El capote de brega (o simplemente capote) es un instrumento para torear, pesado y de tela bastante rígida, con forma de capa, que se usa tanto para fijar y poner en suerte al toro de lidia como para efectuar lances artísticos durante los dos primeros tercios de una corrida de toros.
El tamaño varía entre los 113 y los 123 cm y su peso entre 4 y 6kg. Se debe distinguir de la muleta, más pequeña y ligera, de color rojo y utilizada en el último tercio de la lidia.
Su origen se encuentra en los primeros tiempos de la tauromaquia cuando los caballeros que salían a rejonear y sus ayudantes de a pie vestían con capa y se servían de ellas en su lance con el toro. De aquella capa se originó el capote, que era de color rojo y de lana ligera (a la que se llamaba lamparilla).
Actualmente es rosa con vueltas amarillas, verdes, azules o moradas según la preferencia del torero. La tela también ha cambiado y es de material sintético (nylon) o de seda para impedir que se enganche el cuerno del toro. El capote está tratado con productos químicos para evitar que penetre la sangre del animal y para darle peso y rigidez.
Del capote se sirve el matador para recibir el toro, generalmente con los dos brazos, tanto en lances artísticos como de brega, es decir, en aquellas suertes que implican correr al astado, fijarlo o ponerlo en suerte.
Con el capote tienen lugar los pases que se realizan en el tercio de quites. Hay un amplio abanico de pases con el capote.
El capote, también es un regalo fantástico para todo aquel que sienta pasión por España y su cultura, aficionados del toreo o simplemente a un amante del mundo del toro. El capote, bien de brega o paseo, puede ser enmarcado tanto para su conservación como para mostrarlo a modo decorativo.
Capote de Paseo
El capote de brega no se debe confundir con el capote de paseo. Este último solo se usa con fines ornamentales, liado en el traje del espada durante el paseíllo.
Tiene la misma forma que el capote de brega, pero es más lujoso, ligero y de menor tamaño. Suele ser de seda, bordado en oro y lentejuelas, adornado con galones y a veces con imágenes religiosas. Es costumbre entregarlo al acabar el paseíllo a alguna persona de confianza para que se lo guarde al diestro durante la lidia.