DOLMEN DE GUADALPERAL: cultura megalítica en España

27 abril, 2020 at 11:28

La cultura megalítica, es decir, las civilizaciones cuyos restos conservados consisten en “grandes piedras” (dolmen) dispuestas de manera estudiada son una forma magnífica para poder ver cómo vivían nuestros antepasados de la Prehistoria hace más de 6.000 años.

Hoy te invitamos a conocer el dolmen de Guadalperal, también conocido como el tesoro de Guadalperal y como el Stonehenge español por su parecido al crómlech de Stonehenge. Situado en la localidad cacereña de El Gordo (Extremadura), es un monumento megalítico que data de entre el III y el II milenio a.C.

El monumento megalítico consta de más de 100 piedras de granito en pie, algunas de ellas hasta de 1,8 metros de altura y dispuestas en un círculo de 26 metros de diámetro.

La particularidad de este tesoro arqueológico y antropológico es que se encuentra bajo las aguas del embalse de Valdecañas, en el río Tajo, y solamente se puede ver cuando el caudal decrece, como una pequeña ibérica Atlantis perdida de entre 4.000 y 7.000 años de antigüedad.

La última vez que se produjo este acontecimiento y emergió de las aguas fue en el otoño del año pasado (año 2019). Debido a la aguda sequía que sufrió nuestro país y a las continuadas olas de calor, el dolmen emergió de las profundidades del río para mostrarse ante los ojos de los españoles del siglo XXI, ya que la última vez que era visible fue en 1963.

El monumento fue hallado en 1926, después de una investigación dirigida por el arqueólogo alemán Hugo Obermaier, capellán de la casa de Alba. Según informa ‘National Geographic’, el científico estaba veraneando en una finca de Guadalperal cuando de repente vio un conjunto de piedras que llamó su atención. Durante años, emprendió las labores de excavación para exhumar el dolmen. Años más tarde, en 1963, se construyó el embalse de Valdecañas para contener el agua del Tajo, que lo cubrió completamente enterrándolo en sus profundidades.

Ya se han iniciado los trámites para la declaración conjunta del megalítico como Bien de Interés Cultural (BIC), para así garantizar que el monumento esté bien protegido. Su homólogo británico, el Stonehenge de Wiltshire, fue proclamado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986. De momento, el Ministerio de Cultura y la Junta de Extremadura han descartado la posibilidad de cambiarlo de sitio, ya que los expertos que han evaluado la situación consideran que su traslado podría ocasionar graves daños irreversibles a la estructura, según informa una noticia de la ‘BBC’ que se hace eco de la historia.

«El dolmen de Guadalperal es uno de los mejores ejemplares megalíticos de entre los más tempranos», valoró Primitiva Bueno, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares, en declaraciones recogidas por ‘National Geographic’. «Esto explica por qué algunos expertos no dudan en afirmar que podría ser el dolmen más importante de nuestro país».

Uno de los mapas más antiguos del mundo

El dolmen de Guadalperal puede que esconda un secreto de una relevancia histórica incalculable. Si el monumento megalítico, erigido hace unos 4.000-5.000 años por los habitantes locales, ya constituye de por sí un tesoro patrimonial, uno de sus menhires milenarios presenta un grabado alargado y ondulado que se podría corresponder con el dibujo del paso del río Tajo por la zona.

Esa es la hipótesis que defiende Ángel Castaño, presidente de la Asociación Cultural Raíces de Peraleda, después de analizar los datos recopilados por el prehistoriador y sacerdote alemán Hugo Obermaier durante las excavaciones que dirigió en el yacimiento entre 1925 y 1927. Tres décadas después, el dolmen quedó sumergido como resultado del pantano que ordenó construir el dictador Francisco Franco. Castaño ha cotejado un boceto del menhir y su inscripción realizado por el equipo arqueológico alemán con un mapa del Tajo antes de que se edificase el embalse. Y el parecido es considerable, más que una simple coincidencia.

«Estoy bastante convencido de que se trata de un mapa del río Tajo a su paso por la zona», explica el filólogo a falta de que el hallazgo sea confirmado por los expertos. «Es como el trazado que hace a mano alguien que conoce perfectamente las curvas del río, que coinciden bastante bien, aunque lógicamente no son perfectas las proporciones y medidas. El único tramo que no encaja es el central, pero es que esa zona era la del vado de Alarza y el río se abría [antes del embalse], así que su curso pudo haber cambiado con el paso de los siglos. De ser cierto, sería uno de los mapas más antiguos del mundo«.


DOLMEN DE SORGINETXE: cultura megalítica en España

25 enero, 2019 at 8:04

La cultura megalítica, es decir, las civilizaciones cuyos restos conservados consisten en “grandes piedras” (dolmen) dispuestas de manera estudiada son una forma magnífica para poder ver cómo vivían nuestros antepasados de la Prehistoria hace más de 6.000 años.

Desde el Neolítico y hasta la Edad del Bronce, periodos de la Edad de Piedra, la cultura megalítica se desarrolló en todo el mundo, aunque el término localiza la etapa entre el Mediterráneo y la zona Atlántica de Europa.

Lo primero que suele aparecerse en la mente del viajero al ver estos enormes monumentos prehistóricos es, ¿pero cómo pudieron construirse sin los avances técnicos modernos? La cuestión en sí misma ya otorga cierto acercamiento a una cultura tan alejada de la nuestra, porque nos ofrece una nueva dimensión de los seres humanos: pensaban, planeaban, estructuraban, se comunicaban, todo ello para conseguir erigir estos monumentos.

Ahora bien, ¿por qué razón se construían, con el esfuerzo y la dedicación que debía conllevar? Tampoco está claro que fueran grupos estables en un territorio, por lo que todavía da más misterio a la cuestión.

Algunos estudiosos coinciden en la función sepulcral del monumento, una costumbre que revela la conciencia religiosa del grupo y la creencia en el más allá, además del recuerdo sentimental de la persona que los deja, no muy diferente de las formas actuales. Por otro lado, otros investigadores apuntan a una función de tipo amenazante, en la que estas construcciones pondrían de manifiesto la pertenencia del territorio a un determinado grupo, reforzando la identidad (otro factor inesperado) frente a los demás.

Sea como sea, en España han quedado muchos de estos testimonios de arquitectura prehistórica y muchos de ellos se encuentran en un estado de conservación muy buena.

Hoy te invitamos a conocer el dolmen de Sorginetxe (traducido del euskera “La casa de las brujas”), en Arrizala (Álava), construido aproximadamente en el año 2500 antes de Cristo. A 5 kilómetros de Zadorra Etxea, junto a la Sierra de Entzia, el dolmen se encuentra muy bien conservado y es de fácil acceso.

Fue descubierto por los científicos en 1831 y excavado por el señor J. Apraiz en 1890, quien recogió puntas de flechas y restos óseos humanos. Todos ellos en paradero desconocido.

Nunca se ha conocido túmulo y según los estudios de J.M. Apellaniz de 1973 “La losa de la pared oeste forma ventana y tiene rastros de labrado formando un suave levantamiento o convexidad”. Y además informa que “existieron próximas al dolmen cuatro losas grandes que fueron destruidas y de las que no se conoce la relación con el dolmen”.

Se trata de uno de los monumentos megalíticos mejor conservados de Euskadi. Está formado por cinco piedras calizas verticales, y la que las cubre, alcanza en su punto más alto unos 2,3 metros.

Según JM de Barandiaran (1972) que recoge muchas leyendas relacionadas con estos monumentos megalíticos, comenta que “el dolmen de Arrizala, que fue construido con grandes piedras, aún tiesas, traídas por la Sorguin (Brujas) en las puntas de sus ruecas durante una noche…” Al menos 16 dólmenes alaveses han sido declarados por el Gobierno Vasco como Bien Cultural Calificado en la categoría de Conjunto Monumental.

Las construcciones megalíticas que han obtenido este reconocimiento son las de Sorginetxe, en Arrizala; Aizkomendi, en Eguilaz; San Sebastián I, San Sebastián II, Gurpide Sur y Gurpide Norte, en Kuartango; el Montecillo, en Villabuena de Álava; la Chabola de la Hechicera y el Encinal, en Elvillar; Layaza, San Martín, Alto de la Huesera y los Llanos, en Laguardia; el Sotillo, en Leza; y la Mina y la Lastra, en Lantarón.

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DOLMEN DE SAN MARTÍN: cultura megalítica en España

22 mayo, 2018 at 6:54

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La cultura megalítica, es decir, las civilizaciones cuyos restos conservados consisten en “grandes piedras” (dolmen) dispuestas de manera estudiada son una forma magnífica para poder ver cómo vivían nuestros antepasados de la Prehistoria hace más de 6.000 años.

Desde el Neolítico y hasta la Edad del Bronce, periodos de la Edad de Piedra, la cultura megalítica se desarrolló en todo el mundo, aunque el término localiza la etapa entre el Mediterráneo y la zona Atlántica de Europa.

Lo primero que suele aparecerse en la mente del viajero al ver estos enormes monumentos prehistóricos es, ¿pero cómo pudieron construirse sin los avances técnicos modernos? La cuestión en sí misma ya otorga cierto acercamiento a una cultura tan alejada de la nuestra, porque nos ofrece una nueva dimensión de los seres humanos: pensaban, planeaban, estructuraban, se comunicaban, todo ello para conseguir erigir estos monumentos.

Ahora bien, ¿por qué razón se construían, con el esfuerzo y la dedicación que debía conllevar? Tampoco está claro que fueran grupos estables en un territorio, por lo que todavía da más misterio a la cuestión.

Algunos estudiosos coinciden en la función sepulcral del monumento, una costumbre que revela la conciencia religiosa del grupo y la creencia en el más allá, además del recuerdo sentimental de la persona que los deja, no muy diferente de las formas actuales. Por otro lado, otros investigadores apuntan a una función de tipo amenazante, en la que estas construcciones pondrían de manifiesto la pertenencia del territorio a un determinado grupo, reforzando la identidad (otro factor inesperado) frente a los demás.

Sea como sea, en España han quedado muchos de estos testimonios de arquitectura prehistórica y muchos de ellos se encuentran en un estado de conservación muy buena.

Hoy te invitamos a conocer el dolmen de San Martín, en Laguardia (La Rioja), una de las construcciones más antiguas del mundo.  En el entorno de Laguardia pueden encontrarse numerosos dólmenes, habiendo de hecho una ruta de dólmenes.

Se reconoce fácilmente porque presenta un chozo (refugio de piedra) construido sobre su túmulo, el cual aprovecha como muro trasero las losas de la cámara dolménica. Su construcción es de la piedra extraída del propio dolmen.

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Es un dolmen de corredor, cubierto con losas planas (de las que todavía se mantiene una in situ) y túmulo más o menor circular rodeando la cámara funeraria. La capacidad de este dolmen es de 21 enterramientos.

La cámara presenta planta poligonal y está constituida por 10 losas de arenisca de extraordinarias dimensiones (5,75 m x 3,10 m y altura máxima de 1,90 m).

El corredor, se configura en base a cinco losas, presentando una anchura de 1,20 metros y una altura de 1,30 metros. Esta losa del lado W del pasillo, sobre la que descansa la de cubierta, presenta abundantes agujeros o cazoletas que parecen responder a manifestaciones de arte propias del megalitismo. En torno a este se dispone el túmulo de piedras y tierra, el cual ha sido seriamente afectado por los cultivos de viñas que han rodeado el monumento.

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Durante la excavación pudieron encontrarse los primeros enterramientos de época neolítica (3500 a. C) y posteriores (2200 a. C). También se encontraron junto a los enterrados varias herramientas como puntas de flecha de sílex de pedúnculo y aletas, hachas, cinceles de piedra, botones de hueso, cerámica de tipo campaniforme y  un puñal de cobre.

Además de este maravilloso monumento megalítico, no te puedes perder visitar el pueblo de Laguardia, sus cuevas subterráneas y el fantástico entorno que lo rodea lleno de bodegas y rutas con mucho encanto. Un plan genial para pasar un fin de semana con la familia.

RUTA DE LOS DOLMENES DE LAGUARDIA
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DOLMEN DE JENTILARRI: cultura megalítica en España

12 noviembre, 2016 at 20:34

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La cultura megalítica, es decir, las civilizaciones cuyos restos conservados consisten en “grandes piedras” (dolmen) dispuestas de manera estudiada son una forma magnífica para poder ver cómo vivían nuestros antepasados de la Prehistoria hace más de 6.000 años.

Desde el Neolítico y hasta la Edad del Bronce, periodos de la Edad de Piedra, la cultura megalítica se desarrolló en todo el mundo, aunque el término localiza la etapa entre el Mediterráneo y la zona Atlántica de Europa.

Lo primero que suele aparecerse en la mente del viajero al ver estos enormes monumentos prehistóricos es, ¿pero cómo pudieron construirse sin los avances técnicos modernos? La cuestión en sí misma ya otorga cierto acercamiento a una cultura tan alejada de la nuestra, porque nos ofrece una nueva dimensión de los seres humanos: pensaban, planeaban, estructuraban, se comunicaban, todo ello para conseguir erigir estos monumentos.

Ahora bien, ¿por qué razón se construían, con el esfuerzo y la dedicación que debía conllevar? Tampoco está claro que fueran grupos estables en un territorio, por lo que todavía da más misterio a la cuestión.

Algunos estudiosos coinciden en la función sepulcral del monumento, una costumbre que revela la conciencia religiosa del grupo y la creencia en el más allá, además del recuerdo sentimental de la persona que los deja, no muy diferente de las formas actuales. Por otro lado, otros investigadores apuntan a una función de tipo amenazante, en la que estas construcciones pondrían de manifiesto la pertenencia del territorio a un determinado grupo, reforzando la identidad (otro factor inesperado) frente a los demás.

Sea como sea, en España han quedado muchos de estos testimonios de arquitectura prehistórica y muchos de ellos se encuentran en un estado de conservación muy buena.

El dolmen de Jentilarri, ubicado en la zona de Uidui del Parque Natural de Aralar que pertenece a Guipúzcoa, es un sepulcro de galería con túmulo de 15 m de diámetro y 1 m de altura. Presenta una cámara de 6,50 m de largo.

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Fue descubierto en 1879 y excavado en 1917, aportando abundante material entre los que destacan puntas foliáceas y 11 fragmentos de cerámica y restos humanos de al menos 27 individuos. Recientemente ha sido reconstruido por parte de algunos vecinos.

El dolmen de Jentilarri, el mejor conservado en la zona, forma parte de los dólmenes de Aralar, una importante estación megalítica situada en el Parque Natural de Aralar, en un entorno lleno de robles, hayas y grandes zonas de pastizales que comparten Guipúzcoa y Navarra.

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Fue en esta sierra donde descubrieron precisamente el primer dolmen de Guipúzcoa, en 1879, y donde se realizaron posteriormente las primeras prospecciones megalíticas. El eminente paleontólogo y etnógrafo Don Joxe Miguel Barandiaran fue el encargado de investigar los numerosos yacimientos arqueológicos de Aralar, además de numerosas leyendas y mitos que tienen su origen en esta sierra.

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Actualmente, se encuentran catalogados 80 megalitos en la estación de la sierra de Aralar. De ellos, 30 están enclavados en territorio guipuzcoano, mientras que los otros 50 conjuntos se hallan dentro de la Comunidad Foral. Dólmenes, menhires, túmulos y círculos de piedras completan la zona de Gipuzkoa declarada como Bien Cultural Calificado, con la categoría de Conjunto Monumental.

La gran mayoría de estos elementos patrimoniales se encuentran en la zona occidental de Aralar, en tierras pertenecientes a los municipios guipuzcoanos de Zaldibia, Amezketa, Abaltzisketa, Lazkao y Ataun.

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Ascendiendo desde Amezketa o desde Zaldibia hacia Auza Gaztelu, en el collado de Ausokoi, se encuentra el dolmen homónimo, y, en sus alrededores, se alza el menhir de Atauru Gañe. Desde este lugar hacia la zona de Uidui nos encontramos con una serie de dólmenes, entre los cuales, además del de Jentilarri, destacan los de Aranzadi, Arraztagaña, Argarbi, Uidui, Zearragoena y Uelogoena. Cerca de estos dólmenes se encuentra el menhir de Supitaitz, y accediendo a la zona de Alotza, se localiza el hermoso menhir de Saltarri, tumbado en el centro de sus prados. Saliendo de esta zona, se halla el menhir de Irazustako Lepoa.

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La leyenda de los Gentiles

Los Jentilak, Gentiles, Maures o Maule, son una raza de gigantes posiblemente antecesores del pueblo vasco, habitantes de las montañas que trabajaron ampliamente la piedra y construyeron gran cantidad de Dólmenes y Cromlech (tanto es así, que en muchos lugares a estas rocas funerarias les llaman Jentilarri (piedra de Gentil, en Euskera).

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Criaturas colosales de fuerza sobrehumana, también dieron origen a varias montañas jugando a tirarse peñascos entre ellos.

Entre los Gentiles más famosos encontraríamos a Tartalo el cíclope, o el temible Olentzero quién se cuenta debió ser el último de estos Gigantes en tierras vascas avisando de la llegada del cristianismo.

Hay versiones en las que tanto el Basajaun cómo el JaunGorri son también parte de estos Gentiles o Maures.

Estos seres mitológicos tienen similitudes con los Mouro de la mitología Gallega y Asturiana. En la mitología aragonesa también existen genios parecidos a los jentiles, los Omes granizos: antiguos pobladores pirenaicos, dioses y gigantes relacionados con las propias montañas.

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DOLMEN «LA CHABOLA DE LA HECHICERA»: cultura megalítica en España

4 abril, 2016 at 16:40

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La cultura megalítica, es decir, las civilizaciones cuyos restos conservados consisten en “grandes piedras” (dolmen) dispuestas de manera estudiada son una forma magnífica para poder ver cómo vivían nuestros antepasados de la Prehistoria hace más de 6.000 años.

Desde el Neolítico y hasta la Edad del Bronce, periodos de la Edad de Piedra, la cultura megalítica se desarrolló en todo el mundo, aunque el término localiza la etapa entre el Mediterráneo y la zona Atlántica de Europa.

Lo primero que suele aparecerse en la mente del viajero al ver estos enormes monumentos prehistóricos es, ¿pero cómo pudieron construirse sin los avances técnicos modernos? La cuestión en sí misma ya otorga cierto acercamiento a una cultura tan alejada de la nuestra, porque nos ofrece una nueva dimensión de los seres humanos: pensaban, planeaban, estructuraban, se comunicaban, todo ello para conseguir erigir estos monumentos.

Ahora bien, ¿por qué razón se construían, con el esfuerzo y la dedicación que debía conllevar? Tampoco está claro que fueran grupos estables en un territorio, por lo que todavía da más misterio a la cuestión. Varias teorías se han propuesto para intentar responder a esta y otras preguntas de los hombres de la Prehistoria.

Algunos estudiosos coinciden en la función sepulcral del monumento, una costumbre que revela la conciencia religiosa del grupo y la creencia en el más allá, además del recuerdo sentimental de la persona que los deja, no muy diferente de las formas actuales. Por otro lado, otros investigadores apuntan a una función de tipo amenazante, en la que estas construcciones pondrían de manifiesto la pertenencia del territorio a un determinado grupo, reforzando la identidad (otro factor inesperado) frente a los demás.

Sea como sea, en España han quedado muchos de estos testimonios de arquitectura prehistórica y muchos de ellos se encuentran en un estado de conservación muy buena.

El Dolmen de la Chabola de La Hechicera (en euskera: Sorginaren Txabola) es uno de los dólmenes más importantes del País Vasco (Euskadi), probablemente sea el más grande y el que mejor conservado está de toda la zona.

Se localiza en el lugar llamado “Lanagunilla”, entre los ríos San Ginés en el Barranco de Biurco y el Quintanilla, a 620 m sobre el nivel del mar (Elvillar, provincia de Álava).

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Fue descubierto en 1935 por Álvaro de Gortázar en un estado bastante bueno de conservación. En las excavaciones se encontraron numerosos objetos, además de restos humanos: hachas, trozos de cerámica y aros. La mayor parte de estos materiales se conservan en el Bibat, Museo de Arqueología de Álava (Vitoria-Gasteiz).

Fue erigido hace unos 5.000 años por gentes neolíticas que practicaban ya la agricultura y la ganadería, y utilizado hasta hace 3.000 en una etapa correspondiente ya a la Edad del Bronce.

El dolmen La Chabola o Choza de la Hechicera es un lugar de enterramiento colectivo. Su nombre rememora una leyenda que lo relaciona con la casa de una bruja a la que en las mañanas de San Juan se oía cantar y pregonar quincalla.

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El dolmen, del tipo sepulcro de corredor, está formado por tres partes bien diferenciadas: el túmulo, la cámara y, como su nombre indica, el corredor.

La cámara está formada por 9 losas que describen una figura poligonal. La galería está compuesta por 5 losas más las de cierre. La losa de cubierta estaba partida en tres pero después de restaurarla fue colocada en la que se supone fue su posición original.

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Foto de objetivogipuzkoa.diariovasco.com

Con el paso de los siglos el monumento perdió su función funeraria y su túmulo fue desmontado, en parte, siendo utilizado como una cantera de extracción de piedra. Además, se fueron cultivando los alrededores e incluso parte del túmulo, salvo el entorno más cercano a la cámara donde las piedras molestaban al arado, por lo que también fue desarmado en una parte sustancial. Es así como llegó a formar la imagen que nos ha llegado a nuestros días.

La víspera de las fiestas, en torno a la virgen de Agosto, se celebra un akelarre en las inmediaciones del dolmen; una representación con un macho cabrío, brujas…

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