La Alpujarra (en ocasiones las Alpujarras) es una región recóndita entre las provincias de Granada y Almería, llena de historia y leyendas, y que destaca por sus paisajes espectaculares y pueblos de gran belleza. Es una de las regiones más visitadas de la provincia de Granada.
Es un territorio de contrastes y en parte es debido a toda la historia que tiene detrás. Se trata de una zona sucesivamente colonizada, primero por los íberos y los celtas, el Imperio Romano, el pueblo visigodo y por último durante la conquista árabe hasta su posterior liberación por los Reyes Católicos.
Prácticamente intacta desde la época árabe, aún conserva la arquitectura beréber original, única en España. Sólo a finales del siglo XIX comenzaron a aventurarse por la zona artistas, bohemios y viajeros.
La arquitectura típica de la Alpujarra
La original construcción de la Alpujarra constituye uno de los elementos más típicos del paisaje alpujarreño. Se dice que su arquitectura está emparentada con modelos bereberes.
Las casas de Las Alpujarras son de forma cúbica con un tejado plano, propio de una zona de escasas lluvias. La cubierta está compuesta de arcilla magnesiana que se impermeabiliza con la lluvia y tiene un alero de piedra. Estos terraos que en la actualidad suelen funcionar como secaderos tienen una especie de caperuza, una chimenea casi cilíndrica coronada por una pequeña losa.
En muchos casos existen pasos que salvan las distancias entre una casa y otra, así la calle queda cubierta.
Las casas de las Alpujarras suelen tener dos plantas y, normalmente, están encaladas. En la planta de arriba estaban las habitaciones y la cocina, y en la de abajo las zonas destinadas al ganado y a los aperos de labranza.
En la Alpujarra, los pueblos se adaptan a su geografía. De esta manera, nos encontramos casas encaramadas en la montaña, unas debajo de otras formando terrazas y orientadas al sur, ya que en esta altitud los rayos de sol son muy apreciados. Este tipo de casas tradicionales se encuentran sobre todo en los pueblos pequeños, como Pampaneira o Bubión, donde las calles son estrechas y las casas pequeñas.
Muchas de las casa de la Alpujarra han sido restauradas respetando su sabor antiguo, pero incorporando las comodidades de la vida actual. Los vecinos las alquilan a turistas y visitantes que quieran disfrutar de la vida sana y tranquila de estos pueblos de montaña.
Las Fiestas de Moros y Cristianos
Entre las tradiciones que se han conservado en Las Alpujarras destacan las fiestas populares, entre ellas las de Moros y Cristianos, representación simbólica de los enfrentamientos que se desarrollaron en el siglo XVI.
En Lanjarón la noche de San Juan se celebra la Noche del Agua. Un evento muy especial en el que participa mucha gente, locales y visitantes. Durante una hora la fiesta en las calles del pueblo consiste en mojarse unos a otros, con cubos, pistolas de agua o cualquier cosa que tengas.
Al día siguiente, tiene lugar la fiesta del jamón. Tradicionalmente se hace una paella gigante en el Parque del Salaillo y se degusta el jamón de la tierra.
En cuanto a la música, su folklore es sobre todo con guitarras, bandurrias y laudes, las tradicionales canciones de rueda y de mecedores. Hay que hacer una mención especial a los troveros.
Artesanía de la Alpujarra
Las manifestaciones artesanales más interesantes las encontraréis en los tejidos; ya existieron antiguamente talleres de seda en la zona.
En los telares de la Alpujarra tradicionalmente se hacen jarapas, alfombras de «mota», tapices, etc… Uilizando ropas viejas que se hacían jirones y se mezclaban en el telar originando así bonitos coloridos.
También la alfarería, de origen nazarí, tiene un carácter propio en estas tierras altas.
La artesanía del esparto o la mimbre son otras de las tradiciones que se van perdiendo, aunque todavía se pueden ver algunas tiendas turísticas que venden estos productos.
Trevélez y su manjar más exquisito
Hay muchas razones por las que visitar este pueblo de la Alpujarra, pero la fundamental es por el jamón que aquí se hace. Apto exclusivamente para los paladares más exigentes, el jamón de Trevélez es un manjar de lo más exquisito.
Además es saludable, ya que es menos salado que el jamón al que estamos acostumbrados, ya que las condiciones meteorológicas de la zona permiten que esté menos tiempo en salazón.
Senderismo: rutas por la Alpujarra
Una de las mejores maneras de descubrir los alucinantes paisajes de la Alpujarra y el inagotable encanto de sus pueblos es recorriendo las distintas rutas y senderos, homologados y señalizados, que atraviesan la región.
Así, entre las rutas más atractivas se encuentra, por ejemplo, el GR 142 o Senda de La Alpujarra, un camino que conecta la localidad granadina de Lanjarón con Fiñana, ya en la provincia de Almería; 144 kilómetros de paisajes imposibles, huertas y olivares, arquitectura popular, fuentes y molinos, ermitas… Su primera etapa –de las 13 que conforman la ruta–, entre Lanjarón y Órgiva, es un buen ejemplo de la riqueza de estos itinerarios, puesto que junto con su auténtico despliegue natural nos ofrece un interesante vistazo a la historia y la cultura de la zona. En particular, a los primeros momentos de la Rebelión de las Alpujarras de 1568, cuando los guerreros moriscos de Aben Farax partieron de Lanjarón hacia Órgiva por el mismo camino que hoy sigue esta primera etapa del GR 142.
Otras grandes rutas, como el continental GR 7-E4 –más de 10 mil kilómetros, desde Chipre a Tarifa– o el GR 240 Sulayr (Montaña del Sol) que recorre unos 300km rodeando todo el macizo de Sierra Nevada, así como itinerarios de Pequeño Recorrido (PR), como el sendero PR A-27 hacia la Cañada de las Siete Lagunas, la ruta Capileira–La Cebadilla atravesando el barranco del Poqueira, el Sendero La Contraviesa (PR-A 32), el Sendero de las Encinas o el Sendero General Brenan, entre muchísimos otros, terminan por crear una gran red de caminos que no solo conecta un territorio sino que invita a descubrir todo su encanto.