EL ESPETO DE SARDINAS: platos típicos con tradición

4 octubre, 2018 at 19:17

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El espeto es un plato típico de la cocina malagueña, granadina y almeriense que consiste en espetar, es decir ensartar pescado, tradicionalmente sardinas, en finas y largas cañas, para asarlo con leña en la arena de la playa.

Esta tradición se remonta al siglo XIX y se ha conservado hasta hoy, convirtiendo el espeto de sardinas en uno de los símbolos de la gastronomía malagueña.

Colectivos y asociaciones quieren salvaguardar los conocimientos y saberes asociados a la elaboración del espeto de sardinas. Por ello han solicitado a la UNESCO que sea declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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¿Qué es el espeto?

“Espetar” es clavar una serie de pescados en una caña para asarlos a la parrilla, siendo el más popular el espeto de sardinas. Tradicionalmente, la caña se clava en la arena junto a las brasas o, en el caso de los chiringuitos, en una barca preparada con brasas.

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Esta forma de cocinar se transmite de generación en generación a los llamados “amoragadores”. Para comer el espeto de sardinas, los malagueños suelen decir que las mejores fechas coinciden con los meses que no llevan la letra “R”.

Podemos comer espetos de sardina y de otros pescados y moluscos en chiringuitos de casi todas las localidades costeras de Andalucía. Los espetos de sardinas son los más conocidos. Sin embargo, hay otros muchos pescados que se cocinan al espeto. Otros pescados y moluscos que obtienen ese sabor especial, al ser ensartados en una caña y asados en las brasas sobre la arena de la playa. Los espetos de jureles, doradas y lubinas están deliciosos. Así como los espetos de calamares o de pulpo.

Orígenes del espeto de sardinas

En el siglo XIX la provincia de Málaga vivía fundamentalmente de la pesca. Por aquel entonces las sardinas, debido a su bajo precio, eran un alimento de gente humilde, sobre todo de aquellos que vivían de la pesca, que se conformaban incluso con la “bastina”, que es como se llama a los restos del pescado.

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A finales de siglo, El Palo, que ahora es un barrio de Málaga capital, era un pueblo de pescadores en pleno desarrollo socioeconómico. Con la llegada del tranvía y el tren, los malagueños de otras zonas empiezan a trasladarse a este pueblo para disfrutar de agradables jornadas de playa. Es en esta época, concretamente en 1882, cuando Miguel Martínez Soler “Migué el de las sardinas” abre su famoso bar en la playa: “La gran parada”. Sería el inicio de los chiringuitos en la Costa del Sol y fue él quien empezó a pinchar las sardinas en un trozo de caña y ponerlo en la arena junto al fuego.

“La gran parada” pronto reclamó la atención no solo de los malagueños, sino también de personajes ilustres de la Historia de España, convirtiéndose en un punto de referencia para personas relacionadas con el mundo del espectáculo. Entre estos personajes ilustres, destaca el rey Alfonso XII, que visitó “La gran parada” el 21 de enero de 1885. Esta visita al chiringuito coincidió con un viaje oficial del rey con motivo de un terremoto que se produjo en la Axarquía. El historiador Fernando Rueda describe así el encuentro:

«Cuando Miguel le ofreció uno de sus famosos espetos, el rey ‘atacó’ el plato con cuchillo y tenedor. En aquel momento, Miguel se adelantó y dijo: “Maestá, asin no, con los deos” (habla malagueña que significaría en español “Majestad, así no, con los dedos”)».

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Miguel Martínez Soler es considerado el “padre de los espeteros”. Tras él aparecieron muchos otros que han conseguido que la figura del “espetero” se convierta en una profesión que pasa de generación en generación.

¿Cómo se cocina?

Aunque parezca sencillo a simple vista el arte de espetar sardinas tiene sus trucos.

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  1. Para hacerlo correctamente hay que ensartar el pescado por el estómago y por un lateral concreto de la espina con una caña previamente preparada.
  2. Tras este paso se clava en la arena junto a las brasas y se le echa sal gorda. En la Costa del Sol es usual hacerlo en un abarca llena de arena donde se hace el fuego para que el pez se ase con las brasas.

¿Cómo se come el espeto de sardinas?

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Normalmente en cada espeto vienen cuatro o cinco sardinas. La manera de consumirlo es con las manos. Un chorrito de limón es suficiente para aderezar este manjar que suma placer a tu paladar. Existe una expresión española para describir cuando alguna comida está muy buena: “está para chuparse los dedos”. Precisamente eso es lo que se hace literalmente tras consumir un espeto ya que el sabor es tan intenso y agradable que hasta el último resquicio de sustancia se aprovecha.

Para acompañar el espeto lo importante es que la bebida esté bien fría. Si estás disfrutando este verano de la Costa del Sol no olvides sentarte en un chiringuito y pedirte tus sardinas con una cerveza o con un tinto de verano. Aunque admite todo tipo de refresco, éstas son las mejores opciones: cerveza, vino con limón o sangría.

Camisetas «Espeto» de Por Soleá

La camiseta “Espeto: málaga delicatessen” es una camiseta exclusiva de Por Soleá, con un diseño diferente y atractivo que trata de contar la historia del “espeto” como parte fundamental de la cultura y tradición de Málaga.

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La camiseta se presenta dentro de un estuche que cuenta la historia de la marca Por Soleá; ¿qué mejor forma de recibir un regalo?…

Además del estuche, la propia camiseta cuenta también la historia y origen del “espeto” que se podrá ver en la etiqueta que va junto al artículo.

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EL MARMITAKO: platos típicos con tradición

18 enero, 2018 at 18:58

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El Marmitako es un plato típico del País Vasco cuyo nombre en euskera significa “de la cazuela”. Su nombre proviene de la palabra marmita que es el recipiente donde se preparaba el guiso.

Se trata de un guiso de atún con patatas, cebolla, pimiento y tomate, principalmente. En algunos lugares se sirve caliente en una cazuela de barro. El atún con el que se cocina es el denominado Thunnus alalunga (atún blanco o bonito del norte).

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En realidad, lo que en el País Vasco se llama Marmitako, es una simple olla de pescado que Asturias Y Galicia se llama Cazuela, Marmita o Caldereta/Caldeirada de bonito. En Cantabria a este plato se le llama Sorroputun.

También se puede preparar con otro tipo de pescado, marmitako de salmón, de abadejo…

Origen e Historia

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Su origen se encuentra en los pescadores del norte de España (vascos, asturianos y cántabros). El Marmitako servía para alimentar a la tripulación de los barcos pesqueros vascos. Antaño, los cocineros disponían de pocas materias primas para elaborar la comida, así que con algo de pescado, unas patatas y poco más era suficiente.

Al contrario de lo que se podría pensar, era tradicionalmente una comida de verano simplemente por el hecho de que era durante los meses más cálidos cuando se pescaba el bonito. Si hacía mucho calor, el Marmitako se comía templado.

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Antiguamente, en Asturias y Galicia, este plato se hacía con nabos o con castañas, ya que las patatas no llegaron a España hasta el siglo XIX, y era el rancho habitual de los pescadores cuando faenaban, usando atún recién pescado, con lo que el resultado de aquel humilde rancho era espectacular.

RECETA AUTÉNTICA DEL MARMITAKO

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Antes de empezar con la receta, nos gustaría dedicarle unas palabras a los pimientos choriceros. El pimiento choricero es un tipo de pimiento rojo seco, muy típico en la cocina vasca, pero desgraciadamente difícil de encontrar fuera del País Vasco. En el peor de los casos, sustitúyelo con pimiento rojo normal. Aunque nunca será lo mismo, es como sustituir pasas con uvas…

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Esta receta tiene una parte que es clave, y es la de romper las patatas en lugar de cortarlas. “Romper” las patatas significa introducir un poco el filo del cuchillo en la patata para a continuación girar hacia fuera, rompiendo así un trozo de patata en lugar de resultar en un corte limpio. Esto es importante porque ayuda a preservar la estructura natural de la patata, soltando así más almidón cuando se cocina. Como resultado, la salsa queda más espesa y contundente sin necesidad de añadir ningún otro ingrediente.

Ingredientes (para 2 personas)

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  • 200 gr de bonito
  • 1 Cebolla pequeña
  • 1 Pimiento verde
  • 2 Patatas grandes
  • 1 Diente de ajo
  • 1-2 Pimientos choriceros secos
  • 1 Tomate pequeño (opcional)
  • Perejil fresco
  • Aceite de oliva
  • Txakoli (vino blanco)
  • Agua
  • Sal

Elaboración:

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  1. Corta las verduras en trozos pequeños. Las patatas hay que pelarlas y “romperlas” en lugar de cortarlas.
  2. Sofríe la cebolla en una cazuela con algo de aceite hasta que se dore ligeramente.
  3. Añade el pimiento verde y déjalo cocinar unos minutos.
  4. Añade las patatas y el ajo y deja cocinar todo unos minutos.
  5. Añade el vino (a mí me gusta añadir una buena cantidad de vino, aproximadamente un vaso).
  6. Añade el pimiento choricero. Puedes utilizar una o dos cucharadas de la carne de pimiento choricero o pimientos choriceros secos. En el segundo caso, es necesario hidratarlos previamente (tenerlos un rato en agua) para después quitarles la piel y quedarse solo con la carne.
  7. Añade agua, la suficiente como para cubrir las verduras.
  8. Añade sal al gusto.
  9. Cubre la cazuela y deja cocinar a fuego lento, dando vueltas de vez en cuando. Si es necesario, añade más agua.
  10. Si quieres utilizar tomate, añádelo casi al final. Yo utilicé un rallador de queso para rallar el tomate, convirtiéndolo en una especie de salsa antes de añadirlo.
  11. Una vez que las patatas estén hechas, el Marmitako está prácticamente terminado. Corta el bonito en pedazos del tamaño de un bocado y añádelo a la cazuela. Deja la cazuela en el fuego unos 2 o 3 minutos más.
  12. Sirve el Marmitako y espolvoréalo con perejil fresco.

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EL MANTECADO: productos auténticos de la tierra

31 agosto, 2017 at 19:51

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El mantecado es un dulce típico de la repostería española, caracterizado por ser amasado con manteca de cerdo y consumido en cualquier época del año, especialmente en Navidad.

Su origen es andaluz, unos dicen que de Estepa y otros de Antequera. Su popularidad se ha extendido a otras regiones y localidades de España, en las que se elaboran mantecados de calidad como en Rute,​ Toledo o en la provincia de Valladolid, especialmente los de Portillo y Tordesillas.

Origen e Historia

El origen del mantecado data del siglo XVI propiciado por el excedente de cereales y manteca de cerdo que se daba en esta parte de Andalucía. Unos dicen que en Estepa y otros en Antequera…

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En aquellos tiempos Estepa tenía una notable cabaña de ganado porcino que pastaba libremente en grandes extensiones de encinar. Los árboles desaparecerían en el siglo XVIII, eliminados por las tropas francesas para evitar que allí se escondieran los guerrilleros y posteriormente los bandoleros. Quedando el paisaje como ahora lo conocemos, llanura de cereal.

Por esas fechas, ya se elaboraban «tortas de manteca» en las casas del pueblo y en el Convento de Santa Clara, según demuestran sus archivos históricos que nos hablan de los recipientes utilizados en su elaboración.

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Sin embargo, en 1870 ocurrirá un hecho que va a cambiar la historia. El inicio de la comercialización del mantecado se produjo en 1870 cuando Filomena Micaela Ruiz Téllez (“La Colchona”, que así se apodaba) se los diera a su marido, que era cosario de Estepa a Córdoba, para que los vendiera en los mercados por los que pasaba (en el siglo XIX se llamaba cosario a los que llevaban paquetes o personas de un pueblo a otro).

El éxito de Micaela se basó en una mejora sencilla a la par que ingeniosa: secarlos. Gracias a esto, el mantecado resiste mejor el transporte y almacenaje, y también aumenta el período en el que el mantecado conserva sus cualidades como si acabase de salir del fuego.

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La fórmula tuvo tal éxito que los hornos comenzaron a darle ese punto por el cual el mantecado siempre está tierno por dentro y prieto por fuera. En 1934 había alrededor de 15 casas en Estepa que se habían convertido en pequeñas fábricas y poco a poco se fueron abriendo mercados cada vez más lejanos.

Diferencia entre el Mantecado y el Polvorón

Cuando se habla de Navidad hay imágenes gastronómicas que aparecen rápidamente y una de ellas, común a diferentes zonas, son los mantecados, al igual que los polvorones. Un postre tradicional que acompaña durante esas fechas.

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Los polvorones nacen como una variación de los mantecados y, en ambos casos, son pequeñas tortas elaboradas tradicionalmente con harina de trigo, manteca de cerdo y azúcar.

En ciertas regiones de España, los mantecados se consumen durante todo el año, mientras que los polvorones son dulces eminentemente navideños.

Envueltos en el clásico papel de seda blanco con la inscripción de la empresa. Se clasifican atendiendo a sus ingredientes y su forma. Así, el mantecado es más redondo y puede ser de almendra, de chocolate… En cambio el polvorón tiene una forma un tanto ovalada y va recubierta de un poco de azúcar glas. La canela, el ajonjolí, la almendra… siempre están presentes.

El proceso artesanal del mantecado

La elaboración de los mantecados de Estepa ha variado muy poco en el tiempo y sigue siendo en la actualidad un producto eminentemente artesanal.

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Para él el mantecado perfecto, además de las mejores materias primas, debe contar con un buen resecado de la harina, para quitar todas las impurezas. También es clave la cocción en leña, no en hornos industriales.

Y sobre todo, tiempo. Un mantecado bien cocido requiere tiempo. La muestra está en que un buen mantecado se desgrana con los dedos. Si se te ‘hace bola’ en la boca, no está bien cocido.

INGREDIENTES

Contiene harina, azúcar y manteca de cerdo exclusivamente. A esta masa se le añade la canela. Finalmente se recubren con un poco de ajonjolí para su presentación definitiva. No hay más.

Es cierto que existen variaciones del mantecado tradicional que se han ido incorporando con el tiempo al catálogo de los dulces estepeños. Éstas se consiguen incorporando cacao, limón, coco o los matices correspondientes, que hoy se fabrican mantecados hasta de yogur, en el momento de añadir los aromas.

EL PROCESO

Lo primero es «tostar» la harina. Este proceso de resecado permite que el almidón del trigo se desdoble, lo que hace más apetecible al paladar el resultado final. En paralelo, se amasan juntos la manteca, el azúcar y los aromas, y a esta masa se incorpora la harina, previamente tostada y enfriada durante uno o dos días, y se mezcla todo bien.

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Esa masa se pasa a continuación a la «formadora», una máquina que, como su nombre indica, le da forma final a los mantecados. Antiguamente, este proceso se hacía a mano. Se elaboraba una morcilla de masa que se cortaba en porciones y éstas se boleaban, es decir, se les daba la forma redonda final de los mantecados.

El proceso final es el horneado. Los mantecados salen a 220 grados del horno y hay que dejarlos enfriar a temperatura ambiente antes de proceder a envolverlos en papel de seda e introducirlos en los envases para su comercialización.

Estepa

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Al llegar a Estepa el olor a canela, ajonjolí y almendra tostada impregna las calles y sus casas. Desde septiembre se repite la campaña año tras año, que conlleva que durante unos meses la localidad viva inmersa en un permanente ambiente navideño. Las responsables son las 23 empresas que fabrican mantecado en esta localidad de doce mil habitantes.

Los grupos de turistas no cesan. Estepa es, por antonomasia, la localidad del mantecado y durante la campaña miles de visitantes recorren sus calles ─y sus fábricas─, que no dejan de ser un atractivo más.

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GARANTÍA DE CALIDAD

En la actualidad 19 de las 23 empresas estepeñas fabricantes se encuentran amparadas por las denominaciones de calidad del Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) «Mantecados y Polvorones de Estepa».

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PULPO A LA GALLEGA: platos típicos con tradición

5 abril, 2017 at 19:35

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El pulpo a feira -o pulpo a la gallega- es un plato tradicional de Galicia y básico en su gastronomía, aunque su consumo se ha generalizado por toda España.

Se trata de un plato elaborado con pulpo cocido que principalmente está presente en las ferias de Galicia, de donde procede su nombre. Es una de las elaboraciones más universales de la gastronomía gallega, pero también de la cocina española.

El plato originario y tradicional, el auténtico pulpo a feira, consta solo de pulpo cocido, sal gorda, pimentón y aceite de oliva. Luego hay otra variante más moderna, denominada más comúnmente como “pulpo a la gallega”, que introduce la patata cocida como acompañamiento.

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Origen e Historia

Los griegos consideraban el pulpo como un manjar, siendo junto a los salmones y las lampreas el plato elegido para las ocasiones especiales, como dejaron plasmado en numerosos mosaicos de la época que han llegado hasta nuestros días.

Los griegos comían el pulpo cocido acompañado de perejil y una salsa de naranja por encima. No sería hasta la época de los maragatos, cuando se crearía la receta tal y como la conocemos hoy en día.

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Los maragatos empezaron a comer el pulpo seco que los gallegos no utilizaban para la realización de sus recetas, hidratándolo con aceite de oliva y el pimentón con el que comercializaban cada día. Tras observar el éxito del nuevo plato, los gallegos lo incorporaron a su variedad gastronómica de las fiestas regionales.

La zona donde hay más pulperías y donde se dice que se prepara mejor el pulpo a feira es una aldea do Carballiño llamada Arcos. Esto se debe a la proximidad del monasterio de Oseira, cuyo dominio se extendía antiguamente hasta Marín. Dado que pescadores de esta villa pagaban los diezmos al monasterio con pulpos, los monjes, a su vez, pagaban  a los campesinos do Carballiño con este cefalópodo.

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EL SECADO

Mucho antes de que el pulpo se conservara en cámaras de frio industrial, la única y más popular forma de conservación era el secado. Así como los marineros vascos secaban el bacalao, los marineros gallegos secaban el pulpo, y era así como se conservaba y transportaba a los pueblos del interior de Galicia y del resto de la península donde era considerado un preciado manjar.

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Es precisamente en el secado del pulpo donde se encuentra la explicación al hecho de que el Pulpo a feira fuera un plato preparado tradicionalmente en ferias y romerías del interior de Galicia, y no en pueblos costeros como sería de esperar.

RECETA AUTÉNTICA DEL PULPO A FEIRA

Ingredientes del pulpo “á feira“: Pulpo, agua, aceite, pimentón dulce y sal marina gruesa.

Preparar el pulpo: Si el pulpo es fresco debe mazarse sobre una superficie dura antes de cocinarse. La tradición indica que deben ser 33 golpes. Pero si el producto es congelado ya no es necesario. El proceso de congelación ablanda el pulpo de forma natural sin que pierda ni su sabor ni sus propiedades.

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Cocer el pulpo: El pulpo se limpia quitando del interior de su cabeza las tripas, la boca con forma de pico y los ojos y frotando bien sus tentáculos. Luego se pone agua a hervir sin sal y cuando alcance la temperatura de cocción se coge el pulpo por la cabeza y se introduce y se saca de ella tres veces seguidas. En este proceso los tentáculos se rizan y encogen parcialmente. Luego lo sumergimos completamente en el agua y cuando vuelve a hervir lo dejamos hacerse durante unos 30 minutos. Su cocción dependerá del tamaño del pulpo, por lo que es recomendable pincharlo cada cierto tiempo para saber si está en su punto (si se hierve demasiado tiempo, volverá a endurecerse).

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Presentar el pulpo “á feira“: Una vez que el pulpo esté correctamente cocido, se deja reposar unos minutos antes de retirarlo del agua. Luego se cortan sus tentáculos con una tijera (es más fácil y rápido que con un cuchillo) en rodajas de menos de un centímetro de espesor y se colocan en un plato (en las ferias y restaurantes tradicionales el plato suele ser de madera). Se riega con abundante aceite de oliva virgen, se espolvorea con sal gruesa y se le añade, según el gusto de cada uno, pimentón dulce o picante. No olvides tener pan a mano porque no dudarás en mojarlo en la salsa que quede una vez te hayas terminado el pulpo.

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LAS PATATAS BRAVAS: platos típicos con tradición

27 junio, 2016 at 19:53

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Las patatas bravas —denominadas también patatas a la brava o papas bravas— son unas patatas acompañadas de salsa picante , una salsa más conocida como salsa brava. Estas patatas pueden ir fritas, cocidas en agua, cocidas en aceite e incluso en algunos casos al horno. Suelen ir cortadas en dados, aunque hoy en día existen mil versiones.

Es un plato típico de la gastronomía española,  que suele tomarse a modo de tapas y que es perfecto para acompañar con un cerveza, un refresco o una copa de vino, los cuales harán calmar el clásico picante que acompaña a este plato. De hecho, su nombre Patatas Bravas viene del picante que predomina en él, normalmente procede de la cayena, ingrediente esencial en esta salsa.

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Las bravas es el clásico de las tapas. Una tapa sencilla y barata que parece no tener más secreto que freír patatas y echarles salsa picante.

La ONU en un recopilatorio de 200 recetas de patatas publicado en 2008 la incluyó como receta típicamente española.

Origen de las patatas bravas

Del origen de esta popular salsa se sabe poco. Es relativamente moderna, no aparece en ninguno de los recetarios tradicionales, ni en los antiguos ni en los más modernos. Empieza a verse en los bares bien entrada la posguerra (años 50 del siglo XX) y se convierte  acompañando a las patatas en una tapa muy solicitada.

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Respecto al lugar de origen, hay quien lo atribuye a «Casa Pellico» y otros dicen que se empezó a servir en «La Casona», ambos bares madrileños ya desaparecidos. Lo que sí es cierto, es que fue sobre el año 1960 y que las colas alrededor de estos dos bares sólo para probar las patatas bravas fueron míticas. Aunque Madrid parece ser el origen, debemos decir que en Barcelona también se encuentran buenas patatas, eso sí, que no te sorprenda si la salsa te sabe a ali-oli.

Aunque «cada maestrillo tiene su librillo», hay dos versiones básicas: la que se prepara con harina y/o cebolla y pimentón picante (para muchos es la auténtica), sin salsa; y la que tiene como fondo principal un sofrito de tomate con pimentón o guindilla. Esta última ha derivado en muchos bares en una suerte de ketchup picante y pringoso que nada tiene que ver con la sutil salsa original. Dos son las claves del éxito: que la patata sea de calidad y esté bien frita; y que la salsa sea eso, una salsa: ni un aceitillo ni un engrudo.

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Encontramos variedades a lo largo de todo el país, en Madrid, cuna de esta receta, se hace con tomate y cayena; en Cataluña y la Comunidad Valenciana se hace con un majado de ajo, aceite de oliva, guindilla y pimentón; en Andalucía suelen servirse acompañadas de ali-oli, etc.

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RECETA AUTÉNTICA DE LAS PATATAS BRAVAS

Los ingredientes:

PARA LAS PATATAS: 3 patatas de freir grandes, aceite de oliva, sal.

PARA LA SALSA BRAVA:

– Aceite de oliva

– 2 cucharadas de café de pimentón dulce

– 1 cucharada de café de pimentón picante

– 1 cucharada sopera de harina

– Aproximadamente un vaso de caldo casero (elaborado con pollo, codillo (hueso) de  jamón ibérico y verduras). El caldo lo puedes comprar ya elaborado, pero no es lo mismos…

Elaboración:

SALSA BRAVA

  1. El caldo se tiene preparado muy caliente.
  2. Se echa un buen chorro de aceite (unas cuatro cucharadas soperas) en una sartén y se calienta sin que llegue a alcanzar una temperatura excesiva (que no llegue a echar humo). Se aparta del fuego y se agregan los dos tipos de pimentón moviendo bien. Se añade entonces la harina poco a poco, removiendo hasta que queda una masa uniforme.
  3. Se añade entonces el caldo mientras seguimos moviendo. No lo echaremos todo de una vez para parar cuando la salsa haya tomado la consistencia que nos guste. Se deja enfriar y se utiliza sobre las patatas o incluso verduras a la plancha, carne o donde más nos apetezca.
  4. La salsa resiste perfectamente varios días tapada en la nevera.

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LAS PATATAS

  1. Pelamos las patatas y las cortamos de forma tosca, en cubos del tamaño de un bocado e irregulares para que nos quede un plato chulo, castizo o las cortamos todas iguales para hacer un plato de diseño.
  2. Ponemos una sartén con abundante aceite, dejamos que se caliente e introducimos las patatas, bajamos el fuego al mínimo y las dejamos cocinar muy lentamente.
  3. Cuando ya estén tiernas las sacamos de la sartén, ponemos el fuego a tope, calentamos el aceite al máximo y las metemos en la sartén; nos quedarán doradas y crujientes por fuera y blandas y tiernitas por dentro. Maravillosas.

Presentación:

Colocamos las patatas sobre papel absorbente, para quitarles el exceso de aceite. Las ponemos en un plato bonito y las regamos con la salsa brava.

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