manzanilla y buenos platos. El disfrute del vino en la feria siempre debe ir unido a una buena comida. Los toques salinos de la manzanilla combinan a la perfección con sabores tan típicos como los mariscos, el pescado frito, el jamón ibérico, los salazones, los aliños, la carne a la parrilla…

Para el calor, rebujito. La combinación de manzanilla o fino y refresco de lima (Seven Up)  es ideal para combatir días de calor en la feria, e hidratarnos más. Las proporciones para que esté perfecto son de 1/3 de manzanilla por 2/3 de refresco con mucho hielo. Añadir unas hojas de hierbabuena. Esta combinación no es un «invento» de nueva creación, ya en la Inglaterra victoriana se consumían estos vinos combinados con limón, azúcar, agua carbonatada y hielo picado, a modo de bebida refrescante, y eran conocidos como Sherry Cobblers.

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EL GAZPACHO ANDALUZ: platos típicos con tradición

10 agosto, 2015 at 20:46

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Se conoce como gazpacho a un tipo de preparación culinaria consistente en la elaboración de una sopa fría con ingredientes como el aceite de oliva, vinagre y hortalizas crudas: generalmente tomates, pepinos, pimientos, cebollas y ajo.

El gazpacho es uno de los platos más internacionales de la cocina española, y una de las preparaciones más antiguas de nuestro recetario.

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Como decíamos, es una sopa que a diferencia de las sopas comunes, se sirve fría, comúnmente en los meses calurosos de verano y en una cazuela de barro, que ayuda a mantenerla fresca y a darle un sabor característico.

Su color varía desde el anaranjado pálido al rojo, según se empleen tomates más o menos maduros.

Origen e Historia

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El origen del actual gazpacho es incierto, ya que se trataba de una preparación cuyo origen estuvo en las clases sociales desfavorecidas, aunque tradicionalmente se le ha considerado un plato del interior de Andalucía y de campesinos, donde el aceite de oliva y los productos de la huerta son abundantes, y los veranos muy secos y calurosos. Por esta razón se le conoce comúnmente como gazpacho andaluz.

A pesar de ello, el origen del gazpacho como plato «desmigado» es anterior al uso de hortalizas en su elaboración y data de la época del al-Ándalus (ajoblanco).

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La referencia más antigua que se hace del gazpacho aparece en 1611 en el libro Tesoro de la Lengua Castellana o Española, de Sebastián de Covarrubias. Aquí lo definió y defendió su origen. Reconocía que era comida de gentes groseras.

Según el DRAE, la etimología de esta palabra viene del hispano árabe “*gazpáčo, y este del gr. γαζοφυλάκιον, cepillo de la iglesia, por alus. a la diversidad de su contenido, ya que en él se depositaban como limosna monedas, mendrugos y otros objetos”.

A través de los años y al expandirse por las distintas regiones de España fueron variando sus ingredientes de acuerdo a lo que más abundaba en cada región, o a los gustos de cada región, de los cocineros… de esta manera, por ejemplo, podemos distinguir el gazpacho manchego, gazpacho calientes que consisten en un plato a base de carne (guiso caldoso) que se sirve caliente, a base de conejo, perdiz o liebre.

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El gazpacho, dentro de Andalucía, también dio origen a otras preparaciones como el zoque malagueño, el aguaillo de Lora, el gazpacho cortijero del campo cordobés, el gazpacho con papas de Jaén, el ajo caliente de Cádiz o la gazpachuelo de Málaga, sin olvidar esa espacie de gazpacho sin caldo como la porra antequerana y el salmorejo cordobés.

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RECETA CASERA DEL GAZPACHO ANDALUZ

Ingredientes para 6 personas:

–  7-8 tomates maduros (1,2 kg aproximadamente); preferiblemente del tipo “pera”.

– 1 pimiento verde italiano

– 1 diente de ajo

– 1 pepino mediano

– Aceite de oliva virgen extra

– Vinagre de Jerez

– 100 g de pan duro

– Agua fría

– Sal

– Opcionalmente, añadir un pellizco de comino y 1/4 de cebolla (nunca, pimiento rojo)

En esto de los gazpachos la cosa va en gustos. Aunque según nuestro criterio, jamás se perdona añadir cebolla o pimiento rojo a un gazpacho andaluz, la cebolla a veces se puede consentir muy picadita como guarnición, pero no dentro de los ingredientes triturados.

1. Troceamos todos los ingredientes indicados en la proporción que os he puesto y añadimos 250 ml de aceite de oliva virgen extra, 250 ml de agua de la nevera y 50 ml de vinagre de Jerez, triturando todo en la batidora de vaso o Turmix. No es necesario pelar los tomates o los pimientos porque luego lo vamos a pasar por el colador fino.

Si tenéis un robot tipo Thermomix podéis poner todos los ingredientes en el vaso y triturarlos a máxima velocidad durante 4 minutos para obtener una textura perfecta.

2. Una vez triturado, pasamos el gazpacho resultante por el colador fino, apretando con un cucharón para que quede una crema sin pieles ni semillas y lo metemos en la nevera un par de horas para que enfríe bien.

Para disfrutar de la receta de gazpacho andaluz tradicional, es conveniente que dejéis enfriar bien el gazpacho, dejándolo un par de horas en la nevera, incluso podéis hacerlo de un día para otro, teniendo la precaución de cubrirlo con un film de cocina para que no se oxide ni pierda sus vitaminas.

No añadir hielo, como hacen en algunos chiringuitos, o quedará excesivamente aguado, así que calculad para hacer el gazpacho con tiempo para que cuando lo llevéis a la mesa esté bien frío y en su punto.

Preparad unos picatostes de pan frito, y cortad los ingredientes del gazpacho en taquitos muy pequeños para que los que quieran puedan servirse un poco de tomate, pepino o pimiento por encima de su plato.

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EL QUESO MANCHEGO: productos auténticos de la tierra

14 julio, 2015 at 19:45

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El queso manchego es un queso español elaborado con leche de oveja y protegido por una denominación de origen en Castilla -La Mancha. Es el queso español más famoso y comercializado fuera de España.

El área de producción se extiende por toda la región de La Mancha, ubicada en la comunidad autónoma de Castilla –La Mancha, entre las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo.

Es un queso de pasta prensada elaborado con leche de oveja de la raza manchega, con una maduración mínima de 30 días, para quesos con peso igual o inferior a 1,5 kg, y de 60 días, para el resto de formatos, y máxima de 2 años.

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El queso manchego es el producto de un clima duro y extremado, que favorece el crecimiento de una vegetación muy rústica, alimento de una curiosa y ancestral raza de ovejas que son sometidas a un control morfológico y sanitario muy estricto. Estas características ofrecen como resultado un queso único en el mundo. Aunque hay constancia de que se ha intentado elaborar en otros lugares, dentro y fuera de nuestro país, ha sido imposible imitar tantos y tan antiguos factores al mismo tiempo más allá de las fronteras de La Mancha.

IDENTIFICACIÓN

Aunque es un producto de fácil adquisición, el consumidor ha de percatarse de que se trata de auténtico queso manchego.

Del queso manchego se pueden distinguir dos tipos: los tradicionales y los industriales. Los primeros, de elaboración artesana, se dividen, a su vez, en curados y semicurados. Se trata de quesos de altísima calidad y, en ocasiones, los más curados cuentan con más de doce meses. Por su parte, los quesos industriales, también de muy buena calidad, se diferencian en curados y semicurados, teniendo este último un mínimo de maduración de sesenta días.

En cualquier caso, todos ellos deben de cumplir una estricta normativa que define las características del queso manchego. Su forma ha de ser cilíndrica, con las caras superior y posterior planas, permitiéndose una suave curvatura al exterior. Ambas caras van marcadas con un dibujo denominado flor, compuesto por unas líneas simétricas con su correspondiente hendido, cuya dirección coincide alternativamente, y dividen la circunferencia en cuatro partes. Este dibujo corresponde con el que dejaban las tablas de madera usadas antiguamente como base del prensado.

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El lateral lleva grabado un dibujo de formas de zigzag que, antiguamente, dejaba la pleita de esparto en algunos sitios también llamadas cincho. El peso de los quesos es, aproximadamente, de tres kilos. La corteza es dura, de color amarillo pálido o verdoso negruzco. Su pasta es firme, compacta, de color marfil o amarillo claro. Los ojos han de ser pequeños y desigualmente repartidos. El aroma es fuerte y característico de los quesos elaborados con leche de oveja. El gusto es de intenso sabor, muy sabroso y recuerda las variedades florales de los pastos que ha consumido la oveja. El post-gusto es fuerte y de intenso aroma a leche de oveja manchega.

Todas las etiquetas comerciales que portan los Quesos Manchegos llevan en lugar bien visible la palabra MANCHEGO. Además, encima de la etiqueta comercial, va adherida una contra-etiqueta con número y serie y el logotipo de la Denominación de Origen del Queso Manchego.

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Historia del queso manchego

Restos arqueológicos demuestran que ya en la Edad del Bronce se elaboraba, en lo que hoy se conoce como comarca natural de La Mancha, un queso de oveja cuya materia prima procedía de una raza que podría considerarse antecesora de la actual oveja manchega. Esta raza ha sobrevivido al paso de los siglos arraigada a la tierra de la que ha tomado el nombre.

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La Mancha fue bautizada por los árabes como Al Mansha o «tierra sin agua», nombre que describe a la perfección la dureza climática de esta comarca española. El clima, seco Zona Amparada de la D.O. y extremado, ha hecho de ella un lugar único en el mundo, con una vegetación capaz de soportar el tórrido calor de los meses estivales y las devastadoras heladas del periodo invernal.

En este entorno, aparentemente hostil a todo tipo de vida vegetal o animal, se desarrollan numerosas especies vegetales gramíneas y leguminosas principalmente que forman la base de la alimentación de la oveja manchega, adaptada a este ecosistema desde tiempos remotos.

El queso manchego aparece en algunas citas de documentos históricos y literarios, así, en El Quijote de Cervantes se vincula claramente el queso con La Mancha.

Elaboración artesanal del queso manchego

    1. ORDEÑO Y REFRIGERACIÓN
    2. HIGIENIZACIÓN PREVIA
    3. PASTERIZACIÓN
    4. DOSIFICACIÓN
    5. COAGULACIÓN DE LA LECHE
    6. DESUERADO
    7. PRENSADO Y MOLDEO
    8. SALAZÓN
    9. MADURACIÓN (CURADO)

Gastronomía

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Si hay un producto en Castilla La Mancha que por sus características le han dado personalidad gastronómica, éste es, sin lugar a dudas, el Queso Manchego. Como todo lo escrito a través del tiempo, el Queso Manchego se ha hecho patrimonio de la cultura del mundo y testigo de las costumbres de un pueblo del que obtiene su apellido.

El queso es un buen aperitivo, pero también constituye un perfecto postre y se puede usar en la elaboración de increíbles platos del más refinado restaurador. De ahí que pueda estar presente en salsas tan antiguas como la almojábanas, en la tarta imperial, en el lomo de ternera gratinado de queso y un sinfín de platos más, entre los que no hay que olvidar el exquisito postre de queso frito.

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Además, hay dos alimentos que potencian el sabor del queso manchego. Uno, sin duda, es el pan candeal y, otro, el vino. Para los quesos más frescos, es recomendable un vino blanco, mientras que los quesos más curados deben acompañarse de un tinto, que bien puede ser, incluso, crianza o reserva.

El queso manchego puede incluirse en una tabla de quesos, formar parte de ensaladas, en tapas o acompañado con membrillo o frutos secos.

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LA MORCILLA DE BURGOS: productos auténticos de la tierra

22 abril, 2015 at 21:16

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La morcilla de Burgos es un embutido a base de sangre de cerdo y arroz típica de la gastronomía burgalesa. A los ingredientes mencionados se les añade cebolla, manteca de cerdo, sal, pimienta, pimentón, orégano, y otras especias. La tradición oral dice que debe ser: «sosa, grasosa y picosa».

La palabra «morcilla» está documentada desde el año 1.400 aproximadamente. Es una palabra típica del castellano y el portugués (morcela) de origen incierto. Parece haber parentesco con el castellano MORCON (1599) que designa un embutido semejante. Si es así éste vendrá de un MURCONE y morcilla de una base MURCELLA, de la misma raíz, seguramente prerromana; y quizá emparentada con el vasco MUKARRA «objeto abultado y disforme» y con el céltico MUKORNO «muñón».

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La morcilla es un producto asociado de forma tradicional a la matanza del cerdo. En gran parte de las casas de la provincia de Burgos se realizaba y en algunas aún hoy se realiza la cría de uno o varios cerdos destinados a la tradicional matanza.

No fue hasta el siglo XVIII cuando a la morcilla de Burgos se incorporó el arroz. Fueron los carreteros los que trajeron este ingrediente de las tierras valencianas donde llevaban la madera obtenida de los pinos de la sierra. Quedaron así sentadas las bases de la morcilla de Burgos que hoy conocemos con sangre, arroz, manteca, cebolla horcal, sal, pimienta y pimentón, todo ello embutido en tripa y posteriormente cocido.

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Elaboración Artesanal

Con la sangre obtenida de la matanza, se confeccionaran las morcillas. Ésta se mezcla con cebolla Horcal, manteca, arroz, sal y pimienta. Todo esto se entripa dentro del intestino del cerdo, el cuál ha sido limpiado; se cierra con una cuerda y se introducen en una caldera de cobre y se cuecen en agua, pasando de un tono rojizo a uno negro tal y como su nombre genérico indica: «morcillas negras».

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Comer una morcilla de Burgos recién cocida es un placer y, siguiendo con la tradición de que del cerdo se aprovecha todo, también el caldo de cocer las morcillas, conocido como caldo calducho o mondongo, se utiliza para poder cocinar unas buenas sopas.

Ingredientes:

En la cebolla se seleccionaba la variedad grande, de sabor fuerte, picor, alto rendimiento, ciclo largo, cáscara firme protectora y larga conservación. Plantada en primavera y mimada en el huerto familiar se cosechaba en otoño con grandes rendimientos, colgándose en ramos aireados en sitio seco para su conservación.

El pan, de hogaza densa y algo posada, a fin de lograr la mejor textura para cortarlo en sopas finas, permitía controlar la fluidez del envuelto a entripar, no se usaba en todas las comarcas.

El arroz, único ingrediente básico foráneo, se añadía crudo o levemente cocido (pocos minutos) para dilatarlo y las especias restantes, salvo la pimienta negra y, generalmente, el pimentón, se usaban con carácter opcional (canela, clavo orégano, orégano, tomillo…. ).

De esta manera, la morcilla se puede comer «cruda» (puesto que ya está cocida), frita, asada, cocida o ahumada.

Combina muy bien con las legumbres (alubias, lentejas o garbanzos), haciendo de un cocido no sólo una delicia gastronómica sino también un plato con un gran valor nutricional.

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Como relleno de pimientos, resulta un placer para el paladar. También hace muy buenas migas con la nueva cocina, y así, podemos encontrar excelentes hojaldres y cremas y, como no podía ser menos, se ha añadido a platos de otros países como la pizza, la lasaña, el pudding o las crêpes.

Es difícil pasar por tierras burgalesas y no probar este delicioso embutido que, por las nuevas formas de envasado que hoy existen, permiten llevárselo y servir de sabroso regalo.

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