ATEGUA: ruta parques arqueológicos de España

13 mayo, 2022 at 10:10

Ategua constituye uno de los yacimientos arqueológicos más destacados de la provincia de Córdoba. Su ocupación está comprendida entre el Bronce Final hasta la Edad Media, lo que lo convierte en un lugar privilegiado para la investigación arqueológica e histórica.

Destaca en Ategua su recinto fortificado ibérico y romano, uno de los mayores de la provincia de Córdoba, y las edificaciones de época ibérica, romana y medieval.

Con una dimensión de 205 hectáreas, el yacimiento fue inscrito como Monumento Nacional en 1982 y como Bien de Interés Cultural en la categoría de Zona Arqueológica en 2005.

Primeros restos encontrados en Ategua

En el estado actual de la investigación arqueológica, el poblamiento de Ategua se iniciaría en la Edad del Bronce, si bien determinados hallazgos apuntarían a una ocupación anterior ya de la Edad del Cobre, en el tercer milenio a.C. En el siglo VIII a.C., Ategua ya constituía un importante asentamiento tartésico fortificado.

La célebre Estela de Ategua, hallada en el cercano Cortijo de Teba y conservada en el Museo Arqueológico Provincial de Córdoba, sería testimonio de la importancia del oppidum, localizado en el extremo sur del territorio de Corduba.

Del oppidum ibero-romano se han conservado imponentes fortificaciones, especialmente en el sector nororiental de la acrópolis. Sin duda, fueron éstas las defensas que debió forzar César para hacerse con las reservas de trigo que los pompeyanos habían almacenado en la ciudad, y que resultaron fundamentales para abastecer a sus legiones hasta la victoria final en Munda, ya en la cercana campiña sevillana.

La ocupación de Ategua continuó durante la etapa imperial, sin que haya podido determinarse su estatuto jurídico. De esta etapa se han excavado varias casas que disponían de cisternas para el abastecimiento de agua. Igualmente se ha documentado parte de un posible edificio público.

Etapa medieval de Ategua

Ya en la etapa medieval, destaca un recinto fortificado de la segunda mitad del siglo XII, que aprovecha las defensas ibero-romanas en el lado este, en tanto que en los flancos norte, oeste y sur se levanta una nueva muralla con zócalo de sillería y alzado de tapial, reforzada con diez torres cuadrangualres. Esta fortaleza debe ponerse en relación con los esfuerzos del nuevo poder almohade por garantizar el control militar de las principales vías de comunicación de al-Andalus.

Finalmente, tras la conquista castellana de la zona, en los años cuarenta del siglo XIII, se procedió al refuerzo de las puertas almohades mediante una torre octogonal y un baluarte dispuesto en el extremo nororiental, destinado a controlar las comunicaciones entre Córdoba y Granada.

En el siglo XIV se dispuso, en el espacio extramuros entre dos torres del sector suroeste, un mercado dispuesto en torno a una pequeña plaza rectangular pavimentada con lajas de piedra. Poco después, el asentamiento fue abandono, convirtiéndose Ategua en un despoblado junto al Cortijo de Teba la Vieja.


CIUDAD ROMANA DE OCURI: restos romanos en España

24 noviembre, 2021 at 13:49

La ciudad romana de Ocuri (conocida como Ocurris) es un yacimiento de gran valor arqueológico e histórico. Se sitúa en el Salto de la Mora, cerro calizo situado a un kilómetro del casco urbano de Ubrique y en pleno Parque Natural Sierra de Grazalema, con lo que el visitante puede disfrutar del paisaje de esta zona de la Sierra de Cádiz.

Su estratégica posición, dominante en altura, afianzada por sus murallas y su extensión nos indican que debió ser un municipio prerromano y romano de gran relevancia, hecho que queda igualmente demostrado por la monumentalidad de los restos arqueológicos que conserva, como el mausoleo, sin paralelos en Andalucía, y las termas, que son las únicas encontradas en la Sierra de Cádiz hasta el momento.

El descubrimiento de este importante yacimiento arqueológico se realizó a finales del siglo XVIII gracias a la intuición de un ubriqueño llamado Juan Vegazo, que compró el terreno con objeto de comprobar si los restos que se veían en aquel cerro podrían compararse a los de la mismísima Pompeya.

Si bien recientes investigaciones han logrado fijar sus orígenes al menos en el siglo VI a.C., la inmensa mayoría de los restos emergidos corresponden a la época romana de la ciudad, con un momento de máximo esplendor en el siglo II d.C.

Hoy, doscientos y pico años después de que Juan Vegazo decidiera sacar a la luz lo que el paso del tiempo se había encargado de ocultar, Ocuri es el yacimiento arqueológico más importante de la Sierra de Cádiz.

El acceso al yacimiento solo es posible con visitas guiadas en los turnos establecidos para la protección del Patrimonio Histórico y Natural. No dudes en consultar sus horarios y tarifas.

En la visita se pueden ver: restos de la arquitectura de la Muralla,  además  de un edificio de carácter monumental  como fue el Mausoleo,  la planta de las Termas Romanas, Restos arquitectónicos de viviendas, Cisternas para el almacenaje del agua, parte de una  antigua calzada y restos arquitectónicos del Foro Romano.

Características de los restos de la ciudad romana de Ocuri

En los extramuros de la ciudad, como dictaban las leyes sanitarias romanas, se encuentran la necrópolis y su monumento más importante: el mausoleo, sin paralelos en Andalucía. En su interior se alojan una serie de nichos donde se depositaban las urnas con las cenizas de los difuntos, así como las ofrendas de los familiares y posiblemente estatuas.

Foto de Manuel (rutasyfotos.blogspot.com)

A continuación, destaca su muralla ciclópea de origen ibérico, modificada en varias ocasiones y en la que se conservan lienzos hechos «a hueso» (sin mortero) y otros con sillares moldurados que podrían ser de época cartaginesa. En el siglo I ó II d.C. se modificó la entrada para darle un carácter monumental.

Tras la muralla se pueden ver diferentes restos constructivos como varias cisternas de gran capacidad de embalse, el foro con parte de sus «tabernas», restos de viviendas y edificios públicos y sobre todo, en la zona alta, unas impresionantes «termas». La Ciudad Romana de Ocuri debió estar integrada, en época altoimperial, en el «coventus iuridicus gaditanus», organismo administrativo perteneciente a la provincia imperial de la «Bética».


YACIMIENTO CELTIBERO NUMANCIA: ruta parques arqueológicos de España

22 noviembre, 2019 at 14:00

Numancia es el nombre de una ciudad celtíbera desaparecida que se sitúa sobre el Cerro de la Muela, en Garray, provincia de Soria (Castilla y León). Esta localización es un punto estratégico desde el que se domina la llanura, estando delimitado por las montañas del  Sistema Ibérico y rodeada por el río Duero y el río Medancho.

Numancia no es sólo un yacimiento arqueológico, sino que es además un símbolo de resistencia y de lucha de un pueblo por su libertad. Fueron los escritores romanos quienes elevaron el comportamiento de los numantinos a gesta heroica dándole una dimensión universal.

El yacimiento de Numancia, declarado Monumento Nacional por Real Orden de 25 de agosto de 1882, es uno de los que más ha aportado al conocimiento del mundo celtibérico, debido al gran número de excavaciones realizadas, contribuyendo con una amplia cantidad de cerámica pintada.

Excavada por Schultten en 1908, los sucesivos trabajos arqueológicos han descubierto dos ciudades: una más antigua de época celtibérica y, sobre ella, otra posterior de época romana, acomodada a la estructura de la anterior. La amplia superficie excavada permite conocer su trazado con las calles en retícula irregular, sin dejar espacios libres o plazas.

Actualmente se puede contemplar el entramado de las calles, restos de algunas viviendas o la reconstrucción de sendas casas celtíbera y romana, que convierten su visita en un auténtico viaje en el tiempo.

No dudes en consultar los horarios de apertura y precio de las entradas del yacimiento antes de realizar la visita. 

Origen e historia de Numancia

El origen del enfrentamiento con Roma se debe a que, en el año  153 a.C., los numantinos dan refugio en su ciudad a un grupo de fugitivos de la ciudad de Segeda. Esto provoca un enfrentamiento con el ejercito del cónsul romano Quinto Fulvio Nobilior, en el que los numantinos consiguen derrotar al ejercito romano compuesto por unos 30.000 hombres, pero en la batalla muere su jefe Caro de Segeda.

Como consecuencia de esta batalla Roma mantiene durante veinte años continuos ataques contra la ciudad, hasta que en  el año 133 a.C. el senado manda a Publio Cornelio Escipión Emiliano El Africano Menor, la misión de destruir Numancia. Para conseguirlo cerca la ciudad duramente, construyendo a su alrededor un perímetro con torres, fosos y empalizadas, además de contar con siete campamentos romanos para aislar a la ciudad.

Después de 15 meses de asedio y penurias, durante el verano del año 133 a.C. y acabados los víveres, unos pocos numantinos se entregan al ejercito romano pero la gran mayoría sabiendo que terminarían siendo esclavos, deciden incendiar la ciudad y suicidarse.

Esta lucha ha dejado huella en la lengua española, que acoge el adjetivo «numantino» con el significado: «Que resiste con tenacidad hasta el límite, a menudo en condiciones precarias», según la  real Academia.

En recuerdo a la ciudad hispana, se ha dado el nombre de Numancia al Club Deportivo Numancia de Soria, a varios barcos, como por ejemplo la fragata Numancia y a unidades militares. En 1936 durante la Guerra civil Española, un regimiento llamado Numancia tomó el pueblo toledano de Azaña, y le cambió el nombre por el actual de  Numancia de la Sagra.

El caballito de Soria

La primera manifestación de esta figurilla apareció en las excavaciones realizadas en la ciudad celtibérica de Numancia. Allí encontraron una fíbula, una especie de hebilla de bronce, que representaba a la deidad de Hipona, el dios celtíbero de los caballos. Además este símbolo también se encontró en numerosas vasijas y utensilios que utilizó este pueblo. El caballito de Soria, además de ser el símbolo que ha utilizado una famosa joyería soriana para una de sus colecciones es símbolo de la productora Numancia, la que se encarga de la serie “En tiempos revueltos”, emitida actualmente.


PARQUE ARQUEOLÓGICO DE SEGÓBRIGA: restos romanos en España

14 agosto, 2019 at 12:47
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Segóbriga es una antigua ciudad romana cerca de Saelices, en la provincia de Cuenca. Es posiblemente uno de los sitios arqueológicos más importantes de la meseta española, y uno de los lugares más conocidos e importantes de la provincia de Cuenca.

La ciudad romana de Segóbriga nos traslada al pasado con su excelente estado de conservación. Un impresionante patrimonio: el foro, el teatro, el anfiteatro, las termas monumentales… Multitud de construcciones y monumentos emblemáticos nacidos del esplendor que tuvo esta villa entre los siglos I a.C. y III d.C.

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Actualmente, son visitables el acueducto, las necrópolis, la ciudad, el teatro, la muralla y puerta principal, el criptopórtico del foro, las termas del teatro, la basílica, el foro, el aula basilical, las termas monumentales, la acrópolis, la casa del procurador minero, el anfiteatro, el circo y la basílica visigoda.

No te puedes olvidar de pasar a ver el Museo, donde se puede observar un mapa del Imperio, así como aprender información sobre el origen de la ciudad, su herencia de Roma, su decadencia y abandono, su sociedad, el distrito minero, sus monumentos, la vida cotidiana o la religión. Muy interesante.

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Para la visita al parque no olvides consultar los horarios y tarifas.

Origen e Historia de la ciudad romana de Segóbriga

El nombre Segóbriga deriva de dos palabras: «Sego» que significa victoria y «briga» que significa fortaleza de la ciudad.

Este enclave sería Inicialmente un castro celtibérico. Tras la conquista romana, a inicios del siglo II a. C. se convirtió en un oppidum o ciudad celtibérica. Tras las Guerras de Sertorio, hacia el 70 a. C. pasó a controlar un amplio territorio como capital de toda esta parte de la Meseta, cuando Plinio la consideró “caput Celtiberiae” o inicio de la Celtiberia.

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En tiempos de Augusto, poco antes del cambio de Era, dejo de ser ciudad estipendiaría, que pagaba tributo a Roma, y se convirtió en municipium o población de ciudadanos romanos. Fue entonces cuando se produjo el gran desarrollo que tuvo Segóbriga, principalmente por su excelente comunicación y por ser centro de explotación de minas de “lapis specularis”.

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Junto a la ciudad atravesaban varias calzadas importantes como la que unía Cartago Nova con Complutum. También era importante la conexión que tenía con Toletum y Segontia.

Por otro lado, la conocida piedra de yeso cristalizada abundaba en la zona (lapis specularis), lo cual supuso una fuente importante de abastecimiento y le otorgó un gran crecimiento. Esto es debido a su uso en los edificios romanos tanto en ventanas como suelos, ya que es transparente. Segóbriga fue impulsada por el emperador Augusto.

Esta grandeza ha permitido que aún hoy queden importantes y bien conservados restos que acercan Roma a la época actual y la posibilidad de ser testigos de la potencia cultural del imperio también en la meseta. Segóbriga  llegó a albergar un teatro, anfiteatro, utilizado para las grandes fiestas, termas públicas, templos, destinados al culto imperial, mercados…hasta convertirse en punto de referencia de la Meseta como vida urbana al estilo romano.

Historia de la ciudad romana de Segóbriga

Este enclave sería Inicialmente un castro celtibérico. Tras la conquista romana, a inicios del siglo II a. C. se convirtió en un oppidum o ciudad celtibérica. Tras las Guerras de Sertorio, hacia el 70 a. C. pasó a controlar un amplio territorio como capital de toda esta parte de la Meseta, cuando Plinio la consideró “caput Celtiberiae” o inicio de la Celtiberia.

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En tiempos de Augusto, poco antes del cambio de Era, dejo de ser ciudad estipendiaría, que pagaba tributo a Roma, y se convirtió en municipium o población de ciudadanos romanos. Fue entonces cuando se produjo su auge económico como cruce de comunicaciones y centro minero de lapis specularis o yeso traslúcido utilizado para cerrar ventanas. Aprovechando este auge se inicia hacia el 80 a. C. un programa de construcciones monumentales que le confieren el aspecto como nos la encontramos en la actualidad.

En el siglo IV se abandonan sus principales monumentos convirtiéndose en un centro rural.

En época visigoda, a partir del siglo V, era todavía una ciudad importante, con obispos que acudían a los concilios de Toledo entre los años 589 y el 693 d. C. De estos años data una gran basílica y la extensa necrópolis que la circunda. La decadencia de la ciudad prosiguió en época islámica, si bien en esta época se construyó una fortificación árabe en la cumbre del cerro sobre el que se sitúa la ciudad.

Tras la Reconquista, la población se desplazó al actual pueblo de Saelices y el lugar pasó a denominarse Cabeza del Griego, quedando reducido a una pequeña población rural dependiente de la Villa de Uclés.

¿Cómo era la ciudad romana de Segóbriga?

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La población estaba rodeada de una muralla de 1300 metros de longitud, la cual constaba de tres puertas, una norte, otra este y otra oeste. Para hacer una idea de la distribución en Segóbriga, de la puerta norte salía una calle dirección norte-sur, el kardo maximus. Esta era la principal vía de la ciudad, desde la que emergían calles perpendiculares en sentido este-oeste o decumani. A ambos lados de la vía de entrada a la puerta principal de la ciudad, se construyeron dos de los edificios más representativos: el teatro y el anfiteatro.

El teatro se inauguró hacia el año 79 d.C., en tiempos de Vespasiano y Tito. Se conserva muy bien su graderío o cavea, el cual se dividía en tres zonas separadas con corredores para diferenciar las diferentes clases sociales. La zona inferior mantiene la orchestra y el tablado o proscaenium, que era la madera existente sobre los pilares de piedra. Estaba decorado con hermosas esculturas y columnas que le conferían un elegante y monumental aspecto.

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El anfiteatro se levantó en la misma época que el teatro. Fueron utilizados hasta el siglo III d.C., ya que en el IV d.C. se les confirió un uso agrario. El edificio mide 75 metros de largo, albergando capacidad para 5.500 espectadores. Su arena poseía 1100 metros cuadrados, estando separada de las gradas por un alto pódium, el cual otorgaba mayor seguridad a los asistentes. En los extremos se ubicaban las carceres, es decir, las habitaciones destinadas a las fieras que participaban en los espectáculos.

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Tras cruzar imaginariamente lo que en su día fue la puerta principal del yacimiento, nos desplazamos a la izquierda para observar el critopórtico del foro. Se trata de una estructura bajo tierra que sostenía el pórtico norte del foro. Se pueden contemplar todavía los basamentos que lo sustentaron.

Seguimos recto hasta dar a parar con las termas del teatro, construidas a finales del siglo I a.C. Se hallaba en el decumanus maximus, principal vía de recorrido este-oeste, donde se accedía al recinto a través de una escalera.

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Respecto con el foro o plaza pública de Segobriga, el centro social y político de la época, en el año 15 a.C. ya estaba realizado. El centro del espacio lo presidía un monumento del que casi no quedan restos. Importantes personalidades colocaban estatuas sobre pedestales en el pavimento y los pórticos, conservándose todavía algunas de ellas. Rodeando la plaza había pórticos laterales, sostenidos por bellas columnas. Al sur se hallaba la Curia y las tabernae. Al este se accedía a la basílica, espacio donde se realizaban las transacciones comerciales más importantes y donde se administraba justicia. Construida al mismo tiempo que el foro, se trata de uno de los edificios más grandes de la localidad, pues constaba de tres naves separadas por filas de columnas.

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Al otro lado del kardo maximus, frente al foro, nos encontramos el aula basilical. Se accedía desde esta importante vía mediante una escalinata ya desaparecida. En época de Vespasiano (69-79 d.C.) se alzó esta gran construcción dedicada a los negocios del conocido mineral lapis specularis. A espaldas del aula basilical hallamos las termas monumentales. Estos espacios públicos destinados al baño se comenzaron a usar en el último tercio del siglo I d.C. De disposición lineal, se utilizaban como lugares de ocio, encuentro y negocios.

Giramos a la derecha para llegar a la vivienda de Caio Iulio Silvano, importante personalidad de la ciudad que levantó su casa a principios del siglo III. Se conocen, a día de hoy, tres estancias del inmueble. La más conocida, sin duda, es la que alberga el mosaico geométrico. Se descubrió en una campaña de excavaciones en 1998. Está realizado con teselas negras y blancas, siendo una réplica del original, que se encuentra en el centro de interpretación. También es conocida como la Casa del Procurador Minero.

Muy cerca nos acercamos a la ermita de la Virgen de los Remedios.

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Otro punto importante de la ciudad son los restos del antiguo circo, edificio destinado a los espectáculos. Se levantó en el siglo II y era el lugar usado para realizar las carreras de carros. Para construir el circo se tuvo que desmantelar una necrópolis de incineración, de la cual se encontraron objetos como la estela funeraria de la escalva Iucunda.

Siguiendo por esta zona aterrizamos en la basílica visigoda, uno de los edificios más famosos de todo el parque arqueológico, ya que fue el primero en ser excavado. Se levantó a finales del siglo IV o principios del siglo V, sufriendo posteriormente varias modificaciones. Hablamos de un templo con tres naves divididas por diez columnas en ambos lados, con crucero central y ábside de planta de herradura.

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MEDINA AZAHARA: ruta parques arqueológicos de España

24 julio, 2018 at 20:32

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Medina Azahara, castellanización del nombre en árabe Madinat al-Zahra («la ciudad brillante»), fue construida en las faldas de la serranía cordobesa (en el Chabdál al-Arus o “Monte de la Novia”), un lugar privilegiado en el valle del Guadalquivir a los pies de Sierra Morena.

Se trata de uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de España, que fue mandado construir por el primer Califa cordobés, Abderramán III (Abd al-Rahman III, al-Nasir).

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El yacimiento arqueológico de Medina Azahara está declarado Bien de interés cultural en la categoría de monumento y Patrimonio de la Humanidad, colocando a España en el tercer lugar entre los países con más Patrimonios de la Humanidad del mundo, sólo detrás de China e Italia.

Medina Azahara fue concebida como la nueva sede del gobierno del califato y como lugar de residencia del Califa. Pero no fue solo un palacio, sino una auténtica ciudad dotada de una compleja organización urbanística en cuyo interior se desarrollaba la administración civil y militar del nuevo estado.

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Sin embargo, para comprender la importancia de Medina Azahara hay que entender que, aunque se trata en esencia de un yacimiento arqueológico, desde un punto de vista artístico se trata de uno de los complejos monumentales más originales dentro de la arquitectura hispanomusulmana y del arte islámico en general. Esto se debe a que ni su estructura ni su ornamentación han sido alteradas con modificaciones posteriores, de modo que los restos exhumados por las excavaciones nos permiten tener una idea muy aproximada a la forma que tuvo en su época.

Origen e Historia de Medina Azahara

Su construcción, iniciada en el año 936, se debe al primer califa de Al-Andalus, Abderramán III. En el año 1010 fue saqueada e incendiada durante la guerra civil que desmembró al califato en los reinos de taifas.

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Los principales motivos de su construcción son de índole político-ideológica: la dignidad de califa exige la fundación de una nueva ciudad, símbolo de su poder, a imitación de otros califatos orientales y sobre todo, para mostrar su superioridad sobre sus grandes enemigos, los fatimíes de Ifriqiya, la zona norte del continente africano. Además de oponentes políticos, lo eran también en lo religioso, ya que los fatimíes, chiíes, eran enemigos de los omeyas, mayoritariamente de la rama islámica suní.

De esta manera, en el año 929 se autoproclamaba máximo dirigente político y religioso del Islam como sucesor del profeta Mahoma y príncipe de los creyentes y, como tal, le correspondía gobernar y habitar en una edificación monumental que correspondiera con la grandeza y simbolismo de su dignidad.

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La cultura popular también dice que fue edificada como homenaje a la mujer favorita del califa: Azahara.

La arquitectura y características del complejo

A pesar de su corta vida, Medina Azahara como metrópoli fue el máximo exponente arquitectónico y artístico de la dinastía omeya. Un particular Versalles, célebre en su época, de salones y preciosas columnas de mármoles rojos, capiteles labrados con detalle, oro y piedras preciosas. Con una extensión de 112 hectáreas, la ciudad se construyó sobre tres niveles de terrazas escalonadas aprovechando la pendiente natural de su ubicación e integrándose perfectamente en el paisaje. Había diversas zonas residenciales y oficiales, una mezquita propia y áreas de descanso y recreo.

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Medina Azahara ya poseía a mediados del siglo X una red de agua corriente que abastecía a todos sus edificios y a sus insignes habitantes, 25.000 «almas» que eran la élite de la ciudad de Córdoba, enclave que entonces contaba con más de 500.000 habitantes, mientras que París tenía 50.000 y en Londres solo vivían 12.000 personas.

Córdoba y su ciudad palacio «Medina Azahara» eran el lugar más importante del mundo en aquel momento, destino privilegiado de «peregrinación» de cerebros y hombres cultos venidos de otros países, que pasaban por Medina Azahara e incluso se instalaban allí, contratados por el califa. Científicos, músicos, astrónomos, filósofos y matemáticos cuyo trabajo fue clave para la posterior aparición del Renacimiento cinco siglos más tarde, disfrutaron de los lujos y comodidades de una ciudad palacio sin igual.

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El esplendor del reinado del califa «pelirrojo» no tuvo igual; curiosamente, Abderramán III era descendiente de los Omeya, pero con abuela paterna navarra y madre cristiana.

Las guerras intestinas de Al-Andalus redujeron a Medina Azahara a ruinas solo setenta años después de su fundación. Y la ciudad-palacio permaneció abandonada, sirviendo de cantera extraoficial para muchos de los patios y edificios cordobeses. Pese al hecho de que por el momento se ha excavado y reformado únicamente un 10 por ciento de sus vestigios, su singularidad y atractivo hacen de esta emblemática ciudad palacio un lugar con magia que, abandonado a su suerte durante siglos, vuelve ahora a protagonizar la cultura mundial.

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Cómo visitar Medina Azahara

Pese a su singularidad y belleza, el yacimiento de Medina Azahara ha permanecido desconocido para el gran público. Al menos, si comparamos sus 181.000 visitantes en el 2016 con las cifras de, por ejemplo, la Alhambra en Granada (más de dos millones, anualmente) o la propia Mezquita de Córdoba (1,8 millones de personas).

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Para llegar al yacimiento hay que desplazarse seis kilómetros desde la ciudad de Córdoba. El traslado se puede hacer con algún tour guiado o por libre. Si se opta por esta opción, mejor con vehículo propio, pues la alternativa son unos autobuses turísticos que salen del centro de martes a domingo con una frecuencia de salidas muy reducida.

Una vez llegados al recinto, el acceso a Medina Azahara es gratuito para ciudadanos europeos. Para el resto, el precio de la entrada es de 1,5 euros. La visita comienza en el museo diseñado por Nieto Sobejano y premiado con diferentes galardones en el mundo de la arquitectura.

Historia de Al-Andalus

Al-Andalus fue una civilización que irradió una personalidad propia tanto para Occidente como para Oriente. Situada en tierra de encuentros, de cruces culturales y fecundos mestizajes, al-Andalus fue olvidada, después de su esplendor, tanto por Europa como por el universo musulmán, como una bella leyenda que no hubiera pertenecido a ninguno de los dos mundos. Esta civilización tuvo ocho siglos de existencia.

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Los árabes musulmanes, alentados por la idea de la «guerra santa», iniciaron en el siglo VII una fulgurante expansión por el Oriente Medio y el norte de África, llegando hasta las costas del océano Atlántico.

Aprovechando la crisis interna del reino visigodo, envuelto en una de sus constantes luchas internas por el poder monárquico, tropas musulmanas, compuestas por árabes y beréberes, cruzaron el estrecho de Gibraltar en el año 711 iniciando la conquista de la península ibérica.

Tras la invasión musulmana, la mayor parte de la península ibérica se convirtió en una nueva provincia del califato islámico (imperio musulmán), Al-Andalus. Al frente de este territorio se colocó a un Emir o gobernador que actuaba como delegado del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.

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Abd-al-Rahman I (756-788) fijó su capital en la ciudad de Córdoba e inició la tarea de construcción de un estado independiente en Al Andalus.

Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Andalus se dio en el año 929, cuando el emir Abd-al-Rahman III (912-961) decidió proclamarse Califa, cargo en el que confluían el poder político y el religioso.

El Califa residía en el alcázar de Córdoba, situado junto a la gran mezquita. Unos años después de su autoproclamación, Abd-al-Rahman III ordenó construir, al oeste de la capital, la impresionante ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, convertida en residencia califal y en el centro del poder político de Al-Andalus.

En las últimas décadas del siglo X, Almanzor se hizo con el poder efectivo en Al-Andalus; ejercía el cargo de hachib, una especie de primer ministro. Mientras tanto, el califa de la época, Hisham II (976-1009), vivía recluido en el palacio de Madinat al-Zahra sin ejercer en lo más mínimo el poder político.

Almanzor, que basó su poder en el Ejército, integrado sobre todo por soldados beréberes, organizó terroríficas campañas contra los cristianos del norte peninsular. Su muerte en año 1002 inició el proceso de descomposición política (fitna) que llevó al fin del Califato en el 1031.

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